28.12.22

MIKE OLDFIELD:
"Platinum"

¿Es un ángel?, ¿una deidad atlante tal vez?, ¿una estatua del Olimpo? Sus rasgos, inexistentes en un principio, cobran relieve mientras suena "Woodhenge", gracias a la luz divina que de repente la envuelve, atributos robóticos que sorprenden especialmente cuando con las notas de inicio de "Punkadiddle" abre los ojos y despliega sus alas de ángel, provocando una tormenta eléctrica de gran magnitud que le lleva lejos. Muy lejos, a años luz de aquí, transportado por una inimaginable tecnología, probablemente alienígena. Allí, en el otro confín de la galaxia, comienza una nueva existencia, una gota llena de vida que se reproduce y da lugar a "Platimum", el álbum más esotérico de Mike Oldfield y un renacimiento, tras esa terapia denominada Exégesis que cambió su personalidad, la del músico y la de la persona que responde al nombre de Michael Gordon Oldfield. Ian Emes fue el autor de esta animación arriba descrita que presentaba el álbum (se puede ver en su web), como lo fue de las que se podían disfrutar en el tour europeo de 1979 conocido como Exposed, inspirado en litografías del grabador holandés M. C. Escher. El talento de Emes, artista que había trabajado con gran éxito con Pink Floyd, se unió al de Oldfield, que en "Platinum" mostró otra cara, un gran cambio estilístico respecto a sus obras épicas de los años 70, desde "Tubular Bells" a "Incantations".

Aunque en 1973, dado el éxito y el tirón de la película 'El exorcista', se comercializara un single de "Tubular Bells" (y el disco entero) en los Estados Unidos, el primer intento serio de triunfar en Norteamérica por parte de Mike Oldfield y su compañía se dio seis años después, al final de la década. Oldfield, que conoció personalmente a personajes importantes del panorama musical neoyorquino como Peter Baumann o Philip Glass, se lanzó a grabar con músicos de sesión en la ciudad de los rascacielos un álbum distinto, como distinto había sido un sencillo interpretado en directo en su primera gira y publicado unos meses antes, el discotequero "Guilty", grabado también en Nueva York con la supervisión de Kurt Munkasci -el hombre que le presentó a Philip Glass-. Aunque fue rematado en Inglaterra, el concepto original de "Platinum" era  mucho más abierto, donde un jazz camuflado y la electrónica que permitían los sintetizadores de la época, se agolpaban entre sus compases, además de una batería más contundente que la usada hasta la fecha. El platino es un metal noble muy apreciado en joyería por su pureza y brillo, así que teniendo en cuenta la brillantez del Mike de los 70, el título "Platinum" es bastante acertado. En él, Oldfield iba a homenajear precisamente a Philip Glass (con una fantástica versión libre de su "North Star") y a otro neoyorquino ilustre como George Gershwin (del que adapta la canción "I Got Rhythm"). Publicado por Virgin Records en 1979 con la eficaz producción de Tom Newman y una bonita y artística portada de Trevor Key, "Platinum" presenta una cara A monumental, donde Oldfield divide en cuatro partes una animada suite, repleta de guitarras y metales, en la que desarrolla un trepidante comienzo ("Airborne"), seguido de una aguerrida melodía de las que dificilmente se te van de la cabeza ("Platinum"), se escucha acto seguido un animado "Charleston" (otra concesión a lo americano), para concluir con el desestructurado al modo Oldfield (y muy conseguido, haciéndolo realmente suyo) "North Star" del maestro Glass. Tras esta primera cara realmente genial, y aun portando grandisimos minutos de música, el segundo lado del plástico demuestra que Oldfield no era tan infalible como se podría pensar, especialmente en unos cortes vocales simpáticos y diferentes, pero no tan inspirados como sus excelsos instrumentales. Esta cara B se abre con la ambiental "Woodhenge" (fantástica pieza compuesta años atrás para el documental "Reflection") y contiene las mencionadas primeras canciones propiamente dichas aparecidas en un LP de Mike Oldfield ("Into the Wonderland" -que sustituye a la bisoña "Sally"- y "I Got Rhythm", ambas cantadas por una más que correcta Wendy Roberts), amén de una divertida protesta contra el punk llamada "Punkadiddle". La anécdota del álbum fue la exclusión tras las dos primeras ediciones del mismo, de la extravagante canción "Sally (I'm Just a Gorila)", que fue sustituida por la mencionada "Into the Wonderland".

Una versión con portada distinta del disco (obra una vez más de Ian Emes), que además incluía el éxito discotequero "Guilty" en vez del esotérico "Woodhenge", se publicó en Estados Unidos y Canadá con el título de "Airborn"; una edición especial portaba un segundo vinilo con "Tubular Bells" e "Incantations" en directo en el reciente tour europeo. Sin embargo, "Platinum" no consiguió triunfar al otro lado del charco, como no lo hará Oldfield en toda su trayectoria. Son las injusticias de la industria y de los gustos de todo un país. Pese a ello, y aunque no se llegue a considerar como una de sus obras mayores, "Platinum" es un trabajo eléctrico, resuelto y adictivo, una exquisita rareza en la discografía del músico británico, cuyo mayor problema deriva precisamente de ir cronológicamente detrás de sus casi insuperables cuatro primeros plásticos -"Tubular Bells", "Hergest Ridge", "Ommadawn" e "Incantations"-, sin la presencia de los cuales sería sin duda un clásico en su monumental carrera.

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12.12.22

KLAUS SCHULZE:
"Mirage"

La personalidad de Klaus Schulze siempre fue complicada, su relación con los periodistas tuvo momentos difíciles, al igual que con algunos de sus propios colegas, como con Edgar Froese en los meses que pasó en Tangerine Dream. Tampoco duró en Ash Ra Temple, y su dúo Timewind con Michael Hoenig fue efímero, en esta ocasión más por discrepancias musicales que personales. No es de extrañar que Klaus se instalara desde bien pronto de su carrera en una casa en el bosque, apartada de la urbe. Desde allí, aprovechó el desconcierto electrónico de la década para convertirse en un puntal de la conocida como Escuela de Berlín, y la filosofía new age acogió su propuesta (más que al revés, pues el músico nunca comulgó con los dictados de dicho movimiento) con los brazos abiertos, incluso con la carga tenebrosa de obras como "Irrlicht". En su concepción musical algo alucinógena en ocasiones, la consigna todo vale tenía, afortunadamente, ciertos momentos de lucidez, y de igual forma que un virus letal puede ser bello al microscopio, algunas disonancias pueden acabar complaciendo al oído. Así, "Timewind" o "Moondawn" fueron clarísimos triunfos del berlinés, que continuó su eficaz andadura con un trabajo aparentemente más placentero, "Mirage".

Publicado en 1977 por Brain en Alemania y por Island Records en Gran Bretaña, así como por otras numerosas compañías dependiendo del año o país, "Mirage" está dedicado al hermano mayor de Klaus, Hans-Dieter Schulze, que murió de cáncer ese año, lo que se acaba plasmando en una música lacrimosa, en la que proliferan ambientes irreales, pero no necesariamente sombríos. Dulcificado pero profundo, asomándose a un abismo de misterio entre el sueño y la realidad, se presenta "Velvet Voyage", el corte que ocupaba la primera cara del plástico. Como una luz fantasmal entre las sombras, tal vez el túnel de luz del que hablan los retornados de una ECM (Experiencia Cercana a la Muerte), se atisba una lánguida melodía en la lejanía, acercándose tintineante con un creciente sentimiento turbio y la presencia de un desasosegante sonido como de bajo. El tramo final de este largo viaje de terciopelo es luminoso, ayudado por una álgida secuencia de notas de sintetizador. La atmósfera tenebrosa, sin embargo, lo acaba engullendo todo de nuevo. Este "Velvet Voyage", a pesar de ser una suite de 28 minutos, se componía de seis títulos de difícil ubicación: "1984", "Aeronef", "Eclipse", "Exvasion", "Lucid Interspace" y "Destination Void". En la cara B se alzan los recordados 29 minutos de la cristalina "Crystal Lake", otra suite compuesta por seis cortes: "Xylotones", "Chromwave", "Willowdreams", "Liquid Mirrors", "Springdance" y "A Bientot". Es un Schulze en color, la sonoridad es excepcional, sus pequeños cambios de ritmo acertados. La cadencia de teclado, sencilla y repetitiva, sustituye a las robóticas secuencias de otros tiempos. Esta suite se completa con un nuevo ambiente planeador, mas tranquilo que el del primer acto, con un clímax final grandioso, muy cósmico, como una llamada a otras galaxias o planos de existencia. Posteriores reediciones incorporaban una tercera pieza, 20 soñadores minutos de título "In Cosa Crede chi non Crede?". "Mirage" huye de la estridencia de otras obras anteriores, tanto en la ambientalidad de su primera cara como por lo melodioso de la segunda, y se posiciona como uno de los trabajos favoritos del alemán entre sus seguidores menos experimentales y oscuros. Tal vez demasiado largos, en las duraciones de estos temas está sin embargo la esencia del viaje, de este minimalismo electrónico cósmico de variaciones lentas que puede llegar a hipnotizar. "El desarrollo simultáneo del sintetizador llegó en el momento justo para nosotros. La forma en que todo se unió fue perfecta: nueva tecnología, una nueva forma de pensar en la música, y un clima cultural que aceptaba la creación de música no comercial", dijo el malogrado Klaus Schulze, que a pesar de su no comercialidad, ha contado siempre con una legión de fans, como otros padres del movimiento y la música electrónica en general, que nunca deja de atraer en cualquiera de sus vertientes. 

El mundo del misterio y la música electrónica estuvieron muy ligados en algunos momentos de mayor popularidad del género en los años 70 y 80. Los ambientes oscuros de bandas como Tangerine Dream, el esoterismo de Ashra o Popol Vuh, las melodías cósmicas tan sugerentes de Vangelis o Jean Michel Jarre, o el terror más puro conectado a los inicios de Mike Oldfield, se unían a las oníricas o incluso tenebrosas portadas de Klaus Schulze. Su irreal música era asimismo una obra de lo ignoto que profundizaba en el surrealismo daliniano como también lo hicieron los trabajos de Edgar Froese, Michel Huygen (Neuronium), Steve Roach y muchos otros sintesistas de la época. La cubierta de "Mirage", en concordancia con la música contenida, era sin embargo más afable y presentaba la efigie del músico (que ya habíamos visto en "Moonwind") en un suave claroscuro. En las notas interiores del álbum, Klaus aclara sobre la esencia onírica del mismo: "La música es un sueño, pero la interpretación exacta debe ser realizada por el oyente". Cada persona debe encontrarla, por lo tanto, disfrutando por el camino de una nueva escucha. No será la última.

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24.11.22

ENIGMA:
"The Screen Behind the Mirror"

La inercia de ventas y popularidad de Michael Cretu bajo el nombre de Enigma tras su tercer álbum, el fabuloso "Le Roi est Mort, Vive le Roi!", continuaba siendo muy exitosa. Aparte de su impulso rítmico y de lo acertado de sus canciones, la crítica (al menos la que poseía criterio y no se dejaba llevar simplemente por los estantes en los que se vendía el producto, que podían abarcar denominaciones como new age, pop, tecno o electrónica) también alababa su incursión en músicas mundiales de diferentes latitudes, a las que este músico nacido en Rumanía sabía imprimir su toque de calidad tecnológica sin entrar ni salir en estilos concretos: "Desde el principio, Enigma ha sido un tipo de música que no está conectada con ninguna tendencia", decía. En 1999, cerca de una década después de su irrupción en el panorama musical internacional con "MCMXC, a.D.", que popularizó los cantos gregorianos modernizados, llegó a las tiendas el cuarto paso de su atrayente aventura, grabado en Ibiza en los A.R.T. Studios, publicado en 1999 de nuevo por una grande, Virgin Records, y con el interesante título de "The Screen Behind the Mirror". 

A la vez que tecnológica, la música de Cretu se volvía más alquímica en cada disco, este artista combinaba elementos dispersos construyendo a partir de la nada y del todo un producto musical que, al que entraba en su juego, le transportaba a lugares únicos, apoderándose del espacio y del tiempo para crear una fantasía musical propia, donde se confunden lo utópico y lo distópico, lo de antes, lo ahora y lo de siempre. "El título del álbum, 'The Screen behind the Mirror', casi podría ser el título de un libro de Jean-Paul Sartre. Lo que quiero decir es que si alguien se mira en un espejo, se ve a sí mismo de la forma en que quiere verse a sí mismo". El Michael Cretu que se ve en el espejo de este álbum es un músico humilde pero conocedor de su clase, de que su música es algo que atrae a mucha gente e incluso les puede conmover y condicionar: "Las canciones y los arreglos del disco tienen varias capas. El álbum ofrece capas emocionales en función de vuestros estados de ánimo y sentimientos, que podéis reconocer y que gustarán a todos. Eso fue lo primero que noté cuando lo terminé". El comienzo, "The Gate", es excitante. A la fanfarria característica de Enigma hay que unir la voz recitante, tan bien utilizada que es capaz de enaltecer al oyente, y el enlace definitivo con una pieza maestra de la música coral como es "Carmina Burana" -concretamente "O Fortuna"- del alemán Carl Orff, en la versión de Schott Musik International, con su correspondiente permiso para evitar polémicas pasadas. Este breve acercamiento será desarrollado enseguida, pero antes llega la energía sin control del segundo sencillo del disco, "Push the Limits", nueva unión de elementos dispersos (cantos de apariencia folclórica, una sensual voz femenina susurrante, un ritmo bien construido que acerca lo tribal a la cultura de club) que se aunan con estilo en una fenomenal labor de producción. Como todos los videoclips de Enigma, el de "Push the Limits" es oscuro, sensual y ciertamente extraño. "Carmina Burana" regresa para adornar "Gravity of Love", el sencillo principal del disco, nuevo éxito de Cretu con la voz de Ruth-Ann Boyle, de la que destaca el compositor rumano su frescura e ingenuidad juvenil. "Probablemente esta parte sea uno de los momentos más fuertes jamás escritos en la música clásica", afirma Michael sobre la pieza de Orff, que añade "atrae instintos básicos". Efectivamente, el músico habla de la gravedad como magnetismo, atracción, esa implicación sensual, incluso sexual, que desbordaba en obras de Enigma como "MCMXC a.D.", y que aparece claramente en la letra y en el videoclip de esta canción. Si "Gravity of Love" tiene la gravedad en su título, "Smell of Desire" parece ingravida. Grandísimo tema, cuyas guitarras poseen un estilo muy cercano a uno de los amigos de Michael Cretu, con el que coincidió pocos años atrás en su lugar de residencia (la isla balear de Ibiza), Mike Oldfield. Muchos han deseado una colaboración de Oldfield en los discos de Enigma, pero no se dio aquí, las guitarras estaban interpretadas, como de costumbre, por Jens Gad, que tiene mucho que ver en algunas de las músicas del álbum y lo co-produce junto a Cretu. "Modern Crusaders" es otra buena canción, con la voz de Cretu y un toque especial por la que bien podría estar incluida en un musical. Suena otra vez Orff, y al final, la "Tocata y fuga en re menor, BWV 565" de Bach. Aunque lo más profundo y descarnado del trabajo se encuentre en este primer tramo, no por ello lo que sigue deja de ser por momentos fascinante, comenzando por "Traces (Light and Weight)", sencilla pero bien construida, elegante en su producción, como la canción que da título al álbum, "The Screen Behind the Mirror". "Endless Quest" es el retorno de las flautas shakuhachi sampleadas que marcaron el comienzo del sonido Enigma, en un instrumental sugerente y con poderosos guitarreos. En "Camera Obscura" vuelve a aparecer "O Fortuna" en un total más deshilvanado, pero realmente es sólo un tema puente hacia la sensual "Between Mind & Heart", que porta un componente angelical y otro muy mundano, incluso étnico. "La gente habla demasiado para lo que tiene que decir", opina Michael al final del disco en "Silence Must be Heard", un clímax final que vuelve a demostrar el buen sonido presente en la obra. Se disfruta de cada detalle de la pieza, los ritmos, los graves, las voces... Cretu demuestra de nuevo que es un maestro del estudio, aunque se había pensado en hacer un gran concierto tras sus tres primeros discos, lo cual se desestimó en favor de trabajar en este nuevo y acertado proyecto. Sandra, Andru Donalds, Elisabeth Houghton y el propio Michael Cretu ponen otras voces, que son tratadas como una ambiental y sugerente instrumentación más. "The Screen Behind the Mirror" estuvo 7 semanas en las listas españolas, alcanzando el puesto número 14 en las mismas.

Michael Cretu afirmaba que a estas alturas el éxito comercial ya no era prioritario para él, que se alegraba de seguir respondiendo musicalmente en un mundo tan competitivo, con un producto fresco y moderno a sus más de 40 años. No sólo la música, el diseño de "The Screen Behind the Mirror" continúa siendo enormemente atractivo, mezclando épocas y conceptos como sucedía en sus obras anteriores, especialmente destacable en "Le Roi Est Mort, Vive le Roi!". El alemán Johann Zambryski, que estuvo nominado al premio Grammy en la categoría de mejor diseño de embalaje por el disco antes mencionado, es el creador de esa imaginería tan fabulosa. Un vinilo naranja publicado en 2018 cambiaba el diseño original por otro de Dirk Rudolph, y aportaría en números romanos la posición de este trabajo en la discografía de Enigma, es decir: 'Enigma IV'. La música era la misma, ese impoluto producto de estudio que desborda magia y lujuria, o como decía la compilación publicada en 2001 con todos sus grandes temas, amor, sensualidad y devoción ("Love Sensuality Devotion").

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11.11.22

PETER DAVISON:
"Winds of Space"

"Creemos que hay un lugar que vive dentro de todos nosotros. Es un lugar de visión y claridad donde el ritmo de la vida se mueve en armonía con una conciencia superior. El propósito de nuestra música es llevarte allí". Estas espirituales frases eran la máxima de la compañía discográfica Higher Octave Music tras su fundación por parte de Matt Marshall en 1986 en California. Las primeras referencias de su catálogo se basaban en trabajos de músicos como Peter Davison o William Aura, algunos de los cuales habían sido publicados con anterioridad en compañías menores de la floreciente new age. La asociación de Higher Octave con EMI y Narada para una distribución mundial le permitió crecer en aspiraciones y fichar a artistas importantes en el mundo la música instrumental, y tras su comienzo en esa suave y sugerente new age, se expandió en influencias y géneros hacia las músicas del mundo, el smooth jazz, algo de electrónica, y el conocido como nuevo flamenco, con el que el sello logró su mayor éxito gracias al guitarrista alemán Ottmar Liebert. Cusco o Craig Chaquico fueron otros de sus artistas importantes. Pero volviendo al comienzo de todo, no hay que olvidar algunos de esos relajantes discos originales, como el primero de ellos, "Winds of Space" del estadounidense Peter Davison. 

Meditación, yoga o tai-chi son algunas de las disciplinas hacia las que iba dirigida la música de Peter Davison. En la línea de otros artistas espirituales más conocidos como Deuter o Terry Oldfield, Davison elabora en la mayoría de sus trabajos una música new age serena y relajante, pero no exclusivamente ambiental, pues determinadas melodías flotan entre sus brumas, donde lo acústico cobra vida (flauta, saxo, piano o guitarra son los instrumentos que suele interpretar, con añadidos eventuales de arpa, chelo, violín y diversas percusiones) y se deja conducir por una sutil electrónica que está presente por medio de los sintetizadores y la percusión electrónica. Higher Octave Music le publicó "Winds of Space" en 1986, inaugurando con él su extenso catálogo. Tras varios años de estancia en Avocado Records, su primer trabajo con una grande (si bien no tenía en esos momentos esa elevada categoría) supuso un pequeño aumento de esa capacidad electrónica del artista, que unida a lo acústico de las flautas o el saxo, no difiere mucho de la que se estaba comercializando en Europa, con algo de Tangerine Dream, por ejemplo, así como de otros artistas de cierta comercialidad, pero especialmente presenta síntomas de sintesistas japoneses como Kitaro o Yoshiaki Hoshi (Himekami). Sin embargo, no está exenta de personalidad propia en su capacidad de síntesis y en su cierto intento melódico. "Turn to Dust" es un amanecer ambiental que nos conduce, guiados por unas pocas notas repetitivas de teclado, a un relajante pasaje espacial muy acertado al que se une la calidez del saxo en un clímax lisérgico. Atmósfera más calmada la de "The Sage", con ecos burbujeantes. Sencillamente para escuchar y relajarse, como con "Shadow" (un pasaje romántico con algo de espacial) o otro sencillo momento tranquilo titulado "Soft Light". Bellas florituras acompañan "Leaves Shimmering", una pieza candorosa que es todo un plácido baile con la naturaleza. Davison retorna entonces al fulgor espacial al comienzo de la cara B del plástico, en una melodía más aventurera que las anteriores y cercana a la que abría el disco, la importante "Bold Flow", que retorna parecida pero ralentizada en "Night Vision". Etérea con efectos sonoros, muy new age, es la pieza que titula el álbum, "Winds of Space". De hecho, este disco entra perfectamente en la definición de aquella primaria new age, por la que circulan también, aunque con mayor cosmicidad, "Circles within Circles" y el corto tema final, "Winds of Space II". Antes de eso, "Lullaby for Tera Rose" es una nana envuelta en sonidos aflautados, soñadores, mientras que en "Lunar Halo" retorna el inconfundible sonido, presente en la mayor parte del álbum, que nos recuerda al Kitaro más espacial. En general, doce composiciones para disfrutar del amable sonido de la nueva era que triunfaba en los años ochenta.

Sorprende en "Winds of Space" el sencillísimo arte gráfico del álbum, un diseño en blancos y azules que contribuía a la relajación, y una portada casi infantil diseñada por Dan Levin, que desde entonces fue adoptada por la compañía que inauguraba, como emblema durante su larga trayectoria en el campo de la música instrumental. Levin fue director creativo de Higher Octave Music en sus primeros años de existencia. La publicidad acogió el nuevo sello y concretamente este su primer trabajo con buenas palabras, que se mencionan en el libreto del mismo: "Melódicamente encantador, relajante, espacial y agradablemente colorido (...) Piezas emocionalmente e intelectualmente variadas", fueron algunas frases destacadas. La propia compañía comentaba lo interesante del compromiso y la inspiración de este músico con la naturaleza y nuestro planeta, así como su labor como compositor de películas y teatro. Lamentablemente, su nombre y sus siguientes obras no acabaron de encontrar su hueco entre los más reconocidos del género, pero siempre se recordará "Winds of Space" como un buen trabajo y la primera referencia de Higher Octave Music.








26.10.22

ANA ALCAIDE:
"La cantiga del fuego"

Tercer trabajo de esta compositora e intérprete madrileña que encontró su inspiración en las calles de Toledo y su instrumento esencial en la lejana Suecia. Ana Alcaide afirma que se ha formado a sí misma, que en su familia no había antecedentes musicales. A partir de los 7 años estudió solfeo y violín, aunque a los 15 decidió dejarlo, para retomarlo años después en el Conservatorio de Madrid. Una plaza en la Universidad de Malmö la volvió a acercar a Suecia, donde ya había acudido anteriormente por una beca de biología, concretamente a Uppland, donde descubrió el rico folclore sueco, la pasión de sus gentes por la música, y la nyckelharpa o viola de teclas, instrumento tradicional sueco de cuerda frotada, con un cierto parecido a la zanfona. Ana comenzó a estudiar de manera autodidacta la nyckelharpa que se trajo a Toledo, y poco a poco la adaptó al lenguaje musical hispano. Tanto se enganchó a este instrumento que de hecho tituló así a su primer trabajo, "Viola de teclas", disco instrumental producido por Carlos Beceiro (La Musgaña) en 2006, compuesto por piezas tradicionales y alguna propia, que exploraban en el variado repertorio hispano con sonoridades de antaño, pero exclusivamente ibéricas. Tras la sorpresa, en 2007 llegó la confirmación con "Como la Luna y el Sol", de nuevo con la producción de Carlos Beceiro. La voz se hace presente y confirma el nacimiento de esta trovadora del siglo XXI, que se inspira totalmente en la tradición sefardí y la actualiza en la lengua judeo-española. 

El siguiente paso de Ana Alcaide se tituló "La cantiga del fuego", y fue publicado en 2012 por The Voice of Nature y reeditado internacionalmente por ARC Music. A partir de aquí, Ana toma definitivamente las riendas de sus creaciones, e incluso produce ella misma sus propios trabajos. La tradición sigue siendo importante pero desciende la importancia en sus discos, de forma que aquí son solamente cuatro los temas tradicionales arreglados por ella para el disco. Podríamos comparar esta obra con una novela histórica, el trabajo de investigación es de efluvios muy reales, y le proporciona un encanto especial. El comienzo es sencillamente maravilloso, "El pozo amargo" es una gran canción de trovador, efectiva y emocionante, combinación de la letra de Beatriz Moreno-Cervera (basada en una leyenda toledana) y la música de Ana, en un tema donde además de la nyckelharpa también se pueden escuchar guitarra, psalterio, santur, lira griega y percusiones variadas. Los músicos que acompañan a Ana en este trabajo son de gran calidad y experiencia: Bill Cooley (psalterio, santur o laúd, entre otros), Josete Ordóñez (guitarras), Rafa del Teso (bouzouki, mandola, guitarra), Jaime Muñoz -La Musgaña de nuevo- (clarinete, ney, kaval, gaitas, furulya, acordeón), Renzo Ruggiero (bajo, zanfoña), Diego López (percusiones), Sergey Saprychev (percusiones), Ido Segal (hansa veena -una especie de sitar ideado por Ravi Shankar-), Dimitri Psonis (lira griega) y Reza Shayesteh (voces). Ana incorpora la nyckelharpa, moraharpa, violín, arpa celta, atmósferas varias y su propia voz, esa voz tan importante en la música sefardí como transmisora de su tradición, de tal modo que en su música conjuga lo instrumental con lo vocal ("tenía muchas ganas de cantar", afirmó en la promoción de su anterior disco, "Como la Luna y el Sol"). "Baila donde el mar" es otra gran canción, algo más melódica, creación exclusiva de Ana Alcaide, con un cuidado tratamiento musical acompañando a los versos. Si la producción se hubiera centrado en un campo más popular, podría haberse tratado de un sencillo de gran interés radiofónico. De este modo, siendo mejor que la mayoría, sólo suena en Radio 3 y emisoras independientes. "La cantiga del fuego - El viaje" es una muy animada pieza instrumental tradicional, nuevo acierto en el sorprendente comienzo de la obra. "Luna serfardita", soñadora y romántica, presenta de nuevo la letra de Beatriz Moreno-Cervera y la música de Ana, con un toque Enya en la parte tarareada. Bello tema sin palabras con efluvios árabes es "Khun caravan", que parece conducir a antiguos palacios, o sencillamente a floreados pueblos entre pequeñas montañas. "La reina Ester" y "En el jardín de la reina" son las siguientes piezas tradicionales sefardís arregladas por Ana Alcaide, y cantadas por ella en español y judeoespañol. "El agua del río", por contra, es creación de la madrileña, y en ella de nuevo hay asomos de Enya y, merced al arpa celta que destacaba también en la canción anterior, de Loreena McKennitt. "La cantiga del fuego - La canción" es otro gran corte tradicional que combina letra con música de manera notoria, y que vuelve a subir el interés de un disco que realmente no tiene altibajos. "Ay que casas!" es una canción de boda, una animada pieza tradicional que suena a la España rural, la que nos acercan grupos como La Musgaña o Acetre. Para finalizar este gran álbum, dos piezas conectadas, "Mikdash intro" y "Mikdash", que son un hermoso canto árabe con la colaboración de Reza Shayesteh, que tendrá protagonismo en el futuro de Ana Alcaide. Tal vez esta ruptura del ritmo general hubiera sido más acertada a mitad del disco, pero como final es rotundo, generoso y sencillamente espectacular. "La cantiga del fuego", cuenta ella misma, nos habla de amores imposibles entre judíos y cristianos, antiguas leyendas toledanas y del viaje de destierro de los sefardíes, y lo hace, añadimos, con una maestría y una poesía musical y narrada, fuera de lo común, encontrando conexiones admirables.

"Un gran viaje es un reflejo de lo que somos. Nos obliga a despojarnos de capas, a tomar conciencia de quiénes somos y a descubrir nuestro verdadero yo. Nos permite escuchar la poderosa voz antigua que continúa resonando dentro de nosotros. 'La cantiga del fuego' es la voz que siempre ha estado ahí y que nos guía en nuestro viaje de autodescubrimiento". Son las notas interiores de un trabajo que, aclara también la autora, compuso durante el embarazo de su primer hijo, Bruno, una experiencia transformadora cuya fuerza se plasmó en tan fabulosa obra. Loreena McKennitt se fijó en ese estilo antiguo tan afín a sus propios intereses, y pocos años después de "La cantiga del fuego", en 2018, Ana Alcaide colaboraba con la canadiense en su trabajo "Lost Souls" interpretando la nyckelharpa, así como en la gira que siguió al disco, incluyendo su concierto grabado en el Royal Albert Hall de Londres y publicado oficialmente en CD. No sería justo denominar a Ana Alcaide como la Loreena McKennitt española, pero las cercanías en sus estilos e intereses permiten al menos efectuar una breve comparación con tan fabulosa dama. Ajena a todo eso, Ana continúa con su carrera y con esa nyckelharpa de la que afirmaba: "La nyckelharpa, aparte de su repertorio tradicional sueco, encaja muy bien dentro de otros estilos estilos musicales (...) y es increíble lo bien que se lleva con las melodías sefardíes". "La cantiga del fuego" es un maravilloso ejemplo.

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7.10.22

DEUTER:
"Call of the Unknown"

Las dos primeras décadas de la obra musical del artista alemán Georg Deuter, fueron de una clase extraordinaria, entrando siempre en el terreno, en muchas ocasiones denostado o al menos poco tenido en cuenta, de la espiritualidad y la ecología. El término new age no siempre fue un muestrario de calidad, y los muchos músicos simplones o compañías fútiles que quisieron aprovechar la bonanza de los grandes años del género, hicieron mucho daño al término. El público exigente o bien informado supo encontrar, sin embargo, la excelencia en unos sonidos naturales, sencillos y bien construidos, provenientes de una serie de artistas que sentaron las bases de una música instrumental destinada tanto a disfrutar de bellas melodías como a relajar el cuerpo y la mente. Entre estos pioneros de la auténtica new age se encontraba Deuter, que encontró acomodo en la compañía alemana Kuckuck, y en su fundador, Eckart Rahn, un aliado para difundir a los cuatro vientos su mensaje de paz y amor.

Rahn cuenta en varias entrevistas que en noviembre de 1974, Deutsche Grammophon rescindió el contrato de distribución con Kuckuck sin previo aviso, lo que le dejó absolutamente perdido. Deuter acudió a él en el verano de 1976 con su disco "Celebration" y le sugirió que hiciera él mismo la distribución. Con la modesta cifra de 500 copias en LP con portadas de poco coste, el plástico cobró noriedad tras la recomendación de un programa navideño de televisión, momento en que los distribuidores regresaron y aceptaron las propuestas de la compañía, esa música que iba a cobrar gran notoriedad con la denominación new age. Así, tras fichajes como los de Kitaro o Paul Horn, Kuckuck se convirtió en un sello millonario. Continuando con la trayectoria de Deuter, el calmado "Haleakala" fue su siguiente paso, mejorado en "Ecstasy", que retoma la línea musical pacífica de "Celebration", muy floreada y relajante, aunque la sonoridad de los teclados favorece la aparición de algunos ambientes trascendentales primarios que muy pronto deslumbrarán en su música, convenientemente desarrollados. Ya en la década de los 80 llegó un paso adelante, pues "Silence Is the Answer" es caso aparte, una gran obra tanto si se busca melodía, ambiente, relajación o profundidad. Muy animado y placentero, "Cicada" es otro buen trabajo del alemán, que a estas alturas era ya un artista muy reconocido en el panorama de esa new age en alza, y que continuó su trayectoria con "Nirvana Road", melódico y espiritual a partes iguales, con un buen número de animadas tonadas orientalizadas que aseguran una estupenda conexión con el espíritu. Basado en los trabajos antes mencionados y en el anterior y muy meditativo "Aum" (1972), Kuckuck publicó en 1986 una gran compilación de este gran músico con el título de "Call of the Unknown (Selected Pieces 1972-1986)", 17 temas en un doble LP que acabó contando con dos ediciones diferentes en su edición en CD, una sencilla recortada a 13 temas y la más completa con los 17 en dos compact discs. Todos los cortes pertenecen a los discos antes mencionados excepto los dos primeros, nuevas composiciones grabadas ese mismo año 1986 en Santa Fe (Nuevo Mexico). "Starchild" es la primera de ellas, pieza de comienzo relajante a la que se acaba añadiendo movimiento con intensas notas de teclado sobre la melodía aflautada; "Peru le Peru" es la segunda, más melódica, adentrándose su autor en el tipo de sonidos característicos del folclore andino. Buen título el del álbum, esa llamada a lo desconocido que se personifica en esa misma composición, "Call of the Unknown", que parece como un viaje fuera del propio cuerpo. Siempre se echan de menos determinados títulos, pero la compilación expone las facetas musicales de Georg Deuter de manera clara y variada, desde la serenidad melódica de "Sky Beyond Clouds" o "Pacifica" hasta la profundidad de "Alchemy", "Solitary Bird" o "Back to a Planet". Dentro de una variedad siempre cercana a lo meditativo, no faltan pasajes más interiores, relajantes ("Cathedral", "Silence is the Answer", "Haleakala Mystery"), ambientes con sonidos naturales ("Aum") o por el contrario momentos terrenales, danzarines ("From Here to Here", "The High Road"), pero ante todo hay que saber disfrutar de todas esas vertientes, que en el fondo revelan las mismas intenciones pacíficas y espirituales. 

Georg Deuter continuó su relación contractual con Kuckuck hasta 1992, con álbumes tan atractivos como "Land of Enchantment" (plagado de melodías muy disfrutables, relajantes por lo general, que acabó incluyendo además el tema "Peru le Peru", aquí todavía inédito) y especialmente "Henon", un trabajo muy completo y elaborado. New Earth Records ha sido desde entonces el destino de este veterano multiinstrumentista (guitarras, bouzouki, banjo, sitar, flautas, piano, violonchelo, viola de gamba o una gran gama de percusiones étnicas son algunos de los instrumentos que interpreta en sus discos), pionero reconocido de la música new age, que continúa explorando en una agradable diversidad de sonidos relajantes que nos ayudan a disfrutar de la calma de la naturaleza desde cualquier lugar donde le escuchemos. Recopilaciones como "Call of the Unknown" son perfectas para entrar en su mundo y dejarse llevar.

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18.9.22

AFRO CELT SOUND SYSTEM:
"Volume 2: Release"

'The Imagined Village' es un libro de Georgina Boyes de principios de los años 90, que investiga exhaustivamente en el folclore inglés, concretamente -según reza su subtítulo- en su cultura, ideología y el revival que experimentó en la segunda mitad del siglo XX. El músico y productor inglés Simon Emmerson nombró así en 2004 a un interesante proyecto musical que intentaba revitalizar el rico folclore del Reino Unido, pero Emmerson no era nuevo en la materia, él había producido discos de artistas africanos como Manu Dibango o Baaba Maal (por cuyo trabajo "Firin' in Fouta" estuvo nominado al grammy), y avanzando en las posibilidades de la fusión de sus dos músicas de referencia, la de sus raíces y la que encontró en su trayectoria artística, se había convertido en parte fundamental de otro tipo de música folclórica, más atractiva, avanzada y universal, cuando fundó en 1995 una banda multicultural en la que convivían sonidos de Irlanda y del África occidental bajo un nombre tal vez de entrada algo pretencioso, que pronto se iba a hacer muy popular en medio mundo por lo acertado y excitante de su sonido: Afro Celt Sound System.

Esta agrupación multicultural de músicos publicó "Volume 1: Sound Magic" en 1996, disco que sorprendió al panorama musical por su eficaz fusión de estilos que aunaba sonidos étnicos con pop y ritmos avanzados. El 1 del título auguraba nuevos pasos, de hecho ellos consideraban a su primer disco como un experimento, que inició un largo camino. El segundo fue, dijeron, "el nacimiento de la banda". Destacable fue la ambición que originó en el grupo la superación para esa increíble segunda entrega, "Volume 2: Release", publicada por Real World records en 1999. Este volumen 2 del proyecto era más global y avanzado -un paso mas allá de lo celta, aunque todavía sin ser muy afro, igual que en el primer volumen-, rebosante de calidad y con ciertos cortes de fácil radiación que les hicieron destacar del panorama celta más común. En el corte inicial, por ejemplo, cuentan con la voz de una Sinead O'Connor de gran actualidad durante toda la década: "Release" es una obertura espectacular, una de esas canciones bien construidas, bien interpretadas, de fusion sibarita que llama al movimiento sin olvidarse de un desarrollo cálido y ameno. En otro de los grandes cortes del trabajo, "Éireann", la voz africana convive con la celta en un collage con gaitas y flautas que configuran una hermosa base musical para un resultado sorprendente, ciertamente fabuloso, uno de esos temas que reúnen todo lo necesario para sonar sin cesar bajo cualquier pretexto. Antes de este "Éireann", "Lovers of Light" es un movido reel electrificado, un recurso bien elaborado y adaptado a los nuevos tiempos, sin acabar de perder su esencia. Nunca faltarán las bandas que elaboren esta música en su forma mas tradicional, así que hay que agradecer este otro tipo de intentos que quedan ahí, sin dañar a nada ni nadie, para un público más avanzado o simplemente inquieto (es preciso recordar que un año antes, el asturiano Hevia había publicado su famoso "Tierra de nadie"). También instrumental aunque más calmado es "Urban Aire", y en la excitante "Big Cat" -otro de los cortes destacados del álbum- hay muestras de una dinámica percusión africana junto al bodhran y juguetones whistles. "Even in my dreams" e "Hypnotica" se imbuyen de cálidos ritmos triphoperos, esta última con un espléndido tratamiento instrumental con sones de arpa y flauta en un entorno cibernético, logrando un conjunto verdaderamente hermoso. Como sucedía en "Éireann", no faltan maravillosos pasajes de instrumentación celta en la semivocal "I Think Of...", tras la percusiva "Riding the Waves", un trance disfrtable especialmente en directo. Para terminar, la versión sin versos del corte inicial, el glorioso "Release", no tan impactante como su momento vocal pero de buena resolución. El álbum alcanzó el número 38 en las listas de ventas del Reino Unido y el 6 en el Billboard estadounidense. Simon Emmerson (guitarra, programación, teclados), James McNally (teclados, flautas irlandesas, bodhran, acordeón), Iarla Ó Lionáird (voz, letras y traducciones), Martin Russell (teclado, programación), N'Faly Kouyate (voz, kora, balafón, letras en francés y africano), Myrdhin (arpa celta) y Moussa Sissokho (tambor parlante, djembe) eran la base del grupo, con los cuatro primeros como compositores principales del grueso de las canciones. Además, las estupendas contribuciones de Ron Aslan (programaciones), Ronan Browne (gaita irlandesa), Michael McGoldrick (gaita irlandesa), Sinéad O'Connor (voz), Ashley Maher (voz), Johnny Kalsi (dholak, tablas), Nigel Eaton (zanfona) y Youth (bajo). El diseño gráfico del trabajo vuelve a ser tan colorido y atrevido como la propia música.

Partiendo de la excepcional base desplegada en el volumen 1, y marcados por la muerte del teclista Jo Bruce, la banda enfocó su duelo hacia un enorme y profundo homenaje que no porta tristeza sino unas enormes ganas de vivir, logramdo la superación total en un "Volume 2: Release" que propone un hechizante enfoque urbano a la tradicional música celta, ahondando en la estética trip hop con altas dosis de etno tecno, es decir, trip hop celtoide con una electrónica suave, agradable, nada machacona. En su nombre se conjugan lo afro y lo celta, y en su música también se suele acoplar lo oriental, una combinación tan peligrosa en general como rica y efectiva en esta ocasión, plena de canciones tremendamente glamourosas. El impacto global del conjunto iba creciendo y acaparando reconocimientos, como la nominación de este "Volume 2: Release" a los premios grammy en la categoría de Best Global Music Album en el año 2000, donde alcanzó el premio Caetano Veloso por "Livro". Aun así, el camino de la banda no había hecho más que comenzar, y su siguiente paso, "Volume 3: Further in Time" sería incluso más popular (especialmente en norteamérica, con un número 1 en el Bllboard), gracias a la colaboración de Peter Gabriel..

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27.8.22

LUIS PANIAGUA:
"Árbol de cenizas"

Harto de la descatalogación de sus trabajos, aunque haya que afirmar acerca de muchos de ellos que están más allá del tiempo y de las modas, el músico madrileño Luis Paniagua creó Silentium Records en 1999 para, además, obtener unos beneficios que siempre acababa acaparando la discográfica de turno. Varias fueron las que publicaron sus discos en los comienzos de su trayectoria, entre ellas algunas tan ilustres como Grabaciones Accidentales o RTVE Música, y más específicas de estilos 'selectos' como Hyades Arts o NO-CD Rekords, compañía donostiarra que publicó "Árbol de cenizas" en el año 1994, en esa década de locura, expansión y finalmente hartazgo, de las conocidas como nuevas músicas. Los trabajos de Luis se adherieron a esa filosofía, y discos como este se beneficiaron de esa moda, pero por supuesto también del gran momento de su creador, que compuso esta música para un espectáculo de danza y la grabó y produjo durante el mes de abril de ese año 1994 en Pallarès de Baix, la masía de Luis en Olius (Lleida).

La Compañía Ferroviaria de Danza de Paco Maciá fue la responsable de este 'Árbol de cenizas', un trío de tres hombres (Juan Antonio Saorín, Diego Leiva y el propio Paco Maciá) que acudieron a Luis Paniagua para la musicalización del espectáculo: "Toda la música de este disco está compuesta desde la danza. Unos bailarines me invitaron a hacer la música para un espectáculo. Nos pusimos a trabajar, pero de repente los presupuestos de la compañía se rebajaron. Pasaron cuatro o cinco meses de no tener contacto otra vez, pero un día me llamaron con un poco de urgencia para acabarlo. Todo el disco, excepto un trocito pequeño, fue prácticamente compuesto y grabado en quince días. En ese tiempo me estaba cambiando de casa, y fue fregar un suelo donde iba a meter el estudio, extender una cama, y meterme quince días a grabarlo. Tenía un video, de manera que podía verles a ellos para recordar momentos". Música y danza hermanados y compaginados a la perfección. Utilizando para su grabación sitar, dilruba, ud, teclados, chirimías, tubófonos, cuenco, cántaros, teja, rascadores, semillas y cañas, la música para 'Árbol de cenizas' es maravillosa en su faceta reflexiva, sorprendente en la rítmica, siempre agradable. Y especialmente recordado es el comienzo del disco, la pieza que le da título: en "Árbol de cenizas", algo hasta entonces desconocido e inerte cobra vida y ocupa íntegramente el tiempo y el espacio. Ritmo, armonía y melodía son un todo perfecto, las notas transportan a lugares lejanos, pero la atmósfera hace que el viaje sea relajante y reparador. Inolvidable, esta pieza es uno de los grandes ejemplos de la capacidad de Luis Paniagua para crear una especie de personales mantras que engancharon al público de la new age y le acarrearon una gran popularidad en los años 90, gracias especialmente a lo exótico de ese pausado sitar superpuesto aquí a unos teclados igual de relajantes que las cuerdas. El conjunto ni aburre ni empalaga, más bien se desarrolla con encanto, fluyendo con soltura a lo largo de 8 minutos memorables, y la melodía de las cuerdas de origen indio aporta la fuerza necesaria al conjunto para lograr una pieza única. Al escuchar el resto del disco, se puede comprobar que, si bien no llega al nivel del corte inicial, no decepciona en absoluto. En "Homo Sapiens" algo tan simple como un viento juguetón (un tubófono) y un ritmo cíclico se bastan, con una pequeña ayuda final, para detener el tiempo durante siete relajantes minutos de ambiente primitivo, asociado sin duda, en un éxtasis repetitivo, al movimiento corporal de los actores de la compañía. También tranquila pero mas melódica y animada es "En marcha hacia el sol", en la que música y danza se convierten en un todo, elementos unidos que logran una bella comunión, aunque la música pueda vivir como una expresión en solitario, concretamente una suave melodía aflautada que torna aguerrida y se mantiene altiva y firme, algo minimalista, durante los 8 minutos que dura la pieza. "Vuela, vuela" vuelve a la vertiente meditativa, y cuenta con el regreso del sitar, ausente en los dos cortes anteriores, accediendo así a un nuevo océano de espiritualidad basado en esas cuerdas tan idílicas y un suave ambiente de teclados. Al contrario que la anterior, "La oportunidad disfrazada" comienza de manera épica, con un belicoso riff de cuerdas sobre el que se asienta una sencilla sucesión de notas de teclado, más cuerdas y posterior viento, estilo minimalista que recuerda poderosamente al Wim Mertens de la época, pero con una resolución muy personal del madrileño. "De lo mundano, lo sacro y lo divino" culmina el disco recuperando sensaciones pacificas y meditativas, con la melodía de "Árbol de cenizas" algo más pausada, y con gran importancia de armonías meditativas de voces y percusiones, entre otros instrumentos, aunque echando de menos la presencia del sitar. Así, combinando los cortes movidos con los relajantes, este final es de nuevo una invitación a la paz, que Luis recordaba así: "Hay una parte muy tranquila, que tiene voz con mucha reverberación. Cuando lo hice, lo grabé en casa y dije 'jo, esto es muy fuerte'. Sonaba como si yo fuera un budista, o un gurú, y me dije 'pero si es precioso y me gusta muchísimo, ¿por qué no incluirlo?'".

Luis Paniagua se nutrió de influencias en su infancia y juventud, la música clásica de su padre, la música antigua de su hermano mayor, Gregorio, las músicas orientales que estudió en la India... El cóctel originó una manera de expresión única y asombrosa, no exenta de evoluciones, y nos envuelve en su obra de una serenidad mágica, espiritualizando melodías y armonías tan cercanas a nosotros por lo hispano del autor como lejanas por la integración del sitar y de ritmos orientales en las mismas. Luis supo moverse con valentía y profesionalidad en el mundo de la música espiritual con detalles étnicos, dedicación con la que ha logrado reconocimientos y una interesante discografía, que en algún momento se detuvo en el mundo del teatro (adaptaciones del `Salomé' de Oscar Wilde, 'Peer Gynt' de Henry Ibsen, 'La isla del tesoro' de R. L. Stevenson, así como otras de Federico García Lorca o Calderón de la Barca), del cine ('Amaneció de golpe', de Carlos Azpúrua, y numerosos documentales) y de la danza, trabajando con varias compañías y coreógrafos, entre los que destacó la Compañía Ferroviaria de Danza de Paco Maciá, y su espectáculo 'Árbol de cenizas', una obra variada y suntuosa, donde la mayoría de las piezas alcanzan un nivel superior de relajación. No importa la definición, música étnica, músicas del mundo, música espiritual, nuevas músicas ancestrales, sólo son palabras, lo importante es saber degustar e interactuar con las atmósferas bienintencionadas de este buscador de la paz y de la belleza.

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5.8.22

VANGELIS:
"Themes"

La inesperada muerte de Evángelos Papathanassíou en mayo de 2022 nos dejó sin una de las patas principales de la música instrumental moderna más conocida y respetada. Aunque las capacidades de este sensacional teclista abarcaron temáticas diversas y su estilo prosperó a través de la radio (el uso sistemático de varias de sus piezas como sintonías) y la televisión (documentales variados, especialmente de fauna, utilizaron sus habilidades musicales), fue el cine el que acabó de otorgar a Vangelis el glamour definitivo para ser conocido en cada rincón del globo. Conocido y admirado, ya que muchas de sus composiciones han trascendido al tiempo y a las generaciones, y son perfectamente reconocibles incluso sin saber que su autor era este gran teclista griego nacido en Agria en 1943. Así, gracias a documentales de naturaleza como 'L'Apocalypse des Animaux', de divulgación científica y espacial como 'Cosmos', o a películas de ciencia-ficción ('Blade Runner'), históricas ('1492: Conquest of Paradise') o dramas oscarizados ('Chariots of Fire'), el nombre, la figura y la música de Vangelis se han convertido en un legado de la cultura universal, un testamento del que algunos recopilatorios supieron ofrecer grandes muestras.

Los años 80 del siglo XX fueron un periodo de gran efervescencia en cuanto a los encargos musicales de Vangelis, especialmente a raíz del enorme éxito de la banda sonora de 'Carros de fuego'. Cine, documentales, informativos, publicidad o ballets hacían fila para al menos intentar despertar el interés del artista en sus propuestas. Muchas eran desestimadas y otras, sin saber muy bien cuál era el baremo de decisión, encontraban acomodo en la agenda del teclista. Desde finales de la década anterior, Polydor era la compañía discográfica que editaba sus obras, y en 1989 decidió unir varios de esos proyectos en un recopilatorio muy especial, ya que algunos de esos temas no habían sido nunca publicados. Incluso la magistral banda sonora de 'Blade Runner' aún no había visto la luz. Así, en "Themes" conviven muchas piezas de bandas sonoras como "La Petite Fille de la Mer" (del documental de naturaleza "L'Apocalypse des Animaux"), "L'enfant" o "Hymne" (ambas de otro documental de Frédéric Rossif, "Opera Sauvage"), el tema principal del film japonés "Antarctica" y dos de "Chariots of Fire" ("Five Circles" -que no estaba en las primeras ediciones del disco- y "Chariots of Fire" -que era realmente el inmortal tema principal, titulado en la banda sonora "Titles"-), con varias piezas de otros trabajos de recuerdo obligado, dos del álbum "China" ("Chung Kuo" y "The Tao of Love", ambas mejoradas respecto a las originales) y una de "See You Later" ("Memories of Green", que en el futuro se dejará escuchar también en la grabación de 'Blade Runner'). Pero la verdadera razón de ser para la compra del proyecto (al menos por parte del fan) fue la mencionada presencia de grabaciones exclusivas para la ocasión de otras bandas sonoras que nunca habían visto la luz. Muchas fueron las películas y otros eventos de la imagen que contaron con la música de Vangelis en esta época de mayor acumulación de trabajos, algunas de ellas no han conocido publicación oficial, pero "Themes" se encargaba así de 'vengar' a otras, películas como 'Missing' (Costa-Gavras, 1982), 'Mutiny in the Bounty' (Roger Donaldson, 1984) o la propia 'Blade Runner'. Así, "Main Theme from Missing", que fue destacada como sencillo con un tema de 'Chariots of Fire' en la cara B que no estaba presente en la recopilación, "Eric's Theme", es de una desesperante ternura emocional a los teclados. Los dos temas principales de 'The Bounty', pues así se tituló realmente esta adaptación en color de la novela de Richard Hough, eran dos tratamientos diferentes de la misma melodía, más tranquila y atmosférica "Opening Titles from Mutiny on the Bounty", más aguerrida "Closing Titles from Mutiny on the Bounty", ambas maravillosas construcciones plenas de emoción y efectos. 'Blade Runner' era el plato fuerte del disco, de hecho su prodigioso tema de cierre, "End Titles from Blade Runner" es el comienzo potente del mismo, un inicio que el público deseaba y que ayudó sin duda al éxito del álbum, como también lo hizo otra de las melodías recordadas de la película de 1982 de Ridley Scott, el sensual "Love Theme from Blade Runner". Polydor no tendría la deseada edición de la banda sonora íntegra, que publicó en 1994 EastWest, pero contó aquí con dos migajas de la misma (tres si tenemos en cuenta que "Memories of Green" estaría incluida en la futura banda sonora). El musicólogo, director de orquesta y artista en general Guy Protheroe advierte en las notas del álbum: "El sonido de Vangelis es único. A través de una combinación basada en el teclado de texturas orquestales y electrónicas, ha creado un mundo de sonido notable y propio", y es que el carácter mítico y atemporal de muchas de estas piezas han hecho tremendamente conocido a Vangelis por todo tipo de público. 

En 1992, el mercado español contempló la aparición de un nuevo disco recopilatorio de Vangelis, aprovechando posiblemente Polydor el enorme tirón del teclista tras el éxito de la banda sonora de "1492", ya en otra compañía. Esta compilación, titulada "The Best of Vangelis", llevaba la misma fotografía y diseño de portada que "Themes", y su listado de temas era idéntico (aunque cambiaba el orden) salvo por la inclusión de dos nuevos, "Eric's Theme", que ya había sido incluido como cara B en el single de "Missing" tres años atrás, y "Mouettes" (de "Opera Sauvage"), dos pequeñas adiciones que originaron que este trabajo fuera doble, vendido por tanto a un precio mayor. Estrategias comerciales, sin duda. Por otro lado, es ciertamente innumerable el número de recopilaciones existentes a lo largo del tiempo de este artista, por unas u otras causas (calidad instrumental, requerimientos del público, cantidad de discográficas implicadas...) y con mayor o menor repetición en sus planteamientos y temas estrella. Dada la calidad de este músico, la mayoría de ellas son destacables y honran su memoria. Esta de Polydor en 1989, "Themes", sin rigor cronológico pero con una calidad excepcional, presentaba catorce enormes composiciones del teclista heleno, con importantes sorpresas, pequeños detalles bien escogidos que completaban una compilación especial, que alcanzó en todo el mundo y también en España un aceptable índice de ventas.

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21.7.22

BILL DOUGLAS:
"Deep Peace"

Aparte de un compositor sensible y luminoso, el canadiense Bill Douglas ha sido un artista polifacético durante toda su carrera, larga trayectoria en la cual ha estudiado y cultivado desde la música clásica hasta el rock, con grandes intereses también en otros campos, especialmente en el del jazz. No es de extrañar que en sus obras se conjuguen numerosos estilos, aunque derivaran con el tiempo en una eficaz y muy agradable reunión de músicas antigua, ambiental, celta, coral o new age, y que su fama en el creciente panorama de las conocidas como nuevas músicas cobrara un especial auge desde finales de los años 80, cuando Stephen Hill le dio la impagable oportunidad de publicar sus discos en solitario en la populosa compañía norteamericana Hearts of Space Records.

Bill Douglas llegó a hacerse muy popular en los años 90, también en una España que acogió favorablemente su estillo. Si el público buscaba naturalidad y espiritualidad en un entorno acústico con teclados y vientos, ahí estaban "Jewel Lake" y "Cantilena", dos obras de una magistral melodiosidad, plagadas de poesía, publicadas en un sello que, como Hearts of Space, estaba más dedicado a lo espacial que a lo terrenal. Pocos años después, para complementar sus nuevas composiciones, Bill decidió contar con la ayuda de los Ars Nova Singers, un reconocido conjunto coral de Colorado que iba a aparecer en varios de los discos del músico canadiense. "La voz humana es el instrumento más perfecto y expresivo que existe", decía Bill, y fue en "Deep Peace" en 1996 cuando esta eficaz colaboración explotó definitivamente, un trabajo para Hearts of Space que tradujo y distribuyó en España Resistencia. Inspirado por la poesía y la naturaleza, Bill Douglas afirmaba que su música era una combinación de alegría y tristeza, y que "como budista, una de las filosofías que seguimos con respecto al arte es crear para transmitir, y lo que queremos es que las gente esté contenta con aquella música que le hace sentir y recrear en su mente diferentes lugares y sentimientos". La entrada, con el tema principal del disco, es excepcional. "Deep Peace" es una bendición tradicional gaélica que proviene de su primer disco, "Jewel Lake", para el que grabó una primera versión, que regaló a su padre por su 71 cumpleaños. Tanto le gustó que en vida se convirtió en la pieza favorita de su hijo, y fue interpretada en su funeral. No es de extrañar la obsesión de Bill por esta hermosa canción, que cuenta aquí con esta versión coral, y que incluso titula el álbum. Profundamente navideño, "Flow Gently, Sweet Afton" no necesita más que de una introducción y final de piano para dar el punto al coro a cappella, que consigue un resultado perfecto con la letra de Robert Burns. A continuación, un característico clarinete (instrumento importante en la carrera de Bill, a través de su amigo Richard Stoltzman) da comienzo a "Piping Down the Valleys Wild", pero en vez de dialogar con el piano, surge de nuevo el coro para cantar este poema de William Blake, uno de sus poetas favoritos, que repite en esta obra en el muy religioso "O Earth, O Earth, Return" y en otra pieza que puede recordar a un villancico, "The Voices of Children". "The Wandering Moon" o "The Secret Forest" son dos hermosos instrumentales basados en piano y clarinete, que hacen la escucha más amena, mientras que en "The Hills of Glencar" hay una mayor musicalidad y el coro es un instrumento más. Otros célebres poetas que hacen su aparición en el disco son William Butler Yeats ("Red Rose, Sad Rose") o Alfred Graves ("Irish Lullaby"), mientras que el encanto instrumental continúa también con el aspecto medieval de "Return to Inishmore" o "Evening Star", antes de que el trabajo concluya con el inevitable "Deep Peace (Reprise)". La voz reviste de imponente seriedad la obra de un músico hasta entonces prioritariamente instrumental como Bill Douglas. cuyo trabajo anterior, "Circle of moons", estába inspirado por la música celta con un tratamiento clásico. Su primer tema, "Heaven in a Wild Flower, fue una muestra celestial de música coral (William Blake y los Ars Nova Singers, como precedente) qué gozó de un cierto éxito que le condujo hacia este delicioso "Deep Peace": "La espiritualidad y lo que encuentro en la poesía de William Blake es la inocencia infantil, que es lo que intento encontrar a la hora de crear mi música. El sentimiento puro". Su predilección por el Renacimiento, además, hace que el resultado de su escucha sea de una fabulosa calma envuelta en un velo atemporal.

En la familia de Bill Douglas había importantes antecedentes musicales que sin duda le condujeron a comenzar su próspera carrera musical. Su padre tocaba el trombón en una banda y su madre el órgano en la iglesia, pero a él le cautivó desde pequeño, sin embargo, el rock de mitos como Elvis Presley o como Jerry Lee Lewis. Es difícil de entender el cambio experimentado por su música décadas después, salvo comprendiendo que lo que mueve definitivamente a este fantástico personaje es el verdadero amor por la música, amor que seguirá profesando hasta que el cuerpo le permita, porque ya entrado en la ochentena continúa publicando discos, seguramente por satisfacción propia y ganas de seguir compartiendo su extraordinario talento.

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7.7.22

SUSO SAIZ:
"Un hombre oscuro (Live solo performances 1990/1994)"

¿Qué podría querer un hombre oscuro? Suso Saiz y Pablo Guerrero nos regalaban con esta pregunta en 1995 una de las cumbres de la poesía musical española, un emocionante himno de la experimentación ambiental que venía contenido en el álbum "Un hombre oscuro (Live solo performances 1990/1994)" del músico gaditano Suso Saiz, afamado productor y nombre importante en muchos frentes musicales hispanos desde los 80, cuando fundó la Orquesta de las Nubes junto a Pedro Estevan y María Villa. Su carrera en solitario comenzó en 1984 con obras que jugaban con la experimentación electroacústica y minimalista como "Prefiero el naranja" y "En la piel del cruce", encontrando en 1991 con "Símbolos" el culmen expresivo de un proceso muy laborioso en el que Suso escogía siempre conscientemente, así lo ha declarado, el camino más difícil, a la postre el más satisfactorio para su expresión. Y tampoco excesivamente fácil para el oyente, cabría añadir, pues obras como esa presentaban un opulento desfile de atmósferas insólitas, algunas muy ágiles y audibles pero otras provenientes del inframundo que se aloja en la cabeza de este singular artista, cuyos tapices sonoros siguen siendo de obligada escucha por aquellos que trabajan el sonido, y de continua búsqueda por parte de coleccionistas de vinilo.

"Hypnotics" fue la obra que siguió a "Símbolos", y en ella las texturas abstractas ocupaban un espacio continuo de más de 50 minutos, industrial por momentos, suavizado y parcialmente respirable en otros, con falsas voces electrónicas y las siempre trabajadas guitarras texturadas ocupando el tiempo nocturno del músico: "Como padezco insomnio, cojo la guitarra y comienzo a improvisar música monótona, hasta que me quedo plácidamente dormido. Este disco es, ni más ni menos, una nana, que surge de fundir más de 80 de esas improvisaciones en un solo tema". Este fue el momento, también, de la conocida sintonía de "Al filo de lo imposible" y el comienzo de un largo coqueteo con la música para cine, que aumentó su renombre y le hizo acumular proyectos. Su obra en solitario (amén de las producciones y los trabajos con Jorge Reyes, Steve Roach y otros) continuó con los ambientes tranquilos, muy trabajados, de "Mirrors of Pollution" (con la ayuda de buenos amigos como Glen Vélez, Javier Paxariño, Pedro Estevan, María Villa, Gonzalo Lasheras o Tino di Geraldo, con motivos extraños, piezas memorables -"Searching Signs", por ejemplo- y detalles curiosos como la trompeta de Matthew Simon o el acordeón de Joxan Goikoetxea), y en 1995 llegó, de la mano del admirable y avanzado sello español Hyades Arts, "Un hombre oscuro". Remezclado a partir de grabaciones en vivo recogidas en Madrid, Barcelona, Berlín, Caracas, Mexico DF, Viena, Sevilla, San Sebastián y Logroño, "Un hombre oscuro" se mueve entre poesía urbana y atmósferas extrañas, por cuyas puertas entreabiertas se cuela la luminosidad de las guitarras, en pequeños prodigios de ingeniería sonora que, juntos, conforman toda una ciudad que alberga una multitud de almas desesperanzadas, sin tiempo para alegrías, ilusiones o placeres inconfesables, en definitiva tan oscuros como el título. Comienza con "Vestido transparente", un poema lacrimógeno escrito y recitado por Javier Corcobado, en el que Suso reafirma su idea de que "vivimos entre porquería y es preciso que lo sepamos". Ese era el planteamiento de los directos, salir de ese blanco y negro era una cuestión personal del oyente. Tras el poema de Corcobado, una sucesión de rasgueos de intensidad progresiva sobre un ambiente brumoso rompe el silencio y, en su clímax, casi la propia existencia ("De la soledad solidaria"). La disonancia que le sigue ("Es la melancolía de un mosquito") se va deshaciendo en un ambiente marítimo al que le alcanza la noche, con sus sonidos turbadores y voces amenazantes ("Que cruza el horizonte vida"). La bruma de la mañana se alza, onírica, escondiendo criaturas misteriosas ("El reflejo de un instante"), y no llegará a despejarse hasta bastante después, cuando efectos de radio introduzcan unos acordes más luminosos, que descansan sobre otra relajante, casi celestial, atmósfera ("Para observarse observado"). Eso da paso, enseguida, al gran poema de Pablo Guerrero que da título al disco, unos minutos magistrales que suponen un hito (poco conocido, lamentablemente) en la música experimental española. La sorpresa se da cuando, tras un largo silencio de más de tres minutos, y como tema escondido en el CD, otro interesante ambiente de casi diez minutos culmina la obra. Suso es voraz, imaginativo y experimental, y es precisamente por ahí por donde huye de la melodía fácil y de la comercialidad, ofreciéndonos en sus obras miles de mundos: texturas de guitarras que denotan una labor de estudio de la que es un maestro, ambientes enraizados en una experimentación sonora que delata una mente inquieta, paisajes calmados que contienen mundos, retazos escondidos de otros estilos como jazz ambiental, una tranquila electrónica fusionada con guitarras experimentales a lo Robert Fripp, hacia el rock de sus admirados King Crimson, paisajes muy new age o, a su modo, ese minimalismo que admira desde que Luis de Pablo se lo descubriera. Drásticos o suavizados, la mayoría de estos caminos se pueden encontrar en un trabajo como "Un hombre oscuro (Live solo performances 1990/1994)", en el que Suso interpreta guitarras eléctricas, guitarra E-bow, loops, radios, atmósferas y ambientes. 

Una composición como "Un hombre oscuro" no podía perderse en el tiempo. En 2016 la avispada compañía holandesa Music From Memory publicaba el recopilatorio de Suso Saiz "Odisea", en el que el poema aparecía junto a otros temas importantes como "Para que pasen las termitas", "Prefiero el naranja" o "Sé que estás ahí". El rescate -aunque minoritario- es tan acertado como prioritaria la inclusión de tamaño tema en el primer puesto de la compilación, y es que Music From Memory conoce de sobra a Suso, no sólo le ha publicado ese recopilatorio y sus últimas obras, sino que recuperó también su trabajo con "Música esporádica" y preparó otra recopilación propia de la Orquesta de las Nubes, titulada "The Order of Change", evidentes signos de la pasión que por este artista sienten fuera de nuestro país. Él no lo duda, sigue reivindicando una forma especial de crear arte musical, delirios de un alarde técnico de gran magnitud firmados por un nombre bien cercano a nosotros, un productor de lujo con muchos amigos y grandes referencias. Prácticamente todas interesantes, en esta nos encontramos además con dos poemas que llegan, cada uno a su manera, a las entrañas, especialmente ese "Un hombre oscuro" que escribió el atrayente poeta y cantautor extremeño Pablo Guerrero.

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23.6.22

KRAFTWERK:
"Radio-Activity"

Düsseldorf, Alemania, 1975. Ha pasado un año desde el éxito de "Autobahn" y el grupo electrónico Kraftwerk continúa trabajando en sus míticos estudios Kling Klang, ya plenamente equipados. Precisamente Kling Klang es el nombre del sello creado por ellos para publicar y tener pleno control sobre su música, aunque la distribución fuese de EMI o de su filial Capitol Records. Con la base del dúo formado por Ralf Hütter y Florian Schneider, y la reciente incorporación del percusionista Wolfgang Flür, el cuarteto -la formación más mítica de la banda- acabó de completarse con otro percusionista, Karl Bartos. Juntos grabaron y autoprodujeron un nuevo álbum atractivo y avanzado para la época, "Radio-Activity" (Kling Klang, 1975, titulado "Radio-Aktivität" en Alemania), tras su primera gira por los Estados Unidos. Fue allí donde surgió el título del nuevo álbum, el quinto de la banda, por el sistema de emisoras de radio de Norteamérica, tan distinto al de Alemania y toda Europa en general. Pero enseguida la canción principal y la temática general del trabajo derivarían en parte de otra manera, enfocadas conceptualmente hacia la radioactividad (aunque manteniendo el doble sentido gracias al guion que separa Radio y Activity), el peligroso proceso de emisión de radiación descubierto por Henri Becquerel y popularizado por el matrimonio Curie. 

El pop electrónico alemán comenzó en los años setenta su conquista del mundo, aunque antes de la adoración hacia este grupo existió una cierta incomprensión ante su propuesta fría y diferente. Al contrario de lo que muchos opinaban, que a Kraftwerk la música le venía ya hecha al trabajar con la más moderna tecnología, la creatividad tenía realmente que imponerse para salir adelante. Dando a veces palos de ciego, ellos mismos tuvieron que construir sus propios equipos, así como improvisar con los difíciles artilugios que iban adquiriendo, como el teclado Vako Orchestron comprado durante su gira estadounidense. Al final, hay mucho de natural en la tecnología, en el trabajo con ordenadores, pues si no hay ideas propias y creatividad, jamás se va a conseguir destacar en el difícil y competitivo mundo de la música electrónica. Ellos, de hecho, trataron de normalizar ese supuesto mundo futuro, el de las máquinas, desde la naturalidad de temáticas como las autopistas, la radioactividad, los trenes o el ciclismo. Mucho transporte público, por cierto. Tras la cercanía melódica de "Autobahn", en "Radio-Activity" se marca una pequeña vuelta a la experimentación con sonidos extraños (la temática lo permite), muy tecnológicos, un sonido distinto al de los demás sin usar de hecho guitarras o flautas. Aunque esto les proporcionó alguna mala recepción crítica, en general el álbum fue un nuevo éxito (especialmente en Francia, donde alcanzó el número 1) y ha conseguido ser recordado como otro logro de los alemanes. En este disco, Kraftwerk juega con el oyente, con el miedo a lo desconocido en una generación, con el respeto a la radioactividad, y lo traslada al campo de la música, pero no en el nivel de ese tipo de música poco comprendida en esos momentos de despegue, la electrónica de teclas, botones y clavijas, la de sonidos sintéticos y deshumanizados... No, Kraftwerk no juegan en esa liga, a pesar de situarnos en los años 70 su propuesta electrónica es vital, novedosa y adictiva, y a pesar de que el tema a tratar sea poco agradable, aplican una perspectiva lo suficientemente entretenida como para convencer a sus ya numerosos seguidores y atraer a un nuevo tipo de público. Eso no quita que algunos de los cortes del disco sean puramente ruidosos y experimentales ("Geiger Counter" -un comienzo lógico que mide el nivel de radiación-, "Intermission", "Uranium"). "Radioactivity" es la composición estrella del álbum, el single de éxito del mismo, con características de canción (una letra sencilla y frívola) y un teclado pegadizo, en un todo envolvente con efectos y pulsiones de misterio invisible (y el deletreo en código morse de 'radioactividad'). A continuación, "Radioland" no deja de parecer una canción de amor, una balada, pero con un buscado romanticismo frío, nórdico. "Airwaves" compensa la situación al extraer sonidos silbables y cálidos de un theremin. La cara A del plástico finaliza con sonidos de radio en "News". En la B, el vocoder en "The Voice of Energy" da paso a "Antenna" (que venía incluida en el sencillo de "Radioactivity"), un experimento rítmico con voces y sonidos, que anticipa futuros momentos tecno-pop de grupos como Depeche Mode o OMD. "Radio Stars" es pura vanguardia en cuyos tres minutos y medio suena una alarma muy poco musical, un atrevimiento plausible que deviene en el simpático tema de cierre del trabajo, "Ohm Sweet Ohm", especulación sonora provista de una particular belleza, tras el intento melódico sin voces de "Transistor" (lo más cercano al folclore imaginario del álbum, junto a la propia "Ohm Sweet Ohm"). La oscura portada original, obra de su amigo Emil Schult que mostraba un antiguo modelo de radio alemana, fue reemplazado en las reediciones a partir de 2009 por el símbolo de la radioactividad. Tanto color cálido para algo tan peligroso da, curiosamente, un poco de mal rollo. 

Bien por repercusión en la época, bien por influencia posterior, Kraftwerk es un grupo prioritario, pionero tanto en su estilo musical como en un concepto, una imagen potente y chocante, imitada por muchos grupos, recordada por otros, con guiños en la cultura popular actual (en películas -'El gran Lebowsky'- o dibujos animados -'Los simpsons', 'Gumball'-) y un olvido difícil entre la mediocridad general. Con enorme confianza en lo que estaban haciendo, Kraftwerk dibujaron las líneas maestras de un estilo muy amplio, sentando las bases de una nueva era en la música. Kraftwerk es al tecno como el hombre al mono o los caminos a Roma, parece que todo conduzca a ellos, que su influencia envuelva cualquier atisbo de genialidad posterior. Lo que ellos definieron como una mezcla entre pop, música concreta y ritmos funky, comenzó a tener verdadero éxito en su cuarto plástico, "Autobahn", pero la mayoría vocal de "Radio-Activity" le hace ser, a la espera de sus siguientes éxitos populares, una especie de confirmación del conjunto, un claro ejemplo pionero de synth pop o de electropop, mejorado muy pronto por la propia banda. El pasado quedaba definitivamente atrás, este trabajo impone una realidad demoledora, un tren al que se van a subir con el tiempo muchos grupos y artistas.

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