25.10.19

JOHAN TIMMAN:
"Trip into the body"

El invento del sintetizador Moog Modular por parte de Robert Moog en los años 60 del siglo XX abrió un nuevo camino en las formas de expresión musical. A comienzos de los 80, cuando otras marcas habían expandido y abaratado el mercado, aún había enamorados de aquel sonido primigenio. Uno de ellos era un holandés llamado Johan Timman, que exploró todas las posibilidades de sus Moog en su álbum de debut, una aventura por el interior del cuerpo humano titulada "Trip into the body". Si dejamos volar nuestra imaginación nos podemos plantear esta odisea Moog como un viaje iniciático con mucho de cinematográfico. De hecho, sería interesante recordar un film estadounidense de ciencia ficción que firmó Richard Fleischer en 1966: 'Viaje alucinante' ('Fantastic Voyage'), que contaba un sensacional y angustioso viaje de un equipo de cinco personas al interior del cuerpo humano en un submarino miniaturizado llamado Proteus, para intentar salvar la vida de un científico en estado de coma. El argumento es fantasioso y la música, que no es especialmente recordada, corrió a cargo de Leonard Rosenman. Aunque "Trip into the body" no tenga nada que ver, en un principio, con 'Viaje alucinante', parece casar en gran manera en varios aspectos con el film, por el propio título y la temática por el interior del cuerpo humano, y por el concepto retro que desprenden sus notas, que pega curiosamente bien con las imágenes de la película que se estrenó 15 años antes que el álbum, que data de 1981. Seis años después del mismo, en 1987, Joe Dante dirigió "El chip prodigioso" ('Innerspace'), con una temática más enfocada a la comedia pero con ideas similares a las de 'Viaje alucinante', con su propio submarino miniaturizado que recorre el interior de una persona, como Timman nos invita a recorrerlo en "Trip into the body".

Con la experiencia de haber tocado en varios grupos holandeses y tras la compra de un Mini Moog y gran cantidad de libros, Timman se convirtió con cierta soltura en un experto en electrónica aplicada a la música, y fue poco a poco completando un importante estudio casero, antes de que se convirtiera en probador de Moog (se dice que algunos teclados fueron hechos exclusivamente para él, siguiendo sus consejos), y en un reputado productor y arreglista. El sonido del sintetizador Moog se convirtió en el suyo propio, y cuando dio el salto en solitario se hizo acompañar de su amigo Shell Schellekens, batería y productor holandés, experto en tecnología de sonido. Aquí, Timman y Schellekens ejercen de dúo productor e ingeniero. "Trip into the body" es un hallazgo entre la avalancha electrónica ochentera, emocionan sus arrebatos de fuerza y sus atmósferas muy cercanas, cualquier pieza suena importante en este despliegue melódico, por lo que el conjunto es tremendamente disfrutable. Hay detalles en el disco que denotan esmero y pasión, y es que se nota que Timman derrocha amor por sus sintetizadores. Este trabajo de impactante portada comienza con un tema directo y ameno, en un estilo tecno melódico que suena a la mencionada ciencia ficción de los 60, por los teclados analógicos (todos los sintetizadores están programados por Johan), los efectos sonoros, la atmósfera general y, por supuesto, el carismático vocoder. La pieza, de título "Trip into the body", es enérgica, su desarrollo es fácil de seguir y puede, de hecho, enganchar. Como tema de títulos de crédito de la aventura, puede recordar también a sintesistas de los 80 como Joel Fajerman, Thierry Fervant o los Tangerine Dream menos oscuros. Con "The brain", la obra entra en el cerebro con una clara vena cósmica pero de carácter descriptivo, de hecho sigue acudiendo a sonidos de apariencia retro que bien podrían acompañar a imágenes de documentales como aquellos "Inventions of life" del mencionado Joel Fajerman. Con el viaje por el corazón, "The heart", vuelve la melodía (como las de los Azul y Negro patrios), efectiva y rebosante de nuevos aires de electrónica arcaica excesivamente dóciles, si bien se hace simpática. A medio camino, "The blood (The march of the white and the red corpuscles)" es una composición dedicada a la sangre, plagada de efectos y con melodía reconocida y adictiva, un nuevo acierto en la temática general del álbum, con un efectista pero controlado despliegue de sonidos ochenteros que incluyen de nuevo el vocoder. Más centrado en una melodía marcial y atrayente, llega aquí el que bien podría ser el tema principal del disco -si bien ese papel puede ser asumido por varios de sus cortes-, "The white blood cells and the antibodies (Look out for the killer)". Esta nueva creación relumbrante sobre los glóbulos blancos y los anticuerpos, ayuda a conformar un todo grato y consistente, con referencias constantes (tal vez por el tipo de sonido mas que por su construcción) a mitos como Tangerine Dream o Kraftwerk. "The windpipe" (la tráquea) es un hilo conductor hacia "The lungs" (los pulmones), con voz y en clara onda tecno-pop, donde bien podríamos estar escuchando una canción de Depeche Mode. "The hemoglobin" es un nuevo tema puente, y "Inside the tympanic cavity" un artificioso ambiente en el oído que conduce hacia una buena melodía animada en la canción de cierre, "Hearing (Ocean of sound)", prácticamente versión remodelada de la del inicio, que por el uso del vocoder recuerda a unos Kraftwerk algo más festivos, si bien las voces robotizadas parecen anticipar la electrónica francesa, ese synthpop de grupos emblemáticos en el siglo XXI como Daft Punk. Por momentos parecemos estar no sólo dentro del cuerpo humano, sino también dentro de un videojuego, de aquellos antiguos arcades tan chapuceros visualmente (aunque tal vez en esos momentos no nos parecían tal) como adictivos en su simplicidad. Encabezados por su propia madre, un número interminable de nombres figuran en los agradecimientos, escritos a mano por un Johan Timman que firma la página. El sello alemán Hansa fue el que comercializó el disco en 1981, y el CD no vio la luz hasta 1993, por medio de Adio Works, si bien es más interesante la versión de 2006 de Groove Unlimited, que incluye un bonus track en directo, concretamente "The heart (Still beating)", grabado en julio de 1982 en Berkeley, California. Dos sencillos se comercializaron del álbum, dos elecciones discutidas por la presencia de otros temas posiblemente más adecuados, en primer lugar "The heart / The brain", y poco después el corte de estilo tecno-pop, "The lungs (Edited version) / The windpipe - The lungs - The hemoglobin". 

No encontraréis el nombre de Johan Timman en libros o enciclopedias, de hecho no existen más trabajos firmados por este sintesista holandés (él mismo habló en la primera década del siglo XXI de un proyecto en el que estaba trabajando, de título provisional "The cerebral symphony", si bien tiempo después aún no ha visto la luz), pero si buscáis un producto desenfadado y bien hecho en el campo de la música electrónica más entretenida, "Trip into the body" (que vendió 35.000 copias en su lanzamiento en Europa) es una apuesta segura, un plástico recordado por una minoría que tiene las ideas claras. El autor sorprende en este trabajo en varios aspectos, no sólo con su soñadora y trabajada música, ya que su propia imagen también es digna de ver, un aspecto friki difícil de ubicar, un personaje de constitución grande y con el pelo y la barba largos y algo desaliñados, cuanto menos un conjunto extravagante y alejado de la elegancia del tecno-pop que estaba llegando para triunfar en los años 80 con nombres como los de Depeche Mode, Erasure, OMD, The Human League o Pet Shop Boys. ¿Pueden los discos olvidados recobrar su esplendor perdido? Prácticamente imposible, pero con que un puñado de personas se interesen por trabajos como éste "Trip into the body", acabarán cobrando al menos un hálito de vida que les mantenga en el limbo de la electrónica. Rescatemos de vez en cuando estos sonidos del pasado, echemos la vista atrás y démosle vida a personajes como Johan Timman, tan eficaz como creador de texturas y melodías como, lamentablemente, poco prolífico.











12.10.19

TERRY OLDFIELD:
"Out of the depths (De profundis)"

Desde la tranquilidad de la granja Paraíso (una granja del siglo XVI cerca de Westhall, en Suffolk), dirigían Colin y Carmen Wilcox el igualmente tranquilo sello New World Music, fundado en 1982. New World fue en sus comienzos un negocio de psicología y osteopatia, que derivó en la búsqueda, desde Paradise Farm, de la música ideal para el bienestar y la relajación, sin desdeñar -como otros sellos o artistas de similares pretensiones- la etiqueta new age. "Música contemporánea con la dosis de sensibilidad necesaria para inducirnos en un estado tranquilo", decía Carmen al respecto de sus propuestas. Entre ellas, artistas de creciente fama en el mundillo como Medwin Goodall, Tim Weather, Phil Thornton o, por supuesto, Terry Oldfield, intérprete londinense de instrumentos de viento que llegó a New World Company (como sería conocida más adelante) en 1986. Allí publicó álbumes meditativos de flautas y teclados como "Cascade", "Reverence", "In the presence of light" o "Resonance" en la década de los 80, para alcanzar en los 90 la madurez creativa con obras de gran belleza como "Illumination" o la que nos ocupa, "Out of the depths (De profundis)", publicada por New World Music en 1993.

Serenas y muy hermosas armonías vocales sonaban en el comienzo del mencionado trabajo de 1992 "Illumination" ('Una bendición celta', era su subtítulo), a cargo de la vocalista británica Imogen Moore, interpretando los versos de Carmen Wilcox, que hablaba así del autor del álbum: "Terry es maravilloso como artista y como persona, es un amante de la naturaleza y del medio ambiente". Repitiendo vocalista e inspiración celta, llegó un año después "Out of the depths (De profundis)", que se dividía en tres plácidas composiciones de duraciones largas. "De profundis" es la primera, 24 minutos en los que la conjunción de vientos, teclados, voces y sonidos naturales es muy elegante y primorosa, de hecho el resultado es por momentos demoledor, llega muy dentro. Las voces etéreas iluminan una suerte de fondo oceánico (con sonidos de cetáceos, como ya sucedía siete años antes en "Reverence") y la música provoca sensaciones efervescentes en un todo de 25 minutos absolutamente apacible y sugerente, con una ligera variación elegiaca, prácticamente celtoide, en sus últimos siete minutos, que tendrá su continuación en la tercera pieza del disco. "Out of the depths" es otra calmada muestra de flauta, teclado y ballenas (unos animales cuyo canto parece fascinar no sólo a Terry Oldfield sino a otros muchos músicos de la 'nueva era', comenzando por Paul Winter), sin voces, ambiente plácido y agradable que si bien no es tan inspirado como en la anterior, sigue siendo muy reconfortante, algo más animado pero también meditativo. Para acabar, el tema más corto pero cercano a los 10 minutos de duración, "Hear my plea", retoma y amplía la melodía final de "De profundis", con el protagonismo de la celestial voz de Imogen. Parecemos formar parte de una hermosa leyenda celta, con sus inevitables personajes mitológicos y bosques mágicos, como el hada de la portada de "Illumination". No se especifican en el interior del trabajo los instrumentos utilizados en la grabación del mismo, pero resulta evidente que, aparte de las voces y los sonidos naturales, Terry interpretó flautas y teclados. "Out of the depths" es un completo viaje por bosques y océanos, que se adentra por igual en las leyendas de la verde Irlanda (donde se remontan las raíces de la familia Oldfield) como en la inmensidad azul donde se escuchan las nanas de los cetáceos (de los que la portada del álbum quiere hacer verdaderos protagonistas, y es cierto que se dejan escuchar durante todo el disco, aunque la obra vaya más allá de tan imponentes mamíferos y su peculiar canto), pero también es un emotivo periplo interior, en el que Terry Oldfield encontró una inspiración profunda en el salmo 129 de la Biblia, que dice: 'Out of the depths I have cried to thee, O Lord; Lord, hear my voice. Let thy ears be attentive to the voice of my supplication' ('Desde lo más profundo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz. Deja que tus oídos estén atentos a la voz de mi súplica'). 

Es difícil que a nadie se le escape que Terry es hermano de Sally Oldfield (con la que publicó en New World "Star of heaven" en 1989) y del más conocido Mike Oldfield, así como colaborador de éste en algunos de sus más aclamados álbumes, como "Ommadawn" o "Incantations". Aun así, Terry ha labrado su propia carrera sin que su apellido le haya ayudado necesariamente. New World Music y New Earth Records han sido los dos sellos que han apostado decididamente por su carrera, de hecho en 2009 y 2010, gran parte de su discografía en NWM fue reeditada por New Earth, también "Out of the depths", que tuvo un cambio de portada. Además, en 2005 había llegado la segunda parte del álbum, "De profundis: Out of the depths II" también para New Earth, con buenas intenciones pero sin poseer la magia del original, una obra con momentos de gran belleza, en contacto con el mundo natural y que, según la web de New Earth, "mejora poderosamente la curación, la meditación o simplemente la relajación".

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