28.7.08

BERNARDO RUBAJA:
"New land"


Continuando con su proceso de expansión y búsqueda de nuevas riquezas musicales, la compañía Narada Productions decidió acoger a finales de los 80 en su catálogo a Bernardo Rubaja, un teclista argentino que dos años antes había grabado junto al mexicano César Hernández un interesante disco titulado "High plateaux" para la otra gran compañía americana de new age, Windham Hill. Rubaja empezó a tocar el piano a los siete años, y estudió composición y dirección orquestal, así como piano en Estados Unidos. Solvente también con el bajo y otros instrumentos de cuerda y viento, nunca abandonó sus raíces, y combinándolas con las nuevas tecnologías logró que su fusión fuera no sólo de gran belleza sino además de extraordinaria calidad. De este modo publicó en 1989 con Narada "New land", igualando al menos la producción que su amigo Mark Isham había realizado en "High plateaux" ("New land" fue co-producido por Stephen Krause -que había sido ingeniero de sonido en "High plateaux"- y Bernardo Rubaja).

El folclore sudamericano se plasma notablemente en "New land" en forma de flautas andinas, o se adivina en acompañamientos de guitarra, charango (esa pequeña guitarra de los Andes) o bandoneón, el instrumento más típico del tango, con el que deslumbraba Astor Piazzolla. De influencias varias (tango, rock, jazz...), ese folclorismo con retazos electrónicos e incluso neoclásicos cobra una especial identificación por su cuidada producción y sonido moderno en la época, cuando los medios eran más escasos. No es de extrañar que, aún sin ser un trabajo poderoso o imprescindible, sí que fuera otro pequeño éxito de Narada Equinox, subsello que englobaba las propuestas más atrevidas e interesantes de la compañía de Milwaukee. "New land" es un trabajo más personal y más cálido que -el por otra parte fabuloso- "High plateaux": se abre con un atrayente "New land", donde ya se saborea la excelente percusión de Alex Acuña (que repite colaboración con Rubaja, como también repiten Eduardo Márquez al bajo o Stephanie Bennett al arpa) y se pueden disfrutar otros instrumentos autóctonos que seguirán apareciendo a lo largo del trabajo, como el bandoneón que toca el propio Rubaja y que sirve de eficaz acompañamiento, junto a la flauta de Steve Fowler, en una excelente "Dreamfield", que demuestra en su subyugante comienzo la condición primordial de teclista del argentino, que confesaba su admiración por una sintesista tan importante en la evolución de la electrónica como Suzanne Ciani. Posiblemente "Americana" sea la canción más conocida del álbum, por su rítmico e incluso pegadizo folclorismo, donde aparte de otra excelente muestra percusiva y las voces tarareantes (Eliana Estevao), tienen especial protagonismo las flautas andinas, también interpretadas por Bernardo Rubaja, al igual que el charango (en "High plateaux" lo interpretaba el maestro Gustavo Santaolalla) que podemos degustar en "Far away" o "From the heart", dos composiciones en las que deja su sello Eduardo Márquez (con el bajo y el mencionado charango en la primera, y con la animada flauta de pan en la segunda). No hay que dejar de mencionar las guitarras de Federico Ramos, que acompañan eficazmente en cortescomo "Passion fruit", pero es sin embargo en "María", canción dedicada a su esposa y no incluída en recopilatorios de Narada (sí que fue versionada por la banda Machu Picchu (of the Andes), junto a "Americana" en su álbum "Magic power") como sí lo fueron los otros cortes destacados del disco, "New land", "Dreamfields" y "Americana", donde se palpa la capacidad de este artista para crear y emocionar, logrando con su ternura y alegría una canción para recordar en un álbum para seguir escuchando cada poco tiempo, un trabajo que se cierra, cómo no, con la composición más típicamente argentina, un precioso tango ("Tango de luxe") dominado por la sonoridad del bandoneón, que se funde con elementos más melódicos y con la trompeta de un Mark Isham que, aunque no se ocupe de la producción, también deja así su huella en el álbum. Un gran final en un estupendo disco con pocos altibajos.

Bernardo transmite alegría en su música cálida, que esconde mensajes de amor y naturaleza tanto en sus títulos como en sus ritmos sudamericanos, ricos en percusiones y pequeños detalles que agradan al oído de cualquiera que, eterna dificultad, llegue hasta ellos. "New land" es un trabajo compacto y de singular belleza, favorecido por esa calidez iberoamericana que le hace distinto y especial, y que muchos años después sigue conservando su magia. Aun así la industria es voraz y no le concedió a Bernardo Rubaja mas que pequeñas oportunidades en compilaciones de Narada como "Wisdom of the Wood: Contemporary Acoustic Music", "The Narada Wilderness Collection", "Native wisdom" o "Alma del sur" (en ésta junto a otros músicos sudamericanos como Nando Lauria, Carlos Guedes o el grupo Ancient Future), a las que enriqueció con elementos folclóricos de estupendo acabado.

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19.7.08

THE IDAN RAICHEL PROJECT:
"The Idan Raichel Project"

Con una sorprendente dosis de talento, fuerza creativa y habilidad para combinar sonidos nuevos con las tradiciones cercanas, el nombre del israelí Idan Raichel comenzó a cobrar un inusitado protagonismo en los albores del siglo XXI, y aunque esencialmente se haya convertido en un fenómeno de masas en Israel, la calidad de su música abierta y rotunda ha logrado traspasar las fronteras de ese pequeño pero activo país. Teclista (aunque también canta y toca otros instrumentos) nacido en 1977 en la céntrica ciudad de Kfar Saba, Idan Raichel es el cerebro de un proyecto multicultural al que agrupó bajo el nombre The Idan Raichel Project, que representaba una gran fusión de razas y tradiciones, un viaje musical y vital que surgió de un encuentro entre amigos, un maravilloso choque de ideas grabado sin muchas pretensiones en el estudio de Raichel en casa de sus padres.

Por su situación geográfica, la herencia musical israelí posee elementos tanto orientales como occidentales, pudiendo abarcar estilos absolutamente eclécticos, con los que creció Idan Raichel, que igual absorbía música clásica como jazz, rap, pop yemení o música electrónica. El talento de este joven que lucía en aquella época unas larguísimas rastas residía en saber combinar el misticismo de su educación hebrea con la seriedad europea y la fuerza vital que desprenden los ritmos africanos, todo ello en un ambiente orientalizado. El cocktel es de un resultado asombroso, el moderno sonido que presentaba el Project no resta protagonismo a esas voces que suenan a otro tiempo, a viajes y a paisajes extraños para la mayoría de nosotros. Merced al contacto de Idan con gentes de Etiopía, Yemen o Sudán, sin olvidar su propia ascendencia de Europa del este, y tras entablar importantes amistades en el servicio militar con hombres y mujeres (en Israel nadie se libra del reclutamiento) de intereses afines, la música resultante fue de una riqueza abrumadora, y se mostró al mundo en dos primeros álbumes magistrales publicados en Helicon Records: "Idan Raichel's Project" en 2002 y "Out of the depths" en 2005, que Cumbancha Records ofreció convenientemente reunidos en un sólo álbum para el mercado internacional en 2006. En ese "The Idan Raichel Project" abruma la elegancia de los arreglos típicamente pop sobre bases de aspecto étnico en sus grandes éxitos, como el que había llegado en 2002 con su primer álbum, una pieza de pegadizo recuerdo titulada "Bo'ee (Come to me)", cantada en hebreo y amárico -una lengua etíope- por Yair Ziv y Shiran Cohen, una gran sorpresa que en ese mismo disco estaba refrendada por una canción absolutamente hermosa, "Im telech", tres minutos paralizantes cantados por Din Din Aviv y tocados por el momento mágico del joven Raichel. Junto a ellos, tal vez por delante en profundidad e hipnotismo, se situaba la apasionante canción que titulaba su segundo álbum, "Mi'ma'amakim", una especie de himno cantado por Raichel y Avi Vesa Vograss. A estos tres hits hay que unir que algunos de los ritmos modernizados -en un estilo que bordea por igual el etno-tecno o la más auténtica World Music- parecen tomados prestados a tribus africanas ("Ayal-Ayale", "Brong faya") o a poblados yemeníes ("Im tachpetza"). Esa sublime producción permite que, tanto en canciones intimistas como bailables, tengan cabida salmos bíblicos (el salmo 130 en la propia "Mi'Ma'amakim"), poesía mística (la elegante "Hinach Yafah" está inspirada en el Cantar de los Cantares), toques de rap (en la espectacular "Be'yom shabbat") o sublimes despliegues instrumentales en esta interacción de este músico israelí en mundos cercanos al suyo. En sus directos transmite una sensación inefable de alegría y optimismo, el mismo que enarbola en sus trabajos. El colorido de la exuberante Cabra Casey y Wogdaras 'Avi' Wassa, el punto árabe de Lital Gabai, la calidad percusiva del uruguayo Rony Iwryn y la solvencia de los demás miembros de la banda hacen de sus conciertos pequeñas fiestas. Más allá de política y religión, modernizando lo que nadie se atrevía, fusionando sin temor, y logrando un éxito inesperado, Raichel sigue conservando las ideas que reflejan una personalidad atrayente: "Todo el mundo, proceda de la cultura que proceda, quiere las mismas cosas básicas de la vida: pan, agua, espíritu, respeto y amor; sólo trabajando juntos aprenderemos a apreciarnos y a respetar las diferencias entre nosotros". Como detalle, en la única canción en árabe del disco, "Azini", la voz es de una actriz y cantante palestina, Mira Anwar Awad.

Tras sus dos exitosos primeros álbumes en Israel, esta recopilación orientada al mercado internacional, y editada por el sello -dependiente de Putumayo- Cumbancha, fue aclamada por la crítica, y ofrecía lo mejor de The Idan Raichel Project, que era prácticamente gran parte de su producción temprana. En su momento, se trató posiblemente del grupo más interesante de las músicas del mundo y de la música pop que se podía escuchar en esa década, y tras disfrutar de su directo se podía asegurar que Raichel todavía tenía mucho, muchísimo, que mostrar al mundo de la música. Y lo hizo, pues su carrera despegó de manera rotunda, y es que con ese presente, era fácil adivinar que el futuro estaría lleno de éxitos y el nombre de Idan Raichel sería de referencia obligada, pues su música, cuyo mensaje es de paz y tolerancia, se siente como un oasis en el desierto árabe.













7.7.08

ANDREAS VOLLENWEIDER:
"White winds"


En los albores de la explosión de la filosofía new age, una serie de músicos visionarios inauguraron una nueva forma de crear, experimentar y canalizar sus sentimientos de una manera novedosa, amparada por la nueva gama de posibilidades tecnológicas, la fusión con filosofías orientales y por una conciencia global que, al hilo del cambio de era y ayudada por el impulso de las nuevas compañías independientes, otorgaron a artistas como Andreas Vollenweider, George Winston, Ray Lynch, Kitaro o Paul Horn un nombre y una fama que les acompañan a casi todos ellos hasta la actualidad, mientras que en muchos de esos casos ha menguado considerablemente su creatividad. Cuando la prestigiosa revista Billboard comprobó que discos como este "White winds" aparecían a la vez en puestos destacados de sus listados de jazz, música clásica y pop, hubo de crear la denominación 'New age music' para reunir en un mismo saco a esta 'nueva música' tan creativa y evocadora, de gran tirón popular por su conjunción de espiritualidad, fuerza y originalidad en estos momentos de apertura.

La historia delata claramente la vocación de Andreas Vollenweider cuando comprobamos que su padre, Hans, fue un prestigioso organista. Tentado académicamente por esos mismos teclados, pero también por flauta o guitarra, fue con un instrumento tan especial como el arpa como consiguió encontrar su sonido, su inspiración y su gran identificación en el mundo de la música, aunque fue a los 25 años cuando lo descubrió. Y es que algo tenía ese sonido que, una vez asentado y tratado electrónicamente -lo que dió origen al nombre de 'arpa electroacústica'- consiguió un enorme éxito no sólo en Europa sino también en los Estados Unidos. Aún así, "Behind the gardens, behind the wall, under the tree" -su primera obra inscrita en este estilo- fue un trabajo de difícil acabado por la desconfianza y ceguera de las discográficas. Vera Brandes fue la primera que confió en ese sonido y lo publicó en su sello VeraBra Records, un acierto que abrió las puertas al mundo (y al fichaje, ahora sí, por la más internacional CBS) a Vollenweider. Y eso que tanto "Behind the gardens" como "Caverna mágica" son obras de aproximación a la gran calidad posterior; muy animados y bien resueltos, en estos dos trabajos Andreas consolida un estilo propio, muy agradable y estimulante, con mucho de relajación pero también un importante componente rítmico y algo de jazz y bossa nova, haciéndose un nombre en el creciente mercado de la new age. Concebidos ambos como la primera y segunda parte de una trilogía, en 1984 la compañía de Vollenweider, AVAF (Andreas Vollenweider and friends) publicó su culminación, "White winds", bajo la distribución de CBS, y como él mismo ha dicho: "mi música cogió a los mercados y al público por sorpresa". Efectivamente, este trabajo es cuanto menos sorprendente ("esta época fue una especie de cosecha creativa", dijo Andreas), posee una especial aureola de magia y misticismo que comienza desde la preciosa ilustración de la portada -que parece deudora de relatos épicos como "La historia interminable"- y en el instante de pulsar el play, cuando hacen su aparición esos vientos blancos a los que sigue la entrada sigilosa del arpa, anticipando el estilo meditativo en el que se va a desenvolver durante el disco, si bien en alguno de sus momentos se entregue también a un frenético desparpajo, en temas rápidos que acaban siendo probablemente lo más recordado del álbum. Sin embargo la delicada instrumentación con una suave percusión, el carácter dócil del músico y su conciencia decididamente ecológica y espiritual otorga a todo "White winds" esa paz brumosa que, aunque a él no le guste la denominación, liga sin remisión a Andreas Vollenweider con la cúspide del movimiento new age en su momento más álgido, que puede conectar con el intrépido subtítulo del álbum, 'seeker's journey' -el viaje del buscador-, un viaje interior a través de esta música elegante, relajante, con elementos orientales y europeos. La estupenda melodía de "Hall of the stairs / Hall of the mosaics" es presentada por delicados vientos y así se hace más destacable la entrada del arpa, cuyo sonido es limpio y contundente, mientras que en "The glass hall" es la flauta la protagonista, ejecutando una melodía rápida que destila un cierto folclorismo y constituye la base de otra obra hermosa e impagable (especialmente su tramo final, de títulos independientes, "The play of the five balls / The five planets"). "The woman and the stone" -que se trata realmente de una variación del tema "IX" del álbum "Eine art suite"- arranca con un sorprendente ritmo que conduce a la pieza por un sendero relajante, de serenidad oriental, del cual es difícil apartarse, como de las filigranas sonoras dibujadas por el arpa en "Phases of the three moons", que llenan el vacío de tranquilidad. Llega entonces un gran momento, "Flight feet & root hands" es magistral en todo su desarrollo, una de las canciones más recordadas de Andreas Vollenweider, otra adictiva delicia cuyo título refleja una cierta desconfianza sobre la situación en la que estaba inmerso el músico, casi volando por el reconocimiento adquirido, pero con los pies firmemente anclados en el suelo. Entre temas más ambientales y pequeñas tonadas sencillas y enriquecedoras se llega a otro momento cumbre en el final del álbum, una especie de títulos de crédito de la trilogía que lleva por título "Trilogy (At the white magic gardens) / The white winds", donde se pueden volver a escuchar los instrumentos de viento (en esta ocasión un saxo), que corrían a cargo del siempre eficaz Büdi Siebert. Otros músicos y amigos implicados fueron Pedro Haldemann, Walter Keizer (percusiones), Elena Ledda (coros) y Patrick Demenga (chelo). "Flight feet & Root hands" fue el single del disco, con "The woman and the stone (Edited version)" en la cara B; en la portada, la cara de un sonriente Andreas en blanco y negro. En 2006 las remasterizaciones que AVAF Music lanzó en digipack permitieron no sólo disfrutar de una mejor calidad de sonido, sino además hacernos llegar diversos bonus tracks y videos en todos los Compact Discs de Andreas Vollenweider.

Tras ese nombre casi impronunciable se esconde un personaje vital para la asentación y popularización de la new age en los años 70 y 80, gracias a su distinto sonido, por obra y gracia de un instrumento tan antiguo como el arpa pero dotado de una nueva personalidad gracias a la electrónica, así como de una descontextualización de los ambientes en los que anteriormente se había movido, principalmente folclóricos y celtas. Este suizo de aspecto tan identificable como su música, pacifista convencido, ha sabido crear desde principios de los 80 un sinfín de melodías ágiles, que nos trasladan a otro tiempo y lugar, y cuya luminosa melodiosidad contribuyó a popularizar definitivamente la música instrumental. Algunas de las canciones de trabajos como "White winds" se hicieron populares y con el tiempo se han convertido en clásicos de la new age, así que escuchar discos como éste es, aparte de una grata experiencia, una auténtica y colorida aventura.

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1.7.08

JOAQUÍN LIÉVANO:
"Ecologie"

Encauzar correctamente una elevada espiritualidad puede llevar a músicos concienciados y capaces a realizar pequeñas obras maestras plenas de magia y dotadas de un alma especial. En "Ecologie", Joaquín Liévano explora un mundo real y verdaderamente hermoso desde su propia interioridad, extrayendo un vendaval de fuerza de su guitarra. Pero la historia musical de este colombiano que nació en Bogotá y creció en Nueva York arranca en pequeños grupos de rock y se consolida en sus giras con el violinista Jean-Luc Ponty, y en su amistad y colaboraciones con otros importantes artistas de las nuevas músicas como Steve Kindler, Jerry Goodman y Yanni, si bien fue un personaje llamado Rama el que ha marcado definitivamente su carrera: Rama es el nombre que escogió el californiano Frederick Lenz para difundir y compartir su filosofía budista, desde que entró en contacto con la meditación a los 19 años hasta su fallecimiento en 1998 a la edad de 48. Rama influyó notablemente en la expresión musical de Joaquín Liévano desde la creación del grupo Zazen en 1985 (formado en todo momento por Liévano, Andy West, Steve Kaplan y el propio Rama) hasta su muerte, cuando el grupo desapareció. Intercaladas entre la producción de Zazen, dos obras en solitario de Joaquín Liévano, un sorprendente debut en 1986 en la compañía Global Pacific con un disco plácido y atrayente titulado "One mind", y el trabajo que nos ocupa, "Ecologie", publicado por Miramar (sello con sede en Seattle en el que además de Liévano y Zazen llegaron a grabar Tangerine Dream, Paul Speer, Jonn Serrie, Jan Hammer, Michael Gettel o Richard Burmer) en 1996, con versión española a cargo de los siempre eficaces Resistencia.

"Ecologie" se presenta como una apuesta personal de Joaquín Liévano, en el que no entran a formar parte los otros miembros de Zazen (salvo Rama, que sí aparece en créditos como productor), dominando así el propio Liévano las facetas de composición e interpretación, con la ayuda de Paul Avgerinos en el bajo y las mezclas. Destaca enormemente la calidad de las guitarras, parte fundamental del trabajo por delante de teclados y percusiones, con ausencia total de instrumentos importantes como el violín, que en "One mind" interpretaba Steve Kindler. "Ecologie" expone la gama de sentimientos que pueden expresar las guitarras, y lo hace a través de un viaje por los cinco continentes, paseando por lugares de poder, desiertos, mares, montañas y selvas tropicales, paraísos donde el hombre aún coexiste en paz con el entorno natural (esa relación del hombre y el medio en el que vive es la 'ecología'). Son canciones sencillas pero de enorme calidad, con arreglos suaves y sorprendentes melodías y ambientes, dotadas de una mundana espiritualidad que nos hacen pasar fácilmente de la sorpresa a la admiración. El comienzo, de título "Ecologie", es sublime, demostrando las posibilidades rítmicas y melódicas de su guitarra, por momentos de una belleza embriagadora, tanto como en otras dos composiciones del disco, que son ya clásicas en la new age melódica como "Coral sea" (un tema tranquilo, de luminosas cuerdas atmosféricas ) y "Desert winds" (en lo que parece una onda más folclórica y animada), incluídas en varios recopilatorios de renombre. No hay que dejar atrás otros títulos de calidad presentes en el álbum como "Rainforest dance" (que tras un extraño comienzo meditativo esconde uno de sus temas más interesantes, donde la superposición de guitarreos logra recrear una atmósfera entre la psicodelia y la ambientalidad), "African adventure" (rítmica y poderosa pieza, del carácter aventurero que avanza su título) o "Asia" (evocadora composición de cariz cósmico y ambiental, donde un interesante fondo de guitarras y teclados preside toda la pieza, desplegando sobre ella otros espléndidos guitarreos). La crítica recogida en la web oficial de Joaquín afirmaba sobre el disco: "Concentrado en lo exótico, las estructuras rítmicas fáciles y los tramos atmosféricos contemplativos, Joaquín y su guitarra reflejan sobre la magia de los amaneceres, atardeceres y los milagros más silenciosos que nos rodean, ofreciendo algunas de las improvisaciones lentas más hipnóticas que este estilo de música espiritual haya visto jamás".

Actualmente Joaquín Liévano continúa su trayectoria musical junto al propio Andy West (el bajista de Zazen) y Hilary Jones con el grupo FWAP. Tras escuchar trabajos como "Ecologie", su anonimato da que pensar, pues no sólo este disco se merecía más repercusión, sino que Liévano era un guitarrista con muchas más posibilidades. En este disco consiguió reflejar el encanto de lugares mágicos, sitios de poder y sanación que permiten conectar el cuerpo y la mente y que, como su música, están ahí para el que quiera encontrarlos y se atreva a adentrarse en ellos, sólo hay que buscar bien y dejarse atrapar por su milagrosa espiritualidad, y por supuesto hacer todo lo posible (así lo reflejaba Rama en el libreto del disco) para "preservar esos ecosistemas tan vitales para el ser humano y para las plantas y animales que coexisten allí en armonía, (...) en esta época en la que todos somos refugiados de un mundo transitorio, golpeado y zarandeado".