25.7.21

MANNHEIM STEAMROLLER:
"Fresh aire 7"

La saga 'Fresh aire' de la Mannheim Steamroller se ha convertido con el tiempo en una de las más longevas de la historia de la música, con numerosas entregas (ocho volúmenes, además de otros temáticos -especialmente navideños-) desde su debut en 1975, aparte de recopilatorios, directos y cualquier ardid que se le pudiera ocurrir a Chip Davis, su creador y único artífice, con tal de mantener tensa la cuerda de la comercialidad (más de 40 millones de discos vendidos) de un producto muy americano, pero que también ha llegado fácilmente al resto del mundo, principalmente por el ímpetu que cobró en los 90 el estilo new age, al que se adhirió enseguida este rock clásico del siglo XVIII, denominación adoptada por Chip para su música. American Gramaphone Records fue el sello discográfico que el artista creó en 1974 tras la ceguera de varias compañías, que sólo veían la comercialidad en los productos típicos. Desde entonces, muchas décadas después, Davis continúa ofreciendo su lucrativa música desde Omaha (Nebraska), en el mismo centro de los Estados Unidos.

"Fresh aire" (1975) se benefició para su éxito de una conocida campaña de publicidad de la firma Old Home Bread, y enseguida Chip Davis y la Mannheim Steamroller giraron con gran éxito por todo el país. Cada dos años más o menos llegaba una nueva entrega de la saga: "Fresh aire II" (1977) no aportaba nada especial a la misma, fue una continuación honrosa pero de aprovechamiento, que tras el tratamiento barroco del primero adoptaba una temática general medieval. Más intrépido y acertado era "Toccata", el comienzo de "Fresh aire III" (1979), aunque el conjunto se diluía en un neoclasicismo de texturas fáciles con inspiración renacentista. No es que "Fresh aire 4" (1981) fuera un cambio notable de estilo, pero es cierto que el crossover cobraba vida por una especial agilidad instrumental que alcanzaba el siglo XX y las vanguardias, y sobre todo se beneficiaba de una composición de órdago, posiblemente la mejor de la saga hasta el momento, "Red wine". "Fresh aire V" (1983), a pesar de su comienzo vocal, olvidaba el barroquismo que siempre había envuelto la serie en favor de una épica muy del estilo de Andrew Powell, pero aunque se trataba de una buena audición, no es un trabajo imprescindible. Dedicado a los mitos de la antigua Grecia, "Fresh aire VI" (1986) era evolucionado, extraño y no muy afortunado salvo por el tema "Nephente". Inaugurada la década de los 90, y ya en una dinámica totalmente distinta a la del inicio del proyecto, "Fresh aire 7" es un gran trabajo, para el que Chip Davis se tomó un tiempo de reflexión muy adecuado. Publicado en 1990, evidentemente por American Gramaphone, esta séptima entrega está dedicada precisamente a ese número mágico y místico por excelencia, el 7, considerado un número de poder en todas las religiones (Dios descansó y sacralizó el séptimo día, por ejemplo, pero no podemos olvidar los 7 dioses japoneses de la fortuna, las 7 maravillas del mundo, los 7 colores del arco iris, las 7 colinas sobre las que se asentó Roma, los 7 mares de Eurafrasia, las 7 notas musicales, las 7 vidas del gato y muchas más situaciones sobre este número que simboliza la perfección). Por eso y por mucho más, "Fresh aire 7" no necesitaba otra temática que su numeración, sobre cuyo misterio se había preguntado Chip Davis -así lo cuenta en el libreto del álbum- desde que estaba en la universidad. Además, comparte con el público su facilidad para componer: "Mi música fluye a través de mí más rápido de lo que puedo pensar en ese momento y cuando la escucho al día siguiente, me sorprende lo que he compuesto". Este trabajo dedicado a su esposa Sharon y a sus padres, se inicia con "Conjuring the number 7", un comienzo inmejorable, una pieza acertada, vital, en la onda alegre a la que Chip nos tiene acostumbrados pero con un estupendo toque pegadizo y popular, popularidad acrecentada en España por su carácter de sintonía de los conocidos programas sobre caza y pesca titulados 'Jara y sedal'. La estructura del tema es de rondó dividido, cómo no, en 7 partes. Más formas clásicas, evidentemente barrocas, brindan un segundo recibimiento a esta séptima entrega, en la que el séptimo día de la semana, "Sunday the 7th day", no es un tema especial, aunque sí agradable. Sin abandonar las sensaciones clásicas, estas se acomodan en unos instantes de cierta relajación para conformar un tema tan impregnado de naturaleza como para titularse "The 7 colours of the rainbow", ese fenómeno tan bello como inalcanzable, el arco iris, en el que Chip encuentra una nueva inspiración acerca del número 7, y para el cual pensó (como Newton muchos años antes, siguiendo los pasos de Aristóteles) en la lógica de tratar de corresponder las frecuencias de los 7 colores con frecuencias de 7 notas, aunque no exactamente, para evitar momentos desafinados. "The 7 C's", dedicado a las notas musicales, es casi un tema puente, como si fuera una pista escondida. Al contrario, "The 7 metals of alchemy" es otra pieza bien construida y de recuerdo en un disco muy completo, que aborda con un cierto tono de magia el tema de la alquimia y la búsqueda de la piedra filosofal. El mundo de los chacras divide las siguientes siete piezas, y Davis lo cuenta así: "Los siete chakras se basan en una antigua filosofía oriental y se utilizan como descripción de siete centros psíquicos del deseo que se correlacionan con siete posiciones físicas del cuerpo. La palabra chakra proviene del sánscrito y significa círculo y movimiento. Representan líneas de fuerza". Cada chakra tiene su color y sus características, "Chakra 1" (rojo y pasional) es una corta intro que entra de nuevo en terrenos relajantes, acrecentados en "Chakra 2" (naranja, el de los juegos, deportes, la fantasía y el sexo), bonita melodía no exenta de un cierto misterio en un encuadre bastante dulcificado. Totalmente distinto es "Chakra 3" (amarillo, el de la fuerza), más popular, al estilo de música de cabecera de sitcom. "Chakra 4" (el del amor incondicional, de color verde) es la vuelta al estilo meditativo al modo de Chip Davis, que va acelerando sus intenciones conforme avanza la pieza. La música coral es la inspiración para "Chakra 5" (azul y artístico), en la que el compositor estadounidense utiliza una balada del poeta inglés Geoffrey Chaucer titulada 'Truth' -un cambio de rumbo interesante que demuestra que Chip puede ser un artista variado y sus discos muestras de música entretenida-, para continuar con el calmado "Chakra 6" (azul oscuro, que porta la capacidad para ver más allá) y finalizar con "Chakra 7" (morado, el de la serenidad y el intelecto), que parece estar imbuido en su comienzo de una electrónica de estilo retro, que sin embargo muta enseguida hacia unas sonoridades orientales algo forzadas pero, en definitiva, perfectamente válidas. No sería lo mismo este trabajo, sin embargo, si su auténtico final no fuera una composición gratamente recordada, un "The 7 stars of the big dipper" dedicado al asterismo llamado popularmente 'el cazo' o 'el carro', formado por las siete estrellas visibles de la Osa Mayor, que concluye el disco de manera bellísima, apabullante. Un gran número de músicos acompañan al protagonista del trabajo con sus violines, violas, violonchelos, arpa, bajos y trompas, así como las voces de The Cambridge Sisters, y sus habituales colaboradores Jackson Berkey al harpsichord (el clavecín de sonido barroco) y Bobby Jenkins al oboe y corno inglés. 

Mannheim es una ciudad alemana del estado de Baden-Wurtemberg, al suroeste del país, que tuvo una cierta vinculación con Wolfgang Amadeus Mozart. Así, el extraño nombre Mannheim Steamroller proviene de una técnica musical del siglo XVIII conocida como crescendo, que utilizaban especialmente los músicos de la denominada Escuela de Mannheim. De haber nacido dos siglos antes, tal vez Louis F. 'Chip' Davis Jr. hubiera pertenecido a ese movimiento musical, pues desde muy pequeño se encontró cómodo con el piano y la música en general, graduándose en la Escuela de Música de la Universidad de Michigan, especializado en fagot y percusión. Posteriormente, la historia le condujo a una gran popularidad gracias a su particular conjunción de música clásica y moderna en ese grupo compuesto por él mismo que no hay que olvidar, la Mannheim Steamroller, con el que ganó en 1991 el premio Grammy al mejor álbum de música new age por este "Fresh aire 7".

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:





10.7.21

JON MARK:
"The Standing Stones of Callanish"

Después de unos años en bandas efímeras y de acompañar a Marianne Faithfull en sus discos y conciertos, el músico inglés Jon Mark formó el dúo de jazz/rock Mark-Almond junto a Johnny Almond, alcanzando una cierta repercusión en la década de los 70 a pesar de que en 1972​ perdiera parte del dedo anular de su mano izquierda en un accidente. Años después, era importante no confundir el nombre de este dúo con el del floreciente cantante y miembro del grupo Soft Cell, Marc Almond. Entrados los 80, Jon se trasladó a la lejana Nueva Zelanda, donde fundaría el sello White Cloud la década siguiente, dando a conocer una serie de músicas instrumentales, neoclásicas y étnicas muy distintas a las de sus inicios. El propio Mark, que había seguido grabando en solitario, tornó en un periodo de cinco años (desde la publicación de "The Lady and the Artist") su faceta de cantautor a la de músico instrumental basado inicialmente en la antigüedad de la humanidad, intereses que originaron una especie de trilogía que comprendía los títulos "The Standing Stones of Callanish" en 1988, "Land of Merlin" en 1992, y "Alhambra" ese mismo año, publicados por Kuckuck al ser todos ellos anteriores a White Cloud.

De nombre auténtico John Michael Burchell, ganador de un premio Grammy en 2003 por su grabación y producción de los monjes del monasterio de Sherab Ling en su álbum "Sacred Tibetan Chant", Jon Mark falleció en febrero de 2021 tras una larga y variada carrera. Una bellísima música ambiental melódica nos recibía muy acertadamente en el primero de los trabajos de la terna mencionada anteriormente, un "The Standing Stones of Callanish" de impecable presentación, diseño con tonos dorados repleto de imaginería celta y una fotografía en la portada de las piedras de Callanish, ese conjunto de menhires prehistóricos levantados por la temprana humanidad hace casi 5.000 años cerca de la actual población de Callanish en la isla de Lewis -Hébridas Exteriores escocesas-. ¿Qué gran conocimiento se esconde en estos centinelas silenciosos, envueltos en las brumas del tiempo, tallados por manos desconocidas?, se pregunta Jon, que habla sobradamente de esta construcción en el libreto del disco, unos megalitos erigidos hace milenios por los antiguos celtas, conocidos como el Stonehenge escocés, aunque mucho menos distinguidos que la construcción inglesa. Presa de antiguas leyendas celtas, el álbum es sólido en su sonido, no presenta apenas altibajos, su tono general es calmado, basado totalmente en capas de teclados Roland. Abriendo el disco, "Chloe's Day" se mantiene en su melodía inalterable durante más de 6 placenteros minutos, idílico estilo ambiental que continúa con la adoración a esa 'tierra bendita' en "Blessed Land", y que continúa con apacibles variaciones en "The Eye of the Hawk", con celestiales reflejos épicos. "Mist on the Morning Hills" no difiere en demasía de la primera muestra del disco salvo por su tono algo más alegre, mientras que "The Standing Stones of Callanish", la pieza que da título al álbum, adopta un motivo atmosférico algo más misterioso. El trabajo se mueve en todo momento por terrenos suaves, muy agradables y bien construidos por el teclista inglés, que por momentos se acerca a los intentos meditativos de otro grande de Kuckuck como Deuter, especialmente en intentos aflautados como "The Raven in the Oak Tree". La obra presenta una clara continuidad mística hasta su final, envolturas de sensación celestial, vaporosa, con retazos de antigüedad, alzando la voz de nuevo de manera más épica en los momentos finales, "Journey Across the Crystal Sea" y esa despedida que no es sino un hasta luego titulada "Remembering". "The Standing Stones of Callanish" es un recuerdo y tributo de Jon Mark a sus raíces celtas, algo que más adelante intentará engrandecer en uno de sus trabajos más recordados para White Cloud, "A Celtic Story", un buen álbum que, sin embargo, no llega al nivel de afecto y de atracción de esta obra instrumental primeriza, en la que enfocó sus ideas básicas con gran fortuna y sobrado encanto. 

Intentando mantener la esencia ambientalmente esotérica de "The Standing Stones of Callanish", Jon Mark continúo en esa misma línea cuatro años después con dos trabajos rezumantes de misterio antiguo, "Land of Merlin" como homenaje artúrico y "Alhambra" en una visita muy especial a la cultura árabe que floreció en el sur de España. Más interesante que el dedicado al poderoso mago es el inspirado por el gran complejo granadino, en el que además se hace acompañar de una mayor gama de instrumentación. Y si algo no se le puede negar a los álbumes de Jon Mark en solitario es la preocupación constante por que el diseño gráfico acompañe perfectamente a la música, que cada trabajo explique perfectamente su origen tanto en sus fotografías o ilustraciones, como en la conveniente explicación de su inspiración en el interior de la obra. Es precisamente el caso de "Alhambra", un CD de cuidado folleto, aunque su agradable intento arabizante se sumerja en sonoridades fáciles, así como imitaciones de estilos españoles e impresionistas (Ravel, por ejemplo). El tiempo ha mantenido con mayor frescura las atmósferas celtas primigenias de "The Standing Stones of Callanish", el debut en la instrumentalidad del siempre interesante Jon Mark.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS: