24.10.23

GIANNI NOCENZI
"Soft Songs"

Bastante desconocido fuera de su país para los que no están muy metidos en ese mundillo, el rock progresivo italiano contó con un puñado de nombres destacados en los años setenta, cuando ese subgénero del rock era atrevido, experimental y bastante popular. En la actualidad es tan difícil situarse en aquel contexto social y comprender su éxito, como volver al presente y asumir lo que se escucha masivamente en los tiempos actuales. Y es que ese concepto artístico de la música, con planteamientos que combinaban el rock con el folk, con elementos de jazz y adoptando sin miedo intentos de formas clásicas, son difíciles de disociar de una época en la que no había ningún miedo en la escucha de obras conceptuales con largas suites sinfónicas plenas de virtuosismo e instrumentaciones benévolas y espectaculares, en las que ciertas sustancias prohibidas podían tener bastante protagonismo. Aunque no ha desaparecido en la actualidad ni debería hacerlo, la máxima agitación del género en la Gran Bretaña de los setenta originó que en otros países europeos naciera una efervescencia de nuevos sonidos progresivos, y que en Italia los hermanos Vittorio y Gianni Nocenzi, inspirados especialmente por bandas como ELP o Jethro Tull, fundaran en Roma el conjunto Banco del Mutuo Soccorso, referencia indiscutible en en país transalpino junto a Le Orme y Premiata Forneria Marconi, sin olvidar álbumes experimentales del gran Franco Battiato como "Fetus" o "Pollution". Aunque Vittorio continúa desde sus inicios con Banco del Mutuo Soccorso (más de 50 años de carrera en el mismo grupo), Gianni Nocenzi se desvinculó en los ochenta para buscar su propio sonido.

La primera experiencia grabada del autor en solitario, "Empusa", la publicó el sello de músicas avanzadas Venture en 1988, y mostraba una gama de texturas relajantes (especialmente en la suite de la primera cara, "L'occhio, la luna e il lupo, nell' imbuto cosmico"), con aderezos vanguardistas y cósmicos al gusto de finales de los ochenta y principios de los noventa, que en ciertos momentos de la segunda cara pueden acceder a una cierta disonancia, por supuesto buscada. Atrayente por momentos, más en su atrevimiento que en su pulcritud, al menos llamó lo suficiente la atención como para que cinco años después, en 1993, ascendiera un peldaño y fuera la propia Virgin Records la que le publicara su segundo trabajo, "Soft Songs" (que también contó con una edición especial en una caja que contenía el CD y un VHS), orientado especialmente al mercado italiano, aunque con distribución europea gracias especialmente a la contribución de un músico de renombre como Ryuichi Sakamoto. Grabado en Milán, New York, Roma y Tokyo entre noviembre de 1990 y julio de 1992, y producido por él mismo, en "Soft Songs" Gianni convence con más argumentos que en su debut, accediendo a una gran gama de sonidos acústicos y electrónicos, pero dejándose notar especialmente la melodiosidad del piano acústico, el retorno del artista a su instrumento. Sin saber muy bien hacia donde puede conducir la estupenda irreverencia del músico italiano, "Al Principio Dell'Arcobaleno - Part One" es sin embargo un comienzo muy fácil de escuchar y ciertamente disfrutable, una pieza bien construida que comienza con un pequeño ambiente natural hasta que el viento que interpreta Nohirito Sumitomo (el Akai EWI, un instrumento digital que intentaba fusionar, o eso admitía la marca, "la expresividad y el control de un instrumento de viento tradicional con la flexibilidad y creatividad que brinda la tecnología") conduce a la sencilla melodía repetitiva, un a modo de himno cálido con buen gusto en la percusión (de Fabio Napoli), cierta deriva jazzera, posibles acercamientos al sonido más típico de algún minimalista de renombre, y una duración perfecta para su disfrute. Y de repente se hace la voz: en "47th Dawning (Soft Song # 3)" es la inglesa Sarah Jane Morris (famosa especialmente por cantar "Don't Leave Me This Way" junto a Jimmy Somerville en el primer disco de la banda Communards) quien interpreta la canción con el tono teatral preciso que esta intensa y hermosa composición necesita, un corte que despierta a quien no hubiera prestado atención al principio. El texto es de David Coulter. Son sin embargo la variedad y la búsqueda notas principales desde siempre en la música de Nocenzi, por lo que el disco no iba a continuar con la presentación de una sucesión de canciones. En absoluto, Gianni toma el piano y a sus compases libres en "Song of Myself (Soft Song # 4)" se une de nuevo el viento con una tonada romántica con algo de melancolía, algo de folclore italiano y mucho de búsqueda en el jazz, especialmente en su desenfrenada parte final. No es "47th Dawning (Soft Song # 3)" la única canción del disco, de hecho hay paridad entre lo vocal y lo instrumental. Así, "All of You Is Shining (Soft Song # 5)" es un tema de complicada descripción y difícil ubicación si no lo encuadramos de nuevo en una especie de jazz de cámara abierto a otras sonoridades étnicas. Parece raro. Lo es, pero convence. Sonny Southon es su intérprete y la autora del texto. Acto seguido, la última canción del álbum y su primer sencillo, "Mintoi (Soft Song # 1)", con la aportación del vocalista de Cerdeña Andrea Parodi. Una cierta extrañeza atemporal acompaña la pieza, tanto en el tratamiento de la propia voz (de un modo étnico) como en la instrumentación, ausente de convencionalismos, y es que Gianni es de los que se arriesgan, prefiere llevar las canciones a su terreno y romper con las facilidades de las radiofórmulas para construir sus propios castillos en el aire, cuyos muros son los sólidos antecedentes de este osado compositor. "Mintoi" es de una belleza sublime, que proviene de muy dentro, el resultado hay que escucharlo más de una vez pero acaba enganchando por lo auténtico pero a la vez cálido y cercano de este regalo para públicos entendidos y exigentes. Los demás, el oyente que busca la satisfacción puntual, la rapidez de las argucias facilonas, no pasarán de los primeros 30 segundos. Un piano cordial nos da la bienvenida al último corte, "Al Principio Dell'Arcobaleno - Part Two", el más largo del álbum (sin tener aun así una duración excesiva, poco menos de 9 minutos). De nuevo ese jazz apacible y cercano se funde con otras influencias más étnicas, en esta ocasión derivando hacia sonoridades japonesas; no en vano Ryuichi Sakamoto es el colaborador estrella del tema, y posiblemente el nombre más atrayente del álbum, al menos fuera de Italia. Nuevos teclados emergentes y suaves programaciones rebuscan en los rincones para llenar de calidez una pieza (¿acudimos una vez más al término minimalismo cuando no sabemos cómo llamarla?) que acaba de encontrar su sitio con la inclusión del saxo soprano y el Akai EWI de Nohirito Sumitomo. "Empusa" y "Soft Songs" fueron vendidos también en un solo disco compacto en 1998, y en 2016 Gmebooks publicó "Miniature", el último trabajo hasta la fecha de Gianni Nocenzi.

"Soft Songs" se alimentaba de contradicciones, afirmaba el compositor durante la promoción del trabajo: "entre lo acústico y lo electrónico, entre la dulzura y la agresión, entre colores primarios y matices muy sutiles, o intenta hacer convivir en equilibrio esas contradicciones en lugar de proponerlas sólo de forma lacerante". También se agradecía la ecuanimidad entre lo vocal y lo instrumental, aunque todo se sale de la convencionalidad y refleja una búsqueda madurada durante mucho tiempo: "La idea inicial giraba en torno al recuerdo de ciertas pequeñas y suaves emociones, el pretexto para la ambientación de los sonidos y textos fueron señales como el amanecer o el arco iris, capaces de suscitar emociones a menudo olvidadas en la sociedad moderna y, sin embargo, todavía llenas de un enorme poder creativo. 'Suave', entonces, es un término alusivo, que no sólo se traduce como esponjoso, apagado, dúctil, tierno..., sino que también se refiere al uso del software, debido al fuerte peso de la tecnología en la creación del álbum; en electrónica el software representa la parte interna, espiritual de la máquina". Ciertamente, la liberación tecnológica de "Empusa" se suavizó en "Soft Songs" y se convirtió en una accesible reunión de piezas que deben ser escuchadas por cualquier oyente inquieto que no pretenda quedarse aislado en los nombres más conocidos de la nueva música instrumental contemporánea de finales del siglo XX.





9.10.23

MICHAEL NYMAN:
"The Piano"

En 1994 una película australiana (una coproducción con Nueva Zelanda y Francia, realmente) titulada 'The Piano' ganó tres Premios Óscar de los ocho a los que estaba nominada, los de actriz (Holly Hunter), actriz de reparto (Anna Paquin) y guion original (de la propia directora, Jane Campion). Aunque no ganara los premios principales, especialmente el de mejor película que recaló en 'Schindler's List', el largometraje hizo mucho ruido. Sin embargo, una de las controversias que más se pueden recordar de aquella gala fue la de las nominaciones en la categoría de mejor banda sonora, que ganó posiblemente de forma merecida John Williams con la propia 'Schindler's List', pero entre cuyas nominadas ni siquiera tuvo cabida la de 'The Piano', una película eminentemente musical que gozaba de un maravilloso tratamiento tanto en su tema principal como en toda su banda sonora. No es que Elmer Bernstein ('La edad de la inocencia'), James Newton Howard (`El fugitivo'), Richard Robbins ('Lo que queda del día') o Dave Grusin ('La tapadera') no tuvieran méritos suficientes para estar ahí, pero el recuerdo varias décadas después de aquellas músicas no se acerca al de la co-producción dirigida por Campion. Aún no se ha mencionado aquí el nombre del autor de esa bellísima y trabajada música que publicó Venture en 1993: huyendo de los subterráneos del cine de autor, de donde habían surgido auténticas maravillas compuestas para las obras de Peter Greenaway, el británico Michael Nyman fue el que aterrizó de golpe en Hollywood tomando el atajo australiano, aunque él ya avanzaba lo que iba a pasar con las nominaciones al decir que "mi música no hace lo que se espera que hagan las películas estadounidenses". No todo fueron ninguneos, sin embargo, ya que su música sí que ganó el Premio del Instituto de Cine Australiano, el Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Chicago, y fue nominado al premio BAFTA. 

Cuando Jane Campion decidió contar con Michael Nyman para la música de su película sabía que no sólo iba a crear una partitura que acompañara su metraje, sino que le iba a solucionar muchos otros problemas, y no sólo porque la banda sonora estaba implicada emocionalmente en la historia, sino por las propias cualidades del compositor, por esas composiciones que no ofrecen ningún tipo de relax al oyente, sino que le sumergen definitivamente en los personajes y en las escenas en un frenesí audiovisual. No es tan delirante en esta cinta, por sus propias cualidades, como en sus famosas partituras para Peter Greenaway (de hecho Campion le dejó claro al contratarle que no necesitaba de él ese camino, pero sí su propia voz y su visión), pero eso no le quita calidad ni intensidad, sólo le lleva por otro camino paralelo, si bien el proceso fue parecido: "Es curioso que mis dos mayores éxitos en la gran pantalla, 'El contrato del dibujante' y 'El piano', partieran de la misma premisa. Cuando escribí la banda sonora de 'El piano', que tan popular se hizo, no se había rodado un sólo fotograma. A mí una imagen jamás me ha inspirado una obra". Nyman relata en el libreto del CD la dificultad añadida del trabajo: "Tuve que establecer no sólo el repertorio musical habitual para una película, sino otro específico de música para piano que habría sido el repertorio de Ada como pianista". Dicha música, además, requería de una temporalidad adecuada sin ser un pastiche con las ideas de mediados del XIX, por lo que el autor decidió con buen criterio utilizar como base canciones populares y folclóricas escocesas, la patria de origen de Ada. Especialmente destacada es la inspiración en "Gloomy Winter Noo Awa", del poeta escocés Robert Tannahil, para el tema principal de la película. Es necesario añadir que la interpretación de Holly Hunter es fabulosa ("Ada no podía convertirse en piano y el piano no podía convertirse en Ada a menos que Holly Hunter hubiera tenido la capacidad, intensidad, visión y musicalidad para tomar mis notas y meterse en la música"), logra hacer suyas las composiciones con suficiente técnica teniendo en cuenta, además, la dificultad añadida de que el instrumento sea sustituto de su propia voz: "El sonido del piano se convierte en su carácter, su estado de ánimo, sus expresiones, su diálogo tácito, su lenguaje corporal. Tiene que comunicar los mensajes que ella transmite sobre sus sentimientos hacia Baines (Harvey Keitel) durante las lecciones de piano, y estos difieren de una lección a otra a medida que se desarrolla la relación, el estado de negociación sexual y la pasión. He tenido que crear una especie de escenografía auditiva que sea tan importante como las localizaciones, tan importante como el vestuario". Encontrar esa voz no fue nada fácil para un compositor masculino, minimalista, de finales del siglo XX, recordaba el autor, que intentó asegurarse de que Holly Hunter pudiera interpretar la música que iba escribiendo, para lo cual ralentizó en lo posible sus partituras, ya que la actriz se desenvolvía mejor, con toda lógica, con la música lenta. Hunter, de hecho, agradeció a Nyman en su discurso al recibir el Óscar, por la música que había escrito. Michael escribió más música de la que aparece en la película, por lo que se desconcertó un poco al verla por primera vez. Evidentemente, la diferencia entre Greenaway y los demás directores tenía que ser comprendida, pues como él mismo dijo en cierta ocasión, en la obra del director galés la música ha de cubrir lo que falta en la sensación de vacío que produce la manera en que rueda sus obras. A Nyman esto le otorgaba una gran libertad, pero él era muy capaz de realizar también obras de la manera más tradicional, sin ser esclavo del montaje pero sometido a la interactuación con el director y el tipo de escenas para cada partitura. Campion era muy distinta a Greenaway, y Nyman lo comprendió, utilizaba sabiamente otros elementos basados no sólo en el sonido sino en la pura imagen (es fabuloso ver el piano solitario en la playa mientras sube la marea), y por supuesto en las interpretaciones de sus estupendos protagonistas. Así, "To the Edge of the Earth" es un bello comienzo, descriptivo y comedido, pues efectivamente la banda suena calmada, si bien es indudable que se trata de Nyman, su sello está presente a cada momento de esta pieza y de todo el trabajo, que continúa con las sencillas pero eficaces filigranas al piano en solitario de "Big my Secret", y cuerdas rugientes y vientos teatrales en una pieza emocionante titulada "A Wild and Distant Shore". De repente llega el tema ya mítico, "The Heart Asks Pleasure First", maravillosa revisitación del popular "Glommy Winter", adaptado por un músico en estado de gracia que logra conectar con la esencia de la película y con la audiencia de la misma, así como con cualquier tipo de oyente ajeno al concepto cinematográfico, pero admirador de tonadas plausibles como esta, que es utilizada recurrentemente a lo largo del metraje, como en "The Promise" (ralentizada y prolongada junto a los demás instrumentos, consiguiendo un efecto más pasional), "Deep Into the Forest" (en distintos tempos, más lento primero, más rápido al final), "The Sacrifice" o los temas finales del disco. Con un origen similar, en "Here to There" los sones populares son más festivos, y de este modo corresponden más con el estilo de siempre de la Michael Nyman Band. "A Bed of Ferns" es un interludio romántico bastante efectivo, perseguido por otra especie de danza popular británica al piano en "The Fling". De nuevo se abre camino el amor en la bellísima "The Scent of Love", plena de emoción y dulzura. "The Mood That Passes Through You" es otro buen tema de transición al piano, y a continuación se incluyen en el disco nuevas melodias profundas (especialmente acertada es "Lost and Found") que adornan las vivencias de Ada pero que también se disfrutan en la escucha sin imágenes de la banda sonora, como en "I Clipped your Wing" y "Little Impulse", en las que, si cerramos los ojos, hay un nuevo retorno a la época de Greenaway, con su cierto misterioso barroquismo. En "The Wounded", con un efecto meciente, las cuerdas apoyan momentos de confusión en la trama, difíciles circunstancias emocionales que en "All Imperfect Things" intentan buscar una fingida calma en otro momento importante de la banda sonora, antes de acometer sus instantes finales con "Dreams of a Journey", que parece orquestar ecos folclóricos con la inclusión, por supuesto, del tema principal, el mismo que no podía dejar de cerrar el disco en "The Heart Asks Pleasure First / The Promise (Edit)", con una triste bajada final de volumen. 

"Es posible que se haya magnificado esa pieza -admitía Nyman sobre el tema principal de 'El piano'-. El caso es que he dejado que cobrase vida propia y continúo siguiéndole la estela, la toco en los conciertos porque a la gente le gusta oírla, y a mí tocarla". No es de extrañar, pues "The Heart Asks Pleasure First" es una pequeña delicia que, a pesar de estar basada en un tema popular, evidencia la clase del británico. Dentro de la película, la música en general parece antigua, de época, pero escuchada fuera de la misma suena perfectamente actual, nadie deja de escucharla porque esté alimentada por sones del XIX, sino que junto a esos ecos lejanos se atisba en su tratamiento una hermosa modernidad que casa como anillo al dedo con el signo de los tiempos que se estaban viviendo, en los que los pianistas melódicos gozaban de tanta fama y ventas (incluso algunos fuera del círculo de la propia new age) como de publicidad alocada para conseguirlas. Es así como Nyman, por ejemplo, sonó en todas partes y se dejó caer con su piano en directo en programas televisivos de todo tipo, en ocasiones en absoluto musicales. Este curioso personaje estuvo en boca de todos y se convirtió, de hecho, en una estrella de las nuevas músicas (de la música en general, realmente) a sus casi 50 años, aceptado sin pudor por cualquier medio o publicación. "The Piano" estuvo 2 semanas en el número 1 de las listas españolas en febrero de 1994, año que permaneció 40 semanas en listas (la ganadora del Oscar, 'Schindler's List', sólo alcanzó el número 26), que hay que unir a otras 5 en 1995. De hecho, el éxito y repercusión de esta banda sonora que vendió millones de copias en todo el mundo fue tal, que arrastró tras de sí discos en directo ("The Piano Concerto" en 1994), recopilaciones de piano que no se sostenían sin ese incentivo principal ("Pianos y pianistas de la nueva era", por ejemplo) y su inclusión en numerosos recopilatorios de música de cine, de nuevas músicas o incluso de clásica.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS: