25.5.12

CAPERCAILLIE:
"Secret people"

Los componentes del excelente grupo escocés Capercaillie afirman que pretenden hacer música contemporánea a partir de la rica tradición escocesa. Así llevaban casi una década en el momento de aparición de "Secret people", sorprendiendo con su evolución hacia la comercialidad desde "Cascade", y en especial cuando dos hermanos irlandeses, Manus y Dònal Lunny, irrumpieron en la formación para insuflar nuevos aires con el bouzouki y guitarra el primero (que había trabajado con nombres importantes de la escena folclórica escocesa como Phil Cunningham o Andy Stewart), y con una adelantada producción el segundo (con la experiencia de su paso por bandas míticas como Planxty, Moving Hearts o The Bothy Band). Capercaillie siempre ha sido un grupo cómodo de seguir y fácil de admirar, en especial por el carisma del matrimonio formado por la vocalista, Karen Matheson, y un Donald Shaw que decía lo siguiente sobre las intenciones de la banda: "La música tradicional no puede ser en ningún caso una fábrica de hacer dinero para nadie; en realidad, es una forma y una razón de vivir. En nuestra música, las únicas concesiones están referidas a la modernidad, motivo que, a menudo, da lugar a que mucha gente piense que está más orientada al pop que al folclore. Pero nosotros preferimos pensar que en ella conviven la fiesta, la excitación, el ritmo y el mucho apego que sentimos por la tierra propia".

Desenvolviéndose por igual en gaélico como en inglés, Karen Matheson y los suyos logran una nueva conexión mística con unos seguidores fieles y en contínuo aumento, los mismos que llenaban las salas de conciertos y lograban que álbumes como este vendieran 60.000 copias en el Reino Unido. Survival Records publicó "Secret people" en 1993, un disco que fue grabado en la primavera de ese año bajo la producción de Dònal Lunny y Calum Malcolm, que también ha trabajado con Clannad, Runrig o Simple Minds, entre muchos otros grupos ("Calum es muy bueno aportando clima y buen feeling a canciones de estructura sencilla"). El título del álbum se refiere a toda esa gente anónima que durante generaciones ha mantenido la tradición oral de sus conocimientos, y es precisamente una canción tradicional la que sirve de apertura, una de las composiciones destacadas, de título "Bonaparte", inspirada en las guerras napoleónicas; su percusión inicial deja entrever esa mezcla entre lo étnico, el pop y el funk que caracteriza a la banda, y destaca en un portentoso conjunto en el que a los versos en gaélico se unen los coros de varios miembros del grupo, creando una atmósfera muy especial. También tradicionales y en esa lengua tan complicada como hermosa que es el gaélico escocés son la delicada "Tobar mhoire (Tobermory)", "Seice ruairidh (Roddy's drum)" (un ejemplo de 'mouth music' que fue grabada a finales de los 70 por la banda escocesa de folk Na h-Òganaich) y "Hi rim bo" (una maravillosa y antigua 'walking song', o canción de trabajo, en la que queda impregnado el sentimiento de cientos de años). Como es habitual en este grupo que se aprovecha de las cualidades vocales de su único miembro femenino, no abundan los instrumentales, de los que sólo hay dos ejemplos en el disco, en su mayoría también de origen tradicional. Sin embargo, hay que reconocer el mérito y las posibilidades compositivas de Donald Shaw, John Saich y Manus Lunny, que contribuyen con dos canciones cada uno, todas ellas en inglés: tras una tremenda entrada de violines, Saich firma el afortunado primer single del disco, "Four stone walls", animado corte que sin duda contribuyó a que "Secret people" llegara al número 40 de las listas británicas. Creada por Shaw, es necesario destacar una maravillosa "Crime of passion", escrita por el tricentenario de la masacre de la ciudad escocesa de Glencoe, donde fueron asesinados 38 miembros del clan MacDonald. De Lunny son dos pequeñas joyas de esencia celta, suaves, dulces y de hermosa conjunción, como "Grace and pride" y "Stinging rain". Por último, mencionar la contribución del poeta y escritor escocés Aonghas MacNeacail en la letra de "Oran", y la curiosidad del rescate de uno de los cortes de "Cascade", de una década atrás, un "An eala bhan" donde se puede apreciar el salto de calidad del grupo, aunque haya que reconocer que, tanto en 1984 como en 1993, interpretaciones como ésta nos dejen literalmente postrados ante la voz de Karen Matheson.

Afianzados en sus intenciones y con un creciente éxito internacional, Capercaillie mantenían la formación de su anterior plástico, ahondando en una mayor importancia en las percusiones: Karen Matheson (voz), Donald Shaw (acordeón, teclados), Marc Duff (flauta, bodhran, sintetizador), Manus Lunny (bouzouki, guitarra), Charlie McKerron (violín), John Saich (bajo, guitarra), James Mackintosh (percusión, batería) y Iain Murray (batería y percusiones adicionales); además Dònal Lunny tocaba el bodhran en un tema y John Saich, Manus Lunny y Donald Shaw acometían voces de fondo en algunos de los cortes. Un año después de "Secret people", un puñado de canciones emblemáticas del grupo fueron remezcladas por el productor Will Mowat para conformar el álbum "Capercaillie". La modernización del sonido de la banda escocesa alcanzó aquí su punto más álgido, el más cercano al 'ethno-techno', viajando por igual hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Seis composiciones de "Secret people" fueron recogidas en ese disco homónimo ("Bonaparte", "Crime of passion", "Stinging rain", "Tobermory", "The miracle of being" y "Grace and pride"), y aunque fue recibido con un cierto reparo por parte de sus seguidores, incluso escepticismo desde los propios miembros de la banda -de hecho presenta algún momento prescindible-, es preciso reconocer que los temas son tratados con mucho respeto, y mezclados con cuidado y muy buen gusto. Volviendo al disco que nos ocupa, hay que acabar diciendo que "Secret people" no es sólo una estimulante sucesión de canciones de origen celta y envoltorio pop, sino que llega más allá, hasta las raíces de una cultura, la escocesa, más viva que nunca gracias a la prodigiosa atemporalidad de Capercaillie.

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15.5.12

LUDOVICO EINAUDI:
"Le onde"

No es fácil conseguir que un disco de solos de piano no resulte tedioso, y menos que destaque en la generalidad de una corriente, la de las Nuevas Músicas, en la que no sólo abundan los buenos pianistas (algunos de enorme fama, incluso más allá de la calidad de sus composiciones), sino que tales trabajos pueden perderse en su maremágnum de estilos, instrumentos y fusiones. Tal vez por provenir de un país poco habituado a exitosos instrumentistas internacionales como es Italia, el caso de Ludovico Einaudi no es de los de triunfo inmediato. Nacido en Turín y graduado en composición en Milán, no deja de resultar extraño que su primer disco realmente propio llegara a mediados de los 90, cuando este pianista llevaba cerca de quince años componiendo para teatro, danza, orquestas o realizando música de cámara. Sin contar "Time out", basado en su música para el espectáculo teatral de igual título, "Le onde" fue su primera entrega y BMG Ricordi (Casa Ricordi era una célebre y antigua compañía milanesa que adquirió BMG, y posteriormente Universal Music) la publicó en 1996 (una posterior reedición presenta una portada distinta a la original), suponiendo un enorme aldabonazo para su autor en ese mundo indeterminado que sabe recoger lo mejor de lo clásico y de lo nuevo.

Una poesía firmada por Ludovico Einaudi protagoniza las páginas centrales del libreto del disco. Habla de una playa larguísima, sin principio y sin final, y de un hombre que camina por ella, contemplando esas olas del título de la obra, más grandes o más pequeñas, más cortas o más largas, siempre iguales y siempre distintas. Puede venir a la cabeza esa definición de minimalismo que habla de un cielo lleno de nubes que parecen siempre iguales pero en realidad van cambiando casi imperceptiblemente. Minimalismo es una etiqueta que no disgusta a Einaudi -es confeso admirador de la obra de Philip Glass-, en la cual se le puede inscribir si bien sus canciones presentan por lo general unas características melódicas más numerosas y cambiantes, algo parecido a lo que sucede con las bandas sonoras de otro pianista admirado por el italiano, Michael Nyman. De hecho, en la composición que da título a "Le onde" se podrían encontrar ecos lejanos del exitoso tema principal de "El piano", publicado sólo unos años antes. Francamente, y más allá de comparaciones, "Le onde" es una de esas melodías envolventes que consiguen que se pare el tiempo, que las personas se sumerjan en un mar de recuerdos, de evocaciones, de nostalgia. Pero si "Le onde" es una partitura soberbia, todo un homenaje a la belleza, la facilidad de Einaudi para crear piezas verdaderamente hermosas, plásticas, incluso simbólicas, no se queda ni mucho menos ahí. "Le onde" es un disco inspirado por la novela "The waves", de la novelista británica Virginia Woolf, una de las mayores figuras femeninas literarias del siglo XX, cuya prosa poética es convertida en música para piano, intentando conseguir la misma transmisión de sensaciones e impresiones. Ludovico se gusta y nos gusta cuando acomete melodías hipnóticas como "Ombre", dominando por completo el tiempo y el espacio, o fantaseando en momentos tan mágicos como "La linea scura". "Canzone popolare" es el comienzo, e introduce el elemento popular en el disco (una fuerte influencia en su estilo), mientras que composiciones calmadas como "Tracce" suenan enérgicas y las más desenfadadas como "Questa notte" sabe vestirlas de gozoso júbilo para hacerlas subir muchos enteros a pesar de no estar acompañadas de más instrumentación. Sorprende comprobar que la magia del disco no se acaba en su primeras canciones sino que dura hasta el final, pudiendo encontrar ejemplos de sobrada calidad en los últimos cortes, composiciones que para otros artistas serían de clara referencia como "Onde corte" o "Passaggio", que llevan impresa la magnificencia del estilo ya inconfundible de las manos de Einaudi. Realmente todo el álbum parece ser la banda sonora de una vida, pero adaptable a la de cada uno de los oyentes, capaces de encontrar consuelo en el conmovedor baile de notas de "Lontano", la pulcritud de "Ombre", la espiritualidad de "La linea scura", la ambientalidad de "Tracce", la contundencia de "Questa notte" o la ternura de "Dietro l'incanto". En general, y para tratarse de su primer CD, Einaudi logra en el mismo una atmósfera sorprendente y muy fructífera, un poderío que años después se verá complementado por una ligera electrónica, y es que este instrumentista estudió con uno de los grandes, el compositor vanguardista italiano Luciano Berio, que no desdeñaba la incorporación de esos elementos modernos en sus composiciones, buscando el equilibrio entre lo clásico y lo moderno.

Con "Le onde" Ludovico Einaudi dió el salto definitivo hacia la fama en el mundillo contemporáneo, de hecho Classic FM hizo de este disco un éxito de ventas en el Reino Unido. Plagado de enormes baladas, de las que sorprenden y emocionan, este trabajo se comporta como un ser uniforme. Einaudi irradia libertad con su estilo de banda sonora de viaje, pero uno de esos en los que se funde la aventura con una historia de amor, que se va desarrollando a lo largo del disco. Precisamente tres de los cortes de "Le onde" fueron incluídos en la banda sonora de la película "Abril" de Nanni Moretti ("Le Onde", "Ombre" y "Canzone popolare"), mientras que "La linea scura" se escucha en otra película, 'Fame chimica', de Paolo Vari y Antonio Bocola. Su idilio con la música para cine aún no había alcanzado su más alta expresión, y los encargos se multiplicarán con la fama y los años. No es este turinés, que de pequeño tocaba el piano con su madre, un músico exclusivamente de melodía, sino también de técnica, de fuerza, de ambiente y de sentimiento. Comenzando por la miniatura que abre el trabajo, Einaudi adquiere en "Le onde" ese tono popular que le acerca al oyente de manera más profunda, asombrando con la solidez de sus composiciones, la inquietud que transmiten y la firmeza de un lenguaje que obliga, literalmente, a permanecer a la escucha.

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7.5.12

PAUL WINTER CONSORT:
"En directo en España

Muchos grupos y artistas, de diferentes estilos musicales, han afirmado que el público español es uno de los más calurosos y agradecidos a la hora de arropar las interpretaciones en vivo. Algunos incluso preferían comenzar sus giras en nuestro país, lo que podía servir como una especie de termómetro de lo que les esperaba en otros lares. Las conocidas como 'músicas del mundo' siempre han contado con multitud de festivales y ciclos por toda España, así como en su momento los artistas del mundillo de las nuevas músicas. Abarcando ambas denominaciones y alguna más (jazz, bossa nova o incluso flirteando con la música de cámara), el saxofonista norteamericano Paul Winter llevaba décadas transitando por multitud de escenarios mundiales cuando en 1992 llegó a 'la piel de toro' por tercera vez con su grupo, el Paul Winter Consort, en una gira especial y multitudinaria que acabó originando un disco glorioso, alabado y premiado, cuya edición primaria, editada por Ediciones Resistencia en 1993, contaba con un definitorio título en español: "En directo en España". Nuestro país se había convertido en uno de sus lugares favoritos para tocar, y los teatros que acogían los espectáculos se adecuaban maravillosamente a las intenciones de esa música dinámica y jubilosa característica del Paul Winter Consort.

La formación del Consort para esta populosa gira era una auténtica delicia que ha pasado a la historia de las nuevas músicas: al saxo soprano de Paul Winter se unieron Paul Halley (piano), Eugene Friesen (violonchelo), Rhonda Larson (flauta), Glen Vélez (percusiones), y una novedad en la búsqueda de las notas graves, la presencia de un contrabajista, Eliot Wadopian. El resultado está envuelto por esa energía telúrica, mágica y saludable, que desprende en directo el Consort y que conecta fácilmente con un público entregado de principio a fin. Así, compartiendo el júbilo, se entiende la razón primera de su música, de esa celebración de la vida que es cada disco del Paul Winter Consort. En estas condiciones, la propuesta que Sonifolk -para su sello Lyricon- presentó a Winter para grabar un disco en directo, no sólo era viable sino absolutamente necesaria. La compañía puso a disposición de la banda la última tecnología digital de grabación de la casa Yamaha, y el músico de Pensilvania se reservó el derecho de seleccionar los temas a incluir. Destaca entre estos Paul Halley como compositor, ya que cinco de los cortes son exclusivos suyos, dos de su excelente disco en solitario "Angel on a Stone Wall" (las melódicas "Montana" y "Todo mundo"), "Appalachian Morning" (corte movido, de aires tropicales, incluído en el trabajo del Consort "Earth: Voices of a Planet"), la dulce, relajante y maravillosa "Winter's Dream" (del álbum "Sun Singer") y una composición nueva, escrita especialmente para esta gira, que supone uno de los grandes momentos del espectáculo: "Fare Well" es, como su nombre indica, una despedida, un homenaje a la flautista Rhonda Larson, que dejaría el grupo tras esta gira de 1992 para dedicarse a su carrera en solitario; de hecho, la interpretación en el Teatro Falla de Cádiz, que es la que se escucha en este álbum, fue la última de Rhonda como miembro activo del Consort, y en ella quedó impresa una especial emotividad. En la extraordinaria cohesión de la banda, donde cada instrumento posee su personalidad e importancia, por lo general las melodías principales se acometen con los instrumentos de viento, con un cierto dominio del saxo soprano sobre la flauta, si bien ambos nos ofrecen espectaculares clímax cuando dialogan entre sí (por ejemplo en la comentada "Fare Well"). El violonchelo de Eugene Friesen aporta una mayor impronta en su única composición propia del disco, "Spanish Angel", que no es sino la adaptación para la ocasión de "Bright Angel" (originaria del álbum "Canyon"), inspirada no sólo por su experiencia en el Gran Cañón sino por el recuerdo de haber escuchado a Paco de Lucía en una anterior visita a nuestro país. También a "Canyon" pertenece la pieza que abre este concierto privado, "River Run", que pretendía reflejar la experiencia de un emocionante rafting. El momento de gloria para ese gran percusionista que es el mexicano-americano Glen Vélez llegaba en cada evento cuando desplegaba su gama de utensilios, pero en el Teatro Monumental de Madrid, con muy buen tino, se hizo acompañar de otro mítico percusionista patrio, Pedro Estevan (que formara La Orquesta de las Nubes junto a Suso Sáiz y María Villa), para sorprender al personal en lo que acabó titulándose "Duet for Two Percussionists". Otras dos improvisaciones reflejadas en esta suerte de compilación son "Música para una noche de domingo en Salamanca" (un tipo de título fácil que no era nuevo para Winter, pero que enorgullece sin duda al público salmantino) y "Blues for Cádiz", que cierra el álbum de forma sorprendente. Antes disfrutamos de "Dancing Particles" (otra gran composición para "Sun Singer") y el momento relajante y maravilloso que supone "Suite from the Man who Planted Trees", de ese emotivo y enormemente satisfactorio álbum que es "El hombre que plantaba árboles", que ya había sonado anteriormente en este directo -en concreto "Oak Theme"- como preludio de "Todo mundo".

Un capítulo aparte merecen los agradecimientos del disco: a Doreen Metzner, Rodolfo Poveda (director del programa de Radio 3 Trópico Utópico, el primero en hacer sonar esta música en España), Ramón Trecet ("verdadero paladín de la causa de la música vital, quien lleva años presentando nuestra música ante muchos millares de personas de toda España con su famoso programa de radio Diálos 3 en Radio Nacional de España"), Julio Martí, José de la Fuente, Coro Acarreta, Pedro Vaquero, Angel Romero, Lara López y un largo etcétera que no sólo incluye al personal de Living Music sino además a Yamaha, a los propios músicos y, cómo no, al público que siguió esta maravillosa gira española de 1992 por Barcelona, Valencia, León, Vigo, Baracaldo, Salamanca, Madrid, Cartagena, Almería y Cádiz. El éxito del disco y su interés en otros países hizo que "En directo en España" fuera reeditado por Living Music bajo el título de "Spanish Angel", con cambio total en el orden de las canciones y la sustitución del dueto para dos percusionistas por "Almeria Duet", otra improvisación entre esos dos grandes amigos que son Paul Halley y Eugene Friesen, que dejó a Pedro Estevan sin distribución internacional. En portada, un águila imperial, la única ave endémica de la Península Ibérica, escasa y en contínua amenaza. Tras cuatro nominaciones infructuosas, por fin Paul Winter logró su primer Grammy en la categoría new age en 1994 con este trabajo (concretamente con esa edición internacional, "Spanish Angel"). En una nota enviada a Sonifolk expresaba de esta manera su agradecimiento: "Vosotros habéis sido en gran medida los padres de este proyecto y os estamos profundamente agradecidos por haber lanzado 'Spanish Angel'. Queremos compartir los honores de este Grammy con vosotros". Sólo fue el primero de muchos, pero en él se encuentran representados todos los espectadores españoles que alzaron sus aplausos en cualquier ciudad por la que pasó tan excelso grupo.

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