31.1.10

SAM CARDON & KURT BESTOR:
"Innovators"

En 1993 el músico de Gabón Pierre Akendengué y el compositor francés Hugues de Courson elaboraron un interesante trabajo titulado "Lambarena - Bach to Africa" en el que, homenajeando al médico y músico alemán Albert Schweitzer, conjugaban de sabia manera la música de Gabón y la de Johann Sebastian Bach, la gran pasión musical de este organista que fundó el Hospital que lleva su nombre en la ciudad de Lambaréné (al oeste de Gabón). Sin embargo el de Courson y Akendengué no fue el único recuerdo de Albert Schweitzer plasmado ese año 1993 en CD, ya que otros dos músicos, los estadounidenses Sam Cardon y Kurt Bestor, le dedicaron la primera canción de un CD mítico titulado "Innovators". La razón de su anecdótica importancia, aparte de su innegable calidad musical, fueron las condiciones de su primera edición, ya que fue utilizado para publicitar la versión 6.0 del conocido procesador de textos WordPerfect. "Innovators" incluía una primera pista con la versión demo de WordPerfect 6.0 para Windows y once pistas de sonido que pretendían, según WordPerfect Corporation, "honrar a aquellos cuyo valor y determinación han hecho más por la humanidad de manera grande o pequeña; algunos innovadores son de renombre mundial, pero otros han trabajado prácticamente de manera inadvertida y sin aplaudir". Hay que añadir que en nuestro país hubo un punto y seguido en cuanto a este disco cuando por medio del músico Jorge Grundman llegó a manos de, entre otros, el conocido locutor de radio Ramón Trecet, que sugirió que el disco se pudiera adquirir en una tirada promocional de mil ejemplares en beneficio de Médicos Sin Fronteras, y aunque su consecución no fue tarea fácil, al final esos mil CD's fueron vendidos telefónicamente en diez minutos a mil pesetas cada uno, con lo que la recaudación para Médicos Sin Fronteras fue de un millón de pesetas (actuales 6.000 euros).

Cada una de las pistas del álbum presentan historias rescatadas del olvido que encierran buenos propósitos. Así, vistas como pequeños himnos de los derechos humanos y los avances tecnológicos y culturales, no es de extrañar que gocen en su mayoría de un serio tratamiento orquestal (de buen gusto y estupendo acabado) así como de un trasfondo religioso derivado del carácter mormón de este dúo ubicado en Salt Lake City (miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, congregación religiosa mormona con sede en dicha capital del estado de Utah), ganadores de un premio Emmy por su música para las retransmisiones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary 1988 en la cadena ABC. Algunas de las composiciones de "Innovators" poseen una calidad extraordinaria, encontrándonos ante un disco injustamente olvidado. En efecto, el Premio Nobel de la Paz Albert Schweitzer es el primero de esos innovadores, en una inspiradísima composición de título "Sage of Lamberéné" que trataba de acercar dos formas tan distintas de concebir la música como son la de Bach y la de las tribus del Gabón, en una fusión suave, melodiosa y encantadora, con ritmo africano (percusión y flauta), melodía europea (al piano y orquesta) y voces conjuntas, logrando un continuo y emocionante clímax. El espíritu viajero de Cardon y Bestor nos sirve de guía por todo el mundo: "Rainmaker" nos conduce alegremente al viejo oeste americano (además de los instrumentos convencionales suenan unos estupendos armónica, acordeón y violín) en un recuerdo de Charles Mallory Hatfield, el hombre que podía hacer llover y que acabó inundando San Diego. "Man Among Men" agrada con un estilo sencillo, desenfadado y muy agradable, donde se unen teclados, guitarra, flautas de pan (sikus) y voces y percusiones (a cargo del peruano Alex Acuña), en esta ocasión en un viaje con destino Brasil para tratar el tema de la esclavitud y hablarnos de un 'hombre entre hombres', Black Pete. Irlanda es el destino de "Folkways", donde destaca especialmente el piano, con el acompañamiento de una tímida guitarra folk y otros instrumentos autóctonos (violín, bodhrán, dulcimer o flauta irlandesa), para terminar desarrollando una corta melodía de tipo celta consagrada a un astuto irlandés llamado John Brodison, que representa aquí el espíritu de su pueblo. Más ambiental, con un desarrollo rítmico in crescendo, es "Electric Highway", un deseo de libertad para el pueblo chino dedicado a Chai Ling, la líder del movimiento estudiantil pro-democracia en Pekín, que vivió la matanza de estudiantes en la plaza de Tiananmen por soldados del comunista Ejército de Liberación del Pueblo. La melancólica flauta shakuhachi que interpreta Kazo Matsui en "Minimal Universe" nos permite pasar por Japón, en un recuerdo del equilibrio dominante en las doctrinas niponas, y más cercano al jazz es "The Third Spring", sobre la caída del muro de Berlín y la liberación de los pueblos oprimidos. Pero posiblemente sean los cuatro temas que restan por comentar los que, junto a "Sage of Lamberéné" o "Electric Highway", más destaquen en el conjunto del disco, dos de ellos por su concepción puramente orquestal de cierta inspiración religiosa ("Three Tools" sobre los masones y la construcción de catedrales en piedra, llenas de simbología, y un corto pero muy intenso "Requiem" por los héroes anónimos -inspirado por el Adagio de Samuel Barber-, en el que estos músicos expresan cómo la memoria de los virtuosos mantiene viva la virtud en nosotros mismos), otro dedicado a la increíble mente de Stephen Hawking ("Mastermind", una rítmica pieza de suave estilo electrónico aderezada con un trasfondo acústico con interesantes saxofón y batería, en un potente clímax jazzístico) y una emotiva despedida cantada a cappella por Kurt Bestor, un sentido himno titulado "Prayer of the Children", compuesto por Bestor cuando ejerció en Serbia en los 70 como misionero y trabajó con niños en un hospital que fue desgraciadamente destruido.

Este disco aún iba a deparar mucha más actividad años después de aquel lanzamiento promocional en 1993 por WordPerfect Corporation. Dos años después, en 1995, fue lanzado sin la pista de WordPerfect y con portada distinta por la compañía Treble V, incluyendo además dos composiciones descartadas de la primera edición: "The Snake Priest" dedicada a Richard Burton y "La capitana", de inspiración flamenca por recordar a la bailadora y cantadora española Carmen Amaya, que llegó a ser portada de la revista Life y a actuar en la Casa Blanca para el presidente Roosevelt. "Innovators" fue reeditado en 2000 con motivo de un concierto especial que Cardon y Bestor prepararon para la cadena estadounidense PBS, un impactante evento que contó con su plasmación en DVD ese mismo año. Además, en 2001 se publicó una continuación, "Innovators II: Keepers of the Flame", dedicado al espíritu olímpico. Brian Blosil fue el productor de las dos partes de "Innovators", un álbum que pretendía celebrar el espíritu indomable de 'los innovadores' y que nos descubrió a otros dos, cuyos nombres, Sam Cardon y Kurt Bestor, no son conocidos mayoritariamente, pero con su labor misionera y con obras como éstas contribuyen a su manera al bienestar del mundo. Como dice Bestor en su web: "Mis logros en el pasado no significan nada si no hago algo con mi música para mejorar el futuro".



17.1.10

KEPA JUNKERA:
"Bilbao 00:00h"

Tanto en una actividad vocal con la sonoridad del euskera al frente, como de manera instrumental en base a numerosos instrumentos autóctonos, la música tradicional vasca ha sabido integrarse notablemente en una sociedad que es cada vez más consciente de la riqueza de sus raíces culturales, bien de manera exclusivamente folclórica como en combinación con la música más popular, pop, rock o de cantautor. Uno de los grupos más representativos de la música vasca desde los 70 es sin duda Oskorri, que abordan con eficacia tanto canciones como instrumentales, y precisamente con ellos ha colaborado Kepa Junkera en numerosas ocasiones mientras desgranaba sus inquietudes musicales en discos en solitario que, en una labor sin par de aprendizaje y aptitud, ampliaban las fronteras naturales de la trikitixa, ese pequeño acordeón diatónico de botones que en las manos de un trikitilari como Kepa Junkera desarrolla melodías bailables endiabladamente rápidas (dantzas y valses fusionados con jazz o rock) o aires lentos de indudable ternura. Tras absorber influencias de diversos estilos y países, y hacer multitud de amigos en sus viajes por el mundo, por fín llegó el momento de la explosión de este trotamundos con un homenaje a su amada ciudad natal de título "Bilbao 00:00h".

'Bilbao hora cero', debería leerse en el título de este disco para poder encontrar el sentido homenaje a Astor Piazzolla en el mismo. Resistencia publicó este trabajo sin igual en 1998 en un formato más parecido a un libro que a un compact disc, dada la extensión y calidad de la información incluída, un libreto de 140 páginas que hace honor a este disco doble de inspiradísimo folclore vasco con sonido muy actual, y con un impresionante (casi increible) elenco de colaboradores que llega a superar el de otro disco mítico del folk español publicado sólo dos años antes, "A irmandade das estrelas" de un Carlos Núñez que profesa con Kepa Junkera admiración mutua. "Bilbao 00:00h" es un espacio intercultural donde se funden leyendas del acordeón (Phil Cunningham, Máirtín O'Connor), de la gaita (Liam O'Flynn, Paddy Moloney, Xosé Manuel Budiño), del violín (Alasdair Fraser), del timple canario (José Antonio Ramos), del banjo (Bela Fleck), de la flauta (Carlos Núñez), o las voces de Dulce Pontes, Pedro Guerra o Benito Lertxundi, todo ello sin perder un ápice de la identidad vasca de este bilbaíno nacido en 1965. No acaban ahí los nombres: grupos como Hedningarna, La bottine souriante, Radio Tarifa o La musgaña, grandes intérpretes como Tomás San Miguel, Javier Paxariño, Luis Delgado, Pedro Estevan, Justin Vali, Andrés Bedó o Ibon Koteron, y cómo no, los sempiternos Oskorri, acompañan a la banda de Kepa: Julio Andrade, Angel Unzu, Marie-Hélène Guillaume, Igor Otxoa y Harkaitz Martínez.

"Arin Quebec" es una soberana introducción con los empatizantes amigos de La bottine souriante, donde el zapateado de Michel Bordelau sustituye a la pandereta que lleva asociada por tradición la trikitixa, si bien el hermanamiento con mundos tan lejanos y fríos como el Quebec es si cabe más atractivo en una de las piezas más conocidas del álbum, la poderosa "Bok-Espok", composición del propio Kepa que ejecuta junto al grupo escandinavo Hedningarna. Una de las colaboraciones más bellas y sentidas es la de Pedro Guerra, que pone letra y voz a "Del Hierro a Madagascar", para ser a continuación Carlos Núñez el que deje su marca en la interpretación de la flauta de "Fasio & Lurra-Terra". En conexión directa con la música celta, destacan "Muskerraren balsa & La balso de Combouscuro" (dulce y melancólica tonada en la que el ilustrísimo acordeonista Phil Cunningham cede ese instrumento a Kepa para acometer el piano y la flauta irlandesa) y "Gesala" (costumbrista, evocadora de pequeños pueblos pesqueros, así es esta pieza a la que dan luz Alasdair Fraser y Liam O'Flynn). Sin colaboraciones especiales, "Santimamiñeko fandangoa" y "Gaztelugatxeko Martxa" muestran a Kepa Junkera y su grupo en su propia salsa, gustándose y gustándonos. Así acaba un primer CD más atractivo de cara al gran público, si bien el segundo encierra deliciosos encuentros étnicos, como la canción del malgache Justin Vali "Fali-Faly" o el clásico de Cabo Verde "Sodade" con la voz de Dulce Pontes, siempre como su nombre. Emotiva es la llegada de Oskorri en "Arin-Oskorri", si bien realmente espectacular es el siguiente tema, "Zumaia", de las mejores melodías del disco y como en todo él, de una ejecución formidable y la ayuda de Guilherme Inês en las mezclas. Para terminar, otra bailable muestra de título "Arin-Argiñeta & Ortigueira dantza", con la colaboración de Maírtín O'Connor y Alasdair Fraser.

Decía Kepa que "con el poco respeto que se ha tenido a estas músicas, el poder haber hecho discos me parece ya increíble". Lo increíble y absolutamente indispensable en la música tradicional española (incluso mundial) de las últimas décadas es este trabajo elegante, bien pensado, mejor hecho, que recibió enfervorizados aplausos por parte de crítica y público. Sus múltiples colaboraciones van más allá de su simple propósito, son auténticos lazos entre músicos comprometidos que consiguen que este disco sea, como el Bilbao que define Xabier Rekalde en la introducción del libreto, un abrazo. Y no sólo eso, una ciudad con música en todos sus rincones, una música que se abre al mundo por medio de un bilbaino cuyo nombre es conocido ya por casi todos. Y aunque acumulara hasta la fecha numerosos premios, colaboraciones y discos en solitario, "Bilbao 00:00h" fue una auténtica 'hora cero' para Kepa Junkera, cuya fulgurante carrera internacional (así como en gran parte de nuestro territorio) cobró aquí el merecido impulso y reconocimiento. Si la trikitixa era conocida en la antiguedad como 'el fuelle del infierno', Kepa Junkera se ha ganado el cielo con ese instrumento.







10.1.10

YO-YO MA &
BOBBY McFERRIN:
"Hush"

Aunque sea mundialmente conocido por la canción "Don't worry, be happy" (aparecida en la película "Cocktail" y número 1 en Estados Unidos), la capacidad de Bobby McFerrin como vocalista va más allá de las posibilidades del multipistas. Como intérprete a capella es capaz de crear efectos de sonido inusuales (con la garganta y golpeándose el pecho) a la vez que canta o tararea llegando a rangos vocales de varias octavas superiores a lo normal, encontrándonos así no sólo con un intérprete excepcional sino con un auténtico showman, que también es un reconocido director de orquesta. Más allá del jazz al que es comúnmente asociado, el estilo de este neoyorquino es personal y su repertorio tan variado como capaz de afrontar proyectos como el que realizó junto al violonchelista Yo-Yo Ma en 1992. Ma, considerado como uno de los mejores violonchelistas del mundo, es un estadounidense de origen chino, ganador de numerosos premios grammy que, como McFerrin, también ha intentado de vez en cuando desencasillarse de la pureza clásica en proyectos con intérpretes de bluegrass, tango (obras de Piazzolla), en el cine (participó en "Tigre y dragón" o "Memorias de una Geisha") o con este "Hush" que Sony Masterworks publicó en 1992.

Yo-Yo nos explica que "Hush" es una celebración musical de la vida, para todas las edades, si bien este disco pretende ante todo, en palabras de Bobby, "encontrar al niño que duerme dentro del adulto". Ambos músicos se dedican elogiosas palabras en las notas interiores, en especial McFerrin destaca que Yo-Yo es la fuente secreta del disco, que su genio musical ha sido el origen de este proyecto. Es sin embargo Bobby McFerrin el que aporta en el mismo la labor de composición (cinco de los temas por ninguno de Yo-Yo Ma), intercalando sus piezas entre otras de Vivaldi, Rimsky-Korsakov, Rachmaninoff, Bach, Barrière, Gounod, y un tema tradicional que resulta delicioso en los arreglos del vocalista. El comienzo del disco, de título "Grace", es una combinación preciosa y perfecta de eficiencia en dos maneras muy distintas de interpretar la música pero similares en cuanto a entenderla y hacernos disfrutar con ella; McFerrin desarrolla un fondo suave y repetitivo sobre el cual el chelo ejecuta secuencias acompasadas plenas de encanto con una cierta 'gracia' oriental. ¿Qué se puede decir del "Andante" de Vivaldi, el "Allegro prestissimo" de Barrière o la "Musette" y "Air" de Bach? Esencialmente que no pierden su encanto y seriedad a pesar de que una voz emule a la mandolina, el segundo chelo o un teclado, cobrando otra dimensión que no por distinta ha de ser rechazada tajantemente; dichas piezas son homenajeadas saltándose el academicismo en una fusión con jazz, folk o a capella que ha de ser aceptada sin prejuicios, como es interpretada sin sarcasmo. Mientras tanto, otras de esas piezas antiguas cobran especial importancia por su contexto popular en el que la falta de rigor aumenta su componente lúdico: tal es el caso del conocido 'vuelo del abejorro' ("Flight of the bumblebee") de Rimsky-Korsakov, que ya tiene implícito de por sí un aura infaltil, y del tema tradicional "Hush little baby" que McFerrin y Yo-Yo Ma convierten, sencillamente, en un posible hit de estructura pop sin los convencionalismos del género. Eso sí, son las composiciones nuevas, originales de Bobby McFerrin, las que deslumbran y desarbolan en profundidad la idea primaria de la colaboración entre estos dos grandes artistas: si ya he descrito "Grace" como una introducción perfecta, no menos interesantes son "Stars" (donde el registro de McFerrin se desdobla en un fondo que emula a las cuerdas y una parte de vocalista puro con aroma femenino), "Coyote" (muestra de virtuosismo vocal en solitario, pues en ausencia de violonchelo Bobby se encarga de fondo, melodía y todo tipo de percusiones vocales en una eficaz labor de estudio) o un "Hoedown!" de ritmos más vitales e interpretación más alocada y divertida (el título se refiere a un tipo de danza folclórica típicamente americana).

Posiblemente el secreto de lo satisfactorio de este "Hush", más allá de las piezas elegidas o la calidad de los intérpretes, sea la estupenda sensación de que, ante todo, Yo-Yo Ma y Bobby McFerrinn se estén divirtiendo en su colaboración, lo que se acaba notando en el resultado final, tan inusual como destacado por la crítica. Efectivamente, comprobar el manejo del violonchelo de Ma cuando sobre él McFerrinn pasa fácilmente de graves a agudos, permitiéndole interpretar casi a la vez un bajo y un falsete, además del acompañamiento rítmico, es un lujo a la vez que una idea excepcional y un acierto de la compañía de discos, la división clásica (denominada 'Masterworks') de Sony.



4.1.10

STEVE KINDLER:
"Across a rainbow sea"


Fundada en el hermoso archipiélago de las islas Hawai, la compañía discográfica Global Pacific Records contó con varios años de intensa actividad en la difusión de una música instrumental muy acorde con la imagen que de estas islas podemos tener desde la lejanía: colorido, regocijo, paz y naturaleza. Mezclando elementos folclóricos, electrónicos, de la música clásica y del mundo del jazz, artistas como Joaquín Liévano, Georgia Kelly, Ben Tavera King, Teja Bell o Steve Kindler elaboraron para Global Pacific trabajos que si bien no entraron ruidosamente en las listas de éxitos de este tipo de músicas, sí que quedaron como una buena alternativa a las grandes compañías por su sonido elegante y jubiloso, de producción eficaz, buena presentación, y grandes dosis de calidad. No en vano, aunque Global Pacific acabara su actividad en pocos años, algunos de sus músicos siguen siendo recordados con interés, por ejemplo este violinista nacido en Oregon (aunque sus padres vivían en Alaska en aquella época) llamado Steve Kindler, que entró en la nómina de la compañía cuando se trasladó a vivir a Hawai, donde conoció a su esposa y publicó trabajos tan interesantes como "Across a rainbow sea".

Proveniente de una familia de músicos, Steve destacó enseguida como un niño prodigio, interpretando su violín en orquestas sinfónicas si bien a la par que Bach o Vivaldi -bajo la enseñanza del reconocido Raphael Spiro- encontró influencias de juventud en el rock de Led Zeppelin o The Beatles. El gran impulso en su carrera le llegó cuando recibió una importante llamada a los dieciocho años, la de John McLaughlin (un ídolo para Steve, al que consideraba un músico sin barreras, "con habilidad para casar la técnica y el enfoque clásico con el jazz y otras formas musicales") para incorporarse a la inminente gira mundial de la Mahavishnu Orchestra, a la que habían pertenecido importantes violinistas como Jerry Goodman o Jean-Luc Ponty, al que tenía que suplir en última instancia. Allí conoció a Jan Hammer, en cuya banda militó también en los 70 sustituyendo a Jerry Goodman. De ahí pasó a la banda de Jeff Beck, pero en 1978 decidió tomarse un descanso y trasladarse a Hawai, donde acabó tocando en la Orquesta Sinfónica de Honolulu, y entró en contacto con Global Pacific Records, con los que grabó varios atractivos trabajos, la mayoría de los cuales llegaron una vez el músico, cansado del clima tropical ("una cosa acerca de los climas tropicales es que las cosas se oxidan muy fácilmente, y las carreras y las personas no se resisten"), abandonó las islas para ubicarse esta vez en California. Tras sus experiencias anteriores, se adivinaba en Steve Kindler un músico ávido de emociones en diversos frentes, en solitario, con el grupo Barefoot, o colaborando con otros músicos de Global Pacific Records como Georgia Kelly o Teja Bell; con la primera retomó el espíritu impresionista en el sedoso trabajo "Fresh impressions" (con versiones de Fauré, Satie, Debussy y el posterior Honegger, amén de un tema del propio Kindler), mientras que con el segundo tejió una acertada red colorista de título "Dolphin smiles". Con la libertad que le otorgó la compañía, y una vez finalizada su difícil gira con el japonés Kitaro (que eligió un buen número de músicos estadounidenses para su presentación en directo en los Estados Unidos, entre ellos a Kindler en el violín, y con el que grabó el espectacular "Kojiki"), en 1990 creó su obra más recordada, "Across a rainbow sea"; en general se respira en el disco una enorme alegría y una tonalidad tan cálida y agradable como la que observamos en la maravillosa portada, obra de Andrew Annenberg. La evidencia es su primer tema, "For the Americas", un canto de esperanza de unión de los pueblos americanos (se nota en su ambiente folclórico) que, a pesar de contar con una variada instrumentación, está dominado rotundamente por el violín eléctrico de Steve. "Little Fuji" es otra de las melodías de fuerte inspiración tropical que destacan en el disco, poseedora de un armonioso encanto y abrumadora sensación de felicidad vacacional. Más suaves y meditativas son composiciones como "Plumeria" o "Mystic fire", evocadoras de ambientes más reposados (la primera es, por ejemplo, un recuerdo de las suaves brisas de las tardes tropicales, y la segunda de paisajes oceánicos), como una "Wistari reef" que goza de la colaboración de Suzanne Ciani al sintetizador. "Agua caliente" es otra de las composiciones destacadas, con una acertada guitarra de reminiscencias flamencas marcando el ritmo para dejar que el violín se explaye en toda su dimensión con un cierto ambiente latino. No hay que dejar de mencionar también el interesante corte titulado "Bodysurfer", que por su ritmo eléctrico puede recordar a ciertas composiciones de la época (como la conocida sintonía de la serie televisiva "Corrupción en Miami") de su amigo Jan Hammer, que a buen seguro dejó poso en el joven Steve. Todas las composiciones son del violinista, salvo "Caught up in the rapture", canción popularizada por Anita Baker. 

Aunque sobresalgan los violines (acústicos y eléctricos) para los que lógicamente están compuestas la mayoría de las piezas, "Across a rainbow sea" se beneficia de una rica instrumentación, donde destacan el paraguayo Carlos Reyes al arpa folk paraguaya, guitarra y bajo, las percusiones tropicales de Clay Henry, Isaac Epps y Pinchey Pete, la batería de Casey Scheuerell, la mencionada colaboración de Suzanne Ciani al sintetizador o la voz de la intérprete de jazz Jackie Ryan, que también grabó junto a Steve en su otro grupo de la nómina de Global Pacific, Barefoot. Kindler tambén interpreta las guitarras que suenan en tres de los cortes del trabajo, a excepción de la guitarra rítmica de "Agua caliente", a cargo de Carlos Reyes. La Mahavishnu Orchestra, Shadowfax, Jan Hammer, Jeff Beck o Kitaro son algunos de los artistas que han contado con colaboraciones de Steve Kindler, cuya forma de tocar el violín está influenciada por la música de la India, y que considera que este instrumento está injustamente estereotipado y debería tener un papel más amplio y destacado en la música actual, por sus características e influencia en las más variadas culturas. En definitiva, aconsejable rescatar algunos trabajos de Global Pacific y de Steve Kindler, un estupendo violinista que hace bastante tiempo que no se prodiga mucho.