24.8.12

RICHARD STOLTZMAN:
"Innervoices"

La magia que surge de un instrumento tan carismático como el clarinete, importante en cualquier orquesta clásica, es aún mayor cuando lo porta uno de esos monstruos de la interpretación como el estadounidense Richard Leslie Stoltzman, un músico de apretada agenda por un virtuosismo sin igual, apreciado especialmente en los círculos clásicos. La música de Big Band que tocaba su padre o sus contactos con el mundo del jazz, llegaron a provocar un nuevo sentido en su trayectoria en solitario, que se nutre especialmente de la visión inigualable que de la espiritualidad posee el músico canadiense Bill Douglas, gran amigo de Stoltzman y principal responsable de que el difícilmente catalogable mundillo de la new age acogiera el nombre del clarinetista de Omaha (Nebraska), y adoptara composiciones como propias, en especial la maravillosa e inolvidable "Begin sweet world".

Esa bendita composición pertenecía al primer álbum en solitario de Stoltzman, de igual título, publicado en 1986. "New York counterpoint" fue el siguiente paso un año después, y repetía la misma estructura, con el enorme añadido de la percusión de Glen Vélez. En 1989 fue de nuevo RCA la encargada de editar otro paso adelante, de título "Innervoices", donde al clarinete, el piano de Bill Douglas, el sintetizador de Jeremy Wall y el bajo de Eddie Gómez (sus músicos habituales y buenos amigos), se añade el arpa de Nancy Allen, las percusiones puntuales de Danny Gottlieb y Richie Morales, y sobre todo el punto distintivo de una voz especial, la de una intérprete conocida y reconocida como Judy collins, cantante folk americana ganadora de un premio grammy. El contenido vuelve a recoger tres tipos de influencias, la clásica, la jazzística y la ambiental, pero el envoltorio es tan coherente que cada una de las composiciones, aún poseyendo su propia alma, se recoge en un todo bien unificado en el que conviven sin pudor autores como Bach, Keith Jarrett o Bill Douglas, y el paso de uno a otro no supone bajón ni interferencia. Douglas es el autor por excelencia del trabajo, y canciones como las que abren el mismo se han convertido, como lo hizo "Begin sweet world", en pequeños clásicos que han sido interpretados de diversas maneras por su autor: se trata de esa bendición gaélica titulada "Deep peace", en la cual a los etéreos teclados de Bill Douglas y el excelso clarinete de Richard Stoltzman se les une la voz de Judy collins, en un resultado etéreo en el que únicamente se puede echar de menos un mayor toque de percusión para que la canción ganara en fuerza, si bien la intensidad de la misma es evidentemente espiritual y esencialmente interior (su letra parte de una bendición gaélica). También de Douglas son "Golden rain" (pequeña delicia escondida entre otros títulos más difundidos del álbum, en la que Stoltzman se muestra como un intérprete carismático y disfruta en su juego como el piano tanto como en "My song"), "Flower" y en especial "Innisfree", otra composición idílica y característica de este simpático canadiense, tanto que contará (como "Deep peace") con diferentes versiones, siendo la aquí aparecida casi exclusivamente para lucimiento de Stoltzman. Y es que el clarinete es el dominador, con toda lógica, del trabajo, apoyado convenientemente por sus 'compañeros de reparto', como el piano en "My song" (donde también escuchamos un buen bajo), en especial por la firma original de esta composición, la del inmortal pianista del sello ECM Keith Jarrett. Stoltzman acoge la pieza y la convierte en un pretexto para soñar despiertos, como lo intenta -con menos éxito- con otra adaptación de un grande, la del "If it's magic" de Stevie Wonder. Stoltzman, solicitado intérprete clásico, también gusta de incorporar repertorio de los grandes maestros a sus discos personales, por ejemplo un "Largo" de Bach que permite su lucimiento, "The swan" de Camille Saint-Saens o el "Ave Verum" de Mozart, un buen final en la faceta más popular de un Richard Stoltzman que muestra sus numerosas caras en el disco. Pero si los grandes clásicos son inmortales, también determinadas canciones, bien construidas y excelentemente interpretadas, pueden dejar huella y certificar una nueva importancia en la música ligera: "For free" es un auténtico regalo, una gloriosa dádiva en la que todo es admirable, desde la adaptación hasta la interpretación vocal de Judy Collins, y por supuesto la composición original de otra veterana cantante surgida del mundo del folk, la canadiense Joni Mitchell, que creó esta pequeña maravilla en 1970 cuando, en uno de sus momentos más exitosos y solicitados, observó embelesada a un músico callejero tocar de manera venerable el clarinete totalmente gratis, en un claro reflejo de las injusticias de la vida (ella tenía guardaespaldas, viajaba en limusina y cobraba sumas astronómicas, mientras él tocaba 'for free', gratis, en cualquier esquina). Reseñar que en el álbum original de Joni Mitchell que incluye dicha canción, el clarinete es interpretado por el mítico Paul Horn.

Con canciones tan rotundas como "For free", "Innervoices" se convierte en un trabajo esencial. Stoltzman convierte al clarinete en un instrumento poderoso, pleno de magia y vitalidad, y lo demuestra en asociaciones con voces carismáticas (la de una Judy collins que aunque sólo aparezca en dos de las canciones se deja ver en la portada del álbum), en bonitas adaptaciones clásicas, en cortes de suave jazz o en momentos ambientales bajo la firma de Bill Douglas, cuya amistad con Richard Stoltzman nos ha permitido contemplar ensimismados el acercamiento de este generoso clarinetista al terreno popular, con esos ramalazos clásicos, jazzísticos y folclóricos. Jeremy Wall, que fuera miembro fundador del grupo de jazz fusion Spyro Gyra, es otro nombre importante no sólo del álbum (en su labor de productor y teclista) sino de esta carrera popular de Richard Stoltzman que tras "Innervoices" continuará divirtiendo y entusiasmando a su público menos clásico con discos tan variados como "Brasil", "Dreams", "Visions" o "Spirits".

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