Aunque no siempre sean sinónimo de calidad, algunos músicos están abonados con casi cada uno de sus discos a estar nominados a diversos premios musicales. En esta disciplina poco infalible, a veces el mero nombre del artista en cuestión ya es razón para tenerlo en cuenta en las nominaciones, como es el caso de Enya, Kitaro, R. Carlos Nakai o Paul Winter en la categoría New Age de los Premios Grammy. En los últimos años, el carismático psicólogo, escritor y músico Michael Brant DeMaria ha sido objeto de varias nominaciones en dicha categoría por sus relajantes álbumes "Ocean", "Gaia" y "Bindu". Antes de ellos, el primer gran éxito de este artista, "Siyotanka", fue nominado también en los Grammy en la categoría Native American Music Album, y si bien no ganó ni esa ni las posteriores nominaciones, sus álbumes han alcanzado fácilmente la primera posición en las listas de ventas de música New Age. "Siyotanka", publicado en 2008 por Ontos Music (el sello del propio DeMaria), sí que obtuvo el prestigioso Premio Native American Music en la categoría Native Heart, así como el Premio ZMR (de la influyente web Zone Music Reporter) al mejor Native American Album. Y todo ello sin que por las venas de Michael DeMaria corra sangre india.
En 2003, Michael había entrado en contacto con la música para sanación por medio de un alabado álbum titulado "The river", en el que nos recibían ambientes terrenales muy placenteros, ideales para la relajación. El comienzo del interés de este inquieto personaje por la música curativa provenía de su propia experiencia, cuando a los 7 años utilizó la música como terapia para recuperarse de una operación, creando sonidos propios que le evadían de su convalecencia como en una forma de terapia. La adolescencia le llevó al mundo del jazz como batería y percusionista, para acabar admirando el piano de Keith Jarrett o la guitarra de Wil Ackerman, que le hicieron buscar caminos más profundos. Fue a una edad avanzada, 31 años, cuando escuchó por vez primera la flauta nativa americana, de la mano del disco "Earth spirit" del indio navajo Carlos R. Nakai, con el que acabaría colaborando años después: "Eso me llevó a un mundo completamente diferente, había algo en el sonido agridulce, inquietantemente familiar de la flauta, que me llevó a un lugar interior aún más profundo (...) Literalmente trajo lágrimas a mis ojos". En su faceta de autor, y absorbido por el encanto del instrumento, DeMaria escribió "Siyotanka: The legend of the flute" como una obra de teatro (junto al también psicólogo Stephen C.Lott) en 2008, encargándose además de su banda sonora, el trabajo aquí presentado. 'Siyotanka' es la palabra Lakota para 'flauta' (también puede traducirse como 'gran canción'), y la obra (estrenada con gran éxito en Pensacola, Florida, ganadora de seis premios Crystal) narra la leyenda india sobre la creación de la primera flauta nativa americana, a través del viaje de un niño, Takoda, y su encuentro con la naturaleza, "una metáfora de nuestro viaje por la vida a medida que crecemos, exploramos y hacemos frente a nuestros miedos (...) Un mensaje de amor y paz, con un significado profundamente espiritual, filosófico y sociológico". La importancia de la flauta es evidentemente fundamental en la obra y en el álbum, un instrumento que a pesar de su aprendizaje tardío, Michael afirma tocar con el corazón: "Cierro los ojos y es lo más parecido a volar, siento que mi espíritu se eleva cuando toco, y es una emoción y alegría sin igual para mí". DeMaria interpreta en este disco cuya portada corre a cargo del co-autor de la obra teatral, Stephen Lott, flauta, teclados y percusión, así como guitarra acústica en “Beyond The Known”. Un inmenso relax nos atrapa desde el primer minuto, merced a la adormilante combinación de percusión, viento y teclados que supone "The village". Así, mecidos por el arrullo de la flauta, se nos presentan melodías más calmadas ("Siyotanka", "Three trees"), alternadas con otras puramente ambientales ("Night watcher", el atmosférico comienzo de "Becoming Takoda") o ritmos atrayentes de reminiscencias indias ("Grandfather", "Branched horn"). En este entorno hermoso, idílico, mágico incluso, varios instantes especiales marcan sin embargo definitivamente el trabajo: en "The Quest" teclado y flauta se armonizan para, junto a percusiones autóctonas, retratar un sencillo panorama desértico. En "Nuka" sonidos naturales nos presentan un sereno amanecer en plena naturaleza, logrando un relajante vínculo espiritual entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Como corte posiblemente más destacado, "Beyond the known" es una pieza poderosa, un encantamiento que parece buscar una conexión mística con los elementos y con las deidades indígenas, la dualidad de su sencila melodía aflautada y un serio y acertado componente rítmico conforman un todo envolvente, en un emocionante llamamiento a la conciencia ecológica, así como un ejemplo de amor: "La fuerza motivadora principal en mi vida es el amor. El amor en el sentido de lo que los griegos llamaban ágape - que es el amor por la vida y la humanidad. Amo la vida, amo a la gente, y me encanta crear".
Nacido en 1962 en Norwalk, Connecticut, y criado en Wilton, Michael DeMaria -que completó sus estudios de psicología y filosofía en la Universidad de West Florida- se sitúa con su serie de meditativos álbumes que agrupa bajo la demoninación de 'Healing music' (música curativa), en la estela de otros músicos ilustres como Deuter o Stephan Micus, al menos en cuanto a la placidez y serenidad de unas melodías que también saben encontrar una cierta vertiente enérgica, desarrollos sostenidos de hipnóticas cadencias que nos conducen hacia paisajes de enormes llanuras yermas y cielos inmensos. Teclados, flautas y sonidos naturales dominan sus ambientes, no exentos de magia ancestral en su sencillez que delatan las inquietudes de su autor tanto por la música étnica (africana, japonesa, música gitana), el jazz (George Winston, Miles Davis) y la musicoterapia (es el fundador de Ontos, compañía de investigación en prácticas curativas), como por las posibilidades de los sintetizadores (Alan Parsons, Jean Michel Jarre, Tangerine Dream). Deliciosamente étnico y natural, como la figura jorobada del Kokopelli (ese conocido dios indio de la fertilidad que está tocando una flauta), el encanto de un álbum como "Siyotanka" va más allá de lo material, fundiéndose con una conciencia que conecta directamente con los predicamentos de la cultura de la Nueva Era.
En 2003, Michael había entrado en contacto con la música para sanación por medio de un alabado álbum titulado "The river", en el que nos recibían ambientes terrenales muy placenteros, ideales para la relajación. El comienzo del interés de este inquieto personaje por la música curativa provenía de su propia experiencia, cuando a los 7 años utilizó la música como terapia para recuperarse de una operación, creando sonidos propios que le evadían de su convalecencia como en una forma de terapia. La adolescencia le llevó al mundo del jazz como batería y percusionista, para acabar admirando el piano de Keith Jarrett o la guitarra de Wil Ackerman, que le hicieron buscar caminos más profundos. Fue a una edad avanzada, 31 años, cuando escuchó por vez primera la flauta nativa americana, de la mano del disco "Earth spirit" del indio navajo Carlos R. Nakai, con el que acabaría colaborando años después: "Eso me llevó a un mundo completamente diferente, había algo en el sonido agridulce, inquietantemente familiar de la flauta, que me llevó a un lugar interior aún más profundo (...) Literalmente trajo lágrimas a mis ojos". En su faceta de autor, y absorbido por el encanto del instrumento, DeMaria escribió "Siyotanka: The legend of the flute" como una obra de teatro (junto al también psicólogo Stephen C.Lott) en 2008, encargándose además de su banda sonora, el trabajo aquí presentado. 'Siyotanka' es la palabra Lakota para 'flauta' (también puede traducirse como 'gran canción'), y la obra (estrenada con gran éxito en Pensacola, Florida, ganadora de seis premios Crystal) narra la leyenda india sobre la creación de la primera flauta nativa americana, a través del viaje de un niño, Takoda, y su encuentro con la naturaleza, "una metáfora de nuestro viaje por la vida a medida que crecemos, exploramos y hacemos frente a nuestros miedos (...) Un mensaje de amor y paz, con un significado profundamente espiritual, filosófico y sociológico". La importancia de la flauta es evidentemente fundamental en la obra y en el álbum, un instrumento que a pesar de su aprendizaje tardío, Michael afirma tocar con el corazón: "Cierro los ojos y es lo más parecido a volar, siento que mi espíritu se eleva cuando toco, y es una emoción y alegría sin igual para mí". DeMaria interpreta en este disco cuya portada corre a cargo del co-autor de la obra teatral, Stephen Lott, flauta, teclados y percusión, así como guitarra acústica en “Beyond The Known”. Un inmenso relax nos atrapa desde el primer minuto, merced a la adormilante combinación de percusión, viento y teclados que supone "The village". Así, mecidos por el arrullo de la flauta, se nos presentan melodías más calmadas ("Siyotanka", "Three trees"), alternadas con otras puramente ambientales ("Night watcher", el atmosférico comienzo de "Becoming Takoda") o ritmos atrayentes de reminiscencias indias ("Grandfather", "Branched horn"). En este entorno hermoso, idílico, mágico incluso, varios instantes especiales marcan sin embargo definitivamente el trabajo: en "The Quest" teclado y flauta se armonizan para, junto a percusiones autóctonas, retratar un sencillo panorama desértico. En "Nuka" sonidos naturales nos presentan un sereno amanecer en plena naturaleza, logrando un relajante vínculo espiritual entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Como corte posiblemente más destacado, "Beyond the known" es una pieza poderosa, un encantamiento que parece buscar una conexión mística con los elementos y con las deidades indígenas, la dualidad de su sencila melodía aflautada y un serio y acertado componente rítmico conforman un todo envolvente, en un emocionante llamamiento a la conciencia ecológica, así como un ejemplo de amor: "La fuerza motivadora principal en mi vida es el amor. El amor en el sentido de lo que los griegos llamaban ágape - que es el amor por la vida y la humanidad. Amo la vida, amo a la gente, y me encanta crear".
Nacido en 1962 en Norwalk, Connecticut, y criado en Wilton, Michael DeMaria -que completó sus estudios de psicología y filosofía en la Universidad de West Florida- se sitúa con su serie de meditativos álbumes que agrupa bajo la demoninación de 'Healing music' (música curativa), en la estela de otros músicos ilustres como Deuter o Stephan Micus, al menos en cuanto a la placidez y serenidad de unas melodías que también saben encontrar una cierta vertiente enérgica, desarrollos sostenidos de hipnóticas cadencias que nos conducen hacia paisajes de enormes llanuras yermas y cielos inmensos. Teclados, flautas y sonidos naturales dominan sus ambientes, no exentos de magia ancestral en su sencillez que delatan las inquietudes de su autor tanto por la música étnica (africana, japonesa, música gitana), el jazz (George Winston, Miles Davis) y la musicoterapia (es el fundador de Ontos, compañía de investigación en prácticas curativas), como por las posibilidades de los sintetizadores (Alan Parsons, Jean Michel Jarre, Tangerine Dream). Deliciosamente étnico y natural, como la figura jorobada del Kokopelli (ese conocido dios indio de la fertilidad que está tocando una flauta), el encanto de un álbum como "Siyotanka" va más allá de lo material, fundiéndose con una conciencia que conecta directamente con los predicamentos de la cultura de la Nueva Era.