29.10.21

NATACHA ATLAS:
"Diaspora"

Desde comienzos de la década de los 90, el estilo conocido como ethno-techno fue considerado como una manera en bastantes ocasiones muy digna y perfectamente audible de entrelazar las raíces culturales de determinados pueblos no occidentales con la cultura de baile y de rave occidental, dualidad presentada en la mayoría de las ocasiones en un suave envoltorio de rock y pop, originando una multiculturalidad que en casos como los de Deep Forest, Asian Dub Foundation, Banco de Gaia o Afro Celt Sound System ha logrado un extraordinario y merecido éxito popular. Transglobal Underground, banda británica liderada por Tim Whelan y Hamilton Lee, también exploraba por esos caminos desde antes de 1993 (cuando publicaron su primer álbum, "Dream of 100 nations"), con la presencia de una singular vocalista llamada Natacha Atlas en sus primeros discos, una voluptuosa joven que muy pronto iba a convertirse en diva de lo exótico.

Natacha Atlas es un collage viviente de culturas e influencias. Nacida en Bélgica de padre egipcio y madre inglesa, y criada en Londres, en sus viajes a Egipto y Grecia se dejó influir por las músicas de aquellas culturas, en las que también hubo pioneros con atisbos electrónicos, como el egipcio Omar Khorshid, anticipo de nuevos sonidos en la música árabe. Su llegada a Transglobal Underground vino precedida de varias colaboraciones con el bajista Jah Wobble y el guitarrista Daniel Ash, pero en el conjunto londinense encontró la llave de su carrera futura, cuyo rumbo en solitario empezó con "Diaspora" en 1995, publicado por el mismo multicultural sello que publicaba a los Transglobal Underground, Nation Records. No es baladí que en la elegante portada de este trabajo -así como en el videoclip de su canción principal- aparezca vestida como una moderna Cleopatra, pues con su música intenta unificar oriente y occidente, como la gobernante egipcia quiso hacerlo culturalmente antes del nacimiento de Cristo. Nueve canciones en árabe y tres versiones remezcladas de las mismas pueblan el disco, composiciones de Natacha Atlas, Count Dubulah, Hamid ManTu y Attiah Ahlan, con alguna incorporación de Neil Sparkes o Larry Whelan, pero con la cantante en el corazón de cada uno de los temas. "Iskanderia" era el primero de ellos, una intro que es ya una inmersión eficaz en el mundo árabe, una fiesta que nos proporciona ritmos y sabores de mundos exóticos. "Leysh nat' arak" fue la canción más importante y radiada del álbum, un pegadizo y rotundo segundo sencillo que llama a la paz entre los pueblos, pues está inspirada en los tristes conflictos étnicos y religiosos de países como Israel, Palestina, Irak o Yugoslavia. Natacha busca además respuestas sobre la emigración de su familia hacia Bélgica. El primer sencillo y anticipo del disco en 1994 fue, sin embargo, la última de las canciones propiamente dichas, un buen broche final titulado "Dub yalil", canto de de amor a Allah y a un islamismo que Natacha comenzaba a profesar y que demostraba con la inclusión a comienzo de la canción de una llamada a la oración sobre ritmos dub y trip hop, de manera algo más adormecedora que en cortes anteriores, por ejemplo en "Diaspora", con su gran comienzo ambiental sobre el que se asienta con dulzura la voz de Natacha, complementada con otra masculina, de Neil Sparkes, que eleva las prestaciones de la pieza hacia ese terreno cercano al trip hop tan adictivo, el de una gran canción, subyugante, que ni siquiera fue single del disco. Sí lo fueron, concretamente tercer y cuarto sencillos, "Duden" (intento suave y envolvente de construcción con asomos modernos de ethno beat e incluso new age en una instrumentación que incluye violín, y profundidad en el melifluo tratamiento vocal, con un resultado fabuloso, como lo es realmente todo el trabajo) y "Yalla chant" (más rítmica y bailable -ella también ejecuta en sus directos bailes de bellydance, la popular danza del vientre-, que se deja escuchar con interés aunque no provengas de la península arábiga). Entretanto, "Alhambra part 1" es una especie de puente instrumental donde se aúnan clarinete y oud (ese laúd árabe que aporta un sonido identificativo al trabajo), y "Feres" y "Fun does not exist" son otras dos canciones de gran instrumentación y tratamientos avanzados de la temática árabe, con melodías acertadas y penetrantes, y resultados que incitan al movimiento. Para completar el disco, remixes de "Iskanderia", "Diaspora" y "Fun does not exist". Aunque Natacha no se adentra especialmente en el erotismo oriental, sí que rezuma pasión y sensualidad en sus interpretaciones, y en su directo, más serio que el de Transglobal Underground (calificado como extravagante y dramático), ella acostumbra a llevar un vestuario acorde con la música árabe, incluso ejecutando movimientos de la mencionada danza del vientre. "Con Transglobal el público que venía a vernos era básicamente rock -decía-. En mi carrera en solitario he llegado a otro tipo de público, que podemos definir como menos convencional". 

"Un brillante encuentro entre la música norteafricana y los sonidos de baile de Occidente a cargo de la cantante de Transglobal Underground", afirmaba su compañía discográfica, en esa Inglaterra que acogió unas fusiones soberbias de tradición asiática y árabe con música dance, acercándose también al raï y al sonido bhangra. Como productores, su propio grupo afirmaba en su web que "Diaspora" es más o menos un álbum no oficial de Transglobal Underground, basado en la formación en vivo de la época, con el protagonismo especial de Neil Sparkes y Larry Whelan. Esta producción atrevida se mantuvo en parte dos años después en "Halim" (más interesado en las raíces árabes -inspirado, de hecho, en el cantante egipcio Abdel Halim Hafez-) y posteriormente en el despegue internacional definitivo, en 1999, con "Gedida", para irse diluyendo con "Ayeshteni", ser testimonial (solamente un tema, "Janamaan") en 2003 en "Something dangerous" y algo más activa en 2006 con "Mish maoul", cuando Neil Sparkes y Nick Page -con el pseudónimo de Count Dubulah- se hacían llamar Temple of Sound. A partir de ahí, como ya había sucedido en sus últimos trabajos hasta la fecha, Natacha ha continuado su exitosa carrera hasta la actualidad con un nutrido número de productores, incluida ella misma.










19.10.21

RIOPY:
"Riopy"

Beneficiados por el arrollador éxito popular de Ludovico Einaudi han proliferado en las últimas décadas una serie de artistas noveles de sobrada calidad pianística, aunque no todos ellos poseen ni una mínima parte de la calidad, la inventiva o la fascinación que despierta el italiano cuando se sienta delante del gran instrumento. Entre esos pocos discípulos aventajados se podría destacar el nombre de Riopy, un francés de nombre real Jean-Philippe Rio-Py, afincado en Londres, que aunque irrumpió de golpe desde el campo de la publicidad, especialmente con el anuncio de un coche que conducía él mismo (Peugeot, Mercedes, Armani, Ikea o Samsung han requerido, entre otros muchos, de sus servicios), ya había trabajado también en el mundo del cine. De nombre artístico Riopy, reclama en su música la simpleza, las líneas puras y envolventes que intentan ser una evasión de los momentos aciagos que salpicaron su infancia. En sus palabras, sus composiciones son "un mosaico de emociones, experiencias, creencias, música que pone fin a la lucha".

Se cuenta que un viejo piano que nadie tocaba en casa de su madre fue el detonante para que el joven Jean-Philippe comenzara a experimentar y a crear sonidos en su Francia natal, sin ningún tipo de enseñanza inicial ("para mí, la música es emocional y siempre lo ha sido desde el principio. Es difícil encontrar una forma intelectual de describir cómo comencé"). Una vez trasladado al Reino Unido (estudió en Oxford), la firma de pianos Steinway & Sons se fijó en él y le convirtió en uno de sus artistas protegidos: "Mi primer recital fue cuando me pidieron que tocara para el 'telethon' -una gran organización benéfica francesa- en Saint Maixent. Tenía 17 años. Ni siquiera sabía lo que era un Steinway hasta que lo probé. Después de unos segundos tocándolo, me dieron ganas de volar, es para el piano lo que el Rolls Royce es para los autos". Documentales, cine y publicidad llenaron su tiempo, y en 2018 Warner Classics publicó su primer álbum, de título simplemente "Riopy". Aunque atemporal, el sonido del francés es moderno, activo, en todo momento fresco y entretenido, pudiendo disfrutar totalmente de cada composición. Y aunque hay tres o cuatro títulos que acaparan especialmente la atención, es difícil hablar de cortes destacados, tanto por su sobrada calidad como por poseer muchos de ellos características similares, un estilo propio autodefinido como el de un pianista clásico en el siglo XXI, entre los que se vislumbran influencias variadas, especialmente entre el minimalismo de Philip Glass, Wim Mertens o Ludovico Einaudi, aunque él afirme que lo que hace es diferente a lo de esos maestros. "I love you" es un grandísimo comienzo que define por la vía rápida a un pianista por encima de los demás, partitura veloz y llena de sentimiento que, a pesar del título, no precisa de melodía romántica para enamorar, en la que Riopy despliega un cierto virtuosismo, el que se disfruta en otra bella melodia primorosa para el recuerdo, "On a cloud", directa y asimilable para cualquiera. Animada, altiva, con el más característico estilo repetitivo de Einaudi y unos cambios de ritmo maravillosos, es "Golden gate", y los atisbos del italiano regresarán a lo largo de la obra, especialmente en "Wyden down", con cierto asomo folclórico. Tras la melancólica "La vie", es el belga Wim Mertens el que parece referenciado en dos de los cortes, en un "And so forth" lleno de actividad y cambios de ritmo, y en la bella y minimalista "Interlude in A minor", que continúa coronando el disco con esos ramalazos del Mertens de los 90. Entre pensativas, románticas y paseantes, el romanticismo se ancla también el disco con piezas como "Old soul" o "Forgive me", otro de los grandes aciertos del mismo. "Attraction" es una nueva tonada rápida para lucimiento del intérprete, como "Sunrise", con floreados glissandos, otra melodía reconocible, a estas alturas, del galo, que se muestra muy natural (en contraste con su título) en "New York", a lo Michael Jones, en "Minimal game" o en la natural "From you", como un paseo por el bosque. En un tono más calmado, el galo vuelve a ser pensativo, soñador, en "Lost soul", dejando para el final del álbum el supuesto tema estrella del mismo, "Drive". Como el inicio de la aventura, "I love you", "Drive" es una gran melodía de anuncio (aunque no es exactamente la misma de aquel spot de Peugeot en el que veíamos al coche rodando sobre la partitura más grande de la historia, 190 notas durante casi 2 kilómetros, leídas por sensores instalados en los coches, uno de los cuales conducía el propio músico), sublime combinación de notas rápidas que recrean multitud de imágenes a gran velocidad, con la música volando por encima de las teclas del piano. En "Riopy", Jean-Philippe Rio-Py rota el toque folclórico y paisajístico de conocidos pianistas new age hacia un asomo más urbano, pero también romántico, y al contrario que en muchos de los actuales, en los que es fácil avanzar de canción a los pocos minutos, su música (al menos la contenida en este primer trabajo) tiene la cualidad de paralizar al oyente, es imposible pasar de tema sin disfrutar de la plenitud de cada uno. Así, el disco se hace ameno y su escucha, todo un disfrute, además de una liberación para su autor: "Este disco ha sido mi catarsis desde que la música empezó a llegar a mí hace casi diez años (...) Desde 'On a cloud' hasta 'Lost soul', las piezas cobraron vida y me trajeron esperanza cuando pensé que nada podría salvarme (...) Con el piano solo, todo está expuesto y tenemos que atrapar lo que pasa por nuestros dedos, que comienza como emoción cruda y se traduce como música en estado puro".

La vida de este intérprete fue muy dura, no conoció a su padre, su madre estaba inmersa en una especie de culto o de secta, y el piano fue su vía de escape, le hacía feliz, incluso fue como una terapia ante un trastorno obsesivo-compulsivo que le hace contar todo el tiempo: "Cada vez que veo un piano en un restaurante o en un bar o lo que sea, siempre siento que tengo que ir a hablar con él. Literalmente me salvó la vida. Para mí, no es solo un instrumento, sino una persona, algo completamente diferente". No le fue fácil, de todos modos, y recurrió también a la meditación, título que utiliza en algunas de sus piezas: "Tuve que empezar con esto porque si no me moría, en serio, estaban pasando por mi cabeza pensamientos suicidas. Amaba la música pero odiaba mi vida (...) Mi vida estaba llena de dolor y creía que emborrachándome lo solucionaría todo. Bebía, hacía muchas tonterías y por la mañana me despertaba sin saber qué era lo que había hecho. El problema no era el alcohol, era yo. Tardé seis meses en reconectar mi cerebro por medio de la meditación, pero, cuando lo conseguí, mis sueños, mi imaginación, mi creatividad... todo cambió para mejor". Así pues, y bajo cualquier circunstancia, la música de Riopy sólo puede aportar algo bueno en el oyente, al que hay que recomendar encarecidamente que no tarde en encontrar el camino hacia su obra.









9.10.21

LIAM O'FLYNN:
"The given note"

Después de su marcha del grupo Planxty (del cual fue miembro fundador junto a Donal Lunny, Andy Irvine y Christy Moore), O'Flynn tardó unos años en publicar sus discos en solitario, aunque siguió colaborando con numerosos artistas, entre los que destacó especialmente esa conexión natural que mantuvo con el compositor Shaun Davey, irlandés como Liam. "Liam O'Flynn" fue su primera muestra en 1988, con la ayuda de sus amigos de Planxty (Christy Moore, Donal Lunny, Nollaig Casey) y otros como Sean Keane o Mícheal Ó Súilleabháin. Su segunda propuesta fue "The fine art of piping" en 1991, pero la creciente expectación ante su obra explotó definitivamente cuando en 1993 publicó en Tara Records el magnífico "Out to an other side", cuando O'Flynn estaba cercano ya a cumplir 50 años. Mucha música le quedaba dentro aún a este intérprete de uilleann pipe, esa complicada gaita irlandesa que esconde sonidos tan evocadores en su intrincado interior, de la cual fue considerado en vida el mayor de los maestros, sucesor natural del mítico Séamus Ennis.

Aclamado por todos, Liam era el hijo de un violinista y de una pianista, que se sumergió en la antigua tradición de la uilleann pipe con el éxito del esfuerzo y la dedicación. De esta manera, logró una técnica envidiable gracias a la cual pudo preservar el sabor de lo antiguo en sus melodías (tradicionales en su mayoría) y en su forma de tocar, y tras su fallecimiento en 2018, la mayor demostración de su arte se encierra en sus trabajos. La continuación de aquel "Out to an other side" fue otra gran obra titulada "The given note", publicada por Tara Records en 1995 y producida de nuevo por Shaun Davey. Al propio Liam (uilleann pipe, whistle) se unían además nombres tan especiales como los de Arty McGlynn (guitarra), Steve Cooney (guitarra, bajo, didgeridoo), Rod McVey (sintetizadores, órgano Hammond, armonio), Noel Eccles (percusión), Sean Keane (violín), Ciaran Mordaunt (tambores), los ex-Planxty Andy Irvine (voz, mandolina) y Paul Brady (voz, mandolina, piano), y los miembros del grupo gallego Milladoiro Rodrigo Romaní (arpa), Xose V. Ferreirós (gaita gallega , pandereta, oboe) y Nando Casal (gaita gallega, clarinete), ya que O'Flynn viaja también en este disco fuera de Irlanda, tan cerca como a Escocia en dos de los temas y algo más lejos, a Galicia, en otros dos. La esencia campestre se respira en el comienzo del álbum, donde la gaita ejerce de compañía paseante con la gracia -entre otra instrumentación- del didgeridoo, en "O'Farrell's welcome to Limerick" (cuyo título irlandés es 'An phis fhliuch'). La maestría es nota predominante en el album, y en la folclórica "O'Rourke's, the Merry sisters, Colonel Fraser" comienza a notarse por qué Liam era un nombre legendario y un colaborador de lujo en discos de músicos tan grandes como Enya, Mike Oldfield, Kate Bush o Mark Knopfler. El intérprete recuerda con cariño a su antiguo maestro Leo Rowsome al hablar sobre estos reels. También hay en el trabajo canciones en el típico estilo irlandés, como esa bucólica pieza cantada por Andy Irvine, "Come with me over the mountain, a smile in the dark". No son títulos sencillos, realmente. La voz repetirá su aportación en "The rocks of Bawn" (un clásico que Liam vio tocar en numerosas ocasiones al gran instrumentista Willie Clancy), aunque en esta ocasión el cantante es Paul Brady. La guitarra da entonces la perfecta salida a una de las composiciones más recordadas del disco, el espléndido "Farewell to Govan", un lamento perfecto donde flauta y gaita se compenetran con solidez, que no es aunque lo pueda parecer una pieza tradicional, sino una composición del enorme acordeonista escocés Phil Cunningham. Impactante es así mismo una de las tonadas en las que más brilla la especial tonalidad de la uilleann pipe, una "Joyce's tune" melódica y radiante, un aire cuyo título original es "An speic seoigheach". Que hayan pasado los mejores temas del álbum no quita que queden grandes momentos en el mismo, acompañamientos bailables (recuerdos de familia como "The green island, Spellan the fiddler" o "The rambler, the aherlow jig"), llenos de emoción -pues Liam opinaba que la música celta posee una profunda resonancia emocional- ("Ag taisteal na blárnan (travelling through Blarney)", "Romeo's exile" -pieza de Shaun Davey para su adaptación de 'Romeo y Julieta'-), con aspecto de animada marcha (un strathspey o danza escocesa titulada "The Smith's a gallant fireman") o bellos tradicionales muy recordados, como ese aire lento sobre el amor imposible que lleva por título "Cailín na gruaige doinne (The girl of the brown hair)". Pero resta por mencionar la incorporación española en el disco, un acompañamiento gallego tan fabuloso como el del grupo Milladoiro, que no sólo aporta brios nuevos a la gaita de O"Flynn sino que se muestra como imprescindible al proporcionar dos de sus mejores momentos: en primer lugar la "Foliada de Elviña", animado ritmo de baile tradicional gallego que proviene del histórico rincón coruñés, antiguo poblado celta. Y como magistral conclusión, un tema que es combinación de dos piezas tradicionales del repertorio del grupo gallego: "Teño un amor na montana / Alborada - Umha noite no Santo Cristo", de sus álbumes "Solfafria" y "O berro seco", maravillosos momentos de raiz hispana que combinan la nobleza de la uilleann pipe y los instrumentos gallegos, y es que lo decía así el gaitero de Kill: "Para los músicos tradicionales es un gran reto preservar las raíces. Nosotros mostramos un gran respeto por la tradición, pero a la vez estamos musicalmente abiertos a recibir influencias de fuera". Carlos Núñez llegaría para el siguiente trabajo de Liam, otra espléndida obra titulada "The piper's call" publicada en 1998, donde el sonido de la uilleann pipe continúa tocando el alma. 

Seamus Heaney, poeta irlandés ganador del Premio Nobel de Literatura este mismo año 1995, fue el creador del poema que dio título al álbum (como ya lo había hecho en "Out to an other side") y fue la voz de la amistad en el folleto del CD del que, en una especie de metáfora apropiada para la inspiración artística, se extraen estas sabias palabras: "Siempre ha habido una cualidad clásica en la forma de tocar de Liam O'Flynn, una fuerza nivelada y segura: sientes que es parte inquebrantable de una tradición. Pero hay algo más allá en su estilo, un puro deleite en su propio impulso personal (...) En las ocasiones en las que he compartido un programa con Liam, siempre me he sentido fortalecido por estar dentro del campo de fuerza de su gaita, en contacto con una naturaleza profundamente intuitiva y sugestiva. De hecho, lo que siento hacia él está bien resumido en un par de líneas del poema que da título a este disco: Me parece uno de esos espíritus satisfechos que 'han ido solos a la isla / y han traído todo de vuelta'. En 'The given note' escuchamos a un maestro a gusto con su arte, que se complace en el mero acto de hacer música, solo y con sus compañeros. Este es un trabajo que levanta el corazón". Para muy interesados, el disco de 2003 "The poet and the piper" reúne a ambos protagonistas. Liam era un intérprete manejado por hilos divinos, y aunque existen desde entonces otros nombres de rabiosa pasión en el manejo de la uilleann pipe, difícilmente podrá diluirse su figura en las próximas décadas, así como sus discos no serán olvidados, entre ellos este "The given note".

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