19.8.18

ALEX DE GRASSI:
"Turning: Turning back"

Si una parte importante de los gastos de una compañía discográfica, para conseguir implementarse en la sociedad, se destinan a publicidad, el caso de Windham Hill fue totalmente atípico en sus comienzos. La imagen de marca, el boca a boca, y el proceso artesanal de elección de sus nuevos músicos y grabación de los discos, hicieron que Windham Hill fuera el reducto de la buena música acústica para miles de seguidores, que comprarían incondicionalmente cualquier nuevo producto de la compañía californiana sin necesidad de radiodifusión o campañas publicitarias. Tampoco había dinero, en un principio, para la promoción y el marketing (ni siquiera tiempo para una mayor dedicación, pues comenzó siendo un negocio secundario para sus creadores, Will Ackerman y su mujer, Anne Robinson), pero afortunadamente no había que ir muy lejos para seleccionar a algunos de esos nuevos artistas del sello. Por ejemplo, otro de los 'culpables' del continuo ascenso de popularidad de la marca Windham Hill fue, directamente, el primo de Ackerman y colaborador en su carpintería, Alex de Grassi. Este nombre desconocido se convirtió en un gran vendedor de discos de la noche a la mañana sólo por pertenecer a la nómina de la compañía, pero el comprador a ciegas en 1978 de un álbum como "Turning: Turning back" quedó sin duda plenamente satisfecho de su adquisición y descubrió a un intérprete destacado y a un compositor en estado de gracia, merecedor de su puesto de honor (cuarta referencia del sello) en tan grata compañía discográfica.

Curiosa la elección de la guitarra como el instrumento principal de De Grassi, cuando su abuelo (un emigrante italiano) tocaba el violín y su padre el piano. También extraño es su lugar de nacimiento (Japón), y la carrera en la que se licenció (geografía), pero afortunadamente, tras tocar durante un tiempo en cafeterías o por las calles de Londres, acabó grabando para Windham Hill en California, convirtiéndose en un guitarrista acústico influyente, del que destacaban, según su biografía oficial, "sus composiciones y arreglos evocadores y su gran virtuosismo, utilizando una amplia paleta de técnicas y timbre en conjunción con su habilidad para entrelazar melodía, contra-melodía, bajo, armonía y ritmo en un lienzo de sonido altamente orquestado". La 'guitarra acústica contemporánea' de Alex de Grassi, como la de Ackerman, no implicaba voz, no requería seguir los caminos del folk de cantautor, sino que abría su propia senda instrumental, aquella que como casi todas las sendas -pocas cosas son auténticas con tanta humanidad que nos ha antecedido-, transitaba por hierbas pisoteadas, en este caso -y sin olvidar las influencias de Kottke o Fahey que envolvían los discos de Ackerman- llamadas Renbourn, Jansch e incluso Jarrett. Así lo definía el artista: "'Turning: Turning Back' realmente refleja un enfoque muy personal de tocar la guitarra y de la música en general (...) Salió antes de que la gente usara el término New Age. Había influencias de guitarra de las Islas Británicas como John Renbourn y Bert Jansch. También estaba escuchando un montón de cosas para piano solo de Keith Jarrett en ese tiempo, realmente admiraba su forma de tocar y sus improvisaciones solistas a través de una gran cantidad de diferentes líneas y estilos. Aunque era jazz, tenía un montón de cualidades que eran indefinibles e indescriptibles. Creo que fue algo muy alentador". Con estas premisas, y una elegancia parecida a la de su primo, Alex despliega en su debut melodías tan sencillas como las de aquel, cercanas y reconfortantes, hurgando en sus vivencias y pasiones. Country y folk son las principales referencias estilísticas, y "Turning", "Children's dance" y "Window" las canciones más representativas y celebradas del trabajo, que fueron incluidas -especialmente las dos primeras- en los recopilatorios estacionales de Windham Hill o en otras compilaciones de temáticas varias. "Turning" da el pistoletazo de salida, y Alex se exhibe con esta pequeña y asequible melodía familiar, viajera, unos acordes mágicos, gratamente recordados, que parecen llevarnos atrás en el tiempo. El estilo fingerstyle, con su sonido entre blues y folk, se asoma por primera vez en "Swordfish", un pintoresco retrato de un posible día de pesca, con notas salpicando al saltar de las cuerdas de la guitarra acústica. Regresará luego en "Alpine medley", y por el camino destacará la estupenda, vertiginosa y emblemática "Window", que a pesar de su aparente inocencia, es una pieza maestra de la guitarra acústica. En un tono más calmado, "Luther's lullaby" es una tierna canción de cuna para su hijo, una composición altamente destacable, si bien perdida entre la gloria de las otras joyas del disco, como ese tercer hit del mismo titulado "Children's dance", de corta duración pero gran carisma, una muestra de estilo y maestría con las seis cuerdas. Otras de las composiciones de este imprescindible trabajo son "Blood and Jasmine" (en la que un parsimonioso comienzo da acomodo a otra melodía rítmica de aires folkies), "Waltz and march of the rhinoceri" (un corte discreto y asequible, de belleza paisajistica), "Autumn song" (un suave asomo, como para principiantes, al fingerstyle) o "Turning back", la versión de cierre del disco de "Turning", más desarrollada, sin la hermosa capacidad para ir a la esencia de la que lo abre. Grabado en el mismo estudio de los primeros trabajos de Ackerman, los Mantra Studios de San Mateo (California), con la mezcla a cargo de Scott Saxon, "Turning: Turnuing back" no difiere excesivamente en su estilo de cualquier trabajo de William Ackerman, ambos flirtean con el folk instrumental americano con la pasión de dos enamorados de sus guitarras. De Grassi hace gala de una estupenda técnica y una inventiva que va de lo cotidiano, lo popular ("Swordfish", "Alpine melody") a lo mas interior, imaginativo ("Luther's lullaby", "Waltz and march of the rhinoceri"), deteniendose con un mayor énfasis melódico en piezas que ya se han convertido en referentes de este folk instrumental tan atractivo, como "Turning", "Window" o "Children's dance", que engalanan un plástico tan fácil de escuchar como de admirar. Sencillez, humildad, y un toque de frescura e inocencia muy apropiado a la revolución hippie, pues en esta música se respiran paz y naturaleza.

La composición de "Turning: Turning back" supuso un autodescubrimiento de sus posibilidades, y demuestra una técnica exquisita, difícil de igualar por muchos de sus contemporáneos. Así lo expresaba Ackerman: "Alex es una de las figuras más importantes de la guitarra hoy en día (...) Él combina una técnica sorprendente con una sensibilidad melódica y armónica que va más allá de casi todo el mundo". De Grassi destacaba la gran capacidad de entusiasmo de Will Ackerman, los comienzos fueron duros pero él los hacía divertidos, "Windham Hill era la expresión de esa personalidad", decía su primo. "Probablemente lo que provocó que mi primer disco sonara como lo hizo es que no sabíamos qué diablos estábamos haciendo, al menos en términos de grabación. Nunca había estado en un estudio". En los principios, antes del despegue definitivo de las ventas, las actuaciones en directo eran la base del sustento económico. Alex decía: "De 76 a 81 lideramos a una audiencia encantada, hicimos un montón de conciertos con todo tipo de público. Éramos pequeños y la paga era baja, pero nuestras expectativas eran aún más bajas. Trabajábamos muy duro, nos encantaba lo que estábamos haciendo, y se notaba, a la gente realmente le gustaba. Entonces llegaron George Winston, Montreux y demás, y fue entonces cuando las cosas empezaron a cambiar rápidamente". De hecho, 20 años después de su lanzamiento, y con el disco teniendo aún ciertas ventas, Windham Hill (que había sido comprada por BMG) lo eliminó de su catálogo, y Alex, que ya se había desmarcado del sello, se lamentaba de no poder ponerlo a disposición de su público, más aún cuando había sido destacado por la revista Acoustic Guitar entre las diez mejores grabaciones de fingerstyle de todos los tiempos. Realmente, "Turning: Turning back" fue un pequeño hito de las nuevas músicas de los 80; han pasado unas cuantas décadas, pero pueden pasar varias más y grabaciones como ésta seguirán frescas y vigentes por su memorable calidad.

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