30.8.17

PAUL MOUNSEY:
"Tha na laithean a'dol seachad"

La ciudad escocesa de Glasgow fue desde los 80 un hervidero de jóvenes músicos con nuevas ideas. A las emergentes bandas de rock y pop se unieron otros conjuntos que optaban por ritmos más tradicionales, como por ejemplo Capercaillie. En este género folclórico, del norte del país procedían Runrig o la ruda propuesta de Wolfstone, y en los 90, desde Edimburgo, llegaron los renovadores Shooglenifty, que se unían a la eterna sapiencia de, por ejemplo, Phil Cunningham. Desde más lejos llegaron los triunfos de otros músicos escoceses, como Alasdair Fraser (afincado en California, donde fundó Culburnie Records), Johnny Cunningham (inolvidables sus encuentros estadounidenses con los hermanos irlandeses O'Domhnaill en las bandas Relativity -también con su hermano Phil- y Nightnoise) o Paul Mounsey. Durante más de dos décadas en las cuales nos ofreció álbumes avanzados y maravillosos como "Nahoo" o "City of walls", este músico escocés mimetizó completamente sus raíces celtas con la cultura brasileña por mor de su matrimonio con Dorinha, y largos años de estancia en la inmensa y caótica São Paulo. De regreso en Escocia (a Trotternish, en la isla de Skye), a Mounsey le llegó un encargo que volvió a llenarle de inspiración: el centro de artes An Lanntair de Stornoway (en la isla de Lewis) le propuso la creación de la música para la inauguración de su nuevo edificio, y para ello Paul contó con las voces de varias artistas de la propia isla de Lewis, la isla más grande del archipiélago de las Hébridas Exteriores. Para este y otros proyectos, el An Lanntair fundó el sello discográfico Lanntair, entre cuyos lanzamientos figura el CD de Paul Mounsey "Tha na láithean a'dol seachad" ('The days flash past'), publicado en 2005 con la música de dicha inauguración. En España, Resistencia tradujo los textos y el título en su propia edición de 2006, 'Pasan los días veloces'.

Es bien seguro que los responsables del centro de artes quedarían más que satifechos con la música presentada para el proyecto. Este aplicado compositor consigue involucrar al oyente en un divertido juego entre lo viejo y lo nuevo, un diálogo muy bien presentado (y autoproducido) que por momentos puede resultar profundo, incluso espectacular para los que gustan de melodías añejas y disfrutan con los tratamientos mas modernos. Los sonidos que envuelven a la tierna voz de Alyth McCormack en la canción de inicio ("Iomair thusa choinnich cridhe") son el ejemplo mas claro, y la convivencia de ambas vertientes consigue una pieza encantadora, en absoluto transgresora, como un delicioso juego, una canción de remeros escrita a finales del XVI por Alan Morison, de Ness, cuando cruzaba el Minch con sus hermanos y un amigo, remando ante la ausencia de viento ("hasta nuestros días, en Ness se acostumbra a aligerar la tarea de remar cantando la canción de los remeros del mar", se lee en las notas del álbum). Más profundidad reviste un segundo corte magistral, una completa canción que comienza con la voz del coautor Kevin MacNeil, recitando el título del tema y del disco ("Tha na láithean a' dol seachad", poema del escocés Iain Crichton Smith) en un soberbio envoltorio atmosférico y electrónico in crescendo, con maravilloso cambio de ritmo pianístico sorpresivo, que deriva hacia un final épico, donde una gaita nada estruendosa envuelve la pieza de clara esencia folclórica, sin abandonar el aporte neutro de la voz. No es el único poema recordado en el álbum (ni tampoco el único sobre el paso del tiempo), pues la rítmica, vigorosa, "Tim" ('El tiempo') -también con la voz de Kevin MacNeil, y tan cercana a nuevas tendencias que demuestra la increíble capacidad de Mounsey para afrontar retos de cualquier tipo, no sólo celtas- reverencia el poema de igual título de Murdo Macfarlane, otro poeta escocés que ha sido versionado por grandes bandas como Runrig o Capercaillie (y su líder Karen Matheson en solitario). Todas las voces femeninas invitadas al proyecto son originarias de la isla de Lewis, por ejemplo la deliciosa tonada de titulo "Gleann an fhraoich" -canción de amor que presenta una intensidad emocionante haciendo gala a la vez de una apabullante sencillez, retornando en cierto modo a la tradición- está cantada de manera embriagadora por Anna Murray, y es en esencia muy distinta al interesante e instructivo ejemplo de mouth music que le sigue, "M'eudail air do shuilean donna / A-nochd 's a-raoir", cantado por Chritine Primrose. Con "Thig am bata" Mounsey intenta un efecto multivocal relajante con la voz de Mary Smith, un momento placentero bien acompañado por una distendida melodía de corte sinfónico. Como buen ingeniero del sonido que es su autor, composiciones como esta son un ángulo abierto hacia nuevos caminos, hermanando ambiente y tradición. El tratamiento es algo mas étnico en "Fill-lu o ro hu o / Mor a cheannaich", pieza que presenta otro emocionante cambio de ritmo hacia las raíces, donde aflora la percusión (de aspecto brasileño) acompañando a los versos gaélicos de Ishbel Macaskill. La capacidad de Mounsey para transmitir emociones hace que consiga decir en el minuto escaso de "Beacon No1" más que muchos otros en todo un disco. De hecho, y ahondando en su variedad de registros, tanto su segunda parte, "Beacon No2" (un piano algo vanguardista) como el comienzo de "A'featheamh fad'" (con las voces de las hermanas Mackenzie, Fiona y Eilidh) parecen partituras envolventes destinadas a música de películas, profesión en la que Paul está inmerso en la actualidad como escritor de música adicional para grandes compositores de cine hollywoodiense como Danny Elfman o John Powell. El giro estilístico de la propia "A'featheamh fad'" retoma el rumbo pseudo-folclórico (escocés y brasileño) asociado a las voces invitadas a tan alegre festín casi carnavalesco. Para terminarlo, "Lewis rain" (de comienzo ambiental y final gozoso, de títulos de crédito), un cierre que aunque sea satisfactorio tal vez debería haber sido mas grandilocuente. Masterizado por Joao Vasconcelos en São Paulo, en "Tha na láithean a'dol seachad" Mounsey utiliza, además de las mencionadas voces, y de sus propias programaciones y teclados, sonidos de guitarra de Peter Maunu y bucles de batería de Abe laboriel Jr.

Muy entretenido, con la dosis de emoción que Paul sabe otorgar a sus obras, "Tha na láithean a'dol seachad" ('The days flash past') es otro gran trabajo del músico escocés, un gran álbum que lamentablemente inauguraría un silencio aún no roto en cuanto a discos firmados con su nombre. Aparte de sus semi-anónimos trabajos para cine, escasas son las huellas musicales distinguibles de Mounsey recientemente en la industria, por ejemplo la propia compañía Lanntair publicó en 2008 su tercera referencia, "Dhachaigh (Home): The Murdo Macfarlane Songbook", un CD de varios artistas basado en poemas de Murdo Macfarlane -sobre el que el An Lanntair había realizado una amplia exposición-, en el que Mounsey contribuía con dos composiciones, "Dhachaigh (Home)" y "Till (Return)". Además, "Senses" fue una canción que en 2011 se le encargó para la campaña de publicidad 'Visit Scotland'. En 2014, en CD "World jam", que recogía músicas de la serie de televisión Globe Trekker, incluía varios temas del escocés, algo que ya había sucedido en 2008 con su primera parte "Globe jam". Es una lástima que, al menos hasta la fecha, todo quede así, pues aparte de un gran compositor e intérprete, Paul Mounsey es un artista tremendamente resolutivo en el estudio de grabación, que ha dejado para la historia grandes canciones y álbumes meritorios, tanto los reputados "Nahoo" como "City of walls" o, por supuesto, este encantador 'Pasan los días veloces'.

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9.8.17

HEDNINGARNA:
"Hippjokk"

Tras la furtiva sorpresa que supuso su primer álbum, "Hedningarna", la ebullición del premiado "Kaksi!" y la confirmación del demoledor "Trä", la banda sueco-finlandesa Hedningarna tenía que esforzarse si quería alcanzar el nivel óptimo de esos soberanos trabajos en su siguiente plástico. Sería en 1997 cuando 'los paganos' publicarían "Hippjokk", álbum en el que seguían trabajando con material antiguo de Suecia, Noruega y Finlandia, lo que ellos sentían como "la síntesis del tesoro musical de Escandinavia". El camino elegido en esta ocasión fue más instrumental que antaño, víctimas de la decisión de las vocalistas finesas de la banda, Sanna Kurki-Suonio y Tellu Paulasto, de quedarse embarazadas en aquella época. Al frente del conjunto, por tanto, quedaban Anders Stake, Totte Mattsson y Björn Tollin. Como aportación más destacada, el lapón Wimme Saari, que ya aparecía puntualmente en "Trä", se encargó de poner las voces en varias de las canciones, un cantante muy particular cuyo comienzo de la relación con Hedningarna la explicaban los miembros del grupo así: "Estabamos tocando en el festival de Umea, en Suecia, y Wimme subió al escenario, tomó un micrófono y comenzó a lanzar e improvisar su canto joik sobre la música del grupo, llegando a tal estado de éxtasis que acabo tumbado en el suelo, con el micrófono encima". A la sorprendente instrumentación habitual en el grupo se unían además elementos poco habituales como un didgeridoo o una puntual guitarra eléctrica, así que el experimento resultante no podría ser más interesante y demoledor, dejando un poco de lado la rotundidad rockera para acrecentar otro tipo de influencias urbanas, triphoperas, hasta el punto de hablar de este disco como un claro exponente de un nuevo estilo, el trip-folk.

Publicado en 1997 por Silence, su compañía de cabecera, y distribuído en España por Resistencia (que además tradujo los textos explicativos de las canciones), "Hippjokk" presenta once composiciones, en su mayoría tradicionales. La instrumentación es tan extraña y variopinta como suele ser habitual en ellos, pero todo acaba componiendo un puzzle perfecto: Stake toca violín, violines con teclas, guimbarda, flautas de saúco y de madera, gaita sueca, gong y dos instrumentos chinos, souna -de viento- y jinghu -de cuerda-; Mattsson aporta mandora -guitarra morisca-, ud -laúd árabe-, acordeón y hummel -salterio sueco-, y Tollin se encarga de la percusión, pandereta, tambor de cuerdas y mandora baja. Los dos primeros también ponen sus voces. Como músicos invitados, Ulf Ivarsson (de nuevo la mandora baja), Johan Liljemark (el australiano didgeridoo), Knut Reiersrud (guitarra eléctrica), Ola Backstrom (violín) y el mencionado cantante Wimme Saari, un finlandés lapón (o sami) conocido por su estilo de canto tradicional yoik, un canto normalmente improvisado, sin letra definida, como un modo de expresión entre la persona y la naturaleza. Siguiendo las tradiciones de su pueblo, Wimme ejerce de chamán en parte de esta aventura, la sustitución de los cantos rúnicos fineses por la casi ritual intensidad del yoik, convierte por algunos momentos al trabajo en una novedosa búsqueda en las raíces nórdicas, cuando no en un enérgico carnaval a la particular manera de estos revolucionarios paganos. Cualquier otra banda hubiera arreglado estos temas tradicionales de una manera más académicamente correcta, pero el resultado no hubiera sido ni mucho menos tan distinto y notablemente atractivo. Seis de las once canciones son puramente instrumentales: "Höglorfen" es una polka tradicional, una presunta marcha nupcial que no es sino una presentación de la rotundidad que nos espera en un álbum que, basado en un sonido de apariencia arcaica, logra un sorprendente y adictivo efecto tecno, por su acercamiento a estéticas dance. "Dolkaren" ('El puñal') es sin duda el tema mas hipnótico y espectacular del trabajo, una marcha tradicional procedente del valle noruego de Setesdal, basada en un poderoso ritmo constante sobre el que entran y salen sonidos antiguos que se reinventan dotados de una absoluta e impactante modernidad. Grandioso, sin más. En la parte central del disco habitan tres polkas seguidas, "Kina" ('China') -país que el grupo había visitado diez años atrás-, "Forshyttan" -extraña asociación de cuerdas, de apariencia desacompasada, que derivan en un pequeño clímax- y la calmada "Dufwa", y más adelante "Skåne", que cuenta con la única guitarra eléctrica del álbum, del noruego Knut Reiersrud. En cuanto a las voces, en "Drafur och Gildur" cantan los miembros del grupo, de tal manera que este 'romance sangriento sobre el bien que vence al mal' revive las sensaciones experimentadas en "Trä", ese sonido rudo, rockero, que acabó de propagar el nombre de la banda por todo el mundo. También cantan, pero de manera más extraña, con un toque psicodélico orientalizante, en "Vals I fel dur", adaptación de una pieza del misterioso grupo Philemon Arthur & the dung. Es sin embargo el imprescindible Wammi Saari parte fundamental del apoyo vocalista del álbum, y lo ejerce en "Návdi / Fasa" ('Terror') -maravillosa composición en la que el lapón actúa de manera chamánica, apoyando el contraste con un etno-tecno que alcanza niveles sorprendentes-, "Bierdna" -que suaviza el efecto tecno y acrecenta el tribal con la voz que interpreta al oso y el didgeridoo hacia mitad de la pieza- y una locura final a modo de jam session, una especie de trance improvisado (una polka-groove, señalaban) plagado de voces pseudoindigenas e instrumentos desatados titulado "Graucholorfen". Potentes e hipnóticas tonadas pueblan este reconocido trabajo que experimenta en la repetición de melodías y ritmos, intentando la consecución de trances musicales rozando estéticas dance, pero no olvida la raíz, lo que los miembros del grupo denominan el 'ritmo primigenio'. Tollin hablaba así sobre su forma de trabajar: "partimos de una simple idea básica, una melodía muy sencilla, la escuchamos varias veces para intentar captar el humor, el ambiente, la atmósfera, luego comenzamos a vestirlas con diferentes ritmos, el sonido del bajo, las letras...". Respecto a la extraña, enigmática portada, los miembros del grupo se mostraban igual de misteriosos, por ejemplo Sanna Kurki-Suonio -que no participó activamente en el disco- contestaba: "es el secreto de la vida, no te puedo decir más, siempre debes guardar tu secreto".

Las voces finesas volverían en la siguiente etapa de la banda, por medio esta vez de Anita Lehtola y Liisa Matveinen (de hecho, el siguiente trabajo iba a tener también una base de trío instrumental, como en "Hippjokk", hasta la aparición -oportuna o no- de estas dos féminas con sus cantos runos de Karelia, región al este de Finlandia, al lado de Rusia), pero mientras tanto el rico folclore sueco fue el objetivo del tamiz renovador de este genial trío, que consiguieron una absoluta y original modernidad, entre lo tribal y el sonido rave, en una serie de piezas altamente turbadoras que elevaban a cotas muy altas las prestaciones del grupo con los instrumentos antiguos recuperados que son la clave de su particular sonido. Así, la producción de "Hippjok" es caso aparte por su excelencia y profundidad, y llega a sorprender por su extraordinario magnetismo. Volvía a haber en este plástico una importante labor de investigación y adaptación, el (eventual) cambio de rumbo fue afortunado, el diseño del producto atrevido, la información sonora fabulosa, viva, rugiente... en su dirección un tanto distinta a lo habitual, "Hippjokk" es indudablemente un álbum de confirmación, otro hito imprescindible -y ya deberíamos estar acosumbrados a estas alturas- de Hedningarna.

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