16.4.18

JULIA KENT:
"Green and Grey"

El carisma y prodigiosa voz de Antony Hegarty (actualmente Anohni) eclipsó en cierto modo a los demás componentes de la popular banda norteamericana Antony and the Johnsons, entre ellos a la chelista Julia Kent, una canadiense residente en New York, que en el momento cumbre de aquel conjunto decidió explayarse en solitario a través de la compañía independiente suiza Shayo Records, dado el interés de su fundador, Yann Courtiau, tras escucharla en un concierto en Ginebra. "Delay" fue el título de su primer álbum, un trabajo fresco, original y muy atractivo, merced a la intensidad de las melodías del chelo junto a la potencia de fondos trotantes, onduleantes, con atrevidos aderezos, atmósferas nebulosas o activos tratamientos fílmicos, en un conjunto muy 'ambient'. De hecho, el planteamiento de este debut era la desorientación y la atmósfera presente en los aeropuertos, pero Julia admitía no haber escuchado nunca el seminal "Music for Airports" de Brian Eno, al que posteriormente calificó como obra maestra, afirmando entre risas que de escucharlo antes no se hubiera atrevido a grabar "Delay". Como norma general, un compás muy definido planteaba la base de cada pieza, sobre la que se desarrollaba la melodía o situación principal. Eran enormes los méritos de aquella ópera prima, ambientes y melodías sorprendentes y atrevidos, pero cuatro años después, lo original y excitante de "Delay" encontró la excelencia en "Green and Grey", merced a varias melodías radiantes plenamente distinguibles y con capacidad de difusión. La compañía que lo acogió en 2011 fue Important Records, que ya había reeditado "Delay" poco antes.

Considerado como el instrumento con el sonido mas parecido a la voz masculina, el violonchelo fue uno de los favoritos de los compositores románticos. Su tamaño, peso y posición poco elegante para su interpretación, entre las piernas del músico, hicieron que pocas mujeres lo tocaran hasta entrado el siglo XX, para acabar desapareciendo totalmente todos los prejuicios y entrar en el XXI abrazando a la modernidad, como en el caso de nuestra protagonista, que comenzó con este instrumento a los 6 años -con estudios clásicos en la Universidad de Indiana- a pesar de que su madre, y posterirormente su hermana, se decidieran por el violín. Otros muchos nombres de féminas virtuosas del violonchelo se han creado un nombre en la interpretación clásica (entre otras la británica Natalie Clein, la argentina Sol Gabetta, la canadiense Ofra Harnoy, la norteamericana Alisa Weilerstein, la francesa Anne Gastinel o la vallisoletana Georgina Sánchez), pero la evolución del instrumento en las últimas décadas hace que Julia Kent, Zoë Keating (atrevida intérprete, también canadiense, en la onda de la anterior), Naomi Berrill (joven irlandesa que entra más de lleno en el jazz), la estadounidense Lori Goldstone o la islandesa Hildur Gudnadóttir, ofrezcan un repertorio más valiente, acorde y por supuesto interesante. Kent y Keating, además de Melora Creager (la principal impulsora del proyecto) y otros muchos nombres, participaron en la banda neoyorquina Rasputina, experimento basado principalmente en chelo y voz. Neoclásico y ambiental han sido algunas de las etiquetas aplicadas a la música de Julia Kent en estos tiempos, así como underground o experimental, tanto como la música del que la canadiense considera su héroe, el desaparecido violonchelista Arthur Russell ("su voz y su acercamiento al chelo fueron únicos"). Su descubrimiento fue uno de los impulsos para retomar el instrumento tras un período de desánimo, encontrando la manera de conectarse con el chelo y tomar un camino propio y auténtico. Como antecedente al disco que nos ocupa, Kent lanzó a la venta en 2010 el EP "Last Day in July", que presentaba cuatro curiosas composiciones entre las que destacaba la que a la larga se incorporaría al larga duración, "Ailanthus", un tema soberbio, intrigante, de arreglos vehementes, cuya tensión emana de unas cualidades interpretativas fuera de toda duda. Inspirada por un árbol que florece en entornos urbanos, el ailanto, esta pieza desentraña la temática general del larga duración, "Green and Grey", que como se atisba en el título está dedicado a "las intersecciones entre el mundo humano y el mundo natural (...) Hace referencia a los patrones y las repeticiones que existen en la naturaleza, a menudo reflejadas en las creaciones humanas, y también a la complejidad y fragilidad de nuestras relaciones, entre nosotros y con el mundo que nos rodea". Publicado en marzo de 2011, al violonchelo (que también interpreta Robert Brewer Young) se le une una delicada electrónica y algunas grabaciones de campo nocturnas (lluvia, insectos, pasos, limpiaparabrisas...), por ejemplo grillos y cigarras en ese comienzo atrevido, efectista, titulado "Pleiades", de una intensidad que no era desconocida para los que ya habían disfrutado de "Delay" y sus envites rítmicos, una hábil manera de crear expectación que se iba a paladear durante todo el disco. Empero, es en el segundo corte, el mencionado "Ailanthus", donde Julia demuestra su evolución y su garra, además de una total seguridad para desarrollar líneas de chelo de gran longitud sin excesivo acompañamiento; lo soberbio de su ambientalidad abre paso a nuevos calificativos entusiastas y coloca la alfombra roja a esta nueva cara de un minimalismo ambiental, camerístico y vanguardista, que también responde en momentos rítmicos de cierta intensidad. De ambiciosas atmósferas son "The Toll" (con la que recordamos en cierto modo al genial Simon Jeffes) y "Acquario" (otro de los temas rutilantes y destacados del disco), alcanzando con ambas un grato y sofisticado nivel creativo con este difícil instrumento que se comporta como un pequeño ser humano, poseyendo voz y carácter propios en su timbre expresivo. Y si bien acaba aquí la excelencia (lo mejor del trabajo se esconde en este cargado inicio) de esta fusión entre lo orgánico y lo tecnológico, eso no quiere decir que disminuya el interés, y es que el sorprendente toque atemporal con la justa medida de la electrónica, persiste a lo largo de la obra, y el chelo sigue mostrándose como el vehículo imperturbable con el que la neoyorquina busca la expresión mas pura, destacando especialmente la inmutable "Guarding the Invitations", el excitante rugir in crescendo de "Missed" o ese final apasionado de titulo "Wake Low", donde el aplomo del instrumento viene salpicado de melancolía. En definitiva, un trabajo inquietante, rítmico, en absoluto aburrido, hay que ser muy ingeniosa para sacarle todo el partido al violonchelo en este contexto melódico-ambiental, pues las composiciones acaban sonando parecidas casi sin remedio. Una misteriosa agitación, nacida de la gravedad del chelo, recorre la mayoría de los cortes (de duraciones agradables), atravesándolos como un rayo de fuerza desbordante y dotándolos de un extraordinario -como dirá el título de su siguiente trabajo- carácter. La Kent graba sus composiciones en su propia casa, en una abarrotada habitación poco convencional pero bastante funcional ("grabando en casa, el proceso se convierte en una expresión personal realmente inmediata en lugar de ser mediado por otro entorno u otra persona"). Aun así, afirma que le llevó tiempo encontrar el espacio y la manera de que todo funcionara como ella quería tanto tecnológicamente como en su cabeza, en cuanto a lo que quería decir (el título "Delay", de hecho, hablaba más sobre eso que sobre los propios aeropuertos). "Green and Grey" contó en 2019 con una edición especial de doble vinilo con dos temas inéditos y los del EP anterior "Last Day in July".

Enclavada entre varias colaboraciones y giras de otros artistas, como Ben Weaver, Julia Kent publicó "Green and Grey" y lo presentó en directo con su habitual humildad y en soledad: "Yo toco usando un generador de loops que controlo con un pedal, y además uso una serie de pedales para crear efectos, de modo que mis pies han de operar casi tan duro como mis dedos; todas las capas sonoras son creadas en directo". Ni ella misma se atreve a describir su música, aunque a veces haya utilizado el término ambient para definir ese conjunto de melodías melancólicas y texturas sencillas que desarrollan enérgicos pulsos de cuerdas que traspasan la piel, provocando emociones sin palabras con un instrumento tan grande ("cuando lo tocas estás realmente físicamente consciente de ello, sientes las vibraciones del instrumento"). Lo grave de sus arremetidas provoca que rezumen atisbos de suspense y sea difícil discernir el límite que separa la cordura y la locura, dada la capacidad dramática de las cuerdas. Momentos importantes de los posteriores trabajos de esta artista tornaron la fase de creación, comenzando desde las texturas electrónicas, adaptando posteriormente la entrada del chelo a esos ambientes, en ocasiones pulsos amenazantes que acabaron completando álbumes aclamados como "Character" o "Asperities", donde Julia Kent continúa desarrollando sugerentes atmósferas desde las cuatro cuerdas del chelo. Es de agradecer que este tipo de instrumentos encasillados en el mundo clásico se dejen atrapar por la vanguardia y las nuevas tendencias asomen entre sus cuerdas. Los resultados, no siempre atractivos, pueden dar lugar a gratas sorpresas, sobre todo si se trata de discursos sólidos y llenos de ideas atractivas y bien desarrolladas, como los de "Green and Grey".