24.11.08

MICHAEL NYMAN:
"Drowning by Numbers"

Michael Nyman conoció a Peter Greenaway cuando el primero estudiaba en la Royal Academy of Music, y el director trabajaba en el British Film Institute. En la casa de este se había habilitado una pequeña sala de cine en el trastero, donde quedaban con amigos a ver películas de Godard, Kurosawa y otros maestros del cine clásico, y ahí comenzó a forjarse una amistad y una intensa colaboración artística de pleno disfrute. Sus proyectos eran entonces meras ilusiones, pero sería muy poco después cuando su relación pasaría de la amistad a la profesionalidad, desde que Nyman compusiera la música de los primeros experimentos de Greenaway, y de ahí a su primer film importante, "The Draughtsman's Contract" en 1982. Después de "A Zed & Two Noughts" llegó, en 1988, "Drowning by Numbers" ('Ahogamiento por números', que en España contó con la desafortunada traducción de 'Conspiración de mujeres'), una partitura editada por Virgin Records ese mismo año 1988 (a través de su filial Venture) que, si bien ofrece una carga más dramática que la de 'El contrato del dibujante', sigue reflejando esa dependencia inversa a lo normal en la relación entre cine y música, es decir, la música se convierte en parte importante de la estructura de la película hasta el punto de condicionar ciertas escenas. En algún modo a veces es el director el que tiene que cambiar la película para ajustarla a la música y no al revés: "Yo diría que sus películas están de algún modo subordinadas a mi música, aunque suena soberbio y es cierto que él tiene la película completa dentro de su cabeza antes de empezar el rodaje".

Como nos cuenta en el libreto del álbum, fue Greenaway quien primero llamó la atención de Nyman hacia una breve melodía de Mozart en su 'Sinfonia concertante': "Regrabé la pieza de Mozart porque no podíamos permitirnos adquirir los derechos de la grabación que habíamos utilizado. Recrear los cambios de tempo fue el reto más difícil al que me haya enfrentado jamás". Como lo fuera Purcell en "The Draughtsman's Contract", Mozart iba a ser en "Drowning by Numbers" la inspiración e hilo conductor de una extraña historia en las que tres mujeres asesinan a sus maridos ahogándolos, en el clima obsesivo, geométrico y experimental tan típico del cineasta galés. En un comienzo tambaleante ("Trysting Fields"), una calmada conversación entre violines desemboca en un grandísimo tema a ritmo de vals, "Sheep and Tides", retomado para el octavo corte, "Bees in Trees". Peter Greenaway tiene que adaptar las escenas para mecerlas por la estupenda "Drowning by Number 3", enredarlas con "Great Death Game", crear tensión con "Crematorium Conspiracy", emoción con "Fish Beach" o extrañeza con "Wedding Tango", sobre la base de unos violentos metales. "Wheelbarrow Walk" y "Knowing the Ropes" son dos de los cortes más destacados del álbum, al recuperar sabiamente el estilo repetitivo de "The Daughtsman's Contract", aunque todo este trabajo se diferencia de aquel en que es menos rítmico en general, y en la duración más corta de las canciones y por tanto abundancia de éstas, ciñéndose un poco más a la idea estricta de banda sonora. Precisamente estos dos temas antes destacados fueron los elegidos, junto a "Fish Beach", para ser incluidos en la recopilación que, bajo el título de "The Essential of Michael Nyman Band", presentaba diversas regrabaciones -para el sello Argo, no para Virgin- de estas bandas sonoras; las dos nuevas versiones de "Wheelbarrow Walk" y "Knowing the Ropes" son todo un descubrimiento por el acertadísimo cambio de tempo de la primera y el alargamiento y también mayor movimiento de la bonita y repetitiva melodía de la segunda. Hay que intentar no hablar de minimalismo, puesto que el mismo Nyman que acuñó el término cuando era crítico musical, reniega de él para calificar a su música, repetitiva pero no minimalista: "Llegó un momento en que la palabra minimalismo dejó de tener sentido, puede haber una relación entre las músicas así definidas y ese origen de la palabra, pero ya no hay esa sencillez del pensamiento único, la música ha ido más allá del concepto"; y aún dice más al respecto: "El término se ha utilizado, reutilizado, sobreutilizado, abusado, manoseado... vamos, que actualmente es una de las palabras más desvirtuadas que conozco". No hay que olvidar, sin embargo, que fue este término el que le devolvió, afortunadamente, las ganas de componer. Steve Reich, que fue entrevistado por primera vez en Europa por el propio Nyman, lo confirmaba así: "Michael Nyman estaba muy descontento musicalmente porque no podía usar la música que amaba en el contexto en que vivía. En Londres en los 70 se escribía música en la onda de Stockhausen o Boulez, nada de armonía, melodía o ritmo. Esa era la norma". Reich le animó a seguir siendo él mismo y hacer la música que amaba, y fue el minimalismo lo que acabó de resucitarle, como él mismo contaba: "Volví a componer después de descubrir el minimalismo, que me pareció una buena manera de liberarme de las limitaciones de una vanguardia occidental que me parecía cada vez más estéril, fútil e insatisfactoria". 
 
Gracias a estas películas de Peter Greenaway de difícil visionado y moral incierta, Michel Nyman entabló una hermosa relación con el séptimo arte, de la que no iba a salir jamás, reforzándose en sus intenciones y en su sonido cuando la relación con el cineasta se enfrió irremediablemente (y eso que en 1990 pensaba que dicha relación podía durar por mucho tiempo, pues eran como un matrimonio). Eso sucedió cuando el realizador galés 'despreció' la enorme partitura que el pianista creó para su film "Prospero's Books", pero es necesario mencionar las circunstancias que rodearon al disco que nos ocupa, ya que Greenaway acababa de contar con Wim Mertens y Glenn Branca para la música de "The Belly of an Architect" y quiso, en un principio, utilizar música de Geretsky y John Adams para "Drowning by Numbers", pero el montaje no funcionó, por lo que afortunadamente tuvo que volver al recurso de Michael Nyman para que creara la partitura, pero esta vez con el film acabado, por lo que pueden escucharse más músicas adaptadas a las escenas, de pura banda sonora, y no al revés. En su obra, este compositor británico intenta percibir conexiones y entendimiento entre la música de hace siglos y la de ahora, y consiguió, en sus primeros conciertos en España con la Michael Nyman Band, una comunión especial con un público que no sabía lo que podía esperar en directo de un músico como ese, ni más ni menos que un espectáculo grandioso.

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15.11.08

HIMEKAMI:
"Snow goddess"


Con diez años de impresionante trayectoria a sus espaldas en Japón, y dos años después de su descubrimiento al mundo por medio de la publicación de su primer disco recopilatorio en Estados Unidos (una edición exclusiva de "Moonwater"), fue de nuevo la compañía americana Higher Octave Music la que se encargó en 1991 de recoger otras diez inmortales canciones de los grandes álbumes que, basados en unos líricos teclados, el grupo Himekami creó en la década de los 80, a través un segundo y también maravilloso recopilatorio que esta vez no fue publicado ni en Japón ni en España, llegando a nuestro país exclusivamente de importación. Parecía mentira que tras la increible sucesión de bellísimas composiciones de "Moonwater", quedaran aún por descubrirse canciones tan destacables, pero el filón de Himekami no sólo no se había acabado sino que no había hecho más que comenzar para el público occidental, y la demostración fue esta nueva compilación de poético título, "Snow goddess" ('la diosa de la nieve').

Sencillo pero de una profundidad mística, de corte tradicional pero con un acabado muy actual, delicado pero de una fuerza tremendamente vital, el sonido de Himekami es intenso, colorido e inconfundible, lo mismo puede llegar en composiciones calmadas, casi ambientales ("Light spring snowfall", "One snowflake" o "Bathed in moonlight") como por medio de un ritmo poderoso y sublime, que tal vez ayude a construir (en comparación con el lirismo que imperaba en "Moonwater") los mejores temas de esta nueva compilación: "Festival for a spring breeze", "In a bird's eye" y "Prayer", en la que hacían acto de presencia esos eternos tambores japoneses tan típicos de otro clásico japonés de la new age, Kitaro, unos tambores y percusiones que fueron parte activa de los conciertos que Himekami, por fin, ofreció en España en una pequeña gira en 1993, donde el público pudo deleitarse con obras tan etéreas, pequeños clásicos ya, como "Into blue snows", "Evening poem" o "Tosa dunes". En definitiva, y regresando a "Snow goddess", desde el animado comienzo de título "Spring growth" hasta la susurrante "Ridge" que cierra el trabajo, desfilan por nuestro reproductor otra colección de títulos imprescindibles de este grupo nipón liderado por el ya desaparecido teclista (en 2004 se congregaron numerosos seguidores en su funeral) Yoshiaki Hoshi y su esposa Etsuko, que se mantenía en un discreto segundo plano. La belleza de los paisajes orientales, así como las tradiciones y costumbres del país del sol naciente quedaron reflejadas en estas canciones que, con su magnífica proporción de tecnología moderna y ambiente antiguo, perdurarán la memoria de su creador, el inefable Yoshiaki.

Es en estos recopilatorios donde mejor se paladea la exquisitez de un sonido a la vez folclórico y avanzado. La música de Himekami poseía un componente espiritual que parecía explorar los sentidos e influir positivamente en las mentes, tanto desde la relajación de sus ambientes livianos, como en el delicioso movimiento de notas juguetonas, o por supuesto mediante la fuerza y la épica de composiciones rítmicas y efectivas. Si "Moonwater" era pura poesía, "Snow goddes" se aprovechaba más de este tipo de demostraciones más movidas de una banda que, tras la muerte de su líder, quedó en manos de su hijo, Yoshiki Hoshi. Antes de ese triste relevo, y por medio de este segundo recopilatorio norteamericano, tan acertado como el primero, pudimos conocer algo más de su imprescindible discografía de los años ochenta, grandes obras de una esencia atmosférica a pie de tierra como "Himekami", "Himekami densetsu", "Kaido", "Hokuten genso", "Setsufu" o "Himekami fudoki".

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8.11.08

ENYA:
"Enya"

En el comienzo de la década de los 80 Clannad era un grupo en expansión, que aún no había alcanzado sus más altas cotas de popularidad en base a la fusión más comercial del folclore irlandés (más concretamente del condado de Donegal) con un pop pegadizo; el éxito internacional llegaría enseguida con el conocido "Theme from Harry's Game" y álbumes emblemáticos como "Magical Ring" o "Macalla", pero esta banda familiar tuvo en sus filas en ese nacimiento de la década a una joven Enya, que realmente estaba eclipsada -incluso se dice que ignorada- por sus hermanos y tíos, los miembros originarios del grupo. Lo que sí que ha quedado claro con el paso de los años es que el talento incipiente de Eithne Ní Bhraonáin -Enya Brennan es la adaptación inglesa- estaba desaprovechado, y de ello se dio cuenta el avispado productor de Clannad en aquella época, Nicky Ryan, que la animó a dejar el grupo y desarrollar, junto a él mismo y su esposa Roma, una carrera particular que acabaría influenciando a numerosos artistas y grupos, incluyendo posiblemente a Clannad.

Tras años de experimentación y proyectos de cierta frustración (la banda sonora para "The Frog Prince"), la oportunidad iba a llamar a sus puertas gracias a la BBC y una serie sobre los celtas que la cadena británica estaba desarrollando. Seis episodios de una hora cada uno ahondaban en el origen, expansión e influencia de la cultura celta en el mundo. Una casete enviada por Roma Ryan con el tema "The March of the Celts" fue el desencadenante, y la ocasión fue aprovechada de una manera brillante, puesto que en "The Celts" Enya ya deja entrever ese halo de sofisticación y misterio que le va a envolver desde "Watermark" como si de un personaje de cuento se tratara. Es encomiable su trabajo creando un disco que se puede escuchar sin necesidad de la imagen a la que va dirigido, logrando la base de su éxito e inaugurando un sistema de trabajo y un sonido muy particular, de tanta belleza exterior como interior. Es de la experimentación con las posibilidades de la voz de Eithne y el gusto por las armonías vocales de grupos como The Beach Boys o The Mamas and the Papas de donde parece nacer el ya famoso sonido multivocal de Enya, esa superposición de su propia voz hasta conseguir un efecto hipnótico, un novedoso tratamiento que nutre a las composiciones de una belleza antigua, entrando de lleno en el embrujo de esa mitología sobre la que versa la serie. Las piezas, construidas en su mayoría en base a piano, sintetizadores y voces, destacan por su suave ambientalidad y están desarrolladas con buen gusto, sin abusar de ese efecto multivocal; éste se deja apreciar por vez primera en todo su esplendor en un tema tan sencillo e impactante como "The March of the Celts" (la canción que se mandó a la compañía como presentación del proyecto), si bien ya se intuye en la acertada melodía de inicio, titulada simplemente "The Celts" y en una sorprendente visión futura sintetizada de la cultura celta titulada "Aldebaran", inspirada por el director de cine Ridley Scott y más concretamente por su excepcional film "Blade Runner". Otra gran sorpresa la constituyen las piezas tarareadas, como "To Go Beyond (I)" -que inaugura un característico estilo operístico-, "Fairy Tale" y sobre todo "Boadicea", impresionante melodía que años después utilizó el grupo de hip hop "The Fugees" para el tema "Ready or Not" de su interesante disco "The Score". Pequeñas miniaturas embellecen el trabajo deliciosamente, tal es el caso de "The Sun in the Stream" con la ayuda de la gaita irlandesa, "Epona" y "Portrait" a un melancólico piano y "Bard Dance" a un teclado más rítmico. En el caso de "The Sun in the Stream", esta pieza se beneficia de la maestría del gaitero Liam O'Flynn, ex-miembro del grupo Planxty, como también lo fue Arty McGlynn, otro colaborador en este trabajo con su guitarra; posiblemente estas dos apariciones de excepción sean obra de la trayectoria de Nicky Ryan, ya que antes que a Clannad produjo también a Planxty. Eithne considera los discos de Enya como el trabajo de un trío, el formado por ella misma, Nicky Ryan como productor y Roma Ryan como encargada de los textos, y una buena muestra de esa labor conjunta fue el primer single del álbum, "I Want Tomorrow", que seguramente ayudó a "The Celts" a llegar a una segunda posición, detrás de U2 y su "The Joshua Tree", en las listas irlandesas de ventas. En el videoclip de esta canción -la única en inglés de todo el disco-, algo rudimentario pero notablemente ambientado en tiempos diferentes, se ve a una jovencísima Enya, como en el de "Aldebaran", ambos realizados por el mismo director de la serie, David Richardson. Un tercer videoclip, el del tema "The Celts", llegó cinco años después, elaborado con muchos más medios (por un habitual en los primeros años de Enya en Warner, Michael Geoghegan) tras la reedición de la obra. La serie íntegra fue comercializada en DVD en 2004.

Este álbum fue publicado por la BBC en 1987 bajo el título simplemente de "Enya" incluso antes de la emisión del documental, con una fascinante portada en blanco y negro en la que podemos ver a nuestra protagonista junto a dos hermosos perros. El álbum llegó a España por medio de Sonifolk en 1990, ya con el título de "The Celts" e impulsado por el éxito de "Watermark", una situación que llevó sin duda a ciertas confusiones cronológicas; por si fuera poco Warner reeditó el disco en 1992 con diferente portada, algo más glamurosa, y mejor distribución. En blanco y negro o en color, en casos como el de Enya se evidencia el importante papel de la propia personalidad en la carrera de un músico: de gran confianza en sus posibilidades (tanto ella como el matrimonio Ryan), y segura de que su propuesta era no sólo idónea sino capaz de encontrar un importante hueco en el panorama musical, no dudó en abandonar el grupo familiar para desarrollar sus ideas en solitario y acabar acallando a los que no creían en ella. En "The Celts" queda sin embargo la sensación de que podía haber dado algo más, de que el disco, maravilloso como ha quedado claro, está incompleto, al menos en espíritu, al estar limitado por una temática concreta, con lo que esto puede arrinconar creativamente. Posiblemente esa sea la causa por la que Enya considera su auténtico primer disco a "Watermark", un prodigioso trabajo difícil de superar para el que "The Celts" fue un mayúsculo rodaje. No deja de ser curioso que Eithne es el nombre de una diosa de la mitología celta, tal vez su destino estaba dirigido, guiado por las estrellas.

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1.11.08

TALITHA MACKENZIE:
"Sòlas"


La mayoría del público acertaría al identificar como instrumentos musicales tipicamente celtas a la uillean pipe, el tin whistle, el arpa o el bodhran, entre otros. No hay que menospreciar sin embargo al más antiguo de todos, la voz, que convenientemente utilizada sirve no sólo de acompañamiento sino de instrumento primordial, en base a una tradición milenaria denominada 'mouth music'. La tradición gaélica cuenta que la mouth music (o 'puirt-a-beul') -es decir, música de boca- es una forma de canto en gaélico enfocado al baile, melodías vocales que imitan la sonoridad de los propios instrumentos; su origen puede estar en la prohibición de algunos de esos instrumentos que se consideraban heréticos, o en las etapas de hambruna en las que, en Escocia, hubo una prolongada ausencia de artesanos especializados en la fabricación de dichos utensilios. De una forma u otra, esta tradición fue rescatada y revitalizada basándose en ciertas grabaciones antiguas, entidades y bandas como la denominada así mismo Mouth Music, formada por Martin Swan y Talitha Mackenzie, una capaz vocalista que enseguida emprendería un interesante rumbo en solitario, cuyo primer fruto sería "Sòlas", publicado en 1993 por el sello londinense Riverboat Records (Shanachie en Estados Unidos, con otra portada) en su colección 'Women of the world', una celebración de la voz femenina a lo largo del planeta, de la que también formaron parte Emma Junaro (Bolivia), Carmen Linares (España), La india Meliyara (Colombia), Anna-Kaisa Liedes (Finlandia) y Detty Kurnia (Indonesia).

Dos tipos de tratamiento absolutamente distintos de los temas tradicionales escoceses son los presentados en este álbum por Talitha, siguiendo el camino marcado por su anterior experiencia musical con Martin Swan: el más puro seguimiento de la tradición en la mayoría del mismo y, muy al contrario, la adecuación a un avanzado estilo cercano al dance en algunos de los casos. Esta circunstancia, que le hizo ganarse ciertas críticas, no hace perder interés al disco, pues la aplicación de este estilo es suave y está convenientemente tratado y estudiado, sin llegar a una excesiva deshumanización sino en un bonito complemento que puede acercar músicas tan difíciles de escuchar a un público joven o de intereses lejanos: "Quería mostrar que es posible utilizar la técnica de cantar establecida hace siglos y hacerla popular y accesible hoy en día". No parece echar de menos Talitha a Martin (además esa cierta tribalidad que estaba presente en el dúo desaparece, centrándose nuestra vocalista en las cualidades puramente celtas de su música), revelándose como una artista plena de emoción y calidad en una búsqueda de sus intereses culturales, los que afronta con profundo respeto y, como ella misma dice, amor. Abre el disco de manera perfecta la calma de "Hoireann ó", una de las canciones más populares de la obra, interpretada incluso en directo en la BBC con el acompañamiento de teclado, guitarra y percusión. Se da la curiosidad que "Hoireann ó" estaba presente también, en una versión distinta, en el álbum "Mo-Di" de Mouth Music, cuando ya no estaba esta vocalista presente en el mismo. No queda sólo en canciones de trabajo como esa el interés del trabajo, que abruma con demostraciones vocales como las del segundo corte, una auténtica muestra de mouth music modernizada de título "Sheatadh cailleach (The old woman's reel)", que por sí sola ya justificaría la adquisición de este plástico. Otras dos canciones de trabajo (waulking songs) de evidente profundidad vocal, "'S muladach mi 's mi air m'aineoil (Mournful Am I)" y "E ho hi", dan paso al mayor intento de fusión de antigüedad y modernidad en el disco, una sorprendente "Seinn o" que abre el temido debate; curiosamente, "Seinn o" (algo así como "¡Canta!") es un nuevo rescate de Talitha, en esta ocasión del disco "Mouth music", con gran acierto y mejor tratamiento discotequero del mismo, consiguiendo una canción moderna y dinámica en contraste con el presumible espíritu tradicional del álbum; sin embargo, hay que recordar que la 'mouth music' es ni más ni menos que música para el baile, y aunque la adaptación es algo drástica y difícil para los puristas, el resultado es suficientemente interesante y original como para no tenerlo en cuenta y dejarse atrapar. En cuanto a esa continuidad de "Sòlas" con el álbum "Mouth music", destacar que "Chi mi na morbheanna" es otro tema afortunadamente retomado de aquel, si bien una vez más en un tratamiento nuevo, algo más suave y tradicional, así como con la incorporación del extracto de un discurso de John Fitgerald Kennedy; al parecer, 'Mist Covered Mountains' (que es la traducción del título gaélico, 'Montañas cubiertas de niebla' en español) era una de las canciones favoritas del presidente de los Estados Unidos, tanto que se interpretó en su funeral. El título de la canción en el disco queda así: "Chi mi na morbheanna/JFK". Hay que acabar destacando otros títulos del álbum, "Funky bird medley" con otro suave guiño a la tecnología, "Owen's boat" en una bellísima línea pop como la del tema que abría el trabajo, y "Theid mi dhachaigh (The MacKenzie lullaby)", una preciosa y suave nana que cierra un disco en el que hay demasiadas buenas canciones como para no ser recordado, en su mayoría tradicionales escocesas. La instrumentación, también muy completa, abarca desde los típicos guitarras, bajo, teclados, piano o percusiones, a gaita, flauta, violín o saxo, en una producción alternada por Chris Birkett, Iain McKinna y la propia Talitha MacKenzie. En cuanto a las voces, en las que Talitha deslumbraba, también incluían en algunas de las canciones, al grupo femenino a cappella Sedenka, que había creado la propia Talitha en 1992.

Todo lo comentado anteriormente sobre este fenomenal trabajo tendría una gran lógica si no fuera por el hecho de que Talitha Mackenzie no es escocesa sino norteamericana, neoyorquina concretamente, y su verdadero nombre es Talitha Nelson. Con gran talento musical desde muy joven, y fascinada por canciones gaélicas y otra música popular europea que le descubrió su madre, logró hacer de su pasión un oficio y consiguió aprender un idioma tan difícil como el gaélico escocés (así como ruso, español o francés). A partir de ahí, y tras conseguir también un título en en etnomusicología e historia de la música, su mérito ha sido mimetizarse completamente en esa cultura y grabar, con Martin Swan o en solitario, su propia forma de entender y honrar la tradición gaélica, una propuesta en cierta forma incomprendida y lamentablemente obviada por los que no tienen en cuenta las fusiones y los nuevos intereses en los que, posiblemente, y siempre que conlleven un mínimo de calidad y respeto, esté el futuro de estos tipos de música.