29.9.11

ACHILLEA:
"The Nine Worlds"

Tan acostumbrados como estamos a las leyendas celtas en la vertiente más popular de las nuevas músicas, habían llegado hasta nosotros pocos artistas cuya inspiración fuera la rica mitología escandinava, las leyendas de los pueblos nórdicos para los que el universo estaba dividido en nueve mundos: Asgard (mundo de los Ases, dioses principales), Vanaheim (mundo de los Vanes, dioses secundarios), Alfheim (mundo de los elfos de la luz), Svartalfheim (mundo de los elfos oscuros) Midgard (mundo de los hombres), Nidavellir (mundo de los enanos), Jotunheim (mundo de los gigantes de hielo), Muspellheim (mundo de los gigantes de fuego) y Niflheim (mundo de los muertos). Cómics y películas dedicadas a Thor, o literatura fantástica de todo tipo han popularizado algunos de esos mundos y personajes como Odín o Loki. Tuvo que ser un productor y guitarrista de nombre Jens Gad el que elaborara en 2005 un estupendo disco dedicado a los nueve mundos: "The Nine Worlds", firmado con el alias de Achillea, fue publicado en Europa por BSC/Prudence Records y en Estados Unidos por Sequoia Records, y su responsable no era un desconocido en el negocio musical, ya que Jens Gad llevaba varios años colaborando en labores de producción, composición e interpretación en los discos de Michael Cretu, más conocido con el nombre de Enigma.

Alemán de padres daneses y residente desde los 90 en la isla de Ibiza, Gad tenía en 2005 una gran experiencia como productor no sólo de Cretu sino de Fancy, Sandra o los innombrables Milli Vanilli. Él podía llevar a cabo gran labor de estudio, y por lo tanto crear un álbum especial a poco que la inspiración acompañase, así que se dejó atraer por leyendas y poemas de sus ancestros y se unió musicalmente a la cantante clásica danesa Helene Horlyck. La temática de los mitos de los pueblos vikingos, unida a la condición autóctona de los artistas y el sello Enigma (ya de por sí antiguo y misterioso) que acompaña al autor, coloca a este disco en la antesala de lo épico, que si bien no es garantía de calidad, sí que proporciona un aura de emoción y aventura. Sin embargo acompaña al disco una hermosa portada que parece ahondar más en terrenos new age y románticos, lo que siempre puede ayudar a su comercialización. Así pues, el conjunto presume de conectar la energía mitológoca con la espiritualidad romántica. Una corta entradilla ("Prelude"), tan eficaz como las de Enigma, nos introduce en un mundo a la par lírico y tecnológico, más agradable que original pero sin duda bien construido y producido, así como altamente atractivo. Imitando a Michael Cretu, bases rítmicas elegantes se funden con brillantes atmósferas en las que la voz femenina juega un papel decisivo. El efecto es grato y afortunado en especial en "Ragnarok - Twilight of the Gods" y "The Seeress Prophecy (Daydreaming)", indudables cortes estrella del álbum, mientras que en alguna de las canciones emula el estilo 'classical crossover' que popularizó la soprano británica Sarah Brightman, es decir, la fusión de una voz operística con ritmos electrónicos, que podemos escuchar en "Odin's Hill" o "Cape Porcupine", en un acomodo ideal junto a la luminosa guitarra del propio Gad. Por su parte, "The Monks of Lindisfarne" recoge un muestreo de cantos gregorianos adornados de nuevo con esos armoniosos guitarreos, serenos e inconfundibles por sus sempiternos discos con Cretu, parecidos en ocasiones a los de un Mike Oldfield que también residió en la isla de Ibiza durante los años anteriores a "The Nine Worlds", en el que se podrían encontrar ciertos parecidos con álbumes de Oldfield como "Tres Lunas". Esta abrumante primera mitad del álbum continúa por el camino marcado hasta completar sus doce cortes, encontrando también tiempo para momentos ambientales muy relajantes, de los que "Land of the Elves" es una estupenda muestra. Es importante la contribución de Helene al trabajo, no sólo por aportar tan bella voz sino por hacerlo de una manera especial, casi obsesiva, improvisando hasta la extenuación para encontrar la chispa perfecta, en latín o incluso en un idioma inventado por ella -inspirado en el sueco antiguo- que aporta una extraordinaria originalidad y frescura.

Desde el principio Jens Gad vió muchas posibilidades en los mitos vikingos. Así, la batalla del fin del mundo entre los dioses (Ragnarok), el castillo monasterio de Lindisfarme (al norte de Gran Bretaña), cuyo ataque significó el inicio de la Era vikinga, la runa Othila (con forma de lazo, que simboliza la unión por causas comunes) o la ciudad rusa de Staraja Ladoga, son sólo algunos de los lugares o momentos rememorados en esta grata aventura, para deleitarse conjugando suaves ritmos avanzados con un lirismo que puede ser a la vez relajante y estimulante. El propio Jens Gad lo expresa así: "La música evoca emociones: euforia, amor, agresividad y melancolía. Yo no sobreviría ni un sólo día sin música".

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13.9.11

MASTRETTA:
"Melodías de Rayos-X"

Entre todas las denominaciones musicales que, por obra y gracia de la mezcolanza de estilos y, por supuesto, de la mercadotecnia, han surgido en los últimos años, la de 'lounge music' es la que implica una música más divertida y animada, ritmos cálidos y sensuales con efluvios de bossa nova, jazz y música para orquesta que también se pueden encontrar bajo denominaciones como 'easy listening' o 'música ligera'. La compañía Subterfuge Records apostó por un acercamiento a ese tipo de música con recordatorio a décadas en blanco y negro en su antología 'Música para un guateque sideral', que se presentaba como "una colección 'retrofuturista' dedicada a rescatar el glamour de la música de cóctel de los 60 y los 70, con reminiscencias cinematográficas y de espíritu hedonista, chic y frívolo". Podemos sentirnos afortunados, ya que, después de continuas negativas, este fue el sello que le publicó en 1998 a Nacho Mastretta su primer álbum en solitario, el sorprendente "Melodías de Rayos-X".

Nacido en Barcelona pero cántabro de adopción y afincado en Madrid desde los 90, Mastretta es un nombre a tener en cuenta en el panorama hispano de las últimas décadas, como músico, compositor, productor y técnico de sonido. Con el grupo 'Las manos de Orlac' incorporó ritmos caribeños a su música a finales de los 80, pero su enfoque posterior en solitario fue de difícil salida comercial hasta que Subterfuge Records se atrevió con su publicación en esa nueva gama de sonido cuya denominación, 'Música para un guateque sideral', es absolutamente idónea para lo que podemos escuchar en su primer largo, "Melodías de Rayos-X", elegido por el diario El País como mejor álbum electrónico español de la década de los 90, si bien la electrónica es tan sólo un envoltorio, una manera de poder amasar una música con sabor acústico, aromas de world music, recuerdos de viejo tocadiscos y resonancia a metales y a serie b: "El disco no estaba planteado en principio para ser editado por una compañía discográfica. No encajaba en las habituales clasificaciones. Por eso cuando Subterfuge aceptó grabarlo me alegré porque podía hacer lo que quisiera". No es de extrañar que en diversas entrevistas Nacho aporte los nombres de Porter, Mancini, Gershwin, Rota, Ellington, Chaplin o Jobim al hablar de influencias, pues la gracia y el desenfado de tales maestros se pueden encontrar en las dosis justas en temas como "Laguna seca" o "Sábanas blancas, cama estrecha", tan deliciosos y evocadores que parecen llevar sonando desde hace mucho tiempo en nuestra cabeza. Mastretta, que también se nutre de rock, de ritmos urbanos y de electrónica, no olvida su ascendencia mexicana por parte de madre y todo lo absorbido en sus viajes, creando un cocktail asombroso cuya primera parte es, sencillamente, maravillosa, pues aparte de las dos composiciones antes mencionadas ahí están el revival jazzero de "Mi cuarto de hora" o "Muñeca rusa", la incitación a la bossa nova de "El último habitante del planeta" o las sintonías en el limbo que suponen "Kid chocolate" o "Mosley". Ana Belén contribuye al éxtasis con la susurrante "Andrea Doria", en una segunda parte del disco donde destacan "Dolor de crooner" (que repite sones con aroma a bolero en "Latin lover") o "Tragahierros". El diseño de portada y los particulares dibujos interiores, a cargo de Fernando Mastretta, hermano de Nacho, como también lo es el autor de las fotografías, Marcos Mastretta.

Al escuchar "Melodías de Rayos-X" me viene a la cabeza el título de una antigua referencia de Luis Lozano
para 'El cometa de Madrid': "Bandas sonoras en busca de película", y es que este trabajo es una continua banda sonora de ciencia ficción de serie b, de spaguetti western rodado en Almería, de film de Fellini o de comedia de Woody Allen. Títulos tan sugerentes como "Sábanas blancas, cama estrecha", "Mi cuarto de hora" o "El último habitante del planeta" nos revelan una música viva, animosa, encantadora. piezas muy elaboradas, de apabullante gracia y mucho colorido. La instrumentación juega un papel fundamental en esa lucha de estilos que no es tal, sino más bien un baile de influencias con diversa inspiración y un fabuloso saber hacer. Notable y meritoria es la circunstancia de que Mastretta haya compuesto, interpretado, grabado y producido todas las canciones en su estudio doméstico, interpretando clarinete, saxo, armónica, sintetizador moog, piano, órgano, acordeón, guitarras, cítara, bajo, flauta, marimba, silbidos, percusiones, sampler y mezclador digital. Puntualmente Ricardo Moreno aporta batería y otras percusiones, Plinio Migliorini guitarra brasileña, Santiago Mauriño bajo, Pablo Novoa guitarra eléctrica y Ana Belén la voz en "Andrea Doria", completando un álbum importante, incluso indispensable, en la música española de cambio de siglo.