19.1.08

DAVID ANTONY CLARK:
"The Man who Painted Caves"

"Soy artista, pintor de cavernas. Con ocre y pigmento conjuro para mi clan magia positiva en las cacerías". Así se presenta el hombre primitivo al que rinde tributo David Antony Clark en este disco publicado en 1999 por White Cloud, donde el músico neozelandés continúa demostrando su adoración por las culturas antiguas y la naturaleza más primigenia. Tras Nueva Zelanda ("Terra Inhabitata"), Australia ("Australia. Beyond the Dreamtime"), Africa ("Before Africa") e Irlanda ("The Living of Ireland"), un amplio territorio más centrado en el tiempo que en el espacio es recordado en "The Man who Painted Caves", memorable trabajo de esencia primitiva a través de voces tribales interpretadas por hasta siete vocalistas (incluido el fundador de la compañía White Cloud, el inglés Jon Mark, con el que colaboró en "The Living of Ireland", y que es también productor ejecutivo del disco), ritmos que parecen surgir de las entrañas de la tierra, sonidos ambientales, teclados y el armonioso sonido de las flautas, en variedades que van de las de bambú a las maoríes, celtas o indias.

Resistencia publicó en España, como viene siendo habitual, la edición en castellano del disco, donde se nos cuenta la historia de cada canción desde la perspectiva de ese instintivo y ceremonioso pintor de cavernas nómada que las protagoniza. Las melodías de David Antony Clark son fácilmente identificables y se basan en patrones parecidos disco tras disco. Son las variaciones de esas pegadizas tonadas y sobre todo la especial ambientación, orientada al motivo de la obra (una gran gama, muy cuidada, de ritmos, percusiones, voces y sonidos naturales), lo que marca la diferencia entre este músico neozelandés y la gran mayoría. La producción es, además, exquisita, logrando una mimetización extrema entre lo tribal y lo moderno, personificando ese sonido conocido como neo-primal. Altamente original es el motivo silbado y aflautado que introduce el trabajo, una especie de oración musical a los dioses del bosque ("Forest Gods") que se hace muy atrayente, como también excitante es el concepto privado, recogido, de "Cry of the Spirit-Cat", bella melodía de flauta complementada por un lastimero efecto de cuerda y sonidos y voces naturales, recreando pasajes olvidados. Son sin embargo los momentos rítmicos, esas embargables melodías de "The Bison Hunters" o "The Man who Painted Caves" (el neo-primal más adictivo, que llama al movimiento por su tratamiento rítmico que bien podría haberse asomado a estéticas modernas en algún atrevido mix) los que acaban siendo indefectiblemente los instantes más recordados del álbum, concentrando gran parte de su emoción en la primera parte del mismo. De este modo, nos encontramos en esta obra con ese primer acto trepidante, con escenas de caza y ceremonias tribales que le dotan de un mayor misticismo ancestral, y una segunda parte que se mueve por lo general en terrenos más tranquilos, espirituales y en conexión con la naturaleza ("A Night in the Garden with Eve", "Black Moon", "Limestone Cathedrals", "Sacred Chambers"). En general, una soberbia muestra de lo que este original artista gusta denominar como 'música neoprimitiva' en cuya concepción, nos hace recordar, y a falta de otros vestigios, cobra gran importancia ese arte primitivo que en Australia se puede admirar en forma de antiquísimas pinturas, "evidencias del paso del hombre prehistórico por el mundo (...) Las pinturas rupestres tienen una antigüedad de entre veinte y treinta mil años, y cuando las vi, todo tenía sentido. Ubir, una de las áreas que visité, ha estado habitada continuamente durante al menos cincuenta mil años, y sin embargo ha sido muy poco alterada por sus habitantes".

Leemos en la web oficial del artista: "Esta colección de música es una cautivadora interpretación de una época, cuando la historia fue escrita en las paredes de las cuevas. Con sus ritmos de percusión sosegados y su tranquila distribución recrea perfectamente la vida de cuando el tiempo estaba marcado por el sol y la tecnología más moderna se reducía a un hacha". En "The Man who Painted Caves", como en toda la obra de David Antony Clark, acompañando a los teclados son continuos los diálogos entre flautas -algunas de las cuales suenan recreando pájaros-, los sonidos de animales en general y las atmósferas naturales, así como voces, que han pasado de ser indígenas o primitivas a meditativas, realzando la carga ambiental de sus composiciones. La suya es una de las músicas de estudio que más le debe al padre Cielo y la madre Tierra, pues a pesar de su artificialidad se nota su auténtica intención, reflejar su amor por la música, los viajes y la naturaleza.

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12.1.08

SMOOTH:
"An electro soul experience"

La casualidad hizo que, hace sólo unos meses, me encontrara de golpe con este grupo de la escena electrónica francesa, esa que se expresa sin pudor sobre bases musicales del siglo XX renovándolas con la ayuda de la tecnología del XXI. La combinación sólo es perfecta en un puñado de ocasiones, pero sin duda ésta es una de ellas. Tuvo que ser en un concierto de Yann Tiersen cuando estos teloneros de excepción, de nombre Smooth, pasaran por encima de su anfitrión y consiguieran que yo y seguro que muchos más de los presentes, nos interesáramos por su andadura. Así descubrí que, aunque allí presentaran su segundo trabajo ("The endless rise of the sun"), el más sorprendente e imaginativo fue el primero, publicado en febrero de 2005 con el significativo título de "An electro soul experience".
Buscando similitudes fáciles podemos situar a Smooth entre Air y Moby, aunque ellos, en su web, se definen como si los Beatles bordearan a Lalo Schiffrin. Buceando entre la esencia retro del funky, la música negra (del soul al hip hop) y la psicodelia de los años 60 y 70, ahí se encuentra la realidad de Smooth. Sus composiciones son impresiones de una película de colores avejentados, retazos de una realidad que subvive en un plano de existencia cercano al nuestro, pero palpable, emocionante y de una contundente sensualidad. Si bien el CD es realmente escueto en detalles, al menos podemos atestiguar lo que ya vivimos en aquel concierto, la estupenda convivencia entre electrónica (teclados, samplers, programaciones) y los instrumentos de siempre (bajo, guitarra, batería, incluso algún violonchelo). El comienzo del disco da una idea de esa fusión, regalándonos uno de sus grandes temas, punto de partida de su particular sonido. "B-side" es precisamente esa cara B que a veces llega a ser más interesante que el single principal, es ese descubrimiento privado ante el que se despliega el dilema de querer conservar su virginidad o compartir su belleza con el resto del mundo, capaz de corromper cualquier propuesta ante la ambición y la comercialidad. Optando por la segunda opción continúo la escucha, donde cada corte es una nueva sorpresa, como en la hipnótica atmósfera y uso de las voces (sampleadas o no) de "Les reflets", las evocadoras "My Tragedy", "The March", "Little Karma" o "Out of the Reach" y sobre todo la canción que da nombre al grupo, con su hiriente dulzura vocal e instrumental, "Smooth".
La ligera excentricidad de su música no conseguirá aupar a la fama a este trío elegante y simpático compuesto por Nicolas Berrivin, David Darricarrère y Christophe Declercq, pero parece claro que su propuesta no cae en saco roto, ese sonido retro modernizado, mix de influencias ya comentadas (pop, funk, soul, hip hop y electro), es agradable en cualquier momento y ha encontrado su pequeño hueco en el mercado, sobre todo francés pero también, poco a poco, y gracias a su gira con Yann Tiersen, en el resto de Europa. Ya sea admiración, interés o simple sorpresa, esta música es difícil que pase desapercibida, dales una oportunidad y juzga tú mismo.

1.1.08

GEORGE WINSTON:
"December"

William Ackerman, el genial guitarrista que creó Windham Hill, calificó esta compañía como una alternativa viable a los dictados de las grandes discográficas. Sin embargo enseguida llegó a ser más que eso, en sus comienzos fue todo un mundo de sensaciones auténticas en cuanto a la música instrumental acústica, y logró en muy pocos años que la guitarra folk, los solos de piano o los conjuntos que incluían clarinetes o saxos en sus composiciones, no sólo tuvieran su mercado y radiodifusión sino que fueran reconocidos por la crítica y sus discos fácilmente adquiridos, degustados y admirados por un público fiel. George Winston fue el primer artista de la compañía en tener un auténtico éxito y colarse en el top 100 de ventas en los Estados Unidos, algo impensable para un músico que tocaba únicamente el piano en un estilo muy alejado del rock o del pop. De hecho el álbum de Winston que despuntó en dicha lista (tras el top 200 de su primer trabajo, "Autumn") fue un compendio de temas navideños de título "December", publicado en 1982.

A George Winston no le importa el oyente, en los 90 aseguraba que jamás piensa en él y que en realidad no existía (otro gran pianista, el también excéntrico -aunque éste en exceso- Glenn Gould, llegó a decir "detesto a los espectadores"), pero ante cada uno de sus discos el comprador debe perdonar el desprecio de este personaje tan singular y sentirse afortunado al poder gozar de su genio. Cada trabajo firmado por él es una parte de su vida, de hecho tarda muchos años desde el germen hasta la publicación, lo que da una idea del perfeccionamiento y la autoexigencia de este pianista al que le inspiran los espacios abiertos, el campo, el cielo, el clima o las estaciones del año. Cuando "December" salió a la venta (en 1982, dos años después de "Autumn" y sólo unos meses tras "Winter into spring"), Winston ya gozaba del reconocimiento del público y de un cierto prestigio ante una crítica sorprendida por la maravillosa actividad del sello californiano. Dentro del tinte navideño, dos tipos de canciones integran "December" y desvelan su propósito y planificación: por un lado las inspiraciones, tanto en los amigos y paisajes de Miles City, la ciudad de Montana donde George creció ("Thanksgiving", una pieza serena que abre el disco de forma sencillamente perfecta), como en compositores clásicos ("Joy" de J.S.Bach -que aporta un aura celestial a la blancura del trabajo-, Pachelbel y su conocido "Kanon") y contemporáneos (Alfred S.Burt -trompetista de jazz que escribió "Some children see him"-, Dominic Frontiere -el creador de la música de la serie de televisión "The outer limits", que inspira la pieza de cierre del álbum, "Peace", como lo hizo en la de "Autumn", "Stars"-, Steve Reich y un Vince Guaraldi cuyo espíritu parece acompañar siempre a Winston), y por otro villancicos tradicionales europeos (de Ucrania -"Carol of the bells"-, Inglaterra -el conocido "The holly and the ivy"- y Grecia -la especial melodía de "Minstrels"-) y uno del pueblo apalache, "Jesus, Jesus, rest your head" (del siglo XIX, recopilado por el folclorista John Jacob Niles, y desprovisto de la letra sin perder su fuerza, que en la voz de Niles era extraordinaria). De sus 45 minutos (eran 39 originalmente pero la edición especial 20 aniversario incluía dos temas nuevos), y teniendo en cuenta que una extrema belleza puebla prácticamente toda su extensión, es necesario destacar dos momentos inolvidables, la emocionante interpretación -el piano se basta para sustituir a los habituales violines y contrabajo- de la obra más conocida de Johann Pachelbel ("Variations on the Kanon by Johann Pachelbel") y la inequívoca muestra de maestría que supone la unión de una dulce composición del propio Winston, "Prelude" -inspirado por Vince Guaraldi-, con el villancico ucraniano "Carol of the bells", originando una pieza que va más allá de climas, de estaciones y de calificaciones. Sin pretender hacer una broma fácil con su temática, es ciertamente posible sentir escalofríos al escuchar este disco, y no sólo por la forma de tocar de este pianista de Montana, sino porque además, en sus notas parece encontrarse impresionada la luz, el ambiente y el clima gélido de la estación invernal que tan perfectamente refleja la portada. Sólo con su piano (no le interesa la electrónica aunque llegó a escuchar a músicos de sintetizador como Jarre, Vangelis, Klaus Schulze o Tangerine Dream), este músico trascendental, ecológico, incluso esotérico, teje una tela musical ideal para escuchar atentamente o para tener de fondo (sin ser en absoluto la típica música de fondo), todo un clásico de la New Age y del piano más elegante de Windham Hill.

Cuando en 1985 Windham Hill (a través de su filial Dancing Cat Records) decidió entrar en el negocio de publicar música de cuentos clásicos para niños junto a Rabbit Ears Storybook Classics (división de Random House Publishers), su primer lanzamiento fue el exitoso "The velveteen rabbit", con la música de Winston y la narración de Meryl Streep; en él, "Christmas" es una variación de "Carol of the bells". La edición de 2003 incluía además la música sin narración, donde "Loneliness" es una versión de "Thanksgiving". Qué serena melancolía blanca es, precisamente, la de "Thanksgiving", qué tímida afloración religiosa la de "Jesus Jesus rest your head", qué emocionantes impregnaciones clásicas las de "Joy" o "Variations on the Kanon by Johann Pachelbel", qué momentos folclóricos más intensos y especiales los de "Carol of the bells" o "Minstrels", qué recuerdos navideños infantiles conlleva "The holly and the ivy", qué sosiego consigue transmitir "Peace"... Qué cúmulo de emociones esconde, en definitiva, esta gran obra!!.

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24.12.07

JEAN MICHEL JARRE:
"Zoolook"

Con la publicación de discos tan míticos como "Oxygène", "Equinoxe" y "Magnetic Fields", el teclista francés Jean Michel Jarre había demostrado sobradamente lo popular y comercial que podía llegar a ser su música. Sin embargo, aunque su fórmula tuviera cuerda para rato, en su estilo electrónico/sinfónico se iba a producir un arriesgado giro bien entrada la década de los 80. Varios años de relativo silencio no fueron tales, pues una exitosa gira asiática dio como resultado  el trabajo en directo "The Concerts in China" -con nuevo e interesante material- y un extraño disco de una sola copia, "Music for Supermarkets", fue radiado una única vez y subastado, entrando Jarre en el libro Guiness de los records una vez más, al ser vendido por 69.000 francos franceses. Este hecho dio paso a una revolución estilística de extraño título publicada en 1984 por Disques Dreyfuss, un arriesgado pero maravilloso disco con espíritu de unión llamado "Zoolook".

Las posibilidades de la voz humana, combinada con el arsenal electrónico característico de Jarre, dieron como resultado este disco innovador y sorprendente, de esos que dificilmente entran a la primera pero que el tiempo sabe poner en su sitio porque, muchos años después, siguen siendo rompedores y plenos de calidad y dinamismo. "Zoolook" es un atlas vocal humano, para su preparación este músico francés contó con la ayuda del etnólogo Xavier Bellanger, ya que se pueden escuchar fragmentos de voces en veinticinco idiomas, no sólo los más extendidos sino algunos tan curiosos como el quechua, el aborigen o el malgache. Tal torre de Babel se sostiene gracias a la composición de un genio, y a unas eficaces colaboraciones: Laurie Anderson (de hecho el disco fue grabado en New York, la ciudad de esta extraordinaria artista que pone algunas de las voces de la obra), Adrian Belew (el que fuera guitarrista de King Crimson, Zappa y otros), un bajista tan sensacional como Marcus Miller, Ira Siegal con otra guitarra, Frederic Rousseau a los teclados y la batería de Yogi Horton. El resultado es una experiencia para los oídos, y comienza con una de las grandes composiciones de Jarre, "Ethnicolor", la pieza más larga del disco, donde los vocablos étnicos procesados por Jean Michel alcanzan su mayor intensidad, tanto en su primera parte, más intensa y meditativa, como en su final, de un sorprendente ritmo integrado por todo tipo de voces, teclados y percusión hasta alcanzar el clímax. "Diva" tiene un desarrollo parecido, un comienzo suave y un final más rítmico, destacando en ambos la voz desenfrenada de Laurie Anderson, una voz que no aparecía en el verdadero origen de este tema, "Music for Supermarkets (Part 7)" (Jarre no olvidó las composiciones de ese disco de copia única, y fue utilizándolas con el tiempo). Comienza aquí la segunda cara del disco (que presentaba ligeras variaciones entre el vinilo y la cassette y CD), la más comercial, integrada por las movidas, alocadas pero aun así divertidas y pegadizas en sus juegos vocales, "Zoolook" (primer sencillo del álbum) y "Zoolookologie" (segundo sencillo), y otras tres que podemos situar a medio camino entre la música ambiental y la world music, "Wooloomooloo", "Blah-Blah Cafe" -que no era sino "Music for Supermarkets (Part 5)"-, y por último, sin tener mucho que ver con su primera parte, pero siempre interesante, "Ethnicolor II". Más allá del habitual efectismo y grandilocuencia de la música de Jarre, "Zoolook" destaca por un sorprendente colorido, el mismo del que hace gala en el videoclip de "Zoolookologie", mientras que el de "Zoolook" era de un divertido corte futurista con robots y científico loco.

Este caótico muestrario de samplers marca el comienzo de una nueva etapa en la obra del músico francés, más rítmica y encauzada hacia el tecno y las nuevas tendencias, pero sin olvidar el componente ambiental y sinfónico de su primera época. En "Zoolook" Jarre demuestra las razones del porqué de su reinado al frente de la electrónica: original, arriesgado, pulcro en su acabado, extraño en su comercialidad basada en un cierto vanguardismo... La idea de utilizar la voz como un instrumento más (literalmente) no era nueva pero es innegable que hasta la fecha dificilmente ha sido superado. Es de agradecer que determinados músicos no opten por una opción conservadora a la hora de continuar con su obra, Jean Michel Jarre innovó con "Zoolook" (un trabajo de difícil plasmación en esos enormes directos del francés) y consiguió un disco magistral.

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15.12.07

DAVID LANZ & PAUL SPEER:
"Desert Vision"

Dos años después de que bosques y ríos inspirasen el colosal "Natural States", en la imaginación de los músicos estadounidenses David Lanz y Paul Speer tomó el relevo la abrumadora inmensidad y misteriosa belleza de los espacios desérticos, para configurar una nueva colaboración entre estos dos amigos, pianista el uno, guitarrista y productor el otro. "Desert Vision" es una digna continuación de aquel primer disco, puede que no tan completo pero sí con una serie de estupendas melodías dignas de permanecer en los oídos de los seguidores de las nuevas músicas, que en los 80 vivían un momento dulce, una explosión de talento y buena música encauzada por una serie de sellos discográficos que aprovecharon su momento. Entre ellos, Narada se ganó un puesto de honor, y fue precisamente esta compañía de Milwaukee la que publicó "Desert Vision" en 1987 en su subsello Equinox, dedicado a la fusión contemporánea con otros estilos, como rock, jazz o músicas del mundo.

Como portada de este desértico trabajo, una espectacular formación de arenisca muy parecida a las situadas en Lukachukai buttes, la reserva Navajo del estado de Arizona, y es que "Desert Vision" presenta nueve tonadas magnéticas que proporcionaban elegantes planeos por las despobladas tierras del oeste estadounidense. Como muestra del talento desplegado en el trabajo, en su comienzo nos encontramos directamente con "Eagle's Path", posiblemente una de las mejores composiciones ideadas por este dúo norteamericano, y uno de los puntos fuertes de la new age de los 80. Entre la delicadeza de su comienzo, con los teclados tejiendo un evocador ambiente unidos a una hermosa flauta (una primera parte denominada 'Találawi', que en idioma hopi significa 'Song of the Rising Sun') y la fuerza de su vertiginoso desenlace ('Kwávasa', 'Land of the Eagle' en hopi) con la contundente percusión, una cadencia altiva de teclado y la fuerza de la guitarra conformando una atmósfera admirable, difícil de dejar de escuchar, se encuentra la clave de este éxito, que reside en la composición de Lanz (siete de las nueve canciones son suyas) y en la producción de Speer y el aderezo de sus texturas de guitarra. No hay que olvidar las colaboraciones: las programaciones de James Reynolds, la percusión de Neal Speer (hermano de Paul), el bajo de Steve Allen, los teclados de un Jonn Serrie que aún no había publicado sus 'crónicas planetarias', Richard Wagner al saxo y flauta de bambú, y las flautas dulces de uno que repite colaboración otorgando su clase al disco, el alemán Deuter. Tras ese soberbio "Eagle's Path", Lanz deja clara su implicación en el proyecto con otros temas en su línea melódica, como "Seguaro", "Desert Rain" (otra pequeña maravilla que recuerda especialmente a su éxito "Behind the Waterfall", y que de hecho fue publicada en single junto a "Seguaro") o la introspectiva "Carlsbad", y más activo con "Canyon Lands" -siguiendo la estela de "Eagle's Path"- y "White Sands". Mientras tanto, y como ya sucediera en "Natural States", las que son verdaderamente fáciles de distinguir son las dos composiciones de Paul Speer, por su especial carácter ambiental; posiblemente no sean tan primorosas como las del primer disco, pero las texturas dibujadas en "Stormlight" y especialmente "Sculptures" -con el protagonismo ambiental de guitarras y sintetizador- consiguen un estupendo efecto en el conjunto del álbum, logrando un ensamblaje perfecto (los dos artistas parecen tener muy definido y aceptado su papel en el dúo), un sonido característico, muy en la línea estilística de Narada, perfectamente producido por el propio Speer. Si bien el final del disco no es precisamente espectacular (parece diluirse en los últimos temas, buscando un final adecuado sin demasiado efectismo), lo que sí volvemos a encontrar es una música muy visual, y como sucediera con "Natural States", "Desert Vision" contó con un exitoso video del álbum íntegro, una sucesión de imágenes naturales dirigidas por Jan Nickman que posteriormente fue restaurado y editado en DVD. Lanz y Speer emprendieron una serie de conciertos tras la publicación de sus colaboraciones, junto a Neal Speer en la batería; sincronizaron la música con los videos, que proyectaban en una gran pantalla detrás de la banda. Al poco, con la publicación de "Cristofori's Dream" por parte del pianista en solitario, los promotores sólo querían a David Lanz.

Años después llegaría "Bridge of Dreams", una tercera colaboración entre estos dos amigos, correcta aunque sin grandes canciones tan reseñables como "Eagle's Path" o como aquel tarareable "Behind the Waterfall". Sin formar parte de otra película de Jim Nickman, fue Lanz el que pensó en crear una historia detrás del álbum para hacer más fácil su creación y desarrollo, así que inventó un cuento sobre n mundo tenebroso en el que los niños comienzan a cantar una canción que les conduce hacia la esperanza y, definitivamente, la paz. "Bridge of Dreams" no contaba además con el habitual e identificativo diseño de portadas de Narada que parecía predestinar al oyente a la sumisión en una nueva y gratificante experiencia auditiva, la misma a la que llegamos notablemente con discos como "Natural States" o este desértico y enérgico "Desert Vision".

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2.12.07

GAVIN BRYARS:
"The sinking of the Titanic"


La aleatoriedad en la música -uno de cuyos mayores ejemplos podría darse con el eterno John Cage- se puede lograr desde diferentes frentes, tanto en la ejecución de los músicos (permitiendo ciertas libertades), en las propias partituras (incluyendo elementos azarosos) o en la interacción con el público. En todo caso es importante no perder el control de la obra, de la idea que el autor pretende transmitir. Gavin Bryars, que había declarado que "la música, a diferencia de otras artes, es la más sociable porque depende de los intérpretes y del público", introdujo ciertos elementos aleatorios en su primera obra importante, "The sinking of the Titanic", pero Bryars había tenido anteriormente una importancia capital en la constitución de una de las agrupaciones más extrañas que la música clásica pudo ofrecer: la Portsmouth Sinfonia fue una orquesta fundada en 1970 en Portsmouth (Inglaterra), una especie de experimento artístico que permitía la inclusión en sus filas de músicos sin formación ni, por supuesto, experiencia, y que llegó a ver publicados varios singles (el primero fue su particular interpretación de "William Tell overture", de Rossini) y LP's. Curiosamente, esta agrupación cobró una cierta fama en los 70, incluso otros músicos posteriormente famosos llegaron a participar en la misma, como Michael Nyman -que emocionado entre el público de uno de sus primeros conciertos, pidió tocar tras el descanso un violonchelo que tenían de repuesto- o un Brian Eno que interpretó el clarinete -instrumento que no sabía tocar-, y produjo sus dos primeros discos, auténticos ejemplos de aleatoriedad en la música clásica.

Fue precisamente Brian Eno el músico visionario que fundó el mítico sello Obscure Records en 1975, y en tres años publicó diez discos de música contemporánea, ambiental y experimental, entre los que destacaron su propia obra "Discreet music", "Music from the Penguin Cafe" de la primaria Penguin Cafe Orchestra, "Decay music" de Michael Nyman o, como primera referencia del sello, "The sinking of the Titanic / Jesus' blood never failed me yet" de Gavin Bryars, uno de los artistas que mejor se acopla a la idea de 'reducción a lo esencial' que predica el minimalismo, un británico que podría jugar con un puñado de notas prácticamente hasta el infinito otorgando no sólo coherencia y continuidad estructural sino además una estupenda y atrayente calidez, y por supuesto calidad para el que sepa apreciar este otro lado de la música contemporánea. Más conocido que Bryars, el transatlántico Titanic se hundió al quinto día de su viaje inaugural, el 14 de abril de 1912. Una de las leyendas más sugerentes sobre su hundimiento es el hecho de que durante el mismo, los ocho miembros de su banda de música continuaron tocando en la popa, concretamente el himno episcopaliano "Autumn" (un dato no contrastado totalmente, que proviene de un superviviente, el operador inalámbrico Harold Bride). En esta tragicómica circunstancia y en ese himno se basa "The sinking of the Titanic", una obra viva -incluso periodística-, tanto como los datos y teorías que se han ido interpretando acerca del Titanic. La idea de reelaborar la pieza con el tiempo (concordante en cierto modo con el concepto de aleatoriedad en la música) es base en la música de Bryars, al menos en obras como ésta o como "Jesus' blood never failed me yet", concebidas como algo abierto, tanto como que desde su creación en 1969 ("The sinking of the Titanic" se originó como apoyo a una exposición de estudiantes de arte) ha contado con distintas interpretaciones en directo, y grabaciones diferentes en compañías como Obscure Records (la original, en 1975, reeditada posteriormente por EG Records, Venture, Virgin y GB Records -el sello de Bryars-), Les disques du crépuscule (en 1990, con una espléndida fotografía de portada), Touch Records (un directo de 2005 publicado en 2007, una edición limitada de 2000 copias), GB Records (un nuevo directo de 2012, publicado en 2014) y la que nos ocupa, la de Point Music en 1994 (sello de corrientes inclasificables apadrinado por un Philip Glass que además coproduce este trabajo junto a Kurt Munkacsi y Rory Johnston), con enorme cuidado no sólo en la cuestión musical sino además en lo que se refiere al diseño gráfico, si bien se puede criticar la difícil lectura del texto adjunto. Como curiosidad, y acorde con ese modernizado diseño, una edición japonesa del disco incluía un interesante corte remezclado por el músico electrónico Aphex Twin titulado "Raising the Titanic" (que fue publicado en CDsingle). Retornando a la obra íntegra, esta nueva reinterpretación incorpora un coro de niños (The Wenhaston Bys) y un cuarteto infantil femenino de cuerda en el que tocaban el chelo dos hijas del propio Gavin Bryars, Ziella y Orlanda, recordando que la tragedia afectó también a un buen número de niños, que crecieron marcados por el naufragio. En la música de Bryars viene claramente definido ese matiz depresivo que envuelve todo lo referente al Titanic, es una impresión del triste sino del barco y sus ocupantes, los mismos cuyas almas se esconden en la oscuridad de esa música sobria, decadente y sin embargo tristemente hermosa. Las violas (al mando de Alexander Balanescu, famoso por sus colaboraciones con Michael Nyman) y los violonchelos dominan la atmósfera, completada por el clarinete, el bajo, el coro y unas curiosas percusiones y sonidos de ambiente muy realistas. Sencilla, melosa y envolvente, la sutil melodía dibuja como una pátina de tristeza en el recuerdo del famoso barco, y buscando un lento acomodo, casi místico, en nuestras mentes, se desarrolla pausada con una innegable fuerza expresiva a lo largo de los 11 cortes de que consta el CD (uno de ellos, "The Titanic lament", fue publicado en el recopilatorio español "Música sin fronteras vol. II"), en los que muestra leves variaciones. Las cuerdas se muestran como vehículos del lamento en sus rasgados sones, y la lenta letanía es precisamente como un presagio del amargo final. Qué surrealista tuvo que ser, inmersos en la magnitud de la tragedia, que tanto supervivientes como víctimas escucharan, entre gritos y chapoteos, la solemnidad de esa pequeña y noble orquesta.

"Una de las cosas que aprendí trabajando con John Cage es que estaba en contra de los discos, y es que la gente confunde lo que es un proceso con lo que es un producto"; por ejemplo, la demostración de que esta obra es claramente un proceso abierto es que hay diferencias tan grandes entre el momento en que se compuso y las versiones de los añlos 90, como que se ha encontrado el propio barco. Antes o después de ese rescate, dejarse mecer por cualquier versión de este clásico de la música contemporánea es una experiencia gratificante y placentera, que despliega una tormenta de emociones, la pieza fluye sin estridencias, es también como un buen ejemplo de música ambiental, de la que Eno acuñó el termino años después (de hecho, como productor de aquella primera versión, bien podría haberse inspirado en ella para su "Ambient 1"). "The sinking of the Titanic" constituye un homenaje y un documento desgarrador del final del lujoso transatlántico, una obra hermosa y trágica a partes iguales, que en su simplificación de las formas se disfruta lentamente (una sóla melodía desarrollada durante una hora) y puede llegar a enganchar, si bien muchos la pueden encontrar aburrida, incluso soporífera. Como decía José Ramon Pardo sobre Gavin Bryars: "Escuchar un disco suyo es un ejercicio de voluntad que suele verse recompensado con una experiencia gratificante". Por tanto, olvidaos de Leonardo di Caprio, incluso de la estupenda banda sonora de James Horner para la película de James Cameron, y naufragad con Gavin Bryars.





26.11.07

OCTOBER PROJECT:
"October Project"

October Project es un caso de grupo incomprendido, su primer disco es uno de esos trabajos que sin duda merecía una mayor repercusión en el panorama musical de 1993, año en el que lo publicó EPIC Records y en el que la revista Billboard lo definía como 'caviar para paladares sofisticados'. Si bien en su país, los Estados Unidos, sí que llegaron a tener unas buenas ventas de ese primer álbum, su inconstancia, el abandono de la cantante original y el cruce de caminos de su propuesta musical les convirtieron en un grupo fantasma, excepto para un importante número de fieles seguidores, entusiasmados con la textura única de sus composiciones. Dada esa calidad, y como no podía ser de otro modo, tras unos años en los que la banda se reconvirtió -con un desfile de nuevas incorporaciones- en November Project, el tiempo puso las cosas en su sitio y October Project regresó con los tres miembros originales, aunque sin la carismática voz de trabajos primarios como este "October Project". 

La base de este grupo se formó en Nueva Jersey, cuando el posterior matrimonio compuesto por Emil Adler (teclados, coros) y Julie Flanders (letrista) improvisaban canciones y soñaban con el éxito. El destino forjó uniones exquisitas, así que enseguida Julie conoció a Marina Belica (teclados, voz) en la universidad, origen auténtico de la banda, a la que se unieron, para sus dos primeros álbumes, Mary Fahl (solista), David Sabatino (guitarra, coros) y Urbano Sánchez (percusión). Los inicios de la década de los noventa supusieron una alfombra roja de oportunidades para bandas con ideas interesantes, y October Project fue un claro ejemplo. Al parecer el nombre del grupo llegó cuando comenzaron a tocar en pequeños clubes de música desde un lejano mes de octubre; ese material fue preparado como 'proyecto de octubre', un apelativo que gustó tanto como para llegar hasta la actualidad. Peter Ciaccia se convirtió en su manager, y les ayudó a instalarse en Nueva York en el mítico café Sin-É, hasta que Epic Records confió en ellos para grabar en Nashville con ese material original "October Project", un primer trabajo muy dramático y apasionado, con enormes arreglos vocales y un diseño gráfico misterioso, en fantasmales tonos sepia que aportaban un tono atemporal al conjunto. La voz principal, la de Mary Fahl (complementada con la de Marina Belica), es grave pero aún así cálida, y le otorga una especial personalidad a este conjunto de imagen un tanto gótica, sin acomodo fácil en ningún género concreto, lo que por un lado les hace únicos y por otro difíciles de seguir. Este disco alberga demasiadas sorpresas para ser tenido muy en cuenta a pesar del tiempo transcurrido y el desconocimiento del gran público, seguramente por esa propia huida de la convencionalidad donde lo que es obvio es la calidad de las composiciones. El comienzo es abrumador, con sus dos primeros sencillos seguidos, "Bury my Lovely" y "Ariel", dos canciones excepcionales, intensas, cargadas de lirismo: "Bury my Lovely" (que tuvo un muy bien rodado videoclip de tonos marrones, góticos) huele desde el principio a sencillo radiofónico de éxito, muy cuidado, pero hay algo más allá, unas intenciones especiales, una poesía singular en la letra, unos arreglos distintos, el intento de desligarse de las modas y encontrar un sonido propio, que se nutre del pop pero con una instrumentación no convencional, que bucea en el folk y en el rock, y posee un encanto genuino difícil de describir con palabras, como en el caso también de la monumental "Ariel", con una letra sobre deseos de libertad, basada en 'La tempestad', de Shakespeare. Por momentos se atisba también un encanto clásico en la instrumentación y operistico en la voz, sólo hay que escuchar "A Lonely Voice", "Wall of Silence" o la hermosa "Where you Are", que acompañó algunos de los anteriores CDsingles. El trabajo es sorprendente de principio a fin, y está poblado de pequeñas delicias llenas de un fantasmal romanticismo, mecidas -más que cantadas- por Mary, para paladear con calma, como "Take Me as I Am", en la línea poética de "Ariel", o un tercer single que llegó al mercado tras aparecer en la película 'Blown Away' ('Volar por los aires'): irrumpiendo de manera generosa y demostrando definitivamente la grandeza del grupo, "Return to Me" es de una delicadeza y de un lirismo apasionado y colorido, lo que se traslada a su bien planteado videoclip oficial. Aún resta por destacar, en el bloque final, una delicia titulada "Paths of Desire", joya oculta mecida por los violines, no como un añadido impuesto, sino en una bella conjunción. Te puedes enamorar perdidamente de canciones como esta. Además, "Be my Hero" (un cuarto sencillo con cuatro de las canciones destacadas del disco en modo acústico) culmina el trabajo de manera brillante, con otra demostración vocal y un clímax final donde la voz, violines, la contundente batería y una poderosa guitarra, se aúnan de forma mágica, haciendo larga la espera para futuras entregas del grupo.

El de October Project fue un proyecto distinto sin ser anticomercial, de hecho se radió convenientemente, si bien no acabó de encontrar su público, lo cual extraña al comprobar la cantidad de enormes canciones que se pueden disfrutar en este álbum homónimo. De este modo su segundo trabajo, "Falling Farther In", sólo encontró acomodo en su norteamérica natal, y de ahí hasta la actualidad, cuando los mismos protagonistas que comenzaron el proyecto décadas atrás, Emil Adler, Julie Flanders y Marina Belica, continúan ofreciendo su especial música de forma independiente en trabajos de muy buenas intenciones como "The Ghost of Childhood", además de rescatar sus éxitos en los directos, canciones como las de "October Project", un enorme CD que ya sólo por la inquietante portada y el original diseño de las letras que forman el nombre del grupo, muchos podrían sentirse atraídos a escuchar el interior, unas entrañas que recogen impresiones de una realidad distante que se quedan en nuestras mentes a la primera escucha, aletargadas, esperando para volver a tener su momento. Los que ya conozcan a October Project saben que cualquier instante es bueno; los que no, se toparán con un disco que puede ocupar un sitio permanente en sus corazones.











19.11.07

DEEP FOREST:
"Deep forest"

La música es otra de las disciplinas culturales en las que occidente acaba absorbiendo todo tipo de influencias del mundo menos avanzado (al menos tecnológicamente hablando); en ocasiones no se trata exclusivamente de la inspiración en la cultura de esos países, o de sumergirse en su folclore, sino que simplemente se acaban utilizando voces indígenas y sonidos autóctonos en ritmos y melodías puramente occidentales, aunque en algunos casos sí que llega a quedarse impregnada el alma de esas gentes primitivas y lugares mágicos. En un término medio entre experimentación electrónica y world music (algunos lo han calificado como etno-tecno, o ambient world, aunque lo más fácil posteriormente fue archivarlo en la categoría chill out) nos encontramos a un grupo que expresa como ninguno lo anteriormente expuesto, un dúo representado por un extraño símbolo que significa paz, naturaleza y unidad: Deep Forest.
Si bien algunos despistados (como yo) escuchamos por primera vez el nombre de Deep Forest en boca de un Mike Oldfield que hablaba de ellos en 1994 como un grupo a tener en cuenta, realmente su tema más conocido, "Sweet lullaby", ya había sido radiado masivamente desde la aparición de este disco en 1992. El origen fueron unas grabaciones del continente africano que Michel Sanchez compró a la Unesco, y en las que, junto a su amigo Eric Mouquet, encontró una base sobre la que dirigir el sonido ambient en el que estaban trabajando, otorgando a esas voces sampleadas la categoría de instrumentos (una idea que en su concepto no era nueva, sin ir más lejos en la propia Francia nos encontramos con el impresionante "Zoolook" de Jean Michel Jarre, y unos años antes con otro disco seminal en Gran Bretaña, "The life in the bush of ghosts", firmado a dúo por Brian Eno y David Byrne). Este acercamiento al dance por medio de la música étnica funcionó de maravilla y enseguida creó adeptos e imitadores, como el proyecto de Phil Sawyer 'Beautiful world', o aquel "Sacred spirit" con indios nativos americanos, sin olvidar a algunos que ya estaban ahí en lo más alto, como Enigma, pero que acabaron siguiendo el juego étnico de Deep Forest, un juego que comienza con el tema homónimo, basado en voces de Ghana, que sirvió de efectista primer single al álbum. Fue sin embargo "Sweet lullaby" el sencillo que impulsó el disco hasta vender millones de copias en todo el mundo, una lenta y preciosa canción basada en voces de las islas Salomón, al noreste de Australia y Nueva Guinea. Sigue siendo sin embargo Africa el centro del universo Deep Forest en este su primer trabajo, y Camerún, Burundi y Senegal son otros de los países representados en su juego de voces y sonidos, entre los que destacan las melodías autóctonas de "Night bird" o "White wisper", el ritmo de "Hunting" o "Savana dance", y la calmada ambientalidad de "The first twilight" y "The second twilight", en las que realmente el oyente puede fundirse con el bosque. El pequeño sello 550 music fue el primero que publicó el disco en 1992, si bien CBS/Sony Music se encargó de la primera reedición, con un tema nuevo, "Forest hymn", y de otra en 1994, bajo el título "World mix", que incluía varios remixes, en su mayoría prescindibles.
Michel Sanchez y Eric Mouquet han continuado su viaje por el mundo a través del este de Europa ("Boheme", espectacular trabajo con el que ganaron un grammy), el caribe ("Comparsa") y oriente ("Music detected"), sin contar otras colaboraciones, bandas sonoras y discos en solitario. Teniendo en cuenta la fama de vacuidad generalmente asociada al género ambient, Deep Forest al menos parecen utilizar la música electrónica como un canalizador de respeto y amor por la naturaleza. Su nombre, Deep Forest (bosque profundo) simboliza las selvas tropicales que hay que salvar de la deforestación. Cada uno de sus discos destina un porcentaje a ayudas a las culturas que reverencian (este primero colaboró con poblaciones de pigmeos en su paso del nomadismo a la agricultura), por lo que tienen impresa una especial aura de espiritualidad y misticismo, son como viajes iniciáticos alrededor del mundo a través de la música
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10.11.07

CARLOS NÚÑEZ:
"A irmandade das estrelas"

1996 fue el año en el que descubrimos a uno de los músicos más internacionales que ha deparado el panorama musical español. Y fue así a pesar de que Carlos Núñez, nuestro personaje, ya había despuntado desde su más tierna infancia. Estamos además ante un estudioso de la música tradicional, alguien que, a pesar de su juventud (nació en Vigo en 1971), se merece un extraordinario reconocimiento por sus discos en solitario, su anterior trabajo con el grupo Matto Congrio, y sus numerosas colaboraciones con artistas de indudable calidad y renombre. Como dijo la publicidad de la época: "un artista que nace siendo internacional". El fruto de dicho parto se tituló "A irmandade das estrelas" (un nombre referido a la Vía Láctea, el camino de estrellas que lleva a los peregrinos hasta Santiago de Compostela), y efectivamente, al menos viéndolo con el transcurso de los años, se trató de algo más que un puñado de canciones de origen gallego, acabado celta y colaboraciones de excepción; fue el comienzo de una nueva popularización del folclore gallego en España, de aceptación total de la música tradicional en general, y el nacimiento de un adalid de esta noble causa. Lo que nombres de siempre en el mundillo de la música tradicional gallega como Milladoiro o Emilio Cao sólo habían podido acercar a un puñado de interesados, lo consiguió popularizar masivamente este joven vigués, apasionado, deshinibido y por supuesto virtuoso.

'La hermandad de las estrellas' fue un proceso iniciático para muchos en la música celta y constituyó el descubrimiento de una nueva cultura hermosa, atrayente y con un interesante componente festivo, pero el gran éxito de Carlos Núñez se ha basado también en la fusión de estos elementos con todo tipo de culturas, dentro y fuera de nuestras fronteras: 'Galicia es Galicia cuando es todos los mundos', dice Manuel Rivas en el prólogo del CD. Aún así no cabe duda de que la satisfacción que provoca su música, la emoción que transmite y la conexión que logra en directo son mérito exclusivo de este músico carismático que emana una exclusiva seguridad y un extraño poder cuando maneja la gaita gallega y la flauta de pico. Frutos de la tradición en su mayor parte, cada canción es un mundo en este delirio de calidad, los temas vocales (con los que podía acercarse a un público menos acostumbrado a la tradición) cuentan con las magistrales aportaciones de Luz Casal ("Negra sombra" es una hermosa balada en la que reside el espíritu de Rosalía de Castro), Xiradela (grupo de pandereteiras que literalmente lo bordan en "Cantigueiras", una de las canciones más auténticas del disco, que nos traslada a la Galicia rural), Dulce Pontes (en el precioso acercamiento al fado "Lela") y la eterna Vieja Trova Santiaguera (que despide el disco con la conga "Para Vigo me voy"), si bien esa comunión tan importante y maravillosa entre naciones celtas (sobre todo Galicia e Irlanda) se evidencia especialmente en los instrumentales: "Amanecer" es un impresionante recibimiento, una melodía hermosa de la Galicia del siglo XIX (redescubierta por Carlos Núñez en antiguos archivos) que abanderó el disco, en la que destacan las flautas y la gaita de Carlos, pero donde comienza el desfile de estrellas con las aportaciones sin igual de los hermanos O'Domhnaill -los 'cerebros' de Nightnoise-, y dos de los Chieftains, Derek Bell y Paddy Moloney. Jota, fandango y bulerías (el norte y el sur de la península) se hermanan a continuación gracias a Kepa Junkera, Rafael Riqueni y Tino di Geraldo en el tema que da título al disco y que mejor evidencia su desenfado y alegría. La de Kepa es una colaboración especial que se repite a lo largo del disco, pero también la de Ry Cooder y esa especie de mentores de Carlos en que se habían convertido The Chieftains, que en "The Flight of the Earls" capturan toda la magia de Irlanda para el debut discográfico de su protegido. "Villancico para la navidad de 1829" es otra joya más deudora del estudio y continua búsqueda de Carlos Núñez, donde aparte de las gaitas de Paddy Moloney suenan de maravilla el violín de Enrique Iglesias, el clavicémbalo de Pablo Cano y el contrabajo de Pablo Múzquiz. Es necesario destacar, en cuanto a la instrumentación, otra de las composiciones, "Os gaiteiros da noite", que "supuso en Galicia una experiencia pionera de grabación con gaitas históricas" -cuenta Carlos en su libro "La hermandad de los celtas"-, al utilizar una gaita del renovador de la cultura gallega Perfecto Feijóo que llevaba un siglo sin ser utilizada, y según el intérprete, su sonido fue arrollador y tuvo un toque de novedoso. Este vendaval de colaboraciones de lujo (algunos de los invitados ni siquiera tenían nada que ver con la idea de música celta) fue complementado además por el excepcional técnico de grabación de The Chieftains, Brian Masterson. La producción se la reservó el propio Carlos Núñez, con la co-producción de Paddy Moloney en la mayoría de los cortes y de Ry Cooder en los dos restantes (en los que suena su guitarra, "Nubes del otro lado" y "Negra sombra").

"A irmandade das estrelas" tuvo una especial repercusión en aquella España en la que lo tradicional estaba en auge, con gran seguimiento popular en radios y en prensa y multitud de conciertos y festivales, lo cual supuso que la música celta española comenzara a mirar de igual a igual a la de las demás naciones celtas. Esta obra tiene además una chispa especial, un impresionante trabajo de investigación, una composición escrupulosa e inspirada, unas colaboraciones magistrales... "es la realización de toda una serie de ideas que surgieron a lo largo de muchos años intensos", señala el propio Núñez, "de gira con los Chieftains, participando en festivales y conociendo a muchos artistas por todo el mundo, me fueron saliendo las claves para hacer este trabajo, no tanto introspectivo sobre mi forma de tocar, sino como algo que sirviera de hilo conductor para unir muchas experiencias". Pero hay algo que lo hace aún mejor, este disco tiene alma, y el público español conectó con ella, llegando a venderse más de cien mil ejemplares del CD publicado en 1996 por BMG Ariola. En 2021, una edición especial por el 25 aniversario era realmente un disco nuevo con 13 composiciones inéditas que completaban el original con nuevas colaboraciones de músicos españoles como Rozalén, Rodrigo Romaní, Arianna Savall, Tanxugueiras o Iván Ferreiro, pero también extranjeros como Karen Matheson, Donald Shaw o Liam Ó Maonlaí. La mezcla de osadía propia de la juventud (no hay fronteras para el hermanamiento y fusión de la música celta con otros pueblos y culturas) con una madurez impropia de la misma originó un trabajo irrepetible, una estrella más entre esa hermandad de astros que forman el camino que lleva a Galicia.









3.11.07

VARIOS ARTISTAS:
"Do it a capella"

Antiguamente existía la prohibición de utilizar instrumentos musicales en las iglesias cristianas, por lo que la voz humana -por otro lado el más antiguo de los instrumentos- era el único modo de expresar la devoción a Dios, como por ejemplo por medio de los cantos gregorianos. La historia se ha encargado de dar muchas vueltas a la situación de las ceremonias religiosas, pero básicamente proviene de ahí la expresión 'a capella', del italiano capilla, y se refiere, evidentemente, a la música realizada exclusivamente con la voz, sin acompañamiento musical alguno. A partir de los 80 este estilo atrajo un público fiel y una serie de grupos y artistas que conseguían imitar de forma prodigiosa la melodiosidad de ciertos instrumentos lograban colarse en las radiofórmulas y los espectáculos musicales. Entre ellos destacó poderosamente Bobby McFerrin, que consiguió con el conocido "Don't worry, be happy" no sólo un enorme éxito comercial sino que la gente comenzara a interesarse realmente por el término a capella.
A caballo entre las décadas de los 80 y los 90 la cadena de televisión PBS estaba preparando un documental sobre el auge del género. Tratándose de voces 'a palo seco' las cuerdas vocales de los afroamericanos tienen mucho protagonismo, así que como el programa iba a rodarse en Nueva York el conductor perfecto del mismo tenía que ser Spike Lee. Con "Do it a capella" este gran director de cine pretendía difundir esta forma musical, bastante incomprendida, tan antigua como la propia voz. Grupos relativamente nuevos como Rockapella (que hasta entonces cantaban por las calles de Nueva York) o The Mint Juleps, ya consagrados como Take 6 o The persuasions, o exóticos como los sudafricanos Ladysmith Black Mambazo se dieron cita en este documental de 1990 que realmente dirigía Ernest Dickerson para Elektra Entertaiment, la misma compañía que publicó además un estupendo CD con todas las canciones.
Ese carácter reivindicativo de las voces negras llevó hasta allí a Spike, y posiblemente abriera los ojos a muchos con este entretenido documental que él mismo, junto a la actriz y cantante Debbie Allen (la famosa profesora de "Fama") se encarga de presentar, de una manera amena y deshinibida. De hecho el primer plano nos muestra al 'gran' Spike, que ante las protestas de grandes intérpretes y vocalistas como Wynton Marsalis o Roberta Flack, deja bien claro que el documental trata única y exclusivamente de música a capella; incluso el alcalde de Nueva York en esa época, David Dinkins, se atreve a tocar la armónica reclamando el derecho de los instrumentos, pero Spike Lee se muestra impasible. Debbie Allen se entusiasma ante los cameos conseguidos en este divertido comienzo (incluso podemos ver fugazmente a Samuel L. Jackson), y tras ofrecerse para protagonizar alguna futura película o en su defecto participar en la banda sonora, comienzan un diálogo que desemboca en el documental propiamente dicho, que consta de dos partes: la primera está rodada en estilo video-clip, con interpretaciones en playback de Rockapella ("Zombie jamboree"), True Image ("I need you"), el grupo femenino The Mint Juleps ("Don't let your heart") y The persuasions ("Looking for an echo"). El estupendo 'duelo' entre Rockapella y True Image podéis verlo en esta dirección de You Tube. La segunda parte recoge parte de un show, absolutamente en directo, donde algunos de estos grupos maravillan literalmente a una audiencia entregada: Take 6 (grupo adventista de claras temáticas religiosas) hace una interpretación prodigiosa de "Get away Jordan", Rockapella y True Image vuelven a enfrentarse con "Under the boardwalk" (el clásico de The drifters), The Mint Juleps acometen otro clásico, "Higuer and higuer", y Ladysmith black mambazo adornan el escenario con su colorido y bailes aparte de con sus voces puramente africanas.
Un programa interesantísimo (por la calidad de los grupos representados, por la presencia de Spike Lee y Debbie Allen, y porque llega a ser sorprendente ver -y no sólo escuchar- lo que un puñado de voces pueden conseguir, desde el tipo enorme que hace de bajo hasta los tenores o barítonos) que emitió La 2 de Televisión Española en horario intempestivo. El fenómeno a capella ha continuado creciendo y despertando curiosidad y admiración, así que desde aquí no sólo os recomiendo "Do it a capella" y los grupos aquí representados, sino otros muchos como The king's singers, The nylons, The bobs, The flying pickets o por supuesto Bobby McFerrin, para descubrir una forma distinta de hacer música
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