5.2.21

TORTOISE:
"Millions now living will never die"

De los cimientos del rock underground de Chicago nació en 1990 Tortoise, una banda radicalmente distinta a lo que dictaban las normas de la época. Su desafío iba a ser tan importante como poco reconocido por la industria, ya que desde su primer trabajo, "Tortoise" (en 1994), accedieron a un sistema distinto de ritmos y melodías prácticamente sin voces, un despliegue sonoro más propio de un submundo en el que se unían propuestas tan lejanas como el jazz, lo indie, el rock experimental y el minimalismo, básicamente el soundtrack de una película independiente con buenas críticas pero con poco público en las salas. Con discos como ese y canciones tan especiales como "Ry Cooder", no se sabe bien si acababa atrayendo más su atrevimiento o su ejecución (con un sorprendente despliegue de instrumentación en la que bajos, teclados y percusiones acaparaban el protagonismo), y lo que se puede afirmar sin duda es que se habían depositado muchas esperanzas en el siguiente trabajo de la banda, un "Millions now living will never die" que sólo tardó dos años en llegar, tras un extraño álbum de remezclas de su debut titulado "Rhythms, resolutions & clusters".  

John McEntire, Dan Bitney, John Herndon, Douglas McCombs y Bundy K.Brown fueron los encargados de presentar al mundo aquella ópera prima, especie de cuaderno de notas que condujo al definitivo "Millions now living will never die", para el cual abandonó el grupo Bundy Brown y entró David Pajo (aunque enseguida lo dejó por su banda Aerial-M). Publicado por la compañía independiente estadounidense Thrill Jockey en 1996, ya se trataba éste de un álbum sólido, una obra en la que perduraba la esencia atrevida, experimental, sobre la que traslucían las bases del rock y jazz, un material denso por momentos que enseguida fue acogido en el saco del conocido como post-rock. Afirman ellos que un corto retiro 'idílico' al norte del estado de Vermont posibilitó la inspiración para un disco cuyo título (algo así como 'Millones que ahora viven nunca morirán') no tiene ningún significado especial: "lo usaron los adventistas para una gran campaña en la que buscaban nuevos feligreses para su iglesia. Tiene que ver con todo el rollo del apocalipsis y tal, pero no tenemos nada que ver con los adventistas". En este cierto clima de confusión, conceptual y estilística, llegó este esperado álbum, en el que John McEntire ejerce de líder de la banda por su acreditación de grabador y mezclador del mismo, aunque no se especifica si la producción es individual o conjunta. Desde los primeros segundos se descubre a una banda fuera de lo normal, que busca caminos nuevos y hurga en sonidos poco dispuestos a la complacencia de las grandes emisoras. El rock y lo jazzy se funden en los primeros minutos del largo tema "Djed" (que ocupa toda la cara A del vinilo, otra circunstancia desafiante), corte poseedor de una efervescencia propia de un buen DJ, mediante el que el oyente entra en una experimentación accesible en la que lo electrónico es más que un recurso, es un camino que sabe tanto arrancar matices golosos (donde el drum and bass es una influencia admitida, pero también abruma el concepto minimalista de las marimbas) como exasperar en pasajes de sonoridad corrupta bien encauzada (sonidos que se cortan, se desintegran, se perturban), asomándose incluso a mundos más propios de mitos del krautrock. De este modo, explorando en paisajes distintos, esa primera composición del álbum se hace incluso corta. "'Djed' está formada por distintos segmentos unidos. Hicimos catorce mezclas distintas con ellos hasta configurar una pieza de 20 minutos, una especie de collage (...) Poner 'Djed' al principio del disco es una prueba para el oyente". La cara B presenta cinco intentos melódicos a tener en cuenta. "Glass museum" se decanta por la ligereza de unas guitarras soñadoras -un elemento ausente en su primer álbum- sobre las que vuelan líquidos vibráfonos asomado al balcón del jazz, con una contundente batería. "A survey" vuela libre a continuación, sin posible definición más allá de la vanguardia del post-rock jugando con varios bajos. "The taut and tame" encuentra su camino diferente, siempre elegante, en la conjunción de aparente improvisación entre cuerdas, percusiones y efectos, una experimentalidad electrónica que en "Dear grandma and grandpa" deriva hacia un sonido retro (con secuenciador analógico) envuelto en una atmósfera, por decirlo así, drogada. "Along the banks of rivers" es el final que todo lo une y que deja ganas de vislumbrar los siguientes pasos del conjunto. El 'todo vale' ha originado grandes momentos en la historia de la música rock desde el krautrock hasta ciertas propuestas electrónicas de digestión dura, o incluso algunos himnos punk. Tortoise es otra de esas sorpresas en cuya propuesta parece que no haya cortes ni límites, y aunque lo que se escuche sea difícil de catalogar, es fácil de escuchar y de disfrutar, es el suyo un sonido espontáneo y orgánico, que parece beber de una cierta improvisación más o menos tradicional, en la que se han añadido elementos electrónicos y un riesgo fuera de toda duda.
 
Los de Chicago son una de esas bandas fetiche en el saco del post rock, una denominación de la que no huyen pero que tampoco parecen aceptar sin matices en su trayectoria ("las etiquetas no funcionan con nosotros -decían-, supongo que somos un grupo de fusión, una mezcla absoluta, pero lo nuestro no es la fusión virtuosa"). La ausencia de letras ha impedido a este conjunto alcanzar altos niveles de conocimiento entre ese público perezoso que no buscaba sino que esperaba a que la radio o la televisión le dijeran lo que tenía que escuchar o comprar. Tal vez por eso no sean más conocidos, aunque posiblemente no necesiten serlo. Algunas ediciones japonesas de "Millions now living will never die" incluían varios cortes adicionales, "Gamera", "Goriri", "Restless waters" y "A grape dope", donde seguir disfrutando de su emocional fusión de rock, jazz, dub, ambient y minimalismo, un refrescante cóctel que no se acaba -el grupo sigue en activo- y que continuó en 1998 con su siguiente álbum, "TNT", que es también de los más aclamados por la crítica. 







2 comentarios:

Warren Keffer dijo...

Ohhh me encanta este grupo.
Yo llegué precisamente desde el post-rock, un género que me enamoró cuando lo descubrí con Explosions in the Sky y God is an Astronaut. Pero sin duda tienen más de jazz y experimental que de rock. De las bandas más originales de los últimos tiempos.
Mi disco favorito es TNT.

Pepe dijo...

Sí, a mí me gustó ese rollo experimental tan distinto a cualquier otra cosa del pop rock al que parecen pertenecer. TNT parece el disco favorito de su público, pero a mí me gustaron más sus dos primeras obras, ya ves.