19.7.25

DAVID BEDFORD:
"Rigel 9"

Muchos artistas actuales, y un buen número de melómanos, añoran el sonido de los discos de los años setenta, sin importar el estilo o el músico implicado. La tecnología digital facilita notablemente el trabajo, pero en ciertas ocasiones se pierde el alma que quedaba impregnada en las grabaciones analógicas, aquellos trabajos de tijera que se plasmaron en viejos vinilos de artistas mayúsculos del mundo del rock y del folk, y bandas míticas del rock sinfónico y progresivo que envolvieron temporalmente la obra de un compositor con mayúsculas, un británico nacido en 1937 y fallecido en 2011 llamado David Vickerman Bedford, de familiares compositores y cantantes, que abarcó un gran número de estilos en su trayectoria musical, incluido su paso en los años setenta por el grupo de rock Kevin Ayers and the Whole World, donde conoció al que durante muchos años sería su joven cómplice y alumno aventajado, Mike Oldfield. Sus obras son numerosas, muchas de ellas han sido representadas por conjuntos instrumentales o con voces, aunque no tantas fueron las publicadas. La vanguardia fue su refugio privado, y la ópera entró también dentro de sus intereses, preferiblemente la ópera 'escolar' o para niños ("The Rime of the Ancient Mariner" entre ellas), aunque también otras, alguna tan atrevida como la ópera espacial que en 1985 le unió, en una excitante colaboración a distancia, con una prestigiosa escritora estadounidense de ciencia ficción, Ursula K. Le Guin.

Fallecida en 2018, Le Guin fue una de las grandes autoras de ciencia ficción, especialmente recordada por series de novelas ambientadas en el mundo ficticio de Terramar, y ganadora de premios tan importantes como Hugo o Nébula. Varias fueron sus colaboraciones musicales, con la compositora Elinor Armer ("Uses of Music in Uttermost Parts" fue un trabajo conjunto de diez años, publicado en 1995, que "explora un archipiélago fantástico de islas donde la música forma la esencia misma de la vida"), con el intérprete, educador y -él se define así- aventurero sonoro Todd Barton ("Music & Poetry of the Kesh" en 1985) y con David Bedford, que realmente ya había musicado en 1976 el cuento de Ursula ganador del premio Hugo 'Los que se alejan de Omelas' ("The Ones Who Walk Away from Omelas"), una pieza de 25 minutos para conjunto instrumental cuyo resultado encantó a la escritora. Ambos se conocieron y ahí se gestó el libreto de "Rigel 9", aunque tuvo que pasar casi una década para que todo estuviera listo y una discográfica estuviera interesada en su publicación, lo que hizo Charisma en 1985 (Virgin Records, que sí que había publicado los discos de Bedford en los años setenta -aunque por entonces con las monetarias colaboraciones de Mike Oldfield- lo rescató en CD en 1997). Dicho libreto fue orientado como una obra para radio, una 'ópera para el oído' -así lo calificaron ambos-, en la que diálogos y canciones se entremezclan. De hecho, el lenguaje extraterrestre de la obra es un hipnotizante canto sirenoide (jóvenes muchachas alejadas del corte operístico, seleccionadas en escuelas locales), mientras que las voces humanas se acompañan de oscuros sintetizadores de corte progresivo. El choque no sólo no inquieta sino que acompaña con solvencia a este musical que, aclaraba el compositor para la revista Starburst, "no es al estilo de Hollywood, porque allí la música no es continua y el diálogo constituye la mayor parte de la película: en 'Rigel 9' la música lo atraviesa todo, excepto al principio, donde quería demostrar que estaban en un planeta alienígena y que la situación y los personajes debían presentarse claramente". "Rigel 9" es una ópera de los nuevos tiempos, un nuevo deleite de teclados como lo fuera "The Odyssey" en la década anterior, que comprime las argucias eléctricas y orquestales de David Bedford (instrumentos del rock y sinfónicos conviven con sutileza) en una sola trama, única y excitante, en la que tres astronautas humanos, Anders, Kapper y Lee, son enviados a explorar un lejano y frondoso planeta en un sistema estelar con dos soles, denominado Rigel 9, donde intentan comunicarse -con poco éxito- con una inteligencia extraterrestre, especialmente un Anders que es secuestrado por los alienígenas. Kapper y Lee discuten en ese momento sobre la necesidad de rescatarlo o bien salvarse y escapar ellos. Al final, cuando la nave va a despegar, Anders tiene que tomar una decisión. "Uno de los temas sobre los que escribo -comentaba Ursula para la mencionada revista Starburst- es la soledad, la dificultad que tiene cualquiera para comunicarse, para conectar con otras personas. Creo que ese es uno de los temas que explora la historia." Más aún en una cultura tan ruidosa y dominante como la nuestra, y su incapacidad para escuchar y aceptar culturas extranjeras: "La ciudad alienígena es literalmente invisible para ellos. Y solo Anders, más abierto y descontento con su civilización, puede comprenderla. De hecho, nunca estuve muy seguro de si la cultura alienígena era real o falsa, o si era solo una proyección de los propios anhelos y deseos de Anders." Cuatro escenas componen la obra: la primera, "Overture: Scene 1: The Forest / Anders and The Red One / Anders' Capture", presenta un comienzo espectacular, una obertura épica y excitante con teclado, orquesta y enaltecedores punteos de guitarra (que en esta ocasión no portan la firma de Mike Oldfield sino la de Clem Clempson), que tras dos minutos y medio da paso a la primera y extraña conversación entre los astronautas. El teclado continúa tan vehemente y apasionado como en anteriores partituras aventureras de Bedford ("The Odyssey" o "Instructions for Angels" pueden venir a la memoria) y acapara el protagonismo de un bellísimo pasaje ambiental con diálogo, que conduce a la primera de las canciones del disco, logrado evento propio del género musical en el que un extraño pero acertado saxo marca el contrapunto a la voz de Anders. De ahí al final, voces celestiales alienígenas nos introducen en un paisaje de ensueño y nos conducen, flotando y con suspense final, hasta la escena segunda. "Scene 2: The City / Anders And The Red One" tiene un inicio alegre y burbujeante, y continúa con un inútil pero bello intento de comunicación entre especies que conduce a otra hermosa canción, una fábula vocal digna de 'El señor de los anillos' (de hecho la interpretación no difiere mucho del estilo que hará popular, desde el año siguiente a este disco, a la irlandesa Enya), si bien recuerda más poderosamente a la propia composición de Bedford "The Rio Grande", aunque sin llegar a alcanzar su magnificencia. Anders toma el relevo en una nueva canción para llegar al descanso, tras enredarse en una telaraña que engarza la ópera rock con un vivaz sinfonismo de teclados progresivos. El tercer acto ("Scene 3: Kapper And Lee In The Forest / The Death Of The Orange One / The Funeral Procession") arranca movido y de nuevo épico, fílmico, alcanzando pronto los instantes más caóticos del trabajo, a los que la alienígena voz celestial viene de nuevo al rescate con una suave versión vocal de la fantasiosa entrada general del álbum. Como surgido de entre la bruma, emerge entonces en canto dedicado a un funeral extraterrestre, del cual Bedford quedó verdaderamente satisfecho. Así explicó a Starburst cómo el dúo escocés de new wave Strawberry Switchblade, ahora bastante olvidado, entró a formar parte del álbum: "Hice que el coro cantara la introducción como solistas y luego se lo llevé a Tony Stratton-Smith de Charisma para una opinión externa. Él creía que las cantantes del funeral debían sonar más fuertes. Justo por aquel entonces, había hecho algunos arreglos con el dúo femenino Strawberry Switchblade, y sus voces me parecieron increíbles. Esto fue antes de que publicaran ningún disco. Así que les pedí que cantaran la sección del funeral.". La última escena ("Scene 4: Anders Alone In The City / The Ritual Song / Anders' Flight Through The Forest / At The Ship: Countdown / Lift Off / Finale") comienza con una intensa canción por parte de Anders, de nuevo propia del musical, que se fusiona con el coro de sirenas extraterrestres. Tras una pequeña pausa, la acción se expone sobre un emocionante desarrollo repetitivo, glassiano, primero con voz, posteriormente con los envolventes teclados. Otras melodías anteriores se alternan para servir de fondo a los diálogos, hasta la drástica entrada de la cuenta atrás para el despegue de la nave y de ahí a un final dulce, esperanzador, con las voces femeninas recordando uno de los leitmotivs más interesantes del disco. Grabado en los Advision Studios, "Rigel 9" contó con el siguiente elenco musical: David Bedford (teclados), Clem Clempson (guitarra), Mark Bedford (bajo), Pete King (saxo), Daniel Woodgate (batería), el coro de The Barnet Schools Choir (lideradas por J. Maxwell Pryce), los vientos de The County Of Avon Schools Symphonic Windband (dirigidos por David James), los violines de Adrian Levine, Belinda Bunt y Bill Benham, la banda Strawberry Switchblade (en la canción del funeral), Gerard Kenny (la voz de las canciones de Anders), y las voces actorales de Enn Reitel (Anders, Lee), Lorin Stewart (Kapper) y Sarah Duthie (The Red One, The Orange One). El ingeniero de sonido fue Geoff Young.

Amante declarado de la literatura de ciencia ficción -que ocupaba un gran espacio en su biblioteca-, esa pasión se plasmó en gran parte de la obra de David Bedford, que presentó muchos títulos espaciales o fantasiosos, especialmente su obra para Virgin Records, "Star's End". "Mucha gente dice 'no me gusta la ciencia ficción', y por eso desechan un área entera de literatura potencialmente excitante, igual que un montón de músicos de rock dicen 'no me gusta la música clásica porque estuvo muerta los últimos doscientos años'. Similarmente, mucha gente de la clásica dice 'no me gusta la música rock porque es puro ruido y electricidad', y están igualmente perdiéndose un montón de buena música", declaró en aquella época. Por contra, muchos de sus textos más importantes provenían de poetas románticos como William Blake, Samuel Taylor Coleridge, Thomas Browne, o más actuales como Kenneth Patchen. Arthur C. Clark fue uno de sus referentes en la ciencia ficción, pero también Isaac Asimov o la propia Ursula K. Le Guin. Tal vez no sea el de "Rigel 9" el libreto más relevante (en algún medio lo calificaron como narrativamente débil) de la escritora, ni la de David Bedford su partitura más conocida, pero no debe de ser este un proyecto olvidado, esa amalgama de influencias literarias de David junto a sus inquietudes vanguardistas, su amor por la música coral, sus devaneos con otros estilos, devinieron en una obra auténtica y emocionante para los quieren llegar más allá de lo convencional, más allá, de hecho, de los límites espaciales jamás visitados.




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