Aunque Enya asegure que pueden pasar días, semanas o incluso meses sin que escriba ni una sola nota a pesar de estar todo ese tiempo en el estudio, al final sus composiciones tienen el poder de trascender el tiempo. Uno de los casos más extraordinarios de esta sugestiva capacidad de su música y de su voz, sucedió tras uno de los hechos más luctuosos de la historia del siglo XXI, el atentado contra las torres gemelas de Nueva York, momento en que su canción "Only Time" se convirtió en una especie de bálsamo para digerir la tragedia. Aunque el trabajo en el que venía contenido, "A Day Without Rain", se había publicado casi un año atrás, la capacidad de ánimo de la canción abanderó el consuelo del pueblo americano gracias a versos como '¿Quién puede decir hacia dónde va el camino, hacia dónde fluye el día? Sólo el tiempo. ¿Quién puede decir cuándo duerme el día, si la noche cuida de tu corazón?'. Enya estuvo allí un mes después de los atentados promocionando la película 'El señor de los anillos' y descubrió lo bien que casaban ambas manifestaciones, la de la más pavorosa crueldad y la de la melodiosidad de su música, porque la canción, decía, "muestra que el tiempo puede ayudar a curar las heridas, sin importar lo grandes que sean". Doce canciones en total venían contenidas en este quinto álbum de Enya, de cuidadísima portada (como era habitual), publicado por WEA en el año 2000, en el que la artista afirmaba revelar sus sentimientos más profundos y escondidos, como se esconde la propia Eithne Ni Bhraonain -su nombre auténtico- en 'Manderley', su castillo de Ayesha en Killiney, al sur de Dublín, ya que la privacidad de su vida íntima es tan importante para ella como su propia música.
Tras la publicación de su primer disco recopilatorio ("Paint the Sky With Stars", en 1997), Enya afirmaba que no tenía ni idea de cómo iba a sonar su próximo álbum, que se planteaba como un nuevo reto. Dos composiciones nuevas con aspecto de puro compromiso habían aflorado en aquella compilación, "Only If..." y "Paint the Sky With Stars", que no dejaban atisbar en el futuro. Nicky Ryan y su mujer, Roma, iban a ser de nuevo los lugartenientes de Eithne en su nuevo proyecto, Nicky como productor y creador, y Roma como letrista. La incertidumbre del proceso de creación derivó en un trabajo cuyo título expresa la felicidad de un día sin lluvia en un lugar en el que puede llover durante muchos días seguidos, limitando totalmente la luz del sol y la facultad de pasear y divertirse al aire libre. Enya hablaba así de esos momentos en el estudio: "Hay mucha emoción inherente al trabajar de esta manera. Vas al estudio, te sientas allí, y yo escribo la melodía y, básicamente, no sé qué va a ser. Luego se la pongo a Nicky y Roma y me preguntan: '¿De qué trata esta canción?, ¿qué significa?'. Incluso cuando estamos arreglando, discutiría con Roma cosas relacionadas con la letra, lo que es adecuado para ella. Es muy emocionante". El tema de las letras es particularmente difícil de acordar, y Enya puede cantar en varios idiomas (lo ha hecho en español, japonés o francés, así como en lenguas inventadas como el quenya -de los elfos, creada por Tolkien- o el loxian -ideada por Roma Ryan-), pero sus idiomas principales son, evidentemente, el inglés y el gaélico, lengua materna ésta que utiliza especialmente cuando la melodía se acerca a lo tradicional (es el caso, en este disco, de "Deora Ar Mo Chroi"). "A Day Without Rain" comienza con el tema instrumental homónimo del álbum, y lo hace de un modo muy parecido a "Watermark", con un piano atemporal, nebuloso, junto a sus susurros duplicados en una pieza que no por escuchada deja de ser efectiva. No es sin embargo este trabajo en el que más brillan los efectos multivocales de la irlandesa, que parece intentar sonar más natural, por ejemplo en canciones como "Wild Child", segundo sencillo del disco, una nueva muestra de la agradable música ultraproducida de la cantante, cuyo videoclip de hecho es un prodigio de retoque fotográfico, haciendo parecer que la ya veterana cantante sea un jovencita. No es que se conservara mal ni mucho menos nuestra protagonista, pero Enya se acercaba en este momento a los 40 años, una edad por otro lado muy adecuada para saber lo que ofrecer en el mundo de la música. Y Enya ofrecía lo que mejor sabía hacer, de hecho lo que sólo ella hacía a la perfección, su sello de autenticidad, que de inmediato alcanza el nivel de excelencia en el tercer corte del disco, su primer single, que supuso el verdadero éxito y su mejor posición en las listas de ventas americanas -aunque, como se ha dicho, a raíz del 11S-, una nueva canción, más sincera, que llevó el título de "Only Time". No se trataba ni mucho menos de un panegírico (evidentemente fue compuesta mucho antes de los atentados), pero enseguida se convirtió en un símbolo. Curiosamente, la canción no había sido single en Estados Unidos, pero en ese momento sí que apareció una edición especial benéfica para las familias de las víctimas y los bomberos. Un poco más adelante, en 2013, este tema volvió a ganar en popularidad gracias a su utilización en un espectacular anuncio publicitario de camiones Volvo (protagonizado por el actor Jean-Claude Van Damme), que batió records de visualizaciones en internet. No podía faltar el canto en latín, deudor de aquellos reverenciados (insuperables, de hecho) "Cursum Perficio" o "Afer Ventus"; "Tempus Vernum" no les alcanza, quedando como una muestra agradable del crossover con el que sabe aliñar sus trabajos la vocalista. "Deora Ar Mo Chroí (Tears on my Heart)" es otro crossover muy aceptable y también característico en Enya, el operístico, derivado de su voz de mezzosoprano. Cerrando la parte primera del álbum, "Flora's Secret" es un nueva canción animada, de la que Roma Ryan cuenta que Flora es el nombre de una joven que esconde su amor, y se encuentra en un lugar secreto con su amante, rodeados de flores, pero la diosa de las flores en la mitología romana se llama también Flora, así que ella comparte el secreto con los dos jóvenes. Más recogida, como una historia privada que Enya canta desde su castillo, es "Fallen Embers", poseedora de la sencilla magia de las leyendas irlandesas. Atrás quedan sin embargo comienzos de caras B tan míticos como "Orinoco Flow" o "Book of Days", recodando los mejores momentos de la cantante. De hecho, "Silver Inches" es, a continuación, una poco desarrollada pieza instrumental, posiblemente lo más sobrante hasta el momento del álbum, del cual en canciones como la que sigue, "Pilgrim", es más valorable la ejecución que la propia composición, poco o nada original en la carrera de sus firmantes, intensa, agradable, como esas películas en blanco y negro que le gusta disfrutar a Eithne, pero se ha entrado en ese tramo difícil del que hay que elevarse, y al menos "One by One" es una nueva canción pegadiza que puede quedar en el recuerdo del oyente. En el tramo final del trabajo, "The First of Autumn" es otra pieza instrumental dinámica, y la canción de cierre, "Lazy Days", tampoco es el colofón especial que, manteniendo la comparación (algo que puede ser injusto, pues cada álbum tiene su momento y su importancia), venía siendo habitual en sus discos anteriores (títulos como "Storms in Africa" o "Smaointe..."), pero es verdad que tanto vocalista como intérpretes -con una sección de cuerdas- lo dan todo para completar una despedida apropiada y optimista ("básicamente es una canción sobre tomarse un día para relajarse"), como intenta ser el disco entero. "Isobella" fue una suave canción incluida en la edición japonesa del álbum, y "The Promise" un bonito corte de piano del sencillo de "Only Time". Música folclórica, clásica, religiosa, o incluso ópera o pop, son las influencias de Enya y los Ryan para elaborar un nuevo producto único ("tenemos una norma fundamental en el estudio, y es que todo se prueba, da igual lo absurdo que parezca"), aunque muchos intenten igualar su estilo y su emoción, y otros se cansaran de la repetición de formas. Eso sí, la marca Enya no perdía ventas, de hecho con "A Day Without Rain" las ganó, pues se trata del álbum más vendido de su carrera con más de 15 millones de ejemplares vendidos en los primeros años (7 millones en los Estados Unidos). En el año 2000 alcanzó el número 3 en las listas de ventas españolas, bajando en enero de 2001 hasta el 7 (estuvo en total 15 semanas en listas), sin llegar a alcanzar en nuestro país el número 1 a pesar de despachar más de 200.000 copias. En la ceremonia de 2002 de los premios Grammy, "A Day Without Rain" consiguió el premio en la categoría new age (su tercer galardón, tras "Shepherd Moons" y "The Memory of Trees") superando a Philip Aaberg, David Darling, Kitaro y el segundo álbum de Sacred Spirit. Poco después de la consecución de este trabajo, el cine más comercial y espectacular iba a requerir de los servicios de Eithne, que grabó dos grandes canciones, "May it Be" y "Aniron" para la adaptación de 'El señor de los anillos'.
Dicen que en la actualidad todo está datificado, que los algoritmos predicen las conductas. En pleno cambio de siglo, y enclavada en su particular estilo, no había que recurrir a las matemáticas para predecir cada nuevo paso de Eithne Ni Bhraonain, pues su firma indistinguible está presente a cada minuto de sus trabajos, que suelen seguir patrones similares. Eso no resta méritos a la irlandesa, que vuelve a maravillar y dulcificar la existencia de sus seguidores y del público en general a pesar de perder algo de frescura en cada nuevo (e impoluto, sin duda) trabajo. De no existir "Watermark", de no existir "Shepherd Moons" o incluso "The Celts", este disco bien podría ser otro pequeño clásico de la new age, pero la repetición torna en 'déjà vu' lo que tiene innegable clase. La pregunta es evidente: dada la dificultad de mantener ese nivel tan increíblemente alto, ¿qué hay que valorar más, seguir ofreciendo altas muestras de producción con ese sonido tan maravilloso y angelical?, ¿o tal vez los que la critican preferirían no escuchar sus nuevas canciones? Las malas críticas ante este evidente regalo que Enya realiza con cada nuevo trabajo, sólo las pueden hacer los que jamás podrían acercarse ni por asomo a ofrecer algo parecido al mundo. Los agradecidos, aparte de lamentar en cierto modo el paso del tiempo, darán buena cuenta de un puñado de alegría en forma de CD y sencillamente lo agradecerán como lo nuevo de una artista única.
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4 comentarios:
Siempre me ha parecido que Enya hace las mismas canciones, las mismas producciones, los mismos sonidos, los mismos discos... ¡Y me encanta! En realidad he exagerado para chinchar un poco, je je. Pero está claro que la firma sonora "Enya" es probablemente la más reconocible del panorama musical, casi invariable a lo largo de los años. Lo que en otros artistas me aburre y hastía, en ella es exactamente lo que espero. Y no quiero que cambie. Cuando uno siente añoranza porque todo cambia a su alrededor, sabe que puede acudir a Enya, que nos rescatará como un bálsamo seguro y fiel. Aún recuerdo los pasajes que musicaron algunas escenas de la tan añorada serie "Doctor en Alaska", a mitad de los años 90 (qué bien casa su música con unas buenas escenas cargadas de significado). Sus grandes éxitos acompañaron mi infancia gracias a la radio, pero no fue hasta 1995 cuando me regalaron "The Memory of Trees" y, dos años después, el muy entrañable (qué recuerdos navideños me trae) "Paint the Sky..." Me ha fascinado su música de siempre, pero también su apuesta visual, sus videoclips, sus maravillosas portadas (elegantes, bellas, cuidadas...) y los cuadernillos de sus discos (mágicos). Es un mundo en sí mismo, a años luz del resto, en su propio universo, nada perturba su órbita: va a lo suyo, sin importarle las modas ni las críticas. Una independencia y una personalidad arrasadoras.
Pepe, gracias por esta entrada. No había escuchado este disco y me has despertado curiosidad. Tus descripciones son magníficas (tú tampoco cambias: mantienes tu calidad y cuidado en cada entrada desde hace años). Así que vamos a darle una oportunidad. Tus textos ayudan a contextualizar con la escucha.
Por cierto, ¿qué opinas de And Winter Came?
¡Un abrazo!
No me interesan mucho los discos navideños de Enya, Héctor. Y no sé muy bien por qué, ya que sigue siendo su firma, pero me parece como azucarar lo ya azucarado, y a las dos o tres canciones necesito otra cosa. Otra cosa que sí que me ha aportado su último disco, "Dark sky island", otra obra con la que la irlandesa ha remontado el vuelo, aunque haciendo, una vez más, lo de siempre. Por supuesto, es mi humilde opinión, y no trato de despreciar los títulos navideños, que siguen sonando a ella, simplemente prefiero otras inspiraciones. O tal vez tengo que volver a escucharlos...
En mi cabeza, el mejor disco de Enya quizá sea Shepherd Moons, pero en mi corazón mi favorito es A Day Without Rain.
En otro orden de cosas, creo que Enya personifica como nadie la doble moral que esa cosa que llamamos música popular impone sobre esa otra cosa que llamamos nuevas músicas. Los grandes del pop rock pueden pasar 50, 60 años haciendo más o menos las mismas canciones, afectadas si acaso por sutiles mejoras en las técnicas de producción de cada época y algún capricho pasajero del que después vuelven al redil, y sin embargo Enya (y esto les ha pasado también a otros "gurús") siempre tiene que chocarse con la misma historia de que se repite a sí misma. Creo simplemente que el establishment pone bajo sospecha todo aquello que se sale de lo convencional y lo que marque la modernidad de cada momento. Si haces música no convencional, te exigen más, te ponen etiquetas, te cargan de prejuicios y corres el riesgo de que te descalifiquen de por vida al tener el primer supuesto tropiezo. Los motivos para esto son muchos, pero creo que prima la imposibilidad de explotar comercialmente a gente como Enya en prensa de vida social, lanzar perfumes con su firma o atraer a los jóvenes consumidores a las tiendas a comprar ropa y complementos para parecerse a ella. Ni ahora ni hace 30 años, cuando estaba en la franja de edad para tener ese tipo de fans. En resumidas cuentas, al aparato económico le conviene más una Beyoncé que una Enya,porque de la primera se aprovecha todo (como de la matanza del cerdo) y de la segunda solo saca pasta la discográfica.
Pienso que Enya debe seguir haciendo la musica que la define como artista e icono de las nuevas músicas, entre otras cosas porque sigue sin haber nadie que haga algo remotamente parecido.
Genial entrada, como siempre.
Estupenda reflexión. Sea como sea, yo también pienso que Enya no debe dejarse corromper, y de hecho estoy seguro de que, cada varios años, tendremos una nueva entrega de la misma música celestial, con al menos un par de grandes canciones.
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