La curiosidad por lo lejano, lo exótico o simplemente lo que es distinto a nuestra idiosincrasia, nos ha llevado a escuchar músicas de muchas partes del planeta, especialmente en unos años de apertura y creciente interés por lo étnico, derivadas del éxito de las nuevas músicas, término que podía englobar sin pudor a las músicas tradicionales del cualquier rincón del mundo. Muchas figuras de todo tipo de países exóticos intentaron en ese momento acceder a numerosas ventas y reconocimiento en el mundo más desarrollado o abierto, sin renunciar a sus raíces, occidentalizando la esencia de su música con mayor o menor fortuna. Algunas cantantes chinas y tibetanas tuvieron algo de eco durante esos años: auténtica y no excesivamente influida por el espíritu new age, una importante cantante tibetana de esta época era Yungchen Lhamo ('la diosa del canto'), que escapó de Tíbet a pie a los 25 años y se afincó en Inglaterra, donde grabó para el sello Real World. Bastantes años atrás, en 1985, Private Music publicó un disco de otra joven intérprete china que respondía al nombre de Lucia Hwong. Philip Glass hablaba maravillas sobre ella en el libreto de su "House of sleeping beauties", pero no encontró repercusión a pesar de lo refinada de su combinación entre la música clásica china y las formas de composición occidentales. Parecido pero algo distinto es el caso de la voz que aquí nos ocupa, la de Dadawa.
En un país de más de mil millones de habitantes, donde las ciudades de más de un millón de almas se cuentan por decenas, es bastante difícil lograr un éxito musical general. De su tercera ciudad más poblada, Guangzhou (conocida en occidente como Cantón), al sur del país, proviene Zhu Zheqin, de nombre artístico Dadawa ("elegimos ese nombre porque la letra 'a' es fácil de pronunciar tanto en oriente como en occidente"). Estudiosa y amante de varias tendencias musicales, antiguas y modernas, su éxito en un concurso de talentos le llevó a conocer a su mentor, He Xuntian, compositor chino de éxito que, junto a su hermano (el letrista He Xunyou) convirtió a Dadawa en un exitoso soplo de aire fresco con su primer disco, "Yellow children", en 1992. Xuntian venía despuntando en el campo contemporáneo desde que se graduó en el Conservatorio de Música de Sichuan, provincia lindante con la Región Autónoma del Tíbet, de la que tomaría gran parte de su misticismo, como enseguida veremos. "Yellow children" fue una primera colaboración en el campo del pop, un paso necesario para el conocimiento mutuo, que alcanzaría su mayor nivel de calidad y popularidad en 1995 con "Sister drum", publicado por el sello taiwanés UFO Group, pero con la distribución internacional de WEA. La región autónoma del Tíbet iba a ser definitivamente la gran inspiración en este segundo disco del proyecto, un paisaje primordial, impresionante, que los hermanos He conocían muy bien, y que sorprendió y encandiló a Dadawa, así como su espiritualidad budista y riqueza cultural. El choque emocional de una primera visita al Tíbet en 1993 se impregnó en el trabajo, cuyo primer tema, "Home without shadow", etéreo, que habla sobre esa creencia tibetana de la reencarnación y transmigración de las almas, parece una llamada a la oración. "Sister drum" es el corte estrella del álbum, sus armonías vocales se unen a una creciente percusión para desarbolar una canción cercana a la new age de anuncio floreado, de la que se saca claramente el parecido con Enya ("algunas de las canciones tienen casi cien tomas diferentes", decía la intérprete). En su letra, además de una oración que cantaba un anciano monje del templo de Tazhou, aparecen las seis palabras que, en la cultura tibetana, nombran todo lo que hay en el universo: 'An ma ni ba mi hong'; al cantarla, ella habla de que cada grupo étnico tiene que tener su propia opinión y forma de vida. Es una canción sencilla y muy agradable que ayudó a que el disco fuera un gran éxito en China, lo que precedió a su difusión internacional. A continuación, algo parecido sucede con el tercer corte del trabajo y segundo sencillo del mismo, un "Sky burial" bastante atmosférico que, como el anterior, contó con un acertado videoclip promocional, y que habla sobra la experiencia y el conocimiento que otorga el tiempo. No son canciones de escucha fácil en radiofórmulas por sus cualidades étnicas y una cierta discontinuidad en sus niveles, subidas y bajadas de volumen que no facilitan la escucha. Aún así, son dos tonadas muy acertadas que nos acercan al misticismo tibetano. No se alejan demasiado las demás composiciones, más cercanas al pop ("Di wei shin kan, new wei shin kan (Paradise inferno)"), al folclore ("Crossing the ridge") o a las dos vertientes unidas ("Zhouma of zhoumas"). Más interesante es el fondo neoclásico del tema que cierra el disco, "The turning scripture", donde además luce especialmente la voz de esta joven cantonesa, junto a otros coros a modo de himno. El productor del álbum, He Xuntian, intentó conseguir un sonido que englobara la mágica espiritualidad del Tíbet con un tipo de producción occidentalizada y un tratamiento vocal sugerente que, efectivamente, se acerca al estilo de Enya (aunque es algo difícil de valorar al provenir de mundos tan diferentes), pero sus grandes cambios de ritmo y fuerte percusión (no en vano ese título, "Sister drum"), la diferencia totalmente de la irlandesa. La fuerza del disco está repartida entre una instrumentación más folclórica que clásica y la estimulante voz, y al venir precedido de un gran éxito en China (donde alcanzó cifras de ventas superiores al millón de ejemplares), la compañía que la distribuyó y publicitó, la poderosa WEA, tuvo más despejado su camino en el resto del mundo. Dos vídeoclips se grabaron en el Tíbet de los singles principales, "Sister drum" y "Sky burial". Sobre este último tema, Dadawa cuenta que "mientras la cantaba experimenté, por primera vez, la sensación de ver a mi otro yo flotando fuera de mi cuerpo y volando alto hacia el cielo".
"Sister drum" estuvo originado por un viaje a un mundo de contrastes, que acabó representando una evidente exploración interior, de tal modo que el Tíbet se convirtió en una pequeña obsesión para esta artista oriental ("es un espejo mágico en el que podemos descubrir nuestro verdadero yo a través del reflejo que vemos"). Su siguiente álbum, de hecho ("Voices from the sky", publicado en 1997 por Sire Records), mantenía esa profunda conexión con esa región a la que llaman con razones de peso 'el techo del mundo'. En él se advertía de que el impacto y el éxito mundial de "Sister drum" alertó a la gente sobre la música de Dadawa, esos 'sonidos mágicos del Tíbet', que muchos calificaron como una especie de nueva mitología musical, generosas tonadas que nos conduce hasta las altas montañas del Himalaya junto a las enormes capacidades artísticas de Dadawa y He Xuntian, que plasmaban en ella una deliciosa y sincera espiritualidad, compartida con miles de personas que desearon dejarse atrapar por sus cantos místicos y melodías envolventes. Aunque la carrera de Dadawa se haya acabado concentrando en su país, la música china contemporánea se complacía así, a mediados de la década de los 90, de presentar al mundo su éxito más creciente, siete cantos de esperanza cuyas armonías generaban sentimientos de felicidad en la creciente audiencia mundial de la world music.
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