Cuando la calidad es claramente inherente a una vocalista, tarde o temprano han de llegar los frutos de su trabajo. La portuguesa Dulce Pontes, antes de alcanzar la fama mundial, fue cantante en el casino de Estoril, participó en el festival de Eurovisión y publicó un trabajo poco cuidado como fue "Lusitana". Tuvo que llegar el productor Guillerme Inês para que la diva alcanzara un punto álgido en su discografía en 1993 con el disco "Lágrimas". Tras su gran éxito, apareció en la vida de Dulce el grandísimo compositor Ennio Morricone. No hay nada que contar que no se sepa ya del creador de cientos de bandas sonoras inolvidables, como 'La misión', 'Érase una vez en América', 'El bueno, el feo y el malo', 'Los Intocables de Eliot Ness' o 'Cinema Paradiso'. El italiano hizo la música de la película de Roberto Faenza (basado en la novela de Antonio Tabucchi) 'Sostiene Pereira' en 1995, en cuyo metraje se incluyó la canción "A brisa do coraçao", primera y fantástica relación entre estos dos artistas tan dispares. Ennio emplazó a Dulce a colaborar juntos en el futuro, y la fecha llegó ocho años después, tras otros encuentros puntuales en los conciertos de un Morricone que parecía haber conectado con la fulgurante voz de la portuguesa.
Aparte de la voz sin palabras específicas que especialmente Edda Dell'Orso deslizó en sus bandas sonoras, no era Dulce Pontes la primera diva de la canción que cruzaba su camino con el compositor, que en los 60 había compuesto algunas canciones para las voces de Mina, Rita Pavone, Lisa Gastoni o Joan Baez (imprescindible, ya a comienzos de los 70, esa "Here's to You" incluida en la película 'Sacco y Vanzetti'). También la francesa Mireille Mathieu había publicado en 1974 el curioso trabajo "Mireille Mathieu canta Ennio Morricone", interpretando temas del italiano. Ya corría el siglo XXI y Dulce Pontes había desgranado sus habilidades vocales desde aquel fabuloso "Lágrimas", por medio de trabajos aclamados como "Caminhos" o "O primeiro canto", momento en el que llegó un pequeño descanso que la portuguesa rompió con "Focus". Ella lo cuenta así: "Cuando hicimos 'A brisa do coração', [Ennio] me dio un DAT con grabaciones de Mireille Mathieu cantando temas suyos, y me dijo que le gustaría grabarlos algún día conmigo en inglés, pero que debíamos esperar a que yo cumpliera 30 años. Y ya tengo 34". Efectivamente, era el momento adecuado, aunque ambos tuvieron que superar dos trabas, el embarazo y posterior alumbramiento de la cantante, y que su compañía tuviera otros proyectos para ella. Al final, Universal publicó "Focus" en 2003. El repertorio de este trabajo en el que Dulce interpreta en italiano, portugués, inglés y español, fue muy cuidado y difícil de escoger, dada la cantidad de conocidas obras maestras del compositor, pero acabó siendo variado y totalmente satisfactorio para ambos artistas y para la compañía, que acabó por imponer únicamente el tema "Chi mai". Toda la música de este álbum producido por Francesco de Melis está compuesta, orquestada y dirigida por Ennio Morricone, que efectuó cambios en los títulos y letras que no tenían que ver con las temáticas de los films en cuestión. Dulce participó en las letras de "Renascer", "Nosso mar" y "Voo". Además, hay cinco temas nuevos de enorme calidad, "Amalia por amor" (homenaje a Amalia Rodríguez), "Antica palabra", "Voo", "I girasoli" y "Luz prodigiosa" (con textos de Federico García Lorca). "Cinema Paradiso (Tema de amor de Cinema Paradiso)" es un gran comienzo, una hermosísima canción que fue sencillo del disco, en la que se empieza a notar la enorme complicidad entre los dos artistas, entre la voz y una completa orquesta. 'La misión' es una de esas bandas sonoras inolvidables en la carrera de Ennio, y "A Rose Among Thorns (The Mission)" era una apuesta segura en el disco, una maravilla reconocible por todos no sólo gracias a la película sino a otras versiones anteriores (con el título "Nella fantasia") en las gargantas de Sarah Brightman, Il Divo o Katherine Jenkins; Dulce hace un esfuerzo para acercar su versátil voz a la categoría de soprano. "Renascer (Moses)" es la otra gran canción de la terna que abre el álbum, y uno de los mejores temas del mismo, intenso, lleno de matices, con unos grandes metales mientras Dulce tararea a mitad de la pieza. Pero "Focus" continúa por caminos de enorme recuerdo ("No ano que vem (Come Maddalena)", "Nosso mar (Metti una sera a cena)", "Antica palavbra", "La luz prodigiosa (Luz progidiosa)"), entre los que también hay que destacar, en este tramo medio, las más conocidas -por pertenecer a películas más populares- "Your Love (Once Upon a Time in the West)" o "The Ballad of Sacco and Vanzetti (Sacco e Vanzetti)" -con una interpretación sobrecogedora de la Pontes, dedicada a su amigo Carlos Cruz-, y uno de los temas nuevos pensados para ella, "Amália por amor", presa de la enorme sensibilidad de un compositor que no perdía facultades a los casi 75 años. En la parte final del álbum, nuevas delicias orquestales en "Someone you Once Knew (Per le antiche scale)", "Voo" o "I Girasoli", con las piezas destacadas "House of No Regrets (Chi mai)" -uno de los temas más populares y más evocadores del italiano, utilizado en varias películas, series y anuncios televisivos- y ese enorme final titulado "Barco abandonado (Per le antiche scale)". Dulce Pontes hablaba así de su voz en esa época: "Soy multitímbrica, y eso me permite interpretar de formas diferentes, cosas completamente distintas. Eso también me da la posibilidad de reinventar cada vez que interpreto (...) Tengo una necesidad de exprimir todas mis posibilidades como artista, ¿por qué no desarrollar mi instrumento?".
La unión de una voz tan hermosa con los arreglos orquestales de un compositor de ese calibre sólo puede ser una experiencia extasiante. Lo es, por supuesto, y el oyente asiste gozoso a un panorama musical que se encuentra en la frontera de la canción melódica, del folclore y del sinfonismo, un disco elegante desde la portada, dos personajes fabulosos que acercan sus manos en la penumbra, pero en un gesto caballeresco de pura admiración. Entre las dedicatorias de la cantante, "al gran maestro Ennio Morricone, por la oportunidad de cantar su maravillosa música y compartir generosamente su ser sabio y amable (...) A mi amor y compañero de caminos Helder Nelson por su constante apoyo y profesionalismo sin igual (...) A mi querido hijo José Gabriel por transformar mi vida en una existencia mucho más completa, profunda y verdadera: te amo infinitamente". El cuadernillo del disco incluye un texto original de Paulo Coelho, un escritor destacado por Dulce (especialmente su obra 'El alquimista'), que concluye su aportación así de tajante: "Este disco tiene el misterio de las cosas no anunciadas, y nos hace querer compartirlo no solo con la persona que amamos, sino con todo el universo silencioso e intenso que nos rodea".
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3 comentarios:
Tuve la suerte de verles juntos en el concierto en Vizcaya, en Baracaldo, en 2019 dentro de la gira de despedida de la música de Ennio Morricone. Poco más de un año, Morricone moriría. Dulce Pontes, como siempre, explosiva.
A Dulce Pontes la vi la primera vez en un concierto buenísimo de Kepa Junkera.
Dos años más tarde la vi en un concierto suyo (en el que estuvo de invitada Elefthería Arvanitakis, cuya voz y estilo me ha gustado más que Dulce Pontes)
A mí también me gusta más el estilo de Eleftheria, tal vez por sus orígenes, por las propias esencias de las músicas portuguesa y griega.
Pero qué duda cabe que Dulce es una cantante esencial, y que ha logrado una repercusión merecida y mayor que la de otras vocalistas de su tiempo. Morricone tuvo algo que ver en su difusión internacional, y este disco es una prueba de ello.
De la unión de dos genios solo puede salir algo tan grande como este disco. Que pena que no pueda haber una segunda parte...
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