15.3.23

DAVID LANZ:
"Return to the Heart"

Aclamado, admirado, apuesto, premiado, superventas en las listas de música new age. Ese era David Lanz en los 80 y gran parte de los 90. Aunque pianistas siempre ha habido y habrá, su estilo sólo parecía tener una importante competencia en la compañía rival por parte de George Winston. Ese era el nivel, ni más ni menos. Pero este artista estrella de Narada Productions no quería estancarse en su sonido melódico puro. Primero se hizo acompañar de otros intérpretes de su propio sello (Eric Tingstad y Nancy Rumbel en el disco "Woodlands"), después por una gran orquesta (en "Skyline Firedance"). También diversificó su propuesta hacia algo más elaborado y con toques ambientales junto a su amigo, el guitarrista Paul Speer (en los álbumes "Natural States", "Desert Vision" y "Bridge of Dreams"). Su siguiente paso, salir de gira lejos de Norteamérica, una gira que se tradujo en el excepcional álbum "Skyline Firedance", antes mencionado. Poco después llegaba a España para presentar su siguiente álbum, "Return to the Heart", publicado en 1991 por Narada como la quinta referencia en su colección Narada Artist Series, que el propio Lanz había inaugurado el año anterior con "Skyline Firedance".

El carisma y las composiciones adictivas de este norteamericano, superaron las ventas en su propia compañía del canadiense Michael Jones, otro pianista de excepción, y es que Lanz dio de lleno en el corazón de la audiencia con su música melódica, tan directa que casi podía parecer que cada trabajo, cada composición, cada nota, fueran creaciones privadas para el oyente. En 1991 necesitó 'regresar al corazón' de su instrumento puro y de los fieles consumidores de su arte, así que pensando en ellos desplegó su poesía en blanco y negro en este "Return to the Heart", un disco que es a la vez un directo y un recopilatorio, pero con un puñado de nuevos temas. Interesado por la historia y las culturas del otro lado del Atlántico, Lanz viajó por Europa durante el verano de 1991 para buscar inspiraciones lejanas a las que le envolvían en Norteamérica. Así surgió la semilla de este trabajo: "Quería absorber toda Europa que pudiera y permitir que esas impresiones dieran forma a la música. A los ojos del artista, es una tierra de tesoros infinitos. En teatros, iglesias, universidades y palacios de Holanda, Alemania, Italia y España, el pianista grabó los 17 cortes que componen "Return to the Heart", algunos de sus éxitos con otros tratamientos, varios temas nuevos y siete improvisaciones, dejándose llevar por su belleza, tan distinta a la de Seattle. Amsterdam es la primera parada del viaje europeo del músico, una ciudad que, en la calma de sus canales, guarda secretos y una mezcla de razas y credos. Allí grabó los cinco primeros temas del álbum, en la Koepelkerk (iglesia luterana del siglo XVII, ahora centro cultural). "Return to the Heart" es ese tema pegadizo que tiene que servir como incentivo al comprador de este tipo de música. Lanz es un hábil compositor de melodías directas, exultantes, y esta que titula a la obra se ha convertido sin duda en una de sus composiciones clásicas, en un ritmo lento, lluvioso, romántico. Su inspiración, el reencuentro de Pamela, la hija adoptada por la esposa de David, con su madre biológica a sus más de 20 años de edad. "Improvisation: Near the Still Waters of Amsterdam" es la primera improvisación del trabajo, la recreación de un paseo por la ciudad al atardecer, donde Lanz demuestra su capacidad para dejar que sus manos vuelen sobre las teclas y se adueñen del entorno. "Madre de la Tierra" (así, en español) es otro tema bonito, melodioso, que fluye con una elegancia insólita; publicado por vez primera de manera orquestal un año antes en la compilación de Narada "The Narada Wilderness Collection", Lanz nos cuenta que "se escribió originalmente para conmemorar el 20 aniversario del Día de la Tierra, debería recordarnos que vivimos en un planeta hermoso y que debemos brindarle a la Madre Naturaleza todo el amor, el cuidado y el respeto que se merece". "Improvisation: Sounds from the Koepel" es otra bella improvisación ("mientras tocaba, la música parecía ascender en espiral hacia el centro de la cúpula"), de esas cortas delicias que, aunque puedan parecer meros temas puente, demuestran el estado de forma del autor, y recogen las impresiones de los lugares en los que graba. Acabando su estancia en Holanda, Lanz añade a "Heartsounds" una entradilla de lo más efectivo, aunque lo que más emociona es escuchar lo que grabó en 1983 en su primer álbum. Madrid es la siguiente parada, ciudad que acoge tres composiciones, y de la que se destaca el sol, la luz y el calor, que moldean con fuerza la vida de esta urbe "de ojos brillantes, sonrisas cálidas y una bienvenida espontánea cuando se acercan a extraños como yo. Para devolver la hospitalidad sureña de estas personas vibrantes, descubrí que los norteños tenemos que deshacernos de las sombras internas, abrirnos y ser como son estas personas, ser uno con el sol". "Improvisation: Mañana, mi amor" es una improvisación con ñ en el caluroso Palacio de Gaviria (edificio del siglo XIX que actualmente acoge eventos y exposiciones), a la que sigue "Corre, río, corre (Run, River, Run)", otra gran pieza, plena de técnica y sentimiento. La estancia española culmina con "Medley: Behind the Waterfall / Desert Rain", un rescate afortunado de dos de las melodías más reconocibles del duo Lanz / Speer en los álbumes "Natural States" y Desert Vision". Paul Speer es, de hecho, el productor de este álbum. El viaje continúa en Múnich, la ciudad del sur de Alemania cuyo monumento Friedensengel (Ángel de la Paz) resistió los ataques aéreos de la Segunda Guerra Mundial: "Se puso de pie para recordarnos a todos algo que alguna vez se supo pero se olvidó en medio del fragor de la guerra: que el apocalipsis pasaría y que habría un mañana. Llegó el mañana, y con él una ciudad renacida. Piedra a piedra, madera sobre madera". Seis son las piezas grabadas en el aula magna de la Universidad Ludwig-Maximilians: "Improvisation: Friedensengel (Angel of Peace)" es una improvisación muy sencilla pero que, afirma Lanz, guarda la esperanza de que el espíritu de la paz pueda estar en el centro de todo lo que hacemos. Original de la banda británica de rock Procol Harum, "A Whiter Shade of Pale" es una recordadísima canción, que David Lanz ya había grabado en su álbum "Cristofori's Dream"; la adaptación es soberbia, es sorprendente cómo se presta esta pieza, de composición impoluta, a ser desarrollada en el piano. Otras dos improvisaciones fueron grabadas en Múnich ("Improvisation: Heart of the Night" y "Improvisation: Out of the Darkness"), así como la pieza nueva "Dream of the Forgotten Child" (acongoja el latido de este tema sereno pero profundo, en el que David piensa, ¿cómo se debe sentir un niño sin hogar en Navidad?; parte de los beneficios de este disco se destinaron a causas humanitarias) y "Cristofori's Dream", posiblemente la gran composición de David, majestuosa, con el desarrollo perfecto, cuya escucha no cansa ni cansará. El viaje culmina en el norte de Italia, en la ciudad de Carpi, en cuyo Teatro Comunale se grabaron la fantasiosa "Improvisation: Gli uccelli di Carpi (The Birds of Carpi)", el otro enorme clásico, imprescindible, del disco ("Variations on a Theme from Pachelbel's Canon in D Major", ese conocidísimo tema que también versionó George Winston en "December", pocos años antes de que lo hiciera Lanz para su disco junto a Michael Jones "Winter Solstice") y un guiño final al tema principal ("Reprise: Return to the Heart"). 

David Lanz ya pasaba en esta época de los 40 años, y es que el éxito no le llegó joven. Es innegable que su notoriedad es totalmente merecida, pero también que en un determinado momento de los años 90 hubo un florecimiento de nuevos pianistas, especialmente desde la misma Europa que se convirtió en plató de "Return to the Heart", que acapararon nueva parte del mercado con propuestas frescas y dinámicas (Yann Tiersen, Ludovico Einaudi, Dustin O'Halloran o Wim Mertens son sólo unos pocos ejemplos), aparte de los que ya estaban ofreciendo sus píldoras desde años atrás (Michael Jones, John Boswell, Peter Kater, Philip Aaberg, Michael Gettel...). En ese concurrido panorama, Lanz no dejó de ofrecer su música a un público fiel, y lo sigue haciendo en la actualidad, porque sus manos continúan acariciando las teclas del piano con la enorme clase que le acompañaba, tres décadas antes o incluso más, en aquellos recordados "Heartsounds", "Nightfall" o "Cristofori's Dream", así como en esta excelente selección de piezas titulada "Return to the Heart", un cuaderno de viajes majestuoso por la vieja Europa, cuyo arte centenario fascinó al músico.














2 comentarios:

japobes dijo...

Muy bueno, muy bueno, muy bueno, muy bueno.
Y copón, cómo puede ser que un disco que cuenta tantos años y fue grabado en escenarios diferentes suene mejor que los que graban ahora??

Pepe dijo...

Una reflexión para pensar, pero no tengo respuesta. Antes se cuidaba mucho el producto y hay muestras evidentes de ello, pero un álbum como éste sólo podían hacerlo artistas consagrados, como Lanz.
Cuidado, sigue habiendo grandes pianistas, hay que buscar bien y surgen algunas sorpresas.