9.2.23

JEAN-MICHEL JARRE:
""Electronica 1: The Time Machine"

Después de padecer los últimos pasos del otrora gigante músico francés Jean-Michel Jarre (definitivamente con guion entre Jean y Michel, aunque en muchos de sus discos nunca lo portara), pocas alegrías se esperaban sus muchos seguidores en la segunda década del siglo XXI. Desde el final del XX, con un perfectamente audible (aunque desde luego no genial como sus obras de antaño) "Metamorphoses", sólo se habían sucedido zancadillas de las que, eso sí, Jean-Michel conseguía levantarse siempre con moral inquebrantable. Y es que hay músicos que no saben o no quieren ver cuándo han llegado a un límite creativo, a una especie de punto sin retorno en el que necesitan encontrar nuevas vías de expresión o retomar viejas inspiraciones. Tal vez ambas cosas. Jarre, otrora ídolo de masas y creador de hits electrónicos sin igual, llevaba unos años sin encontrar ese rumbo idóneo. Incluso renegó oficialmente de algunos de sus discos, desde productos inventados y mezclados en pocas horas por puro compromiso (con "Geometry of Love" acabó contrato por las malas con Disques Dreyfus) como de obras que prometían cosas que no cumplieron e incluso acarreaban sonidos preexistentes en algunos teclados de última generación ("Teo & Tea", su primer disco con Warner). Pero como muerto renacido, la pasión por la electrónica retornó al alma de un Jarre que estaba más cerca de los 70 que de los 60 años, edad que no le impidió contactar con músicos mucho más jóvenes que le ayudaron a sacar adelante un nuevo y ambicioso proyecto que realmente llevaba en su cabeza desde hacía tiempo.

De ahí la tímida esperanza cuando se comenzaron a anunciar unos nuevos pasos de extraordinario interés, que acercarían la música del francés a la de otros nombres propios de excepción en el panorama electrónico mundial, el mismo panorama en el que el de Lyon siempre había sido, con toda razón, admirado. Es cierto que el mundo de la música había cambiado enormemente con el paso de las décadas, pero trabajos como "Oxygène", "Equinoxe", "Zoolook" o el más cercano "Chronologie", no habían perdido ni un ápice de su grandiosidad. Ni lo harán. Durante la ausencia de ocho años de discos de estudio, el músico, cuya vida privada iba en consonancia con su rumbo artístico, no cesó sin embargo de acumular ofertas para ofrecer espectáculos en vivo, y a raíz de su regrabación del glorioso "Oxygène", acumuló varios tours de conciertos de pago que colgaban fácilmente el cartel de no hay billetes. Con la actividad constante, Jean-Michel pareció recobrar la chispa adecuada, y su inspiración obtuvo esas numerosas y aplaudidas ayudas de varias generaciones de músicos, en un proyecto muy especial que iba a volver a otorgarle la popularidad desvanecida. Además, iba a tener contacto directo con ellos, no sólo a través de internet. Columbia Records, subsidiaria de Sony Music, publicó "Electronica 1: The Time Machine" en 2015, con una portada en la que nos recibía un refrescante primer plano del protagonista; y efectivamente se trataba de un divertido viaje en una máquina del tiempo con este listado de temas: el DJ alemán Boys Noize inaugura el álbum en "The Time Machine", un comienzo discreto que no anticipa el aluvión de interesante tecno y pop electrónico que se viene encima a partir del segundo corte, "Glory", sugerente canción con el sello del emergente grupo francés M83, y sencillo principal del álbum. Bien construida, en un suave tono retro deudor de esos colaboradores de lujo que son la banda francesa Air, es "Close Your Eyes", que en un intento de fusión de sus visiones impresionistas (así denomina Jarre al estilo francés) incluyen instrumentos de décadas pasadas como el Moog, el Theremin o el Fairlight, hasta llegar a la tecnología actual, y no se olvidan de las voces distorsionadas por el vocoder. Comienza aquí un acertado viaje a la pista de baile en los dos cortes "Automatic (Part 1)" y "Automatic (Part 2)", separados sin razón aparente, compuestos a dúo con Vince Clarke (Depeche Mode, Erasure, Yazoo), un recuerdo a las melodías del Jarre de años atrás. "If..!" (que fue quinto sencillo) es una nueva canción elegante y pegadiza, que acerca a Jean Michel a nuevos públicos, más jóvenes que sus seguidores de siempre, junto a la cantante británica Little Boots. En su combinación de ritmo y ambiente misterioso, "Immortals" posee un gran encanto electrónico, a dúo con la banda inglesa Fuck Buttons, disuelta en el momento de publicar este álbum. Un toque transcendental pero igual de atrayente posee la siguiente canción, "Suns Have Gone", no en vano la voz y el estilo del tema son de otro nombre de excepción, el de Moby, que no podía faltar a esta cita. Un ritmo aceptable, sin letra, es el del que fuera primer adelanto del disco (aunque el sencillo principal acabó siendo "Glory"), "Conquistador", junto al DJ francés Gesaffelstein, mientras que "Travelator (Part 2)" es más roquera, con la participación del músico británico, conocido por su presencia en la banda The Who, Pete Townshend. La calma retorna con la atmósfera lisérgica de "Zero Gravity", sobre la que emerge el secuenciador como en los tiempos en que Tangerine Dream, los colaboradores en este gran corte, que fue el cuarto sencillo del disco, eran grandes magnates de este tipo de ambientes cósmicos; lo que hace aún más especial a este tema es que el líder de la banda alemana, el gran Edgar Froese, falleció al poco de su grabación. A las mismas galaxias en las que reposa el alma de Froese, parecen ir dirigidas las ondas protagonistas de "Rely on Me", con el recitado de una antigua colaboradora de Jarre ("Zoolook", "Metamorphoses"), la excepcional y también veterana multiartista norteamericana Laurie Anderson. "Stardust" es un nuevo corte tecno que hace despegar los pies del suelo, no en vano es la colaboración con el conocido DJ holandés Armin van Buuren, fan reconocido de Jarre. La protagonizada por 3D (Robert del Naja, de la veterana banda Massive Attack), "Watching You", es posiblemente la pieza más extraña del trabajo, pero eso no le hace ser sobrante en el mismo y convertirse de hecho en su tercer sencillo. "A Question of Blood" es una melodía misteriosa y de película; efectivamente, su coautor es un emblema en esas lides, el fantástico director de cine John Carpenter, creador de piezas de gran recuerdo para películas suyas como 'La noche de Halloween' o 'La niebla'. Por último, piano y sintetizadores hermanados en un final vanguardista junto al chino Lang Lang, "The Train & The River", que no desentona en el conjunto de un álbum que fue bien recibido por público y crítica, logrando muy buenos puestos en las listas de ventas, especialmente en las europeas.

A pesar de que en un principio la noticia aparentaba ser un desfile de nombres ayudando a un músico veterano, a un amigo en muchas de las ocasiones, "Electronica 1: The Time Machine" es más coherente y consistente de lo que podría haber resultado. De hecho, es un trabajo admirable, un golpe sobre la mesa de un Jarre que tenía mucho más que ofrecer de lo que sus últimos pasos advertían, y que a sus 66 años se sentía más joven que nunca para acometer no sólo uno, sino dos discos de colaboración con grandes nombres de la música electrónica. Efectivamente, "Electronica 2: The Heart of Noise" fue la continuación, menos de un año después y con parecido acierto (aunque posiblemente, y esto depende de cada uno, los temas más grandes vinieran contenidos en "The Time Machine"), del primer volumen. Los ayudantes del galo circulaban de nuevo por carreteras electrónicas de prestigio (Pet Shop Boys, Gary Numan, The Orb, Yello, Sébastien Tellier), pinchadiscos o productores de tecno (Jeff Mills, Siriusmo), grandes de la banda sonora (Hans Zimmer) o de la música francesa (Christophe), otras figuras más jóvenes (Rone, Julia Holter, Peaches), elementos destacados del rock (Primal Scream, Cyndi Lauper) o nombres de actualidad que nada tenían que ver con lo musical (Edward Snowden), con mayor presencia del propio Jarre como compositor e intérprete en solitario. "Electronica", en sus dos volúmenes, fue un proyecto mastodóntico de buen recuerdo en el que, lamentablemente, se echaron en falta nombres importantes de los de siempre (Mike Oldfield, Vangelis, Alan Parsons, Klaus Schulze, Michael Cretu...). A cambio, los que había estaban fuera de toda duda, por lo que solo podemos aplaudir la idea del músico de Lyon, que a partir de aquí recobró fama y renombre.

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