7.3.21

SARAH BRIGHTMAN:
"Eden"

En música, un crossover es un cruce, una fusión de diferentes estilos que originan un producto de relativo interés, ya que lo mismo puede derivar en una olvidable actualización de conceptos ampliamente usados o desgastados, como en una interesante investigación de formas musicales que se retroalimentan, originando un producto fresco y novedoso que, aunque sea brevemente, tiene su profundo interés como experimento, y su cabida en la industria. El crossover clásico es el más difundido y exitoso. Al menos partiendo de ese apelativo, y en el conjunto de este tipo de cruces, destaca también la importancia a nivel público, llegando incluso a gozar de buenas ventas y una cierta inclusión en radiofórmulas, del pop operístico, la mezcla de sonidos típicos del pop y el rock con cantantes líricas (especialmente femeninas), entre las que la soprano y multiartista Sarah Brightman fue una adelantada a su tiempo, afamada desde que protagonizara musicales como 'Cats' o 'El fantasma de la ópera' en Broadway, a las órdenes musicales y escénicas de su entonces marido Andrew Lloyd Webber. Con una voz entrenada en el Royal College of Music, su imagen internacional comenzó a ascender cuando cantó "Amigos para siempre" junto a José Carreras en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Frank Peterson, ex miembro del grupo Enigma, fue quien la impulsó desde entonces al estrellato en el classical crossover.

Dejando atrás varios trabajos de canciones teatrales y populares a finales de los 80, "Dive" fue el primer disco firmado por Sarah en 1993 en esta nueva etapa de su carrera, con la producción de Frank Peterson, que componía junto a muchos otros nombres implicados varios de los temas, y con una imagen sofisticada que pretendía impactar tanto por lo visual como por lo musical. El nombre y la figura de Sarah Brightman comenzó a hacerse muy popular gracias a esas avanzadas baladas poperas ("Captain Nemo", "Seven seas") que continuaron en su siguiente disco en 1995, "Fly" ("The fly" o la muy operística "A question of honour", por ejemplo), junto a interesantes colaboraciones (Chris Thompson -de la Manfred Mann's Earth Band-, Tom Jones). Fue sin embargo Andrea Bocelli el que proporcionara su voz para alcanzar el gran éxito en "Time to say goodbye", para su trabajo de igual título de 1997 (también llamado "Timeless" en Europa) con la Orquesta Sinfónica de Londres, un álbum superventas -especialmente en los Estados Unidos y Alemania- que volvía a reclamar la seriedad clásica junto a la voz de soprano de la diva, con la colaboración también del tenor argentino José Cura ("Just show me how to love you") y versiones de todo tipo de música, desde Mozart, Joaquín Rodrigo o Carl Orff a los Gipsy Kings, Queen o Mecano -"Naturaleza muerta", cantada en español-. Ese es, precisamente, uno de los giros importantes en la carrera de Sarah Brightman, ya que mientras que "Dive" como "Fly" poseían mucho repertorio propio, a partir de "Timeless" aparecieron canciones ajenas, concretamente grandes éxitos de varios campos (también clásicos, aunque entraron en juego el pop, el rock o el folclore) con nuevos tratamientos, que daban mucho que pensar en cuanto a la originalidad del producto, mientras que aumentaban considerablemente las ventas del mismo. Esa dicotomía seguirá estando presente cada vez más en los discos de la soprano por medio de versiones de todo tipo de artistas, de hoy y de siempre, y obras como "Eden" no se iban a quedar atrás en esa actitud que bien podría ser acusada por muchos de aprovechamiento. Sin embargo, siempre que las versiones sean atrevidas, aporten algo, y estén englobadas en un entorno audaz, trabajos como éste no sólo pueden salvarse de la quema sino que, con sus lógicas reservas pero atendiendo a la interpretación y a una producción de lujo, ganan puntos en el conjunto del panorama musical de finales de siglo. "Eden" fue publicado por el sello británico EastWest en 1998 (en su portada, un gran telón rojo de aires teatrales muestra descansando a esta especie de muñeca de porcelana), y cualquier buen aficionado a la música puede identificar en él varios de los covers incluidos, canciones de compositores muy conocidos, así como de grupos de reciente creación. El comienzo, atmosférico ("In paradisum"), parece conducirnos a la India más que a los grandes teatros de ópera, y en cualquier caso, a su visión del paraíso, del jardín del edén, con una letra escasa en latín. Como continuación del espíritu divino del álbum, cantos a modo gregoriano (no hay que olvidar que Frank Peterson es el máximo artífice del grupo Gregorian, que comenzará su andadura un año después de este disco) se funden con efectos y percusión para establecer la línea melódica del gran tema que llegó a todas partes ese año por radios o por publicidad. Con el mismo título que el disco, "Eden" golpea con su hiperproducción y traspasa la línea de lo que esperamos en una canción de este tipo de artista, aunque realmente llevara unos cuantos años avanzando en este camino. Esta canción es la primera de las versiones en el disco, pues ese mismo año veía su publicación también en el álbum "Blue wonder power milk" del grupo del belga Alex Callier -el firmante de la pieza- Hooverphonic, y sin desmerecer esa interpretación original, la producción de Peterson, junto a la traspasante voz de Sarah, logran un conjunto más poderoso. Lo tradicional acudió a continuación en ayuda de la soprano con la nueva versión del conocidísimo "Women of Ireland", con cambio de título ("So many things") y tratamiento correcto, si bien no es la canción que antaño, con otro enfoque pop, traspasara fronteras en la versión de The Christians, dejando aparte las versiones instrumentales de auténticas bandas folclóricas, comenzando por The Chieftains. Sarah llega aquí por fin al terreno clásico para reelaborar el "Adagio" de Albinoni, compositor italiano del barroco, con el título de "Anytime, anywhere". Su voz desborda, objetivamente es maravillosa. También dentro del classical crossover propiamente dicho -aunque algo más reciente- estaría la siguiente pieza, "Bailero", del compositor francés Joseph Canteloube, sencilla y natural, y ya hacia el final del disco otros dos ejemplos operísticos: el aria "Lascia ch'io pianga", de la ópera 'Rinaldo' de Georg Friedrich Händel y "Nessun dorma", otro aria, en este caso de 'Turandot' de Giacomo Puccini, con una particularidad, y es que siendo una pieza escrita para tenor (muy recordada es la interpretación de Luciano Pavarotti), ella la canta con su voz de soprano. Pero otros estilos iban a ser referenciados en el álbum, por ejemplo el rock progresivo con toques de folk de la banda estadounidense Kansas en su gran éxito "Dust in the wind", otro éxito de un disco cuya producción, no cabe duda, seguía siendo elegante. No iban a quedar atrás grandes éxitos del momento, como la canción de James Horner que interpretó Céline Dion para la película 'Titanic', "My heart will go on", reescrita en italiano y rebautizada como "Il mio cuore va". Los idiomas no son obstáculo para Sarah Brightman, que retorna al italiano con la estupenda "Nella fantasia" (versión de la excepcional "Gabriel's oboe" de Ennio Morricone para la película 'La misión', para la cual la cantante escribió repetidamente al compositor italiano consiguiendo por perseverancia tornar su negativa inicial), intenta con el tema en francés "Un jour il viendra" un nuevo acercamiento popular con tintes clásicos también procedente del cine (compuesta por Gabriel Yared, formaba parte de 'El paciente inglés'), y canta en español, volviendo a demostrar su pasión por Mecano en la versión de "Tú". Es sin embargo "Deliver me" el segundo tema verdaderamente interesante del álbum, un continuo clímax con aroma a gospel, que el grupo británico The Beloved había grabado en 1996. Una vez más, la versión de "Eden" es muy acertada, perdiendo su carácter de experimento de pop electrónico en beneficio de la grandilocuencia vocal y el espíritu fusionador del álbum. Ya en el final del disco, Per Andréason y Don Black firman el bien hilvanado pop de "Only an ocean away", "Scéne d'amour" es una nueva incursión, esta vez tarareada, en el cine ("Eden" es sin duda un álbum muy cinéfilo) pues proviene de la sensual música de Francis Lai para el film 'Bilitis', y "The last words you said" es un extra de la edición americana del álbum, a dúo con el otrora exitoso Richard Marx. "Eden" dio paso a una gira mundial llamada 'One nigh in Eden', con grandes incorporaciones técnicas y escenográficas, y la grabación y publicación de uno de esos conciertos. 

Ávidos de ventas, y por tanto de radiofórmulas, los crossover clásicos acercaban la ópera al pop, y los resultados eran buenos debido a la sobreproducción y a los bien pagados arreglos. Qué curioso que comenzaran a aflorar de repente este tipo de sopranos interpretando canciones de corte operístico como si salieran de un laboratorio fusionador, Emma Shapplin, Charlotte Church, Katherine Jenkins, Hayley Westenra... incluso en España contamos con Sonia Terol, sin olvidar al curioso grupo Chafino, producción de Julián Ruiz con la voz del soprano José Ramírez Ruíz. Y es que no sólo las mujeres dominaban el arte del pop operístico, ¿quién no conoce a Andrea Bocelli, Paul Potts o Il Divo? Cientos de nombres aparecerán con sólo investigar un poco (The King Singers, Tony Henry, Il Volo, The Priests, The Tenors, The Celtic Tenors, Aled Jones, Susan Boyle o incluso Mónica Naranjo), algunos más interesantes que otros, pero hay que saber distinguir entre diferentes grados de calidad y el componente de simple oportunidad que aparece inherente a muchas de las verdaderas propuestas atrevidas, auténticas o tan exuberantes como fue en su momento la de Sarah Brightman.












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