26.10.08

LITO VITALE CUARTETO:
"Viento sur"

"No hay túnel que dure cien años, mi vida. Mirá cómo se arruga la tiniebla, la procesión de pálidas se desbarranca, los funcionarios inauguran ruinas, y vos y yo fundamos aires buenos. Dónde estará la plata de mi río, sólo barro y olitas de minué. En los camalotes cantan las sirenas, pero Ulises camionero no las oye, sólo escucha la radio". De esta manera tan delicada comienza el poema sinfónico "Viento sur", que ocupa la segunda mitad del trabajo que, con igual título, nos ofrecía el argentino Lito Vitale en 1990 a través de la compañía Ciclo 3, distribuida en España por GASA. Con su habitual formación de Marcelo Torres al bajo, Manuel Miranda en los instrumentos de viento, el propio Lito en los teclados, y el cambio de batería (Cristian Judurcha fue sustituido por Jorge Araujo, que a su vez sería reemplazado por Marcelo Novatti años después, en el trabajo "La cruz del sur"), "Viento sur" supuso una continuación de ese sonido melodioso, melancólico y extraordinariamente conjuntado que el cuarteto sabía exprimir, no sólo en sus plásticos sino también en las populosas giras que en esa época realizaron por nuestro país. Bajo la composición y mirada general de Lito, la participación de cada miembro era muy creativa en el desarrollo de las canciones, en especial la de dos talentos como Torres y Miranda.

"Llueve liquen en los decrépitos televisores, buenas noches a todos, mariposas y difuntos. Transmiten en cadena las cadenas. El cemento se cansa de ser cobija de la Pampa, por los baches asoma la luz mala, resucitan cardos y maíces, abran paso a las luciérnagas curiosas que verán". Se puede decir que "Viento sur" forma parte de una trilogía, junto a "Ese amigo del alma" -sin duda su trabajo más recordado, mérito de la pieza que no nomina-, y "La senda infinita" -que el propio Lito considera un disco un poco de transición-. El título de este último reflejaba una de las preocupaciones de Vitale, se refería a la multitud de posibilidades de la música, en la que el artista no sabe en definitiva, por sus cambios, encuentros y sorpresas, cual es el camino por el que va a acabar transitando ("la música está por ahí y lo único que hacemos es agarrarla"). "Después vino una experiencia de la que surgió 'Viento Sur', que lo grabé con el cuarteto y donde hago cosas nuevas con los teclados, y que incluye a María Elena Walsh recitando". En este trabajo, "Basta de fingir" es un vivaracho despertar, conducido por el piano y la percusión, para enseguida desarbolar una melodía pegadiza por medio de las flautas del peruano Manuel Miranda. Otra gran creación del teclista argentino, cuya inspiración continúa en "Los dueños del sol", una completa pieza de influencias andinas, donde cada miembro de este impresionante cuarteto logra aportar su propia magia en un acabado de enorme belleza y profundidad. Prodigio de composición, al escuchar maravillas como ésta se comprende el éxito de esta música vital, desenfadada y evocadora. "Cinta de agua" es un tema ambiental, de tenues notas de piano, puente hacia "Después te explico", el último corte de la primera parte del disco, de características similares a los anteriores, donde el instrumento de viento es un saxo y Marcelo Torres desarrolla su técnica de utilización del bajo como si de una guitarra se tratase. Como cara B, comienza aquí el largo poema sinfónico "Viento sur", dividido en cuatro partes ("Viento sur", "La procesión de pálidas se desbarranca", "Ventolina, lavadero del alma" y "Estación claridad"), un broche fenomenal al disco -en realidad se trata de toda la cara B- que se inicia con el dulce y empático recitado de la poetisa y cantante argentina María Elena Walsh (un auténtico mito en su país, especialmente recordada por sus trabajos para niños), y continúa con un agradable sinfonismo en forma de suite, un interesante experimento que anticipaba futuros proyectos de música para ballet y cine. De muy joven Lito estudió en el conservatorio, pero le aburría el academicismo, así que lo abandonó (sólo volvería años después para aprender a escribir música), dejándose llevar por sus experiencias e influencias, no sólo el rock, el folclore o el jazz sino también la música clásica, que en ciertas ocasiones se deja entrever ligeramente en sus composiciones. Aunque no pertenezca a "Viento sur", en 1997 Lito participó con la composición "La calle del gato que pesca" en el trabajo "Cantamos a María Elena Walsh", en el que conocidos artistas (José Luis Perales, Baglietto, Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Pedro Aznar...) versionaban obras de la autora, fallecida en enero de 2011.

"Viento sur, olor a transparencia, silbo de la calandria, madrecita cantora del primer rayo de la aurora. La sopa de los pobres llega al centro, y su vapor al reino de los cielos. Ventolina que barre tormentas, lavadero del alma, nos deja serenitos, reciclando la pena en vasto amor. Silbo de la calandria y vidalita de esperanza". En solitario, dúos, tríos, cuartetos, quintetos... los números de acompañamiento sólo son anécdotas en la labor creativa de Héctor Facundo Vitale, que necesita un mayor o menor orden instrumental a cada momento de su vida musical. Sin duda fue la época del cuarteto la de mayor relevancia y posiblemente la de más alta calidad en la carrera de Lito, y sus discos, gracias al boom de una new age a la que en ningún momento se acogía, obtuvieron muy buenas ventas, sin duda merecidas. Su música, cercana al jazz, influenciada por Pat Metheny, Lyle Mays o Keith Jarrett, pero también enraizada en su Argentina natal, se alimentó de tintes folclóricos y de coreografías visionarias para ofrecernos este más que aconsejable trabajo. "Darle cuerda al amanecer, empujar un poco al sol, al buen día meterlo en casa. Silba la calandria y nos sorprende en vela, amuchados, con ganas de seguir. Estación claridad, vamos llegando".

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