3.9.21

NICHOLAS GUNN:
"The sacred fire"

La evocación del sonido de la flauta ha sido siempre bien aprovechada por una serie de artistas de música instrumental que, asociados a la new age, al rock sinfónico, a la música para televisión o documentales, o incluso a la vanguardia, han llegado a alcanzar una gama de sonidos en varias direcciones (tanto de una manera avanzada como hacia la tradición más pura) que han engrandecido el uso de este glorioso instrumento en sus trabajos. Sencillamente, la flauta y los vientos de sonido dulce son un adorno excepcional, no cansan fácilmente si se utilizan con mesura, y su uso e influencia en el mundillo de las nuevas músicas de los 90 parecía no tener fin, aunque casi siempre por detrás de los grandes, piano y guitarra. Por supuesto, no faltaron los que los utilizaron como instrumento principal en su carrera: Nicholas Gunn es uno de esos intérpretes que supo aprovechar su uso en un fenomenal comienzo de sus pasos en solitario cuando, habiendo alcanzado un estado de forma notable de interpretación, fichó por Real Music para publicar "Afternoon in Sedona". El ritmo, la melodía y el ambiente desértico se conjugaban en un estupendo trabajo, que tuvo su continuación en "The sacred fire", la obra que marcó el despegue definitivo del nombre de Nicholas Gunn a nivel mundial.

Nicholas Gunn publicó cinco trabajos en Real Music, el sello de ese gran personaje de la más pura música new age que es el inglés Terence Yallop, golfista en su juventud, pionero de la alimentación natural y de la espiritualidad, promotor de conciertos y creador de la compañía que ayudó a despegar a Nicholas, aunque tuvo que ser el sorpresivo éxito de la primera edición, autoproducida, de "Afternoon in Sedona", lo que condujera definitivamente al flautista al sello de Sausalito (California). Su segundo disco, publicado en 1994, fue "The sacred fire", su mejor aportación a Real Music, un trabajo bellísimo que da el salto del buen gusto a la excelencia y que, con el marchamo de lo auténtico y de lo ligado a las raíces de la Madre Tierra, no dejará indiferente al buscador de la melodía epatante y del ambiente natural. Nacido en el Reino Unido, donde estudió en la prestigiosa Royal Academy of Music, Gunn encontró el éxito en los Estados Unidos en lo que él define como una progresión natural que le llevó a interesarse por una música instrumental melódica de carácter relajante que posteriormente evolucionó, pero no encontró los caminos del jazz o del clasicismo, sino del pop o incluso de la música dance. Fue sin embargo con un estilo new age muy asociado a la world music con el que se ganó un nombre entre los aficionados, gracias especialmente a su dominio de la flauta, aunque Nicholas es un multiartista que produce sus trabajos y también interpreta en ellos piano, sintetizadores y muchas de las sugerentes percusiones que en estos primeros discos eran de un marcado carácter tribal, asociadas al desértico oeste estadounidense. El tramo inicial de "The sacred fire" es notable, fabuloso, comenzando con la sutileza y maestría folclórica de la deslumbrante "Earth story", la pieza más célebre del plástico y posiblemente la más conocida en la historia de este músico. El guitarrista acústico Zavier le acompaña en ese pequeño hit y en otras de las composiciones, como la maravillosa "Painted desert", rebosante de alegría melancólica, o acompañando a las impresiones naturales de "Tale of two lovers", de gran belleza y melodiosidad. "Equinox" parece un homenaje a los recuerdos escondidos de la infancia, a la felicidad de esas vivencias despreocupadas, cuando no se piensa que algún día las responsabilidades propias de la edad van a romper esa magia que Nicholas sabe transmitir en sus notas, en esta ocasión, como en "I still remember" (romántica, azucarada pero sin llegar a empalagar) o "Ruby forest" (nueva pieza melódica y sugerente) con su propia instrumentación en solitario. "Odessa" es otro asomo al folclore, rítmico y con la voz de Cassandra Sheard, pero Gunn acierta más con ese estilo en la propia "The sacred fire", pieza interior inaugurada por vientos indígenas y con el cántico del propio Nicholas, otra muestra de delicadeza en la que el violonchelo de la intérprete clásica Sachi McHenry aporta un enorme sentimiento. Otra pieza fabulosa en un trabajo que desborda emoción. La inspiración parece no terminar en el tramo medio del álbum, pues acto seguido llega "A place in my heart", dominada por una fuerte percusión y acompañada también por la guitarra del poco conocido Zavier, que repite en la titulada "Baile para la luna" (en español), nueva fiesta folclórica que parece acercar su vertiente norteamericana a un sonido más latino, incluso mediterráneo, efectivo aunque no especialmente original. También se desliza un guiño al castellano en el recitado de Michelle Wilkie en el siguiente corte, "She walks in beauty", cuyo fuerte ritmo no le resta un cierto carácter relajante. Viola, chelo y oboe ilustran otra pieza romántica, "Midnight hour", accediendo a un tramo final en el que tal vez el disco empieza a hacerse un poco largo, con los nuevos asomos indígenas de "Waking hour" y "From heaven to earth" -con el violín de Karen Briggs, conocida por acompañar a Yanni en sus discos y conciertos-, y un ritual para acabar (textualmente, "Ritual"), ritmo elevado -percusión de Auzzie L. Sheard III- con ambiente y voz femenina de fondo -Claudia McCance-. Las cualidades folclóricas de la flauta no son en absoluto descuidadas, como en su álbum debut, aunque Nicholas se asoma en "The sacred fire" a otras vertientes, en gran medida gracias al aporte de las cuerdas, que desvelan un espíritu inquieto. El conjunto es, por lo tanto, variado y entretenido, y es un símbolo, según su autor, de "fuerza, romance, poder y sensualidad, un fiel reflejo de la vida".

Natural Wonders y Nature Company fueron exitosas cadenas estadounidenses de tiendas de regalos y productos relacionados con la naturaleza, que merced a su constante hilo musical, obtenían también importantes ventas de música new age. Nicholas Gunn fue uno de los artistas que se beneficiaron de esta circunstancia, consiguiendo alcanzar con "The sacred fire" el top 10 en las listas de new age del prestigioso Billboard. A partir de aquí, y apartando en cierto modo esos prometedores inicios, Nicholas Gunn empezó a sonar demasiado igual, un tanto complaciente con su publico y con un estilo de música que necesitaba evolucionar, por lo que, antes de diluirse definitivamente, este flautista que aun sigue publicando discos de su música pacífica y relajante, encontró su evolución en la música electrónica (con el apodo de Limelght) y en la creación de canciones con vocalista, fuera de la instrumentalidad que le caracterizaba como superventas de la cotizada música new age a principios de los 90.

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2 comentarios:

MatiasB dijo...

Me extraña en usted que no haya nada de "Secret Garden". Tirria, quizás.

Pepe dijo...

Muy buena esa!!!
Que va, les tengo bastante respeto, al menos en sus comienzos. Tengo decenas de críticas abiertas para tomar definitivamente cuando llegue su momento, y te aseguro que el de Secret Gsrden llegará muy pronto, porque durante el verano estuve pensando en ellos (y en muchos más, pero algo es algo). Confío en que cuando les ponga deslices un comentario positivo.
En fin, voy poco a poco y tengo mucha lista de espera...