Fenómenos como el de The Corrs evidencian que una buena campaña de marketing puede convencer a una gran cantidad de público para ir en la misma dirección y querer escuchar de repente el mismo tipo de música, tal vez sin tener previo conocimiento sobre la misma ni capacidad de comparación o análisis, y no es que se pueda hablar mal, ni mucho menos, del producto asociado a dicho grupo irlandés, si bien su pulcritud parece tener un marcado carácter de laboratorio, una realidad preparada al detalle para que dé numerosos y rentables frutos. Sí que hay, no obstante, características auténticas y esenciales en su música y en las personas involucradas en la misma, por lo que al final nos encontramos con un fenómeno muy exitoso que, aderezado por la moderna producción (siguiendo el camino de otras bandas irlandesas como U2 o The Cramberries, aunque con un mayor componente folclórico) está a medio camino entre la comercialidad más preparada y una deliciosa naturalidad. Lo celta estaba decididamente de moda en los 90 y el productor de The Corrs, David Foster (que había trabajado en multitud de producciones y con figuras internacionales como Kenny G, Michael Bolton, Celine Dion, Kenny Rogers o los grupos Chicago o Wolfstone), vio enseguida las inmensas posibilidades de este conjunto cuando se entrevistó con ellos tras actuar en Boston en la época del mundial de fútbol de EEUU. De hecho, más que un grupo de música celta modernizado, conforme avanzaba su trayectoria ellos mismos se tenían por "un grupo de pop rock que utiliza la herencia musical de su país".
Dudalk es una pequeña ciudad situada al norte de Dublín. De ella provienen The Corrs. Jim, Andrea, Sharon y Caroline son los cuatro hermanos, de apellido Corr y provenientes de una familia de músicos, que componen el grupo, y cuyo magnetismo natural (poseían todos ellos una gran belleza y una exultante juventud) posibilitó gran parte de su repercusión, como si se tratara de una nueva banda para adolescentes pero con la seriedad de lo tradicional en la mochila, de tal forma que su público abarcó una gran gama de edades. Aunque Sharon y Jim solían tocar juntos en pubs, las circunstancias de cómo los hermanos formaron el grupo denominado con sus apellidos vinieron empujadas por el cineasta inglés Alan Parker y su renombrado proyecto The Commitments, en el que Andrea logró un papel (como Sharon Rabbitte) y Jim, Sharon y Caroline aparecían como músicos. John Hughes, que había trabajado anteriormente con Jim, era el coordinador musical de la película, y decidió convertirse en su manager. En su primer paso se involucraron varias compañías (143 Records -sello del productor, David Foster-, Lava Records), si bien la que lo distribuyó mundialmente en 1995 fue Atlantic Records: "Forgiven, not forgotten" es un trabajo ultraproducido, repleto de canciones de pegadiza energía, sencillos exitosos como "Runaway", "The right time" o la pieza que da título al disco, en el que las voces son elementos dominantes entre una instrumentalidad propia de la música tradicional irlandesa, pero convenientemente modernizada. Además, cinco son los temas instrumentales del álbum, breves piezas de la tradición irlandesa que comienzan con la entradilla instrumental ("Erin shore" se desarrollará más y mejor en el último corte del álbum), una pequeña declaración de intenciones, esa modernización folclórica que enseguida despierta con la primera de las bellas canciones del trabajo, "Forgiven, not forgotten", que se convirtió en un pegadizo segundo sencillo del mismo (su video-clip, rodado en una plataforma giratoria, hizo que alguno de los miembros sintieran mareos durante el rodaje). "Runaway" fue la elección como sencillo principal del disco, una especie de interesante balada que sólo fue un primer paso para la banda, pues tardó un poco en alcanzar el éxito. El tercer single, "The right time", es una pieza más animada y con mejor aprovechamiento de las cuerdas del violín. El poker de bellas canciones lanzadas promocionalmente se completa con la tal vez demasiado suave "Love to love you", y con la balada "Closer", aunque esta última sólo en Australia y Nueva Zelanda. Si bien no fue otro single del álbum, "Heaven knows" es otra canción muy agradable y evocativa de su Irlanda natal, otra pieza destacada en el conjunto de una obra a la que otros títulos como "Someday" o "Secret life" contribuyen a que se complementaran sus intenciones de pop celta. El poso tradicional se respira en otros interludios instrumentales como "Along wih the girls" o "Carraroe jig", se desarrolla algo mejor en "The minstrel boy" (melodía clásica irlandesa escrita por el poeta irlandés Thomas Moore), y con una mayor contundencia de la batería del gran Simon Phillips en "Toss the feathers" (un tradicional muy adaptado por numerosas bandas folclóricas), para concluir con el desarrollo íntegro de la soñadora pieza de entrada, "Erin shore", con la participación de Bill Whelan, otro de los aciertos del disco. Además de la conjunción de la banda (no en vano llevaban juntos toda su vida), la voz de Andrea Corr (que también interpreta el tin whistle) y el violín de Sharon Corr son, posiblemente, los elementos que más destacan en el álbum, pero no hay que dejar atrás a Caroline Corr con batería y bodhran, y la guitarra y teclados de Jim Corr. Además, la contribución en instrumentaciones adicionales de otros nombres como Simon Phillips, Des Reynolds, Noel Eccles, Michael Thompson, Neil Steubenhaus, Tal Herzberg o David Foster. "Forgiven, not forgotten" alcanzó una ventas espectaculares en todo el mundo, de más de 6 millones de ejemplares, originando además una gira mundial de dos años que provocó también una edición especial del disco con pistas en vivo en un segundo CD. En España, aunque le costó arrancar, ocupó el puesto número 4 en 1997 -ese año estuvo 33 semanas en listas mientras se publicaba su siguiente disco, "Talk on corners"- y aún seguía vendiendo en 1999, cuando llegó al puesto 23. Ese mismo año 1999 fue calificado como triple platino (300.000 copias vendidas), aunque para comprobar el enorme tirón que tenía el conjunto entre nosotros es necesario saber que las ventas del mencionado "Talk on corners" ascendieron a más de 600.000 (6 platinos), la mayor cifra alcanzada por un disco irlandés en España (un platino más que el enorme "Watermark" de Enya y el doble que el mítico "The Joshua tree" de U2), de tal manera que, a día de hoy, "Talk on corners" aún se encuentra entre los 50 trabajos más vendidos de la historia en nuestro país.
The Corrs llegaron para revitalizar la herencia celta en la última década del siglo anterior, dando un paso adelante hacia el pop/rock a las canciones de grupos como Clannad o cantantes como Mary Black. Tal vez fuera por la moda celta, por la espectacular imagen del elenco femenino del conjunto, por la agresiva promoción de la compañía, por la calidad natural de las canciones o por todo ello junto, el caso es que la euforia apareció de súbito con los primeros discos de esta banda irlandesa. A tenor de las cifras de ventas y la popularidad que estaban alcanzando, The Corrs eran un producto de marketing sin parangón, un muy atractivo escaparate musical en el mundo celta como Vanessa Mae, por ejemplo, lo sería en el clásico. La sinceridad era sin embargo la base de la banda, unas auténticas raíces irlandesas y una trayectoria pausada y estudiosa. La belleza de sus miembros y su condición de hermanos llamaba poderosamente la atención y remitía a otros grupos formados por hermanos o miembros de una misma familia, algo tan común en Irlanda (Clannad o Nightnoise, por ejemplo). No es que The Corrs aportaran nada nuevo a la música irlandesa, de hecho su éxito fue criticado y hoy en día no es especialmente recordado, pero hicieron que mucha gente se interesara por el poso tradicional que residía en sus melodías, y por una instrumentación, eso sí, auténtica y bien interpretada, que se ha extendido durante muchos años en siete discos de estudio y exitosas giras, además de otras obras de algunos de los hermanos en solitario, como Andrea o Sharon, aunque sin la enorme repercusión de los primeros álbumes firmados por The Corrs.
2 comentarios:
Recuerdo comprar este álbum en mi tienda de música de referencia de la adolescencia con tan solo escuchar las dos primeras pistas. Ese era el tipo de Pop que quería escuchar en ese momento. Aparte, me quedé gratamente sorprendido por los temas instrumentales, en especial con ek maravilloso Erin Shore final.
Una lástima que en cada álbum fueran dejando cada vez más de lado la faceta celta, aunque no dejaron de tener temas destacables como la estupenda versión de Little Wing de Jimi Hendrix, que lanzaron junto a The Chieftans en el álbum Talk on corners
Admito que a mí, inmerso en aquella época en algunas búsquedas menos facilonas, nunca me interesaron lo suficiente como para hacerles un gran seguimiento. Eso no quita que, a la larga, agradezca su incursión en el mercado general (mejor que haya ramalazos celtas que reggetoneros, ¿no?) y sus méritos iniciales que, como bien dices, se fueron diluyendo con los discos.
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