5.12.18

ANTHONY PHILLIPS;
"Slow dance"

A comienzos de la década de los 70, el álbum "Trespass" había logrado que la banda británica Genesis conociera el éxito, pero a su vez provocó su primera crisis: Anthony Phillips, uno de sus miembros fundadores, padecía un extraño miedo escénico, una patología por la cual no podría soportar los consecuentes y numerosos conciertos que el público demandaba, por lo que decidió abandonar el grupo. Tal vez Ant (así le llamaban) no estuviera preparado para el éxito de la banda, de hecho su ansiedad fue más innegable cuando todo marchaba mejor, así que su retirada sonó aún más extraña para el mundo. Otra suerte de excusa fue la excesiva concentración de genios con carácter que había en Genesis (Peter Gabriel, Mike Rutherford o Tony Banks, antes de la pronta llegada de Steve Hackett y Phil Collins), así como su propósito de estudiar guitarra y piano clásico; a la par, Ant escuchó la 'Suite Karelia' de Jean Sibelius, y quedó maravillado, hasta el punto de empujarle a estudiar también orquestación en la escuela londinense Guildhall. Phillips continuó siendo recordado por sus fans, y comenzó una prolífica carrera en solitario sin la preocupación de las giras. "The Geese and the Ghost" fue, en 1977, su primer álbum, en un estilo pastoril ensombrecido por el surgimiento del punk. Allí ya asomaba en la producción el nombre de Simon Heyworth, afamado co-productor del álbum seminal de Virgin Records, un "Tubular bells" que lanzó a la fama al joven Mike Oldfield. Heyworth continuaría su andadura con Ant hasta llegar, precisamente, a su fichaje por Virgin, que en septiembre de 1990 publicó una de las joyas ocultas de la música instrumental, "Slow dance".

Desde finales de los 80 se comenzó a involucrar a Anthony Phillips en el panorama de la new age, y estimulado por la floreciente popularidad de este género, comenzó a recopilar atractivas ideas que no habían tenido cabida en trabajos de sonido algo más avanzado como "1984" o "Invisible men", o en su serie de álbumes "Private parts & Pieces". Fue a finales de la década cuando Ant desarrolló su mejor obra; en muy poco tiempo, sin mucha coherencia al principio, pero recreándose en los arreglos conforme avanzaba el proyecto, fue dando coherencia a esas ideas descartadas, y aportando otras nuevas que surgían espontáneamente. Entre la música orquestal, los instrumentos acústicos propios del rock y la electrónica, Phillips encontró un adecuado equilibrio, pero nada fue fácil en esta historia. La primera parte de esta obra que comenzó sin un título claro ("Time & Tide" o "Field day" fueron algunos de sus títulos de trabajo) se nutre especialmente de esas secciones básicas que llevaban un tiempo esperando su oportunidad, descartes de calidad, en ningún caso pegotes sino ideas guardadas que no habían encontrado aún su lugar; la segunda parte iba a ser más nueva, se basaba en composiciones recientes, en un momento de inspiración excitada, alentada además por un conveniente cambio de equipo e instrumentación. Pero no toda la tecnología posible puede sustituir a la calidez de los instrumentos acústicos, por lo que Ant se vio en la necesidad, además, de que en algunas secciones dejaran su sello algunos músicos de sesión: Ian Hardwick (oboe), Julie Allis (arpa) -ambos habían participado en su álbum "Tarka"-, Martin Robertson (que aparecía en "Invisible men" con su clarinete) o Frank Ricotti (percusionista, participante una década antes en "Sides") se unieron a la trompeta de Tjborn Holtmark, la flauta de Michael Cox o la batería de Ian Thomas; Anthony se explayaba con sus guitarras, bajo, teclados y secuenciadores. Así mismo, y ya en la fase final de la grabación, se evidenció la necesidad de unas cuerdas reales en la misma, así que se procedió a su grabación en los estudios CBS bajo la dirección de John Owen-Edwards y el liderazgo de Gavyn Wright. Durante este largo proceso, parecía que Passport Records iba a ocuparse de publicar el álbum, pero durante un viaje a Estados Unidos, Anthony se enteró del cierre del sello, así que tuvo que ponerse a buscar nueva compañía discográfica. Simon Heyworth se había dado cuenta desde el principio de las posibilidades de lo que aún era un conjunto de ideas, y se involucró especialmente en el proyecto, de hecho fue él el que adelantó el dinero para grabar las cuerdas adicionales, y también el que propuso utilizar dos grabadoras de 16 pistas en sincronización para facilitar la grabación y mezcla, un equipo caro y de manejo nada fácil: "El proceso de mezcla requirió mucha mano de obra y tardó varias semanas en completarse, pero finalmente se completaron las mezclas finales de cada sección individual". Ant se vió un poco desbordado por las deudas que el trabajo estaba acarreando, pero afortunadamente no tiró la toalla ("¿fue un gran riesgo en ese momento? Mucho, pero a medida que el álbum crecía, comencé a ver cómo podría sacarme del atasco en el que estaba") y gracias a su amigo Simon Mortimer, Virgin acabó ofreciéndose no sólo a publicar el álbum y (presuntamente) los siguientes del artista, sino que además le ofreció un contrato como músico para cine y televisión. Años después Ant comentó: "Me encantaría hacer otro disco orquestado, pero es algo impracticable en términos financieros". "Slow dance" no es el nuevo "Tubular bells" que seguramente querían Virgin Records y Simon Heyworth, aunque sí una suite muy agradable con momentos inspirados y dos partes largas bien diferenciadas, con un sonido más antiguo en la primera y algo más actual la segunda. El comienzo es de una belleza fulminante con su auténtica guitarra y sus trazos neoclásicos, grandioso motivo principal del trabajo al que favoreció sin duda el tratamiento orquestal. Notas danzarinas adornan la continuación, jugando con un viento como si de un ballet de cuento sinfónico se tratara, evidentemente otro de los instantes destacados del álbum, que van a ser varios. No tarda en aparecer la vehemencia de un ritmo frenético y de un coro sintético, espejismos en una primera parte mas bucólica que rockera, no en vano el título de la obra nos conduce a una danza lenta. El camino circula entonces entre una cierta electrónica muy asequible, notas de new age relajante (introduciendo una nueva melodía importante en la obra, de titulo 'A slower dance' -que realmente había sonado ya como interludio en el tramo medieval-) y retornos al leitmotiv inicial con un ímpetu arrebatador. La sencilla y folclórica tonada final ('Guitar adagio') es la guinda en una deliciosa primera parte. Con una cadencia animada y temporal, entre sintonía televisiva y recuerdo al sonido de algunos artistas new age de Narada o Private Music, comienza la segunda, que enseguida se muestra poética primero, popera -y cercana al jazz- después, en instantes de músicas incidentales para posibles películas, para continuar algo vanguardista. Se abre paso entonces otro Philips, activo y sintetizado, originando un crossover fantasioso y estimulante de título 'No way out', la melodía mas destacada (radiofónica incluso) del segundo acto, con algo de épica en sus arreglos de cuerdas, amén de guitarra y el toque electrónico de fondo, conjunto que se aproxima tanto a algunos éxitos de Yanni como a algún tema importante en películas de aventuras medievales del estilo 'Lady Halcón' (con el marchamo de Alan Parsons y Andrew Powell). La segunda parte se cierra con el recuerdo de sus leitmotivs principales de la primera, y enseguida la tintineante melodía con la que se abría ésta, que la culmina también, sin estridencias. Esta especie de sinfonía por momentos amorosa, en otros aguerrida, posee un desarrollo fluido y uniforme fácil de disfrutar, y una cierta sencillez en su composición (huyendo de barroquismos) que forma parte de su encanto. En el recopilatorio "Anthology", que publicó Blueprint en 1995, venía incluído el corte "Slow dance (Opening)".

No lo tuvo fácil Ant con "Slow dance", acumuló adversidades de todo tipo (monetarias, de casa discográfica, de estudio de grabación, de ánimo) pero siguió adelante para culminar un proyecto atrevido, que la crítica tomó bajo dos vertientes absolutamente contrarias, desde la de la ingenuidad de la composición hasta la del arrebatamiento en su eficaz fusión de clásica y rock. Cierto es que la manera de empalmar melodías y la base de rock sinfónico con ramalazos clásicos son muy típicas de algunos trabajos de Mike Oldfield, pero Ant o bien no quiere llegar a ese grado de similitud (o tal vez no pueda) o da sentido a su frase en la que se considera un músico "fuera de modas", y por tanto auténtico, lejos también de intentos de imitación (en los que se podrían incluir otros nombres, como Stephen Caudel, Rick Wakeman, sus antiguos compañeros de Genesis o un Karl Jenkins que aún tardará en llegar, bajo su nombre o el de Adiemus). Ahora bien, 1990 no eran los 70, y este álbum enteramente instrumental en un músico de rock, a pesar del avance de la new age, desconcertó a su público, especialmente en los Estados Unidos. Virgin no supo apostar con efectividad por el álbum, desdeñando el lanzamiento de un adecuado single, de hecho tampoco supo apostar por un Anthony Phillips que sólo grabaría una obra más con Virgin. 2007 fue el año, casi una mayoría de edad tras su publicación, de una conveniente reedición de "Slow dance" a cargo de Blueprint Records, si bien la más importante llegó diez años después, en 2017, por parte de Esotering Recordings, una edición Deluxe en la que un segundo CD recogía nueve demos o reinterpretaciones de algunas de las numerosas melodías que poblaban el álbum original, incidiendo especialmente en sus dos leitmotivs principales "("Theme from slow dance" y "A slower dance") y en la pieza rítmica más representativa de la cara B, "No way out", completando el conjunto con una nueva mezcla de la evocativa parte penúltima de la cara A, "Guitar adagio from Slow dance", y dos pequeñas piezas grabadas pero no incluidas en el disco, "Touch me deeply" y "Clarinet sleigh ride".





5 comentarios:

japobes dijo...


Quiero reivindicar con fuerza a éste artista, que como ya sugieres, tiene varios puntos en común con Oldfield como su dominio de varios instrumentos y el hecho de "tocar" gran variedad de estilos, desde grandes instrumentales a canciones de claro corte pop. Otra maravilla que tiene es su primer trabajo "the geese & the ghost". También merece la pena descubrir joyitas de entre sus muchos "Private parts". ¿Que porqué éste hombre es tan desconocido? Creo que en parte es porque se ha movido en un terreno que no es comercial y que tampoco ha pertenecido a la música llamada "culta" como la puramente clásica o intelectual tipo "avant garde", ámbitos musicales que sí que disponen de fieles seguidores. Así pues, dentro de su prolífica carrera (más de cuarenta álbumes) también hay mucho material siempre de gran factura pero que es cierto que puede adolecer del gancho necesario y que, bueno, que no debe ser el tipo un "frontman" precisamente. Pero leñe, a mí me gusta saber que aún quedan músicos que hacen lo que quieren y ya.
Grande pues Phillips y grande también el productor e ingeniero Heyworth, verdadero mago del sonido que aparece en varias obras maestras, sobretodo de los años 70.

Pepe dijo...

Todo hay que decirlo, amigo José, como ya pasó hace tiempo con Paul Ward, este disco lo descubrí gracias a ti. Y aunque no me entusiasmó de manera increible desde el principio, me acabó entrando y terminé por admirarlo.
Phillips no es un tipo que me diga gran cosa en general, y vaya por delante que no soy seguidor de los Genesis, de hecho jamás los he escuchado, pero este trabajo, bien procesado y metido de lleno en otro estilo musical más cercano a mis gustos, me convence.

japobes dijo...

Es normal que no te "entren" determinadas cosas y que por ej. obvies completamente grandes discos de Génesis y muchos otros que probablemente en muchos casos también te acabarían encantando. Pero el universo musical es inabarcable y nos tenemos que "conformar" con lo que instintivamente creemos que encaja en nuestra ya de por sí troquelada cabeza. En ese sentido el mundo de internet nos acerca más que nunca a "todo" y paradójica mente nos evita disfrutar de mucho material por exceso de oferta.
Y perdón por el rollete.

Jaime dijo...

Este trabajo no lo había escuchado, pero meterse en el mundo de este músico, es sumergirse en un océano enorme. Así como la "new age" británica no tenía mucha brillantez, ahí estaban estos músicos vanguardistas y amplios como Anthony Phillips (Demasiados genios pasaron por Genesis, y demasiado bien se llevaron para lo que suele ser habitual). Voiceprint/ Blueprint hizo una labor de ediciones de trabajos y de reediciones de antiguos, así como rescate de material encomiable. No hay que olvidar nunca su música para documentales, películas, series.

Pepe dijo...

Se agradecen estas cuidadas (aunque en ocasiones tengan ciertos fallos) reediciones con material inédito, esas ediciones deluxe que varias compañías tienen a bien en ofrecer. Que Virgin se meta caña con las que faltan de salir de Oldfield!!!