1.5.09

PAUL MACHLIS:
"The Magic Horse"

los muchos seguidores del genial violinista escocés Alasdair Fraser no les es ajeno el nombre del teclista estadounidense Paul Machlis. Inolvidable es la unión de estos músicos en dos colecciones sin par de música tradicional escocesa gestadas en los Estados Unidos, de títulos "Skyedance" y "The Road North". El grupo Skyedance (retomando el título del primero de aquellos álbumes) les juntó posteriormente con otros destacados instrumentistas celtas con los que llevaban años colaborando, pero Machlis tenía desde hacía años interesantes ideas propias con las que elaboró varios trabajos a tener en cuenta, en especial el primero de ellos, "The magic horse", publicado por Invincible Records en 1992, un acertado álbum con gran energía y emoción en toda su duración, que intenta ser fiel a la consigna de su autor: "Cada álbum es un viaje".

Paul Machlis se muestra en su carrera y en esta obra como un teclista delicado cuya paleta, dominada por tonalidades vivas y alegres, recalca un rítmico estilo paisajístico de temática celta, a pesar de su origen estadounidense, si bien hay que tener en cuenta que su madre provenía de Escocia (y su padre del Este de Europa), así que en su California natal interpretaba ya esta música tradicional antes de conocer a Alasdair Fraser. Importantes colaboraciones dejan especial huella en este álbum en forma de solos de violín del propio Fraser o marcadas líneas de bajo del siempre eficaz Michael Manring, pero es lógicamente el piano el que impera en la obra, con el whistle ("The Magic Horse"), junto al típicamente celta bodhran en melodías galopantes ("Pogonic") -ambos, whistle y bodhran, interpretados por Chris Caswell-, con someras influencias búlgaras basadas en la presencia de un instrumento de cuerda como la gadulka ("Subor") o en solitario ("Goldenwood", "Homecoming"). "The Magic Horse" es una composición de cabalgante elegancia, muy del estilo de su autor, para comenzar el álbum. El teclado de Machlis suena de manera característica, rampante, muy vivo. La percusión y el whistle contribuyen a hacer una pieza alegre y despierta, que da paso al primero de los dos solos de piano del disco y primer gran tema del mismo, abierto, precioso, una delicia totalmente embargante de titulo "Goldenwood", inspirado en una comunidad tejana de personas que viven reunidas en contacto con la naturaleza (una naturalidad que se refleja en la música). El segundo de los solos llegará más adelante, el sencillo "Homecoming", más tranquilo y personal. Acto seguido, la presencia del violín de Alasdair (el piano es así mismo sensacional) logra que otra pequeña maravilla pueda ser escuchada con emoción: "Alasdair John Cameron Graham" es una descomunal muestra de alegría desbordada, una pieza radiante, con algo de melancolía, en la que dos amigos demuestran su conjunción, ya que piano y violín despliegan una pequeña obra maestra compuesta, como todo el trabajo, por un Machlis majestuoso. El segundo gran tema del disco es "Patshiva" -'celebración' en el dialecto gitano-, monumental demostración de esencia folclórica, con aromas del este de Europa en su épica melodía y un gran despliegue instrumental donde destaca, mas allá de teclados y percusión (y sin la necesidad del violín), el característico bajo sin trastes del gran Michael Manring, que también destaca en la pastoril "Maritsa", álgida composición a la que alimenta con sus notas graves. Antes que ellas, de nuevo el violín escocés en "Allangrange", donde se respiran a la vez alegría y melancolía, en un más que sugerente baile imaginario, y es que la segunda de las apariciones de Alasdair en el trabajo posee una hermosísima aura de antigüedad. La magia celta del conjunto de los temas se ve reforzada por una conjunción de cuidada composición, impecable interpretación y aportación búlgara (la gadulka, un violín con cuerdas de guitarra como el sitar, que toca Marcus Moskoff) o árabe (por medio de un tambor de copa del medio Oriente denominado darbuka, o otro denominado deff, ambos interpretados por Vince Delgado), para completar un mundo particular, el del caballo mágico, un espacio de poco más de cuarenta minutos (la mayoría de los cortes son de escasa -o más bien precisa- duración) donde las leyendas se hacen música y los sueños se confunden con la realidad. Es importante hacer hincapié en la historia del toque búlgaro en el disco: la esposa de Machlis, estadounidense, se enamoró completamente de la música búlgara y de la gaida (una gaita típica de los Balcanes, especialmente de Bulgaria y Macedonia), así que se fue dos años a vivir allí, regalando a Paul una nueva inspiración, que se hace notar especialmente en un tramo final del álbum movido por esos terrenos folclóricos, con temas como "Sianka" o "Subor".

Mientras en la portada de "The Magic Horse" contemplamos precisamente ese misterioso 'caballo mágico' junto a Paul Machlis (sin poder decir exactamente cual de los dos es el protagonista principal del trabajo), en la contraportada se puede leer un acertado comentario del disco como de una feliz y exquisita celebración de música tradicional (folk celta y balcánico) y contemporánea. Sin duda, "The Magic Horse" -así como todo lo que tocan las hábiles manos de Machlis y Fraser- es un disco recogido, para escuchar con buena compañía al crepitar de una hoguera, un pequeño regocijo que sin embargo, y sin razones para entenderlo, no levantó una gran espectación, siendo escasamente recordado para su enorme calidad. Una lástima, ya que estamos ante un trabajo que aparte de grandes interpretaciones y composiciones muy acertadas, tiene alma, algo que se echa en falta en muchas de las propuestas actuales para piano.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:

2 comentarios:

Jaime dijo...

Creo que es el disco más entrañable y bonito de Paul Machis. Tiene momentos sublimes, como "Alasdair JCG".

Quizás sea un tópico decirlo, pero creo que ya nunca alcanzó tanto nivel como en su primer discoa. Lo tuve en cinta, me resultó muy difícil pillarlo en CD.

Como ves me he dejado caer para ver las novedades media del blog

Pepe dijo...

Se agradece, Jaime, siempre es un placer (y últimamente una sorpresa, je je) leer tus comentarios.

Efectivamente, lo considero su mejor disco, y admito que yo tampoco he llegado a conseguir el CD.