La trayectoria musical del suizo Andreas Vollenweider fue claramente incentivada, moldeada incluso, por su padre, Hans (prestigioso organista), que le enseñó a tocar varios instrumentos -así como el arte de la improvisación en el jazz y la música clásica-, tocó con él y le llevó de gira desde muy joven. Andreas confiesa en su web que no soportaba la escuela, y la música se convirtió "en la puerta secreta de su propio mundo". Aparte de piano, vientos y guitarra, el joven Vollenweider ya interpretaba el arpa en sus primeros proyectos en Suiza, instrumento por el que comenzó a interesarse cuando su madre le trajo de un viaje a Inglaterra el seminal trabajo de Alan Stivell "Renaissance de la harpe celtique". El impacto fue inmediato, y Andreas descubrió 'su instrumento', con el que consiguió identificarse y mimetizarse, con una forma de interpretación propia, parecida a la del piano. El último paso fue amplificarla (con la ayuda del ingeniero de sonido Hanspeter Ehrsam), naciendo así el arpa electroacústica, que perfectamente podía integrarse no sólo en proyectos de música celta o medieval sino en bandas de jazz o incluso de rock. Andreas fue uno de los músicos más populares de las Nuevas Músicas desde que en 1981 creara su inconfundible sonido para su disco "Behind the gardens, behind the wall, under the tree" (ya que Andreas ha renegado durante mucho tiempo del anterior, una obra primeriza titulada "Eine art suite", de experimentación en un jazz bastante simple y un tanto incomprendido por la crítica, que sólo insinúa en ocasiones el estilo posterior). Después de "Caverna mágica" y la confirmación con el fabuloso "White winds", llegó el disco que nos ocupa, un excepcional y lunático "Down to the moon".
Publicado por CBS en 1986, "Down to the moon" ya había sido madurado en parte en la anterior gira de la banda de Vollenweider, por lo que su grabación fue más fácil de lo habitual. Al arpa de Vollenweider se unieron las percusiones de Walter Keizer, Jon Otis y Pedro Haldemann, los vientos de Matthias Ziegler, las cuerdas de Max Laesser y los teclados de Christoph Stiefel, para concebir una obra dividida en dos partes, "The near side" (la cara cercana -de la luna, se entiende-) y "The far side" (la cara lejana -en este caso sería la cara oculta, se supone-). La primera y algo más inspirada se abre con un primer tema homónimo, "Down to the moon", un recibimiento cálido y ameno, pequeño pero que de hecho prácticamente presenta de una manera perfecta el trabajo, su sonido, su estilo, sus intenciones. Este preludio deviene enseguida en la canción estrella del álbum, un corte excepcional titulado "Moon dance", una de esas obras maestras que se dan de cuando en cuando y que condicionan a un músico y hacen de un disco un auténtico superventas, incluso en el mundo de la música instrumental. En su búsqueda de la melodía, Vollenweider se apoya en sonidos naturales y en un estilo ambiental en consonancia con su espíritu ecologista. En cada tema, dicha melodía llega y generalmente sorprende tanto por su fuerza como por su distinción -merced al instrumento utilizado, el arpa elecroacústica- con cualquier cosa que hayamos escuchado antes, de guitarra, teclados o vientos. Así nos deleitamos con "Steam forest" (instantes de relax, mecidos por las cuerdas) o "Night fire dance" (originales voces sampleadas ponen el fondo a esta hermosa pieza activa y adictiva cuyo aspecto oriental le hace parecer sacada de las propias 'Mil y una noches'), otros grandes aciertos de este disco. Las influencias de otras músicas del mundo también están presentes, en especial la oriental (en "Water moon", por ejemplo). "The far side" comienza con otro acertado tema introductorio, "Quiet observer" (con saxo y animales nocturnos en un clima sereno y atmosférico) y continúa con las bellas notas de la animada "Silver wheel", y si bien enseguida desciende un poco la intensidad, la magia sigue presente hasta el final, por medio de cuerdas relajantes ("Drown in pale light"), un pequeño cuento con el arpa ("The secret, the candle, and love") o un final también infantil ("La lune et l'enfant"), en un conjunto tan agradable como para que el plástico recibiera el grammy al mejor disco de New Age en 1987, siendo de hecho esta la edición en que se instauró tal categoría, por lo que Andreas tuvo el honor de ser el primer galardonado en la misma en dura copetencia con otros grandes como Jean Michel Jarre (con el excepcional "Rendez-vous") o Paul Winter (con "Canyon"). Un single y maxi de "Night fire dance" fue comercializado, si bien en la segunda cara se decidió acudir a dos composiciones de "White winds", "The play of the five balls" y "The five planets". Extraña elección la de "Three silver ladies dance" como segundo single (promocional), con "The secret, the candle, and love" en la cara B. La portada es una obra del ilustrador alemán, afincado en Ibiza, Peter Ritzer.
El acierto de Andreas Vollenweider es doble, por su acercamiento al arpa (y a la electrónica) después de destacar con teclados -su padre era un gran organista-, guitarra y flauta, y por crear unos vínculos de amistad con grandes músicos que le acompañan en sus giras (de hecho la discográfica de Andreas se llama AVAF, Andreas Vollenweider And Friends), como Büdi Siebert -que no esrtuvo presente en esta grabación por encontrarse centrado en sus proyectos personales-, Walter Keiser o Max Lässer. Desde siempre, pero especialmente cuando se reeditaron todas sus obras remasterizadas, es el momento de redescubrir a un músico que, a pesar de que desde futuros proyectos como "Dancing with the lyon" o "Eolian minstrel" haya perdido gran parte de su frescura y originalidad a la vez que ha ganado en fusión con otras culturas, sigue dejando muy alto el listón de la New Age a cada nuevo paso, aunque siempre afirmó que nunca consideró la existencia de dicha categoría: "Me pregunto qué es 'nuevo' en la 'era'. Soy un nómada, vagando entre mundos, estilos, personas y culturas. Ahí es donde vivo. No quiero ser encasillado".
Publicado por CBS en 1986, "Down to the moon" ya había sido madurado en parte en la anterior gira de la banda de Vollenweider, por lo que su grabación fue más fácil de lo habitual. Al arpa de Vollenweider se unieron las percusiones de Walter Keizer, Jon Otis y Pedro Haldemann, los vientos de Matthias Ziegler, las cuerdas de Max Laesser y los teclados de Christoph Stiefel, para concebir una obra dividida en dos partes, "The near side" (la cara cercana -de la luna, se entiende-) y "The far side" (la cara lejana -en este caso sería la cara oculta, se supone-). La primera y algo más inspirada se abre con un primer tema homónimo, "Down to the moon", un recibimiento cálido y ameno, pequeño pero que de hecho prácticamente presenta de una manera perfecta el trabajo, su sonido, su estilo, sus intenciones. Este preludio deviene enseguida en la canción estrella del álbum, un corte excepcional titulado "Moon dance", una de esas obras maestras que se dan de cuando en cuando y que condicionan a un músico y hacen de un disco un auténtico superventas, incluso en el mundo de la música instrumental. En su búsqueda de la melodía, Vollenweider se apoya en sonidos naturales y en un estilo ambiental en consonancia con su espíritu ecologista. En cada tema, dicha melodía llega y generalmente sorprende tanto por su fuerza como por su distinción -merced al instrumento utilizado, el arpa elecroacústica- con cualquier cosa que hayamos escuchado antes, de guitarra, teclados o vientos. Así nos deleitamos con "Steam forest" (instantes de relax, mecidos por las cuerdas) o "Night fire dance" (originales voces sampleadas ponen el fondo a esta hermosa pieza activa y adictiva cuyo aspecto oriental le hace parecer sacada de las propias 'Mil y una noches'), otros grandes aciertos de este disco. Las influencias de otras músicas del mundo también están presentes, en especial la oriental (en "Water moon", por ejemplo). "The far side" comienza con otro acertado tema introductorio, "Quiet observer" (con saxo y animales nocturnos en un clima sereno y atmosférico) y continúa con las bellas notas de la animada "Silver wheel", y si bien enseguida desciende un poco la intensidad, la magia sigue presente hasta el final, por medio de cuerdas relajantes ("Drown in pale light"), un pequeño cuento con el arpa ("The secret, the candle, and love") o un final también infantil ("La lune et l'enfant"), en un conjunto tan agradable como para que el plástico recibiera el grammy al mejor disco de New Age en 1987, siendo de hecho esta la edición en que se instauró tal categoría, por lo que Andreas tuvo el honor de ser el primer galardonado en la misma en dura copetencia con otros grandes como Jean Michel Jarre (con el excepcional "Rendez-vous") o Paul Winter (con "Canyon"). Un single y maxi de "Night fire dance" fue comercializado, si bien en la segunda cara se decidió acudir a dos composiciones de "White winds", "The play of the five balls" y "The five planets". Extraña elección la de "Three silver ladies dance" como segundo single (promocional), con "The secret, the candle, and love" en la cara B. La portada es una obra del ilustrador alemán, afincado en Ibiza, Peter Ritzer.
El acierto de Andreas Vollenweider es doble, por su acercamiento al arpa (y a la electrónica) después de destacar con teclados -su padre era un gran organista-, guitarra y flauta, y por crear unos vínculos de amistad con grandes músicos que le acompañan en sus giras (de hecho la discográfica de Andreas se llama AVAF, Andreas Vollenweider And Friends), como Büdi Siebert -que no esrtuvo presente en esta grabación por encontrarse centrado en sus proyectos personales-, Walter Keiser o Max Lässer. Desde siempre, pero especialmente cuando se reeditaron todas sus obras remasterizadas, es el momento de redescubrir a un músico que, a pesar de que desde futuros proyectos como "Dancing with the lyon" o "Eolian minstrel" haya perdido gran parte de su frescura y originalidad a la vez que ha ganado en fusión con otras culturas, sigue dejando muy alto el listón de la New Age a cada nuevo paso, aunque siempre afirmó que nunca consideró la existencia de dicha categoría: "Me pregunto qué es 'nuevo' en la 'era'. Soy un nómada, vagando entre mundos, estilos, personas y culturas. Ahí es donde vivo. No quiero ser encasillado".
6 comentarios:
Antes que nada, y como sé, Alberto, que vas a leer ésto muy pronto, aprovecho que Vollenweider sea suizo para saludar a Valesca.
¡Jajaja!
Saludada queda de tú parte.
Espero que nos veamos pronto ;)
No recuerdo en qué año fue pero no pude ir a un concierto suyo porque tenía que viajar ese fin de semana, qué pena.
Un disco estupendo este 'Dawn to the moon', y a mí me gusta mucho también, aparte de los que has mencionado, 'Eolian minstrel'.
Cuando vino de gira con "Dancing with the lion" pasó por Zaragoza pero yo no fui, también lo lamento.
En cuanto a "Eolian minstrel", es muy interesante, tuvo su polémica por tener temas cantados pero algunos de ellos son estupendos.
Holaaaa.
Casi todos los discos que mencionas y no conozco los pruebo a ver si me gustan, y ya hay algunos casos en los que encuentro alguna obra que me resulta maravillosa. Aunque Wollenweider en concreto no me llama mucho.
Ya tengo mi blog de nuevo en marcha en esta nueva dirección:
http://warrenelcriticon.blogsome.com/
Inicio mi nueva andadura con un clásico de la New Age que seguramente conoces :P
Un gran saludo.
Hola, Esteban, claro que he entrado en tu 'criticón' (ya he cambiado el destino en mi lista de enlaces), y tu elección como primer disco a criticar ha sido, efectivamente, muy acertada, Lanz es uno de los grandes por méritos propios.
Ah, y dale una oportunidad a Vollenweider!!!
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