14.3.09

KLAUS SCHONNING:
"Arctic light"


Nacido en Copenhague (Dinamarca) en 1954, Klaus Schonning es un reputado músico con un estilo sereno y personal, entre un sinfonismo lírico y un folclorismo avanzado. Multiinstrumentista con estudios académicos, no dudó en dirigir sus primeros pasos serios -tras el típico paso por bandas de rock y pop- hacia la new age, como tampoco vacila en denominar así a su propia música. La obra que podemos disfrutar de Klaus Schonning se podría empezar a denominar con el tiempo como música flotante encaminada al relax, si bien este artista danés sorprendió al público con unos comienzos en los que parecía encontrar en sus trabajos acentuadas fases rítmicas con momentos de gran inspiración, como se podía atisbar en sus primeros álbumes, "Lydglimt" (1979) -que grabó con el dinero ganado como músico callejero en Copenhague-, "Cyclus" (1980), "Locrian arabesque" (1985) o el aquí comentado, "Arctic light", publicado en primera instancia por el sello danés Medley Records en 1987, y reeditado posteriormente con portadas diferentes por los alemanes Blue Flame Records en 1987 y por la compañía danesa Fonix Musik en 1994.

Se respira en los trabajos de este músico de frondoso bigote una falsa orquestalidad surgida de los teclados y demás instrumentos, plasmando en sus composiciones un lirismo nórdico, de fenomenal intención aunque fuerza limitada. Destaca así mismo una elevada intención folclórica que, combinada con la electrónica, componen un sonido agradable y abierto; el paisaje contemplado desde esta balaustrada es una nevada planicie, cuya calmada linealidad se rompe gracias a efímeras montañas de chispa y grandeza. Como ya se ha comentado, "Arctic light" se engloba en una primera etapa, más difundida y comercial, de la obra de Schonning, donde la ambientalidad se rompía esporádicamente con atrevidos ritmos y experimentaciones, lo que podemos comprobar en su primera composición, la estimulante "Astralic winds", acertada pieza entre cuyas notas pausadas se distingue el autoarpa (una especie de cítara con forma de arpa, pero con una caja de resonancia muy similar a la de una guitarra). La cítara auténtica también suena en el trabajo, concretamente en "Polar ocean" junto a guitarra (que interpreta en todo el disco Peter Brander), teclados y percusiones. Aunque ese ártico tan cercano para Klaus sea la temática del disco, la luz del sol (la 'luz ártica' del título, que ofrece bellos espectáculos como las auroras boreales) alumbra algunas de sus composiciones más que a dicho círculo polar durante el solsticio de invierno, por ejemplo en "Nebula". Es cierto que se atisba algún síntoma de intrascendencia, pero este multiinstrumentista consigue por momentos emular sonoridades de otros grandes sintesistas como Vangelis o Kitaro (sólo hay que escuchar "Arctic spring"), en un estilo sinfónico electrónico muy agradable, con elementos no sólo de sus propias raíces nórdicas (más por el uso de un instrumento típico de la vecina Finlandia como es el kantele que por encontrar reminiscencias folclóricas típicas) sino también de otras culturas (árabe en "Dark side of the Earth", por ejemplo) e instrumentos como el acordeón o las guitarras, alejados del concepto de la música espacial. A este respecto, Klaus nos hace un guiño en el último tema del disco, "Nocturne", el más terrenal del mismo, donde piano y acordeón dialogan en una bonita despedida, interpretada en exclusiva por el músico danés. Sin embargo, no se puede acabar sin comentar o incluso alabar el tema más destacado y difundido del trabajo, de título "Icarus", una pequeña demostración de fuerza e intención, soberana pieza de pegadiza melodía y desarrollo acertado en su combinación de ritmos e instrumentos, que vale la pena rememorar de vez en cuando y que fue incluida en la recopilación de Blue Flame "European new instrumental music".

Posiblemente, a pesar de su versatilidad (en sus obras Klaus se encarga de tocar numerosos instrumentos aparte del sintetizador y piano, como la cítara, kantele, autoarpa, acordeón, percusiones y ritmos computerizados), Schonning necesitaba ampliar su horizonte musical, y más allá de ese universo primario de teclados y programaciones encontró a músicos como Peter Brander (co-productor, que aporta las guitarra acústica y eléctrica), Mehmet Ozan (percusión y saz) y Boye Magnussen (tambores), con los que conseguir más profundidad para este "Arctic light", un trabajo pleno de música fantasiosa y agradable. Schonning, cansado de trabajar para otras compañías como Blue Flame o Fonix Musik, creó Music Venture para publicar y distribuir su música, aunque bastante alejada en riesgo e inspiración de la que ofrecía en los años 80, de la que "Arctic light" es un reivindicable ejemplo.



8.3.09

VANGELIS:
"L'apocalypse des Animaux"

Muchos de los músicos más característicos y prominentes de la música instrumental de las últimas décadas han destacado o han sido instruídos desde su más tierna infancia en composición o algún instrumento característico. Uno de los casos más atípicos lo constituyó el griego Vangelis, ya que no sólo se mostró como un niño prodigio a los teclados, sino que demostró un carácter precoz al negarse rotundamente a acudir a clases musicales, en las que no veía ninguna necesidad. Efectivamente, con una capacidad espontánea y mayúscula de improvisación, esto no fue ningún impedimento para que triunfara, primero en el mundo del pop con el grupo Forminx, luego en el rock con Aphrodite's Child y por fin en su interesante faceta instrumental, por la cual hemos podido disfrutar de innumerables ejemplos de calidad y belleza. Fue a comienzos de los 70 cuando este teclista nacido en 1943, que había estudiado Bellas Artes en Grecia, comenzó a aplicar sus virtudes musicales al arte del cine y el documental, en lo cual influyó notablemente el nombre de Frédéric Rossif, cineasta francés nacido en Montenegro.

Vangelis compuso numerosas bandas sonoras para Rossif, pero destacan especialmente las de sus documentales de naturaleza, los 6 episodios de "L'apocalypse des Animaux" y los 22 de "Opera Sauvage" (donde se pueden escuchar sus clásicos "Hymne" y "L'enfant"). Espontáneo por naturaleza ("cada vez que un sonido sale de mis manos, ha sido y siempre es instintivo (...) No hay ideas preconcebidas"), Vangelis se adaptó como por arte de magia a la presión del tiempo (una hora de capítulo diario), y grababa mientras veía por primera vez las imágenes. La calidad no se vio alterada ni mucho menos, y "L'apocalypse des Animaux", que fue publicado por Polydor en 1973, se apartaba del estilo que Vangelis había cultivado hasta entonces, centrado en el rock sinfónico, inaugurando un sonido particular donde los teclados cobraban vida en una agradable muestra de ambientalidad de nuevo cuño. En el rotundo tema de inicio, una rítmica sintonía de título "Apocalypse des Animaux - Generique", ya hacen su aparición los coros angelicales que iban a convertirse en característicos de su música, pero para sublime el piano eléctrico que abre el tema más conocido del álbum, "La Petite Fille de la Mer", a modo de nana, expresando musicalmente la armonía natural de las imágenes del documental. Esta triste y a la vez hermosa canción anticipa grandes éxitos del músico griego en ese tono melancólico que adorna tan eficazmente cualquier documental o película, y que retoma de manera igual de majestuosa en el dramático "La Mort du Loup" -donde escuchamos también unos hermosos rasgueos de guitarra acústica-, completando una pareja de canciones que justifican de sobra la publicación de un disco y su posterior éxito, si bien han sufrido dispar suerte en cuanto a su inclusión en los numerosos recopilatorios del músico griego ("La Mort du Loup" ha sufrido un total olvido, mientras que "La Petite Fille de la Mer" fue incluida en "Themes", "Portraits", "Odyssey" o "The Collection"). El resto de la obra, editada en 1973 por Polydor, se nutre de composiciones en una marcada línea incidental, donde se pueden atisbar las influencias que este tipo de discos seminales han tenido en la historia de la música instrumental (en "L'ours Musicien" parece que estemos escuchando a los Air más ambientales de "Moon Safari", "La Mer Recommencée" se podría equiparar a lo ofrecido por ciertos artistas de música drone de bien entrado el siglo XXI, o la base de la composición larga del trabajo, "Creation du Monde", parece asemejarse a algunos fondos del célebre "MCMXC A.D." de Enigma, mientras que la trompeta característica del jazz de "Le Singe Bleu" nos transporta a esa atmósfera insalubre que ideó Philip K. Dick bajo el título de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", y que ya bajo el más conocido epígrafe de "Blade Runner" llevará al cine años después un acertadísimo Ridley Scott, con la música de nuestro artista griego). Pero más allá de conjeturas y parecidos futuros, lo que no cabe duda es que este mago de los sintetizadores supo valerse de los avances tecnológicos para crear un sonido único, soñador, que podía emular a una orquesta sinfónica, del que se beneficiaron documentales como éste y otros de Frédéric Rossif, así como otro puñado de obras inmortales para la música instrumental -electrónica, ambiental, new age o como quiera llamarse-, de títulos tan míticos como "Heaven and Hell", "Albedo 0.39" o "Spiral".

Aunque adolezca de una no muy buena calidad de sonido, esta música que fue grabada en una única semana consiguió ser disco de oro en Francia y obtuvo buenas ventas en otros países europeos. Seguramente no se tenía mucha fe en su éxito, ya que sólo así se explica la cruenta elección de una fotografía de portada tan granulada y difusa (con una cierta carga de lirismo, eso sí) y un diseño tan pobre, donde no hay ninguna información sobre el artista, los instrumentos utilizados o las cualidades del propio documental. Sin tener nada que ver con Rossif o con Vangelis, comentar la curiosidad de que pocos años después otra serie documental sobre fauna triunfara masivamente en España: "El hombre y la Tierra", dirigida por Félix Rodríguez de la Fuente, contaba con otra recordada y admirada música de sintonía, obra del compositor turolense Antón García Abril.

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28.2.09

ONE:
"Four September Suns"

Algunos multiinstrumentistas, por razones de mercado, intereses de la compañía de discos o cuestiones puramente personales, deciden ocultar su nombre en la primera línea de sus trabajos y enmascarar sus composiciones bajo apelativos ficticios. Enigma (Michael Cretu), Adiemus (Karl Jenkins), Beautiful World (Phil Sawyer) o Ginkgo Garden (Eddy Müller) son sólo algunos ejemplos en las Nuevas Músicas, si bien una de las referencias que más clara dejaba esa labor solitaria es la de Tino Izzo, guitarrista canadiense que en sus discos no sólo toca varias clases de guitarras y bajos sino que se ocupa además de los teclados, percusiones, grabación y producción de la obra, en un claro ejemplo de multiinstrumentalidad. Vista la soledad de esa labor de composición, ejecución y producción, se entiende perfectamente que sus primeros trabajos los firmara bajo el pseudónimo de One (Uno). Un año después de la publicación de su primer álbum, "Blue Desires", inundado de aromas poperos que facilitaban su escucha, llegó con "Four September Suns", en 1994, una clara continuación, intensa, sorprendente y gratificante.

Enamorado desde pequeño de la guitarra, que acabó dominando de manera prácticamente autodidacta, este quebequense no se quedó estancado en el pop que practicó en su juventud y comenzó una carrera como músico instrumental en solitario en la que, componiendo desde el teclado y con la batería como primera incorporación, la melodía de guitarra domina cada canción, envuelta en una supuesta simpleza que Tino defiende como muestra de honestidad ("aunque el final está mucho más orientado a la textura, no puedo concebir una textura a no ser que haya una melodía que la garantice"). Mientras su primer disco era más personal (marcado por el nacimiento de su hijo y artes como la pintura, el cine o la literatura), y el tercero -"Foreign Skies"- será más sereno e introspectivo, es en este segundo trabajo donde Tino Izzo se vuelca más en divertirse con los solos, desplegando toda su energía con las guitarras, y nunca el plural es más acertado, pues el libreto del disco presenta las fotografías de hasta trece instrumentos de cuerda, contándonos cuáles han sido utilizados en cada uno de los temas que componen el álbum. Además, tiene más presencia la batería que en su anterior trabajo. "Four September Suns" se beneficia de un comienzo rotundo, dos composiciones únicas con guitarras absolutamente distintas, serena y evocativa la primera ("Nostalgia Trails", que tituló además uno de sus recopilatorios en el año 2000), misteriosa y envolvente la segunda ("A Hero's Good-Bye", de notas luminosas en un todo fenomenal que abarca matices rockeros y blueseros). Con gran eficacia, Izzo no se sale del camino marcado y nos expone sus 'pinturas musicales', composiciones rítmicas de melodía agradable ("Worlds Away" -con poderosísimo clímax final-, "Four September Suns"), de cierta ambientalidad ("The Rage", "The Field of Blue Children"), canciones galopantes de gran rotundidad ("A New Order") o deliciosamente intimistas ("Beyond Those Walls"), hasta completar diez temas de este guitarrista que encontró en la instrumentalidad otra vía para desarrollar sus ideas de un pop sencillo, tanto que en su carrera anterior a "Blue Desires" descartó muchas ideas por considerarlas demasiado básicas, obligándose a escribir algo más complejo y desarrollado. Tras un periodo de oscuridad, acabó aceptando que la sencillez era su mejor arma para encauzar sus ideas ("a medida que voy creciendo y adquiriendo experiencia, siento que preciso de menos notas para decir más"). "Four September Suns" fue publicado en 1994 por Chacra Alternative Music, compañía canadiense creada por Bob Chacra, cuyos principales referentes fueron Tim Clement y el propio Tino Izzo, así como una referencia extraña, un CD single titulado "In London" que recogía una jam session entre Vangelis y el grupo Neuronium grabada y emitida por el programa español Musical Express, conducido por Ángel Casas.

Dos cosas se pueden ver más allá de las portadas de los álbumes de Tino Izzo con sólo conocer unos pocos datos sobre este virtuoso artista de Montreal: el primero se refiere al comentado pseudónimo, circunstancia que el propio músico se encargó de solucionar en su tercer trabajo, ya publicado con su nombre, una vez que entendió su rol y llegó a 'sentir' verdaderamente su música como algo verdaderamente honesto que podía ofrecer sin pudor como Tino Izzo. El segundo detalle es el de las propias portadas, estupendas pinturas de su mujer, Rosanna Ciciola, que evidencia el amor y necesidad de su familia en un estilo único muy visual y colorido. Una reedición de "Four September Suns" presentaba en la portada esa misma pintura algo modificada, adaptada a los nuevos tiempos. Una vez pasado su momento de gloria personal, y seguramente con mucho que decir aún, Tino Izzo ha continuado ofreciendo su maestría en la producción y composición a artistas canadienses como Celine Dion y otros nombres más desconocidos en la compañía BT Music Management., así como disfrutando de la interpretación con su banda Izzo Blues Coalition.



22.2.09

CHRISTIAN BUEHNER
& HELGE SCHROEDER:
"Nightflight"


Aunque su nombre no sea tan conocido como los de Paul Horn, Paul Winter, Deuter, Ray Lynch o Steven Halpern, Suzanne Doucet fue otra de las pioneras de la música new age, antes incluso de que apareciera esta denominación. Nacida en Alemania y conocida allí por una comercial etapa pop, acabó dejando esa vida y comenzando una completamente distinta en los Estados Unidos, donde se involucró totalmente en la música New Age no sólo con sus composiciones sino creando festivales, distribuidoras, asociaciones, programas de radio y su propia compañía discográfica, de nombre Beyond, distribuída en exclusiva desde Los Angeles por su distribuidora Only New Age Music.
Fue Beyond la que publicó en 1987 el álbum "Nightflight" de dos músicos alemanes semidesconocidos (antes y ahora) de nombres Christian Buehner y Helge Schroeder. Es de Buehner del que se pueden encontrar ciertos detalles biográficos, como su precoz faceta de compositor de música para televisión, así como una breve incursión en el mundo de la actuación, todo esto en su alemania natal; afincado en Estados Unidos, continúa su labor musical en un estilo básicamente meditativo y de bandas sonoras. Su amistad con Suzanne Doucet -ya trabajaron juntos en Alemania- le llevó a publicar junto a Helge Schroeder dos trabajos en Beyond, del que destaca este primero, "Nightflight", donde nos encontramos una música acorde con el mundo de ensoñación y fantasía de las portadas de los discos del sello (todos ellos collages de Ken Knutson creados en 1984 bajo la dirección de James Wanless, para las cartas del Tarot Voyager), en un estilo muy místico, relajante, claramente new age, pero también aventurero y rítmico. El tema más destacado del trabajo es el primero, titulado "Sun dance", una animada y a la vez tranquila composición cíclica de más de trece minutos de duración, de suave sonido aflautado dominado por los teclados (en el folleto del disco se define como 'una sinfonía de luz y sonido en el cielo infinito'). De parecido tratamiento es la mitad del disco ("Icarus", "Deja vu"), para reflejar en el resto de los cortes unas intenciones más meditativas ("Om" -definida como 'canción de amor de nuestro planeta llamando a otro planeta', con sugerentes voces y arrullos de agua sobre mantos de teclados-, "Nightflight, "Light moon").
"Nightflight" no pasará a la historia como una de las cumbres de la nuevas músicas, pero posiblemente sí como una agradable muestra de música New Age hecha con entusiasmo y escuchada con jovialidad, grabada en Münich con un arsenal de teclados, guitarra y percusiones, y digitalizada en los Estados Unidos. La estrella es el símbolo del Tarot Voyager elegido para la portada de este trabajo, y no podía ser mejor elección, ya que está relacionada con el signo de Acuario. Es Acuario esa Nueva Era Astrológica a la que, tras dos mil años de Era de Piscis, se nos dice que se llegó a finales del siglo XX, e inauguró una nueva conciencia hacia la cual está direccionada la música de la Nueva Era o música New Age.

16.2.09

CRAIG ARMSTRONG:
"The space between us"


Tras no pocas dificultades en el duro mundo de la música, el versátil compositor escocés Craig Armstrong (nacido en Glasgow en 1959), siguiendo fiel a unas maravillosas ideas de apertura y de fusión de lo académico y lo popular, ha conseguido labrarse una carrera que si en los 90 era prometedora, a partir del cambio de siglo se convirtió en más que una realidad, de una amplitud efervescente, y un eclecticismo que la convierte en una obra enormemente atractiva pero de difícil clasificación. Orígenes clásicos, bandas sonoras de todo tipo, influencias y producciones en el pop, contactos con el trip hop, electrónica, experimentalidad... una variedad de caminos a través de los que, lejos de elegir, Armstrong acabó llegando a una lógica combinación, lógica porque no hace falta renunciar a ningún elemento siempre que tenga algo interesante que aportar, y en esta coctelera, sólo hay que asomarse, ningún sonido es intrascendente. Así, a veces es difícil discernir si estamos ante un compositor de música contemporánea o un gurú de las nuevas tendencias. Y no es que Craig Armstrong haya descubierto una nueva forma de hacer música, sino que su calidad, atrevimiento y acabado la convierten en una joya de la música fronteriza entre los siglos XX y XXI.

Publicado por Melankolic y Virgin en 1998, Armstrong define "The space between us", su primer álbum en solitario, como una retrospectiva de sus primeras bandas sonoras y su trabajo con Massive Attack, aglutinando sus influencias en el mundo clásico, el trip hop y la electrónica. Efectivamente, nuestro protagonista tuvo una interesante labor en "Protection", el segundo álbum de esta estupenda banda de trip hop de Bristol. Esta es la razón de que a algunos les pueda llegar a sonar, aunque en otro registro, la sublime canción de inicio de "The space between us", un clásico moderno de título "Weather storm". La pieza se desarrolla con una dulzura casi sensual de teclados, cuerdas envolventes y efectos suaves pero con carácter, y merece más que una simple escucha, merece toda la atención del oyente para dejarse atrapar en su hechizo atemporal, no hay palabras, como no hay guitarra, batería o bajo en el disco, sólo hay, dependiendo de los temas, orquesta, teclados, voz y ritmos, creando de la nada tensión, desasosiego, esperanza o amor. Amor es precisamente lo que presenta en el segundo corte, otra muestra de la increible capacidad de este escocés para deleitarnos, una poderosa balada en un avanzado estilo downtempo, de título "This love", cantada por la dulce voz de la cantante de Cocteau Twins, Elizabeth Fraser. Puede que después de un comienzo tan abrumador cualquier disco simplemente se deje llevar, si bien no es éste el caso, encontrándonos con un trabajo compacto repleto de numerosos ejemplos de clase y maestría: "Sly II" (la segunda adaptación pseudo-orquestal de los temas co-escritos por Armstrong, Robert del Naja y demás miembros de Massive Attack para su álbum "Protection"), "Laura's theme" (dotada de una estremecedora inquietud), "Balcony Scene" (de la banda sonora de "Romeo + Juliet", la película de su amigo Baz Luhrmann, con el que repetirá colaboraciones en el tiempo -"Moulin rouge", "El gran Gastby"-), "Lets go out tonight" (una versión de la canción de la banda de Glasgow Ble Nile, cantada por su propio líder, Paul Buchanan, amigo de Craig) o la rítmica "Rise", que acaba de afianzar la idea ya expuesta de Craig Armstrong como el extraño ejemplo de músico cuyas composiciones gozan por igual de un elegante clasicismo y una interesante modernidad. A ese umbral se llega gracias a la combinación de la orquesta con los teclados y las programaciones, obteniendo un resultado pulcro, de producción exquisita y poesía latente en una síntesis de aromas dispares fundidos en uno solo, el de hoy, el de mañana y el de antaño. Notas melancólicas como la de "My father", o tan ambientales como "Glasgow", acaban de humanizar una obra completa, única y exuberante. Craig, que interpreta piano y teclados en el álbum, y conduce la orquesta, se rodea de buenas referencias y de afamados productores en la coescritura de alguno de los temas, no sólo los miembros de Massive Attack (Andrew Vowles, Robert Del Naja y Grant Marshall), sino también nombres importantes en la época como Marius de Vries o Nellee Hooper. Armstrong tardó cinco años en publicar una segunda colección de temas como la que impulsó su nombre, fue de nuevo Melankolic y Virgin los que publicaron en 2002 ese segundo disco, "As if to nothing", otra gran demostración de estilo, con un sonido algo mas oscuro que su opera prima, tanto en instrumentales como en vocales (cuyo numero crece respecto al debut), manteniendo el importante equilibrio entre lo orquestal y lo urbano.

En 2017 se publicó una edición de "The space between us" en doble vinilo, y Craig Armstrong afirmó tener muy buenos recuerdos de aquellos momentos: "Cuando Marc Picken y Massive Attack me pidieron que fuera un artista en su nuevo sello Melankolic, fue realmente inesperado, pero me llevó a una experiencia musical fantástica para mí". El músico se seguía sorprendiendo de la relevancia de aquella referencia: "Lo que me parece realmente emocionante es que tantos jóvenes músicos se acercan a mí y dicen que este álbum fue una gran influencia para ellos. Y es increíble después de todos estos años que todavía se escucha en todo el mundo. Espero que disfrutes de este vinilo tanto como lo hice". Esta edición incluyó dos nuevos cortes, "Io canto" y "Mackenzie". Tremendamente versátil e igual de imaginativo con los ritmos urbanos como con las melodías de corte contemporáneo (ha orquestado y compuesto canciones de artistas de primera fila como U2, Texas, Madonna o Pet Shop Boys), Craig Armstrong consigue derribar fronteras con este trabajo, las mismas que separan estilos musicales presuntamente enfrentados, y elimina de esta manera ese espacio que no debería de existir, tanto 'entre nosotros' -sugerente título y portada del álbum- como entre géneros que acaban expresando una maravillosa y genuina sensibilidad. Para disfrutar totalmente perdiéndose en su gozosa esencia y en sus sutiles arreglos.



7.2.09

ELEFTHERIA ARVANITAKI:
"Tragoudia gia tous mines"

De las muchas voces femeninas que han traspasado las fronteras de Grecia en las últimas décadas, posiblemente sea la de Eleftheria Arvanitaki la más versátil y poderosa, logrando un merecido éxito internacional sin perder por eso la pureza de la canción tradicional griega en cualquiera de sus estilos (ante todo el denominado rembetiko, proveniente de los refugiados turcos). Desde que comenzara a despuntar en el arte de la canción, muchos compositores y letristas griegos (Nikos Mamagakis, Stamatis Spanoudakis, Lina Nicolakopoulou) creyeron ver en Eleftheria su musa, el medio de expresar sus ideas y encauzar comercialmente sus creaciones; su carrera se ha beneficiado de esos nombres que han contribuido a formar una discografía plagada de clásicos y bellísimas canciones como "Meno ektos", "Dinata", "Stis akres ap' ta matia aou" o algunas de las incluidas en el álbum "Tragoudia gia tous mines" (donde Dimitris Papadimitriou compone la música sobre letras de poetas helenos), publicado por PolyGram en 1996 y cuya traducción española sería 'Canciones para los meses'.
 
No sólo el idioma sino el propio sonido del álbum delata que nos encontramos ante un trabajo típicamente griego, de una artista que a principios del siglo XXI comenzó un despegue internacional que consiguió además cromatizar su música con motivos de otras culturas, en el mismo movimiento que antes la había girado hacia la canción moderna, y atrajo un público de toda gama posible de edades. En "Tragoudia gia tous mines" Eleftheria consigue que sus cuerdas vocales doten a la música, con la autoría general de Dimitris Papadimitriou, del lirismo de la poesía griega tanto antigua (Safo, poetisa de Lesbos del siglo VII antes de Cristo) como de principios del siglo XX (Maria Polydouri, Kostas Karyotakis), finales del mismo (el Premio Nobel de Literatura Odysseas Elytis) o actual (Mihalis Ganas), en un recorrido plagado de canciones maravillosamente épicas, auténticas delicias de suave instrumentación como "Sappho" (la auténtica joya del disco, un placer auditivo de características atemporales, con los versos de Mihalis Ganas), "To parapono" (otro clásico del repertorio de aromas antiguos de Eleftheria), "Lianotragoudo" o la inmensa "Ola ta pire to kalokairi" (un sencillo único, que consigue plasmar de manera majestuosa, tanto en lo instrumental como por la exquisita voz, la poesía del Nobel Elytis), posiblemente sus mejores ejemplos de maestría. No hay que desdeñar tampoco ritmos muy animados ("Sou to' pa gia ta syneffa", "Tou pothou to agrimi"), ambientes tradicionales ("Den tragoudo para giati m'agapises", "Pame ksana sta thavmata"), y un estupendo broche final ("San tin agapi tin krifi") para un trabajo maravilloso, que contaría cuatro años después con un CDsingle titulado "Tragoudia gia tous mines: The third side", compuesto por cinco de sus composiciones más destacadas. Papadimitriou habla en el folleto del álbum sobre el título y la temática del mismo: "meses, no años, son la percepción del tiempo con la que se relacionan nuestras experiencias, emociones y sentimientos. Los años son unidades cronológicas para contar el tiempo, no más, dice. Los meses, sin embargo, en su carácter cíclico, le brindan la familiaridad de los verdaderos amigos (...) Los meses son como estatuas que miran nuestros pasos, observando en silencio en las plazas y caminos principales de nuestra vida". La compilación "The very best 1989-1998" recogió en su tracklist algunos temas de este trabajo ("To parapono", "Pame ksana sta thavmata", "Lianotragoudo"). Por el contrario, "Sappho", que a pesar de ser una grandiosa canción no suele aparecer en los discos recopilatorios de Eleftheria, sí que vino recogida en una colección de doce canciones de vocalistas femeninas publicada por Real World en 2001 con el título de "Gifted: Women of the World", junto a otro corte de otro álbum de la Arvanitaki, "The bodies and the knives", y otros de Sheila Chandra, Susana Baca, Estrella Morente y otras grandes cantantes de importancia mundial.
 
Su figura esbelta le otorga una eterna juventud, pero su trabajada voz delata una madurez que sólo el paso de los años puede ofrecer, el mismo del que ha obtenido las tablas de las que hace gala en el escenario, ofreciendo majestuosos diálogos entre una artista agradecida y un público entregado. Eleftheria Arvanitaki, junto a Alkistis Protopsalti, Haris Alexiou y muchas otras vocalistas de ayer, hoy y siempre, han logrado que en los últimos años las canciones en ese extraño idioma que es el griego no sean difíciles de escuchar para nosotros y gocen de una calidez soberana en base a estupendos arreglos, ritmos llevaderos y por supuesto ardientes voces que llegan más allá que la poesía que recitan, que en "Tragoudia gia tous mines" venía acompañada de la música de un alumbrado Dimitris Papadimitriou, compositor griego que interactuó con la cantante con la eficacia de un perfecto engranaje. Elegante y poderosa a la par, así es Eleftheria Arvanitaki, la última diva del pueblo heleno.





31.1.09

LA BOTTINE SOURIANTE:
"En spectacle"

Es posible que, cuando algunos tuvimos la fortuna de descubrirles a finales de los 90 -'sólo' llevaban dos décadas en activo- lo que mas nos sorprendiera en el directo de La Bottine Souriante ('La bota sonriente') fuera el curioso zapateado de Michel Bordeleau. Era gratificante observar el movimiento percusivo que este guitarrista que actuaba sentado ejecutaba con los pies, logrando no solo una inusitada rapidez sino que el publico se encendiera de inmediato (se admiraba aún más al ver que se trataba de la única percusión que ofrecía la banda, y que 'pies mágicos' Bordeleau la desarrollaba a la vez que los sones de su instrumento, la mandolina). Sin embargo, y una vez asimilado lo extraño de la puesta en escena de este extravagante conjunto, que podriamos calificar mas 'rural' que tradicional, es el momento de comprender que lo que estábamos escuchando, aparte de calidad innegable, poseía una riqueza asombrosa en su conjuncion de ritmos celtas con voces francesas, amasado con otras tradiciones de la zona natal de la banda, el Quebec, la mayor provincia de Canadá, de habla mayoritariamente francesa.
Creado en 1976, este grupo comenzó tocando canciones tradicionales y piezas instrumentales del Québec, con un éxito inmediato en la zona, aunque ninguno de sus miembros pensaban que su dedicación iba a acabar siendo profesional. Enseguida llegaron unos sorprendentes arreglos celtas que junto a la herencia francesa lograron unir musicalmente dos continentes. No quedó ahí la evolución del grupo, ya que la llegada constante de nuevos miembros otorgó tintes de jazz, salsa, canción de taberna y swing, en un mestizaje donde van cobrando vida poco a poco los instrumentos de metal. La definición del estilo de La Bottine Souriante es tan incierta por esas numerosas influencias (tradicional, celta, canción francesa, jazz) que vale más la pena olvidarse del tema, sólo escucharlos y disfrutar. Sin embargo el mejor consejo que puedo aportar es que, si tenéis oportunidad, les escuchéis en el medio en el que más ganan, por su sonido festivo y su atractiva puesta en escena: el directo. Por eso, y porque el sello Resistencia preparó en 1996 una edición sublime con traducciones al castellano, es "En spectacle" el disco elegido para comentar aquí, pero repito, el complemento ideal es verles en directo y mezclarse con el colorido de su música y de su público. Así lo cuenta la banda en su web: "Este noveno álbum, grabado en vivo, subraya los 20 años de huella de La Bottine en la cultura quebequense. Este explosivo cóctel sonoro refleja la medida de La Bottine en directo. Este álbum reune numerosas piezas del repertorio del grupo: reels chispeantes, aires épicos y textos ocurrentes salidos de su patrimonio discografico y servidos en nuevos arreglos firmados por Jean Fréchette". Efectivamente, a los mandos del acordeonista, vocalista y 'maestro de ceremonias' Yves Lambert, se nos presentan reels como "Ouverture", "Suite de la sauvagesse" (un reel típico de bodas y aniversarios) o "À travers la vitre", aires como "Rêve musical" o textos como los de "Sur la route" (versión mejorada de "La tapinie", donde nos cuentan diversas anécdotas verídicas de sus viajes, como pérdidas, accidentes o borracheras), "La cuisinière" o la canción sobre solteronas "Ch'pas capable", que salpican, o posiblemente empapan, de alegría y picaresca. Una banda extensa en la que nombres destacados como Yves Lambert, Michel Bordeleau, Martin Racine, Denis Fréchette o Gilles Cantin, todos ellos actualmente fuera del grupo, son una muestra más de la continua evolución del mismo.
Si bien lo disfrutarán más plenamente los francófonos (por la traviesa profundidad de sus letras), la extraordinaria sonoridad de esta formación franco-canadiense hará las delicias de cualquier aficionado a la buena música. Dan ganas de enfundarse un atuendo quebequense, tomar un trombón y subir al escenario con una de las bandas más animadas y eclécticas de la música folclórica.

22.1.09

RAY LYNCH:
"Nothing above my shoulders but the evening"

Si en algo, aparte de lo puramente musical, destacan los discos de Ray Lynch, es en lo original y extrañamente poético de sus títulos, provenientes de las obras y enseñanzas del gurú Sri Da Avabhasa, y utilizados con permiso de la comunidad religiosa conocida como 'The free daist communion'. Esto expresa notablemente la profunda espiritualidad que rige la vida y la forma de componer de este músico norteamericano, un artista fundamental en el auge de la new age, un estilo al que sin duda se puede aplicar perfectamente su etérea música. Después de extasiar al público con "The sky of mind" ('El cielo de la mente'), "Deep breakfast" ('Desayuno profundo') y "No blue thing" ('Cosa no azul'), llegó en 1993 de la mano de Windham Hill "Nothing above my shoulders but the evening" ('Nada sobre mis hombros excepto la tarde'), donde volvíamos a encontrarnos con esas composiciones alegres y desenfadadas que delatan a un corazón abierto y vital, poseedoras por encima de todo de un sublime carácter, posiblemente único, y consecuentes con un misticismo que no desvirtúa la afabilidad del contenido.

Generalmente se considera a "Nothing above my shoulders but the evening" inferior a los dos trabajos anteriores de Ray Lynch, tal vez sea verdad y, cuanto menos, no encontremos en él melodías tan conocidas por su utilización en radios y televisiones como las que poblaban esos reconocidos álbumes. Aún así, estamos ante un disco grato, estupendo, con tal vez un mayor componente neoclásico, pleno de romanticismo, para el cual el adjetivo a usar pasaría de 'mágico' a 'onírico'. Lynch destacaba la dificultad de grabación del álbum y la satisfacción de lo conseguido, que marcó para él un punto y aparte en su carrera, sin que los siguientes renglones hayan llegado aún a escribirse varias décadas después. Así, la guitarra clásica que aprendió a dominar de joven en Barcelona hace su aparición estelar en el primer corte del disco, "Over easy", posiblemente el más cercano a sus canciones más conocidas de discos anteriores por su esencia juguetona y de sintonía. Es sin embargo el componente espiritual el que domina este álbum y abruma en cortes como "Her knees deep in your mind" -donde destaca el oboe- o "Passion song" -donde hace su aparición el inmenso violín del virtuoso Daniel Kobialka-, envueltas en una maraña de clasicismo en combinación con místicos teclados, delatando la atemporalidad de la buena música. El siguiente corte es caso aparte, pues es imposible no maravillarse con "Ivory", una delicada y exuberante composición que hará las delicias de cualquiera que la escuche, una pequeña joya auténticamente imprescindible, que llega muy adentro y que delata las influencias clásicas que inspiran a Lynch a la hora de crear. "Ivory" es sin duda una de las grandes composiciones del norteamericano, a la altura de las más difundidas de sus trabajos superventas. Las tres canciones restantes prolongan sin duda esa sensación de bienestar que proporcionan los discos de Ray Lynch, y lo hacen en base a influencias españolas por lo delator de los títulos "The vanished gardens of Córdoba" o "Mesquite". En definitiva es esta una obra madurada por los anteriores éxitos de Lynch, muy sólida en su estructura e interpretación, y en el que el impulso acústico le puede al de la tecnología, desnivelando la balanza con mayor énfasis que antaño: "Yo encuentro los sintetizadores muy útiles y eficaces para ciertos tipos de sonidos y en ocasiones he producido canciones puramente electrónicas ('Celestial Soda Pop', por ejemplo), pero en general, mis obras implican una combinación de elementos acústicos y sintetizados (...) En los últimos años he utilizado instrumentos cada vez más acústicos (normalmente ayudado por los miembros de la Orquesta de San Francisco). De hecho, en "Nothing above my shoulders but the evening" el elemento acústico se convirtió en dominante". Acostumbrados como estamos a que muchos músicos de esta índole se dejen llevar por la electrónica hasta esconder buenas ideas, usurpando parte de su genio, Ray Lynch es de los que salen triunfando en el juego de aparatos y melodías, en un magistral 'saber hacer' en el estudio. No en vano, Ray se formó en el campo clásico y en instrumentos tan tradicionales como la guitarra o el piano, así que no es extrañar encontrarse con unos apabullantes arreglos para orquesta, logrando un sonido elevador, en ocasiones místico (el oyente puede verse reflejado en la atrayente portada del trabajo), en combinación con la tecnología del estudio de Lynch, que en los 80 y 90 supo sacar partido de una parafernalia que hoy nos podría resultar rudimentaria y obsoleta.

Estudioso de la música antigua, Lynch tocaba el laud, y tras sus estudios de guitarra se incorporó como laudista en el neoyorquino Renaissance Quartet. El estilo con el que ha pasado a la historia de las nuevas músicas fue, sin embargo, más moderno y atrevido, aunque manteniendo sus conocimientos clásicos, que en "Nothing above my shoulders but the evening" destacan profundamente. La frase del título del álbum viene a expresar la humildad desde la que se expresa Lynch; para él la palabra 'éxito' no responde a acumulación de fama y riqueza sino a poder trabajar en lo que le gusta y ser respetado por ello, así como hacer feliz a la gente, por lo que se consideraba un privilegiado. La suerte no le sonrió, sin embargo, cuando perdió su hogar y posesiones, incluido el estudio de grabación casero, en unos importantes incendios que asolaron el californiano condado de Lake, por lo que su regreso a los éxitos musicales es realmente dificultoso; de hecho, desde hace unos años, se puede colaborar con su causa a través de la plataforma GoFundMe. Afortunados como somos por haber tenido la oportunidad de conocer su obra, le deseamos desde aquí una pronta recuperación.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
RAY LYNCH: "Deep breakfast"





16.1.09

PEKKA POHJOLA:
"Keesojen lehto"

Este trabajo del finlandés Pekka Pohjola es un extraño ejemplo de multidistribución con numerosos cambios de compañía, portada, año de edición o título. Nacido en 1952, Pojohla fue uno de esos músicos que han permanecido anónimos para el gran público a pesar de contar con una más que interesante trayectoria en su país tras estudiar en la famosa academia Sibelius de Helsinky. Más centrado en el rock que en el rico folclore finlandés, comenzó una carrera como bajista y teclista en importantes bandas de rock progresivo hasta desmarcarse en solitario hacia un sonido muy particular, cercano por igual al rock y al jazz, adornando sin miedo su obra con toques de psicodelia, retazos tradicionales nórdicos y por supuesto una cierta influencia clásica. Sus dos primeros discos, de títulos dificilmente pronunciables y editados por Love Records, marcaron el camino y propiciaron que Virgin Records se hiciera cargo de la producción y edición de su tercera obra, para la cual iba a contar con el espaldarazo que sin duda proporcionaba en la década de los 70 el nombre de Mike Oldfield.
 
Oldfield no sólo iba a actuar en este disco como guitarrista sino además como productor, puesto desde el que intentaría acercar la música de Pohjola a sus ideas. "Keesojen lehto" es el título del álbum, publicado en 1977, y distribuido con hasta cinco portadas distintas y títulos como "The mathematician's air display", "The consequences of indecisions", "Mike Oldfield, Sally Oldfield, Pekka Pohjola" o "Skuggornas tjuvstart", dependiendo del país. Incluso en una de esas ediciones aparece en portada únicamente el nombre de Mike Oldfield como autor del mismo, en una hábil pero poco noble maniobra mercadotécnica. Sin embargo, si se han escuchado los anteriores trabajos de Pohjola queda clara la autoría de estos nuevos temas y se escucha "Keesojen Lehto" como la culminación de sus ideas de un modo más elaborado y mejor producido. Las canciones están mejor compuestas, no hay tanto free-jazz y la percusión se mejora con otro artista de Virgin y amigo de Oldfield, Pierre Moerlen. Nos encontramos ante un disco impredecible, una explosión de fuerza y colorido de melodías atractivas e interpretaciones superiores, no sólo por parte de Pohjola o los hermanos Oldfield (aunque la participación de Sally es casi testimonial) sino por otros músicos importantes como Georg Wadenius (guitarra), Vesa Aaltonen (percusión) o Wlodek Gullkowski (teclados). "Oivallettu matkalyhty" ("The sighted light") proporciona un inicio muy rítmico que se descontrola maravillosamente al primer minuto al aparecer una soberbia melodía principal que continúa desarrollándose por diversos caminos, siempre conducidos por una vertiente psicodélica plena de energía. Un comienzo redondo. Constituye una pequeña sorpresa comprobar que las composiciones de Pohjola han crecido en emoción e influencias, lógicas al tratarse de un músico rodeado por clasicismo en sus estudios y ese rico floclore nórdico en su entorno familiar y social. "Kädett suoristavat veden" ("Hands calming the water") es una pieza humilde y emocionante, donde un cierto medievalismo y tradición finesa desembocan en momentos mágicos, incluyendo un característico e impagable guitarreo de Mike Oldfield que, sin embargo, consigue no acaparar egoistamente toda la atención de esta pieza de esencia contemporánea, uno de los grandes descubrimientos del álbum. De nuevo un desarrollo pegadizo en el tercer corte, "Matemaatikon lentonäytös" ("Mathematical air display"), de agradable raíz jazzística donde merced a la buena composición y producción se logra un espléndido momento de caos en el que, si bien sigue destacando la poderosa guitarra, se funde en un estupendo diálogo con un teclado cíclico, al compás del bajo y la percusión. Otro momento inolvidable con el que concluye la cara A del vinilo, posiblemente la mejor, si bien aún esperan en la B otras situaciones importantes. El piano de Pekka parece improvisar desde la melancolía para el tema más suave del disco, "Pääntaivuttelun seuraukset - Sulamaan jätetty kipu" ("The consequences of indecisions Part 1: Time heals all wounds"), donde guitarra y bajo parecen fundirse en un juego de amor, cuyo clímax final enlaza con una segunda parte, "Pääntaivuttelun seuraukset - Nykivä keskustelu tuntematto man kanssa" ("The consequences of indecisions Part 2: Comfort with a stranger"), de nuevo más psicodélica y experimental, sobre todo a su mitad, merced al bajo, los teclados y las percusiones, que entre delirios psicotrópicos presenta algún momento de gran inspiración, de nuevo en una onda cercana al electro jazz. Por último, "Varjojen varaslähtö" ("False star") es un alocado final en el que muchos quieren ver una continuación de "The sailor's hornpipe" (la melodía final de "Tubular bells") aunque parece más una evocación del folclore finlandés.

A ratos rabioso y experimental, otros calmado, pero ante todo rítmico, incluso divertido, así era Pekka Pohjola. Su efímero fichaje por Virgin Records (solamente este disco) posibilitó que los hermanos Oldfield participaran en el mismo, y su desvinculación con la compañía impidió a la vez que se repitiera la participación de éstos en futuros álbumes, aunque lo que no se pudo evitar fue la incorporación de Pohjola como bajista en la banda que Mike Oldfield estaba preparando para su primera gran gira de conciertos, publicada por Virgin Records bajo el título de "Exposed". A destiempo, ya que Pekka Pohjola falleció a finales de 2008, puede ser el momento de reivindicar sin duda la figura de este bajista y discos como este extraordinario "Keesojen lehto".

7.1.09

GINKGO GARDEN:
"Secret Call"

Prudence Records nació en 1988 en Alemania y enseguida se convirtió en uno de los sellos discográficos europeos de new age (nueva música instrumental es la denominación elegida por la compañía) que encontraron un rápido acomodo en el mercado, gracias a una buena selección de artistas que ejecutaban una música fácil, directa y optimista. Posiblemente sea Cusco el grupo más relevante del sello, pero otra serie de músicos -en su mayoría alemanes- acabaron obteniendo su mercado, como Blonker, Aschera, Potsch Potschka, Achillea, Bernd Scholl y un buen número de nombres con más o menos interés. Otro de esos grupos relevantes de Prudence que conjuga belleza y calidad en sus discos es Ginkgo Garden, poético nombre que escogió el teclista alemán Eddy F. Müller para vender su propuesta musical, muy alegre, animosa y con espíritu ecológico. Su álbum más importante, que supuso un importante éxito de ventas y popularidad en 1996, se tituló "Secret Call", y además de Prudence en Europa, lo publicó también Earthtone Records en los Estados Unidos con cambio total en la simbólica portada.

Selected Sound era un sello alemán que publicaba 'library music', una música que se ofertaba para ser utilizada en cine y publicidad. Tras el paso por la banda Mandrake, Eddy Müller grabó varios discos para esa compañía con el pseudónimo de Birdy, pero tras un buen número de álbumes, especialmente durante la década de los 80, decidió hacer una música más profunda e inspirada, y a esa intención llegó tras el descubrimiento de la filosofía del ginkgo a través de la artista japonesa Atsuko Kato, que descubrió en el documental 'Ginkgo, Leaves of Hope'. Esta pintora afincada en Alemania comenzó a realizar las pinturas de las portadas de su nueva etapa creativa, para la cual Eddy decidió rebautizarse como Ginkgo Garden. "Leaves of Hope" fue su primer lanzamiento, rindiendo homenaje al Ginkgo Biloba, ese árbol ornamental asiático único en el mundo, al que llaman 'fósil viviente' por tratarse de uno de los árboles más antiguos del planeta. Eddy Müller no podía haber elegido mejor pseudónimo para expresar la diferenciación y propiedades que deseaba transmitir en su música, dadas las presuntas propiedades curativas de este famoso árbol, cuyas hojas presentan una especial simetría ("la hoja del ginkgo es un símbolo de armonía y unidad, cualidades que aparecen en este disco de muchas formas", dice Müller). "Secret Call" no sólo es el título de su segundo álbum sino además de la pieza que lo abre y sin duda la más conocida y que le condujo a su pequeño éxito; se trata de una estupenda melodía basada sobre todo en los vientos, percusión programada y un coro que tararea sin palabras concretas (combinación electrónica de voces pregrabadas y de las de Anja Bitzhenner y del propio Müller), con ritmo bailable y ciertas sonoridades orientales, en un conjunto abierto, vital y muy alentador. A continuación, "Blossoms from India" es un pequeño y estimulante viaje al país del Ganges, de sereno efectismo y calmada ejecución. El viaje de este artista por la aldea global continúa por un hermoso lago, "Aquamarine Lake", tras cuyo recibimiento de ritmo vivo y agradable se esconde un tema relajante, de ambientalidad basada en exclusiva, esta vez sí, en los teclados. En este punto llegamos a "Ginkgo Biloba", de desarrollo épico que nos introduce en la recitación del poema del conocido escritor alemán Goethe 'Ginkgo Biloba' por dos atrayentes voces, una blanca (Reiner Bärensprung, en alemán) y otra negra (Preston Terry, en inglés), simbolizando así la unidad de los opuestos reflejada en la hoja del ginkgo. Concluye de esta espectacular manera lo que parece ser la primera parte del álbum, de sublime calidad. Sólo un peldaño por debajo encontramos un segundo bloque de canciones de armonías atrayentes y también carácter viajero, como "One and Twain", "Songs from the Treetop", "Woodland Ride" y la estupenda "Open Windows", mística composición con melodía aflautada, potente percusión y sonidos estimulantes que abre una ventana hacia paisajes en cuya lejanía está la mayor atracción. Para finalizar este trabajo que presenta catorce temas, un tercer bloque del que hay que destacar el final, una nueva versión de "Ginkgo Biloba" (toma instrumental de la épica pieza de igual título), y "The Leaf", que presenta otra reminiscencia oriental con la voz de Preston Terry. Eddy interpretaba todos los instrumentos en el disco a excepción de los saxos (Peter Schulte) y las voces en ese poema de Goethe, 'Ginkgo Biloba', que dice así: "Las hojas de este árbol, que del Oriente a mi jardín venido, lo adorna ahora, un arcano sentido tienen, que al sabio de reflexión le brindan materia obvia. ¿Será este árbol extraño algún ser vivo que un día en dos mitades se dividiera? ¿O dos seres que tanto se comprendieron, que fundirse en un solo ser decidieran? La clave de este enigma tan inquietante yo dentro de mí mismo creo haberla hallado: ¿no adivinas tú mismo, por mis canciones, que soy sencillo y doble como este árbol? 

Eddy F. Müller, cuya segunda profesión es orfebre y diseñador de joyas, no huye de las comparaciones de música con mitos como Kitaro, Vangelis o Enigma. La de Ginkgo Garden, aunque se venda como música electrónica relajada con elementos acústicos, casi se puede acabar denominando como música global acústica con elementos electrónicos, dada su pureza e intenciones de unificación de culturas desde ese símbolo de dos polos que es la hoja del ginkgo, inspiradora también de la atractiva portada del disco. El diseño gráfico, como suele ser habitual en muchos de los discos de Prudence, es de otro artista del sello, Anton Zinkl. En su despreocupación por las tendencias musicales del momento, "Secret Call" supone un nuevo pequeño éxito de la new age alemana, y continuó con pasos firmes la carrera musical de su autor, cuyas intenciones reales son, ni más ni menos, "conmover los corazones de la gente sin importar en qué medios haga la música".