Primeros años de la década de los setenta del siglo XX. A la sombra de su paisano, el adelantado Alan Stivell, los bretones Gwendal propusieron, amparados por la tradición musical de su propia región y de las naciones celtas cercanas, la verdadera expresión de una música popular, sencilla y auténtica, cuyo propósito -al menos en esta primera época de la banda- era la diversión, el baile. Lo celta comenzó a ponerse de moda, véase la belleza del arpa del propio Stivell en los terrenos folclóricos, la seriedad del folk de Pentangle, la grata sorpresa de la flauta de Ian Anderson en el rock sinfónico de Jethro Tull, la excelencia del Mike Oldfield más irlandés con el monumental Ommadawn o la contundencia de la gaita irlandesa y las melodías de antaño (que a veces se tomaban como ecos de un pasado medieval) que comenzaban a resucitar conjuntos que ahora son míticos como The Chieftains o Planxty. Gwendal aprovechó esa estela y ejecutaron una fusión pionera que, en la actualidad, les hace ser tan recordados -también en España, donde triunfaron durante décadas en sus aplaudidos directos- como los nombres antes mencionados.
Gwendal nació en la región francesa de Bretaña en 1972 tras un concierto organizado por Jean Marie Renard, cuando varios músicos de terrenos tanto tradicionales como del jazz o incluso de formación clásica, tuvieron la necesidad de transmitir un legado de jigas bailables y bellas melodías medievales tanto de su propia región como de la cercana Irlanda. Bucólico, sí, pero con virtuosismo y un toque de jazz que conformaron un producto moderno (para los lejanos años setenta, recordemos), coherente y plausible. No tanto fue así con la estrategia a la hora de publicar su primer disco y sucesivos, ya que tuvieron una extraña forma de concebir los títulos: de hecho, no había títulos definidos en la portada de sus primeros álbumes, que en muchos lugares son conocidos simplemente como "Gwendal" (los tres primeros y el quinto) o "Gwendal 2" (el segundo). Al menos en su cuarto álbum figuraba el 4 en la portada, si bien el siguiente, ya en 1983, volvía a titularse sencillamente "Gwendal". Fue ya en las reediciones de los años noventa cuando se colocaron los títulos identificativos de cada álbum (por lo general con el apelativo de la primera de sus canciones), quedando de tal manera, y así les vamos a llamar aquí, esos cinco títulos iniciales: "Irish Jig" (1974), "Joe Cant's Reel" (1975), "Rainy Day" (A vos désirs)" (1977), "4" (1979) y "Locomo" (1983), además del disco en directo "En concert" en 1981 (grabado en España, en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid, iniciando un gran idilio con nuestro país). "Irish Jig" llegó en 1974 de mano de la compañía francesa Pathé Marconi, distribuida mundialmente por EMI, con una portada llamativa, la ilustración de un gigante tocando un instrumento de viento mientras camina distraído por la campiña. Aunque no de manera directa, su propuesta renovadora acabó siendo acogida con entusiasmo, tanto que este trabajo es recordado como un gran clásico, especialmente algunas de las composiciones que lo conforman. Y ese reconocimiento es merecido, sin duda, pues una mayor sencillez y peor producción (en comparación con sus trabajos posteriores) implican en este caso una mayor fuerza emocional. Bruno Barré (violín), Youenn Le Berre (flautas, saxofón, bombarda -instrumento de viento de madera, de la familia de los oboes, cercano a la dulzaina-), Roger Schaub (bajo), Jean-Marie Renard (guitarra) y Patrice Grupallo (percusiones y mandolina) fueron los miembros del grupo en esta primera etapa. La pieza que inicia y da título al disco, "Irish Jig", es la más magnética de la banda: la siempre curiosa guimbarda (ese arpa de boca que nos remite a algunos famosos spaguetti western) sirve de presentación a una agradable melodía antigua de violín a la que enseguida se unen flauta y guitarra para que la composición sea completa, amena y carismática, tanto que suele ser la que finaliza sus conciertos. La duración es corta pero suficiente para transmitir. Pero no es "Irish Jig" la única pieza inmortal de este disco, enseguida llega "An Dro - Nevez", de duración similar e intenciones parecidas, bailables y pintorescas, aunque con un pequeño toque jazzy en su emocionante solo de flauta, extraño en la época y el contexto, que se repite varias veces en su pequeño metraje. Otra tonada icónica e imprescindible que surge en primera instancia de la tradición, como todo el disco, pero con esos arreglos que la acercan al folk-rock y al folk-jazz. A continuación, "Sopo Song" es un tema bucólico, hermoso y tan romántico como campestre. El disco es muy divertido, en "Flop - Eared - Mule", pieza rápida con aires norteamericanos, se escucha de nuevo la guimbarda haciendo el acompañamiento rítmico. En esta orgía folclórica, "Planxty Birke" es otra composición de aspecto tradicional, un recuerdo al gran Turlough Carolan. Es extraña la inclusión de piezas tan cortas como la anécdotica "Bourrée auvergnate" -que se podía haber desarrollado mucho más-, "Pretty Brown Maid" o "Bourrée saintongeoise". El término francés bourrée designa una danza popular tradicional de algunas regiones galas. "Deu tu ganeme" es pensativa, costumbrista, parecida a ese paseo bretón que es "Patrick's Day". Por el contrario, destacan esas tonadas danzarinas que hacen mover los pies, "Me meus bet plijadur" es como un baile de boda, y a sus intenciones se acercan "Jackson Morning" y especialmente "Texas Quistep", nuevo acercamiento a los Estados Unidos. Para cerrar el disco con inmejorable sabor de boca, "Irish Song" es otra bonita melodia irlandesa de recuerdo, sones medievales con claro acompañamiento de jazz en su alocado final, donde mejor suena el saxo de Le Berre en el disco. Así culmina un trabajo algo corto pero que se vive con extraordinaria intensidad. Lo que ahora puede sonar algo desfasado, como una antigüedad, fue en la época una grabación necesaria y perfectamente valida de versiones básicas, primarias en cuanto a instrumentación y tratamiento, pero absolutamente mágicas, tremendamente efectivas en su carácter de entretenimiento, celebración e incluso conciencia histórica de una materia, el folclore tradicional de raigambre celta, que volvía a tomar conciencia de lo que era, y que iba a expandir su influencia por el mundo gracias en parte a pioneros como The Chieftains, Alan Stivell o los propios Gwendal. Rudimentario, sencillo, pero plagado de melodías alegres, bailables y reconocibles que aportan instantes de mágica complicidad, "Irish Jig" forma parte de la historia del folk bretón, pero también del folk mundial.
"Irish Jig" fue tan solo el comienzo de una larga carrera, pero fue la base del éxito del grupo y porta grandes melodías de recuerdo obligado, como la irlandesa "Irish Jig" o la bretona "An - Dro Nevez", dos piezas que hermanan musicalmente estas dos naciones celtas, así como aromas norteamericanos. Su directo era fantástico, su repertorio vital, enérgico, tanto que enseguida se iban a convertir en estrellas del folk-rock. "Joe's Can't Reel" fue su siguiente trabajo, también con cubierta caricaturesca de Claire Brétencher, en el que entró el violín eléctrico para aumentar su particular sonoridad. Pero la portada más recordada es la del tercero, "Rainy Day", ilustración fabulosa de Enki Bilal que muestra a un gigante mutante con seis brazos tocando cuatro instrumentos a la vez, a lo hombre orquesta, en un paisaje árido y fantasioso. A partir de aquí, con la inclusión de la batería y con varios cambios en la formación original, los pequeños temas facilones van dejando paso a electrificaciones en la onda de un jazz-rock muy popular que proponía pura diversión, en el que no estuvieron nunca incluidas las inclinaciones políticas de otros músicos de la época, como el propio Alan Stivell.
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