7.8.23

MICHAEL GETTEL:
"Return"

A finales de los años ochenta, en el gran momento del movimiento new age, el piano se convirtió en un instrumento adalid de esa filosofía que en su rama musical era natural y relajante. Entre otros nombres de enorme fama y calidad, el de Michael Gettel fue uno de los más destacados, merced a una estimulante capacidad melódica, que se acoplaba perfectamente con ciertas ideas paisajísticas que el pianista de Seattle tenía muy estructuradas entre sus recuerdos. Tras dos grandes trabajos publicados en Miramar Recordings, "San Juan Suite" e "Intricate Balance", Gettel dio un paso lógico en sus pretensiones, concretamente fichar por una de las grandes compañías de la new age estadounidense, Narada Productions, aunque su primera aproximación al sello de Milwaukee se publicó en su filial Sona Gaia en 1990 (realmente hubo un primer prensaje de demostración de este disco en 1989 en Sounding Records, el sello del propio Gettel). Por el camino, Michael tuvo que realizar cesiones, como revestir su música de otros sonidos tan recurrentes como vientos y percusiones, si bien su utilización, que ya había llegado en su segundo plástico, "Intricate Balance", es mucho más agradable y meticulosa que en sus posteriores vinilos, logrando así un acercamiento al sonido primigenio, una especie de retorno al camino del éxito que el pianista tituló precisamente así, "Return".

Alimentado por la experiencia, la fe cristiana y el amor, "Return" es un disco sólido y maduro. Gettel evoluciona desde el propio planteamiento, y aunque el piano en solitario sea más evocador y emocionante, se deja llevar con solvencia, de tal modo que los paisajes que antes describía ahora los pinta con una gama de colores ampliada por la incorporación de nuevos instrumentos en su repertorio, pero sin olvidarse de sus giros vertiginosos característicos. Así, con piano, vientos, marcada percusión, alguna guitarra y otros invitados, "Return" encuentra otras salidas, en un todo muy alegre y equilibrado que deja muy buen sabor de boca. "Returning" es una muy bella melodía para abrir boca, con la cadencia rítmica del piano ayudado por una suave percusión (Keith Ewer se encarga de esta faceta en todo el trabajo, como ya hizo en el anterior), y la ayuda imprescindible del saxo soprano en la parte melódica, a cargo de Richard Wagner, un eficiente colaborador de muchos artistas de Narada. La génesis de esta pieza de inicio es el cálido recuerdo de un viaje familiar a la Costa Este para visitar a los abuelos. Podemos confirmar en "Avalon Rising" que "Return" es una celebración de la vida, por su alegría al más puro estilo del Paul Winter Consort. No hay que olvidar que tanto "San Juan Suite" como "Intricate Balance" eran también dos discos inspirados en la belleza natural de esos parajes que Gettel conocía muy bien, pero la incorporación de otra instrumentación, especialmente vientos, o concretamente el violín de Gary Haggerty en esta pieza, acrecenta el ansia de vivir la belleza en todo su esplendor. No por ello dejan de interesar esas relucientes melodías de piano en solitario que tanto nos atrajeron en sus inicios, pero será al final del disco cuando Michael vuelva brevemente a esa faceta. Otra de las composiciones destacadas, de desarrollo tranquilo e igual de preciosista y colorida, es "Through the Heartland", música positiva que condensa en cinco pensativos minutos paisajes y recuerdos, y que se beneficia de la presencia del siempre lírico oboe, en esta ocasión de Michael Miller, que repite también colaboración. "The Fullness of Time" consigue una nueva atmósfera melancólica en la curiosa comunión del piano con violín, armónica y acordeón, un efecto como del oeste de los Estados Unidos, el área de influencia del autor, que pronto dedicará todo un álbum al rojizo paisaje del estado de Colorado. La novedad en la siguiente pieza, la magistral "The Holy Lands", es el comienzo con la guitarra clásica de Jeff Woistman, que le otorga un pequeño aroma de antigüedad, combinada con una cierta electrónica de sintetizador, un detalle que la música del pianista puede llegar a agradecer puntualmente; tanto esta composición como "Flight" son otras dos inspiradas melodías con oboe y cuerno inglés la primera, con saxo soprano la segunda, ambas con la ayuda de percusión, bajo, sintetizador y piano. Las dos destilan una gran hermosura y ayudan a que este trabajo sea una puerta abierta a la ternura, al romanticismo y, como dice Michael Gettel en el libreto del disco, un retorno al mismo lugar de antaño. En el tramo final de un álbum que no decae en ningún momento, aparece en "Son of Heaven" la tormenta, sonidos naturales que poblaban su primer disco, el piano se alza repetitivo con la influencia de la literatura histórica y la mitología celta, como ya sucediera en "Avalon Rising". La percusión es fuerte, vibrante, y oboe y cuerno inglés efectúan una oración al hijo del cielo. El conjunto es fabuloso, y ese posible agradecimiento por la llegada de la lluvia se convierte en una ofrenda musical también para nosotros. Para terminar, "Home" es el solo de piano esperado, ese as en la manga que Michael guardaba para más fieles seguidores, pequeña esencia de sus habilidades con las teclas, que el artista grabó una medianoche en una 'primera toma', profundamente inspirado por los recuerdos de una casa en la que se reunía la familia cuando él era pequeño. "Home" no es sino una reinterpretación del tema de inicio, "Returning", como una especie de vuelta a Colorado después de las vacaciones en Seattle. Sencillamente emocionante, "Return" es un colofón majestuoso para un músico nada lejano en esa época a los más grandes del llamado piano folk (léase George Winston), con el que se agotan los adjetivos, y es que los tres primeros de Michael Gettel son como un espectáculo natural del que no querrías salir, un paisaje sublime, una enorme y ruidosa catarata, un vasto cielo azul.

"La esencia de la buena música instrumental es que debería conseguir involucrar emocionalmente y evocar un sentimiento", decía Gettel. En "Return", en cuya portada aparece el músico con su hijo en un paisaje rural muy evocador, lo vuelve a conseguir, pues este trabajo es una pequeña joya olvidada. Es una mente abierta de par en par al mundo, una nueva expansión a otros territorios melódicos y armónicos de un teclista fabuloso en un gran momento creativo. Lamentablemente el camino a recorrer en esta faceta de ensemble, seguramente más obligada por las demandas de la compañía y el mercado que por su propio interés, quemó un poco la creatividad de un fabuloso pianista en solitario, destacado entre la mayoría de este género, que se convirtió a partir de aquí en un músico más de la nómina de Narada. No es que "Places in Time", "Skywatching", "The Key" o "The Art of Nature" fueran malos trabajos, todos tenían grandes momentos, pero se redujo la originalidad, la intensidad, en definitiva la maravilla que surgía en sus comienzos de la soledad de su piano, esas inmensas atmosferas que deslumbran en obras tan completas como "San Juan Suite", que en "Return", como ya ocurrió en "Intricate Balance", tiene un digno sucesor.

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