13.6.22

SECRET GARDEN:
"Songs from a Secret Garden"

El jardín secreto, en la conocida novela infantil de la escritora Frances Hodgson Burnett, es más que un lugar bello y frondoso, es un santuario, un mágico refugio para una niña que ha tenido una infancia difícil. En grado extremo, de hecho, por lo que dicho jardín esconde en su interior todo lo que ella necesita para sobrevivir. En lo musical, el jardín secreto o más bien en inglés, Secret Garden, es también un refugio de la monotonía de las ondas, un remanso de paz melódica, un grupo que sorprendió al mundo cuando acudió en representación de Noruega al festival de Eurovisión de 1995 con la canción "Nocturne", casi en su totalidad instrumental (sólo 24 palabras ideadas por Petter Skavlan). La estupefacción llegó cuando Fionnuala Sherry y Rolf Loviand, los dos miembros de aquella por entonces desconocida banda, se vieron ganadores del festival por delante de la representante española, Anabel Conde. El público acogió su música como un soplo de aire fresco que golpeó en plena cara al pop, al rock y a la música ligera que imperaban hasta entonces en la cita eurovisiva. De aquel concurso musical celebrado en Dublín nació su fama y se concibió un disco, titulado "Songs from a Secret Garden", que Mercury publicó ese mismo año 1995. 

"Nos conocimos en mayo del 94 en Dublin -cuentan Rolf y Fionnuala- y descubrimos enseguida que teníamos una química musical que compartir". Verdadera alquimia fue la que surgió veloz en sus encuentros, de tal forma que a los pocos meses de la primera chispa tenían ideas muy claras para su primer trabajo. Su música es un atrevido cruce folclórico y clásico, con un gran componente romántico y una producción que envuelve el conjunto en un vendible halo popero donde prima la melodia y la duraciones cortas típicas de la música que suena mayoritariamente en las radios. Aunque escasas, las voces son operísticas, acercando el resultado al classical crossover, pero la esencia tradicional, entre celta y nórdica, que envuelve el resultado, empuja la propuesta hacia el saco del folclore, de la world music y de la creciente new age. De este modo, su música se puede encontrar en cualquier estante y escuchar en cualquier rincón, en una estrategia no buscada que ha hecho de Secret Garden un nombre muy populoso en las nuevas músicas, aunque se trate especialmente de un fenómeno europeo. Y como el componente vocal es bastante escaso en sus trabajos, matizan: "En nuestra música el violin interpreta la parte de la voz del artista, ya que tiene un sonido muy parecido a la voz humana". Efectivamente, el violín es el instrumento principal de Fionnuala Sherry, y el piano y teclados en general, el de Rolf Lovland. Dado el interés provocado por el éxito en Eurovisión, para este disco la compañía no reparó en gastos, y numerosos músicos se unieron a las orquestaciones de John Tate para la RTÉ Concert Orchestra, algunos de ellos tan importantes como David Agnew (oboe, corno inglés), Noel Eccles (percusión) o Davy Spillane (flauta irlandesa, uilleann pipes). Guitarra, mandolina, arpa o clarinete completan el álbum, que comienza con el tema de Eurovisión, ese "Nocturne" mayoritariamente instrumental pero completado por unos pocos versos (interpretados por la cantante noruega Gunnhild Tvinnereim, que también participó con ellos en el festival) que conforman una canción que sorprendió a mitad de la década a pesar de la competencia en esa new age de corte celta que pegaba en la época. Bellas sonoridades de romance y aventura con el protagonismo del violín acuden en "Pastorale" (referida a un paisaje espiritual), así como en el tema homónimo pero en singular, "Song from a Secret Garden" (que durante su tiempo de evolución se tituló 'Pianopiece in C minor'), segundo sencillo del álbum con oboe y gran introducción de piano, o en el posterior "Heartsprings". En definitiva, piezas muy sencillas, sin excesivos adornos (la mayoría de ellas se podrían ajustar a la banda sonora de algunas películas de época), que cumplen su función, la de una música relajante, para disfrutar sin tener que prestar excesiva atención. "Sigma" fue el tercer sencillo del álbum, originalmente una pieza de piano escrita por Rolf durante una noche melancólica, pero Fionnuala sugirió agregar una contramelodía cantada pareciendo buscar un efecto antiguo, que acabó siendo escrita por David Agnew e interpretada por Rhonan Sugrue, niño cantor de once años, y el Coro de Cámara Nacional de Irlanda. Mientras tanto, "Papillon" es un claro homenaje a Erik Satie, especialmente en el tratamiento del piano. En "Serenade to Spring" vuelve el romanticismo entre violín y piano, como un baile privado entre ellos. Sonoridades celtas con un pequeño acceso vocal al modo Enya se presentan en "Atlantia", y directamente una animada danza medieval con uilleann pipe y otras instrumentaciones irlandesas en "The Rap", así como otro nuevo ejemplo de esa fusión ligera neoclasico-celta con aromas de romance en "Chaconne". La parte más neoclásica vuelve a quedar reflejada en "Adagio", inspirada en Bach, melodía hermosa aunque sencilla en exceso, o en "Cantoluna", antes del cierre del álbum con un terma interesante, "Ode to Simplicity", una declaración de intenciones con un ligero componente ambiental en su piano. "I Know a Rose Tree" fue un tema nuevo contenido como bonus en un segundo disco de una edición especial del álbum, un álbum que cambió su portada en las nuevas reimpresiones por otra más estilosa. Hay que tener cuidado con alguna otra edición que presenta un orden totalmente diferente de las canciones, pero con el listado original, lo que lleva a confusión. El disco no pasará a la historia por sus arreglos, ni por su profundidad, aunque sí por sus circunstancias y el momento en que se produjo, en el marco de una cuidada producción, sin una gran exigencia pero con sobrado cumplimiento. Dejando de lado la melosidad que rebosa en gran parte de su metraje, "Songs from a Secret Garden" se deja escuchar como una demostración más del cambio de mentalidad de una época que ya pasó a la historia.

Rolf presentaba así la obra en el libreto: "En algún lugar dentro de todos nosotros hay un jardín secreto. Un jardín en el que podemos refugiarnos en los momentos difíciles, o retirarnos a la alegría o la contemplación. Durante años he visitado mi propio jardín secreto en busca de armonía y melodía orgánicas. Las canciones de este CD son algunas de las que he encontrado. Hace un año conocí a una artista que a través de la conmovedora sencillez de su instrumento le dio voz a mis canciones, la famosa violinista irlandesa Fionnuala Sherry. Juntos hemos cuidado el jardín secreto, y la cosecha está aquí para que la recojas. Es mi sincero deseo que al descubrir algunos de mis secretos, visites tu propio jardín". Para disfrutar sencillamente del placer de la música, "Songs From the Secret Garden" es un disco íntimo y muy personal, de dos amigos que no sabían cómo iba a acabar su proyecto, si aplaudido o pisoteado. Su falta de pretensiones otorgó a los aplausos un mayor valor y su personal estilo se fue concretando con el paso de los discos, aunque perdiera la frescura del debut, de ese disco primario que por caprichos de gerifaltes noruegos acabó interpretándose en directo en el más populoso festival musical europeo, en el que, lejos de acaparar escarnio y arrinconamiento, emergieron con la fuerza de la naturaleza, permitiendo a un numeroso público acceder ese jardín ya no tan secreto, que ha continuado explotando su estilo con los años en obras tan aconsejables como "White Stones", "Dawn of a New Century", o recopilaciones como "Dreamcatcher".











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