25.2.22

TIM WHEATER:
"Heart Land"

Aunque los primeros pasos del flautista inglés Tim Wheater en el mundo de la música parecían ir encaminados en el mundo del pop, ayudando a que ciertas bandas como Bronsky Beat y Eurythmics engalanaran su sonido con la presencia de los vientos, este artista se dio cuenta en un determinado momento de que no era ese el camino que quería recorrer. De repente, Tim se vio envuelto en una vorágine de calmada inspiración que le llevó hasta el camino de su carrera futura, lo que él definió en su momento como música curativa. Compositor curtido, reconocido y de extrema sensibilidad, Wheater también podía haber seguido los pasos de su maestro James Galway en el campo folclórico, incluso en el clásico (también estudió con Peter Lloyd, Marcel Moyse o Roger Bourdin), pero el camino de la relajación entró de lleno en su vida, y él lo vio como una oportunidad única: "La música es algo que viene de una fuerza más grande que nosotros -decía-, esa fuerza que gobierna las leyes de la naturaleza y nuestros destinos y que le hace ser por tanto algo sagrado".

Tim Wheater tomó la decisión de cambiar de golpe el rumbo de su carrera, como él dice, sin saber bien por qué, cuando algunos psicólogos estadounidenses escucharon su new age primeriza y le convencieron de que ayudaba a la gente a relajarse y facilitaba la concentración en sus sesiones. La 'curación' llegó después, cuando Tim ahondó en los principios de vibración de los cuerpos y de estimulación del sistema nervioso central: "Todo vibra en el universo, nuestro propio cuerpo lo hace continuamente, la vibración nos rodea como un aura alrededor nuestro... y la vibración es sonido, o sea, que a través suyo yo puedo actuar sobre todo eso". Así nacieron "Awakenings" ("una notable grabación de música de flauta que trasciende todos los límites musicales para conjurar una atmósfera de total armonía", rezaba la publicidad de New World, que lo publicó en 1985 ampliando y mejorando un proyecto publicado en 1977) y "A Calmer Panorama" en 1986, una atmósfera pacífica bastante definitoria de una calma sin posibilidad de interrupción. Wheater busca la naturalidad en su música, el correr del agua, los pájaros, o la interactuación con ballenas en "Whalesong" (un testimonio sonoro de la armonía oceánica), y con ciertas dosis de romanticismo, especialmente en sus trabajos a dúo con Michael Hoppé, con el punto álgido de "The Yearning: Romances for Alto Flute". Wheater continuó publicando también en solitario, como el eficaz "Green Dream" en 1989. Y en 1995, publicado por Almo Sounds (con una conveniente edición traducida al español en 1997 por parte del sello Resistencia), llegó un paso adelante en sus pretensiones titulado "Heart Land". La vida es un largo viaje. Hay ocasiones en las que la literatura utiliza la metáfora del viaje como reflejo de la propia vida, pero también en la música podemos encontrar algún resquicio de esa comparación. Y asociado a una cuarteta de Nostradamus, este disco evoca un viaje del 'guerrero' al reino del amor, a la 'Tierra del corazón'. Dividido en cuatro movimientos, "Heart Land" es un poderoso oratorio que combina la flauta y otros instrumentos como la guitarra flamenca, la trompa o tambores étnicos con una completa orquesta sintetizada y numerosas voces masculinas y femeninas en un rango operístico, ya que el origen de la obra era una grabación simple de cantos armónicos, que acabó provocando este vendaval sinfónico. Tim Wheater no es solamente flautista, él es un eficaz percusionista, cómo se plasma en el disco, donde además toca el armonio e interpreta algunas voces. La flauta, sin embargo, presenta ciertas conexiones mediúmnicas en las que este artista cree profundamente, y la magia brota y se expande en el ambiente cuando se conectan los espíritus del instrumento y del intérprete. Puede llegar a ser algo religioso, pero la religión podría ser cualquiera que esté dominada por la paz, lo importante es esa espiritualidad tan natural que hace de su obra un refugio pacífico con intenciones relajantes y curativas. La obra consta de cuatro movimientos: "1st Movement - The Warrior's Return" ('El retorno del guerrero') es un bello y reflexivo canto interior que, tras su comienzo tarareado, introduce voces operísticas y folclóricas, excitantes por momentos, a lo largo de 25 minutos, prácticamente la mitad de la obra. Es una especie de acertado crossover que engloba varias disciplinas. La flauta es la compañía melódica y verdadera conductora del poema, la guitarra también aporta su belleza y la percusión marca la bravura de la historia. Tanto por duración como por tratamiento, "2nd Movement - The Warrior's Prayer" ('La oración del guerrero') posee estructura de canción que se adentra en un terreno más propio del pop o de un crossover radiable. Su melodiosidad es indudable, las interpretaciones enamoran, y no falta el interesante interludio de viento. "3rd Movement - The Inner Battle" ('La batalla interior') presenta un comienzo enérgico, con las graves voces y la cadencia de violines que hablan de esa batalla interior reflejada en el título. Para finalizar, "4th Movement - In Love's Domain" ('En los dominios del amor') es un largo y acertado pasaje calmado de gran duración, trece disfrutables minutos. No está solo Tim Wheater en este proyecto, David Lord compone junto a él la música, Stuart Wilde los textos, y entre las voces destaca poderosamente la de la soprano Sarah Leonard, mientras que Robert Powell ejerce de narrador. La producción corre a cago de David Lord y Tim Wheater.

"Heart Land" es una obra hermosa y muy trabajada, con gran utilización de las voces, un trabajo de difícil definición y clasificación, por sus diversos caminos entre la relajación, el poema épico, el crossover operístico y la propia new age. Durante sus más de 50 minutos, Tim Wheater nos acompaña por territorios de gran bravura basados en un espectacular uso de las voces, coprotagonista de la historia junto a los vientos de este profundo artista. Sus composiciones suelen estar construidas con tejidos cálidos, y lo mismo obedecen a inspiraciones rítmicas, bastante terrenales, que a ensoñaciones de la mente del autor, algo mas atmosféricas. "Heart Land" es una rareza en su producción, más dispuesta a la relajación o a una instrumentalidad presa de pequeños destellos rítmicos, por lo que constituye una celebrada sorpresa entre la mucha buena música que a mediados de los 90 se movía por los terrenos de las nuevas músicas, flotando entre lo culto, lo étnico y lo meditativo. "Que se recuerde a quienes partieron y despierten los que duermen, que compartan los soñadores una única visión y los sabios el misterio. Que, unidos, tengamos fuerza y paz en los tiempos venideros".

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2 comentarios:

Warren Keffer dijo...

No es un músico que haya escuchado a fondo, pero mí me gusta mucho el siguiente disco, Incantation, con una buena mezcla de temas tranquilos y otros de subidón muy pegadizos.

Pepe dijo...

Otro buen disco, sin duda, mucho más variado que el que ha ocupado esta crítica, aunque tal vez menos original. Sin embargo, hay que decir que tiene varios temas estupendos y es fácil de escuchar.