23.10.07

PHILIP GLASS:
"Glassworks"


Las nuevas formas de expresión de los minimalistas norteamericanos marcaron un antes y un después en la música de la segunda mitad del siglo XX. Entre ellos, si alguien se ha mantenido fiel a un estilo, a un sonido característico, a un minimalismo con entradas y salidas hacia géneros tan dispares como la ópera o la música para películas, ese es Philip Glass, admirado en mayor medida que la mayoría de sus contemporáneos pero aún ahora discutido -cada vez menos- por parte de la crítica por su huida del serialismo, su abrazo a las estructuras rítmicas indias y sus flirteos musicales con conocidos personajes del mundo del rock, pop y folk (David Bowie, Brian Eno y Paul Simon entre otros). Budista a pesar de sus orígenes judíos, Philip se considera un trabajador, su éxito se debe a horas de disciplina y a huir del coqueteo que otras estrellas mediáticas a las que frecuentó, como Warhol o Lou Reed, tenían con la vida nocturna y las drogas. Aunque en un principio no pudiera vivir de la música (tuvo que compaginar en los 70 su labor al frente del Philip Glass Ensemble con diversos trabajos de todo tipo -fontanero, empleado de mudanzas, taxista, etc- hasta que le llegó el reconocimiento que sin duda, y el tiempo le ha dado la razón, merecía), él siempre pensó que su obra tendría éxito, a pesar de que ni siquiera tras el estreno de su controvertida ópera "Einstein on the beach" pudo dejar de conducir el taxi para pagar las facturas. Ese optimismo vital se derivaba del hecho de poder seguir componiendo, innovando, y de que al menos alguien estuviera interesado en tocar sus obras y acudir a sus conciertos. 

"Glassworks" está inscrito en la obra de Philip Glass -junto a otro de sus grandes trabajos, "The photographer"- entre otras dos óperas, "Satyagraha" (aunque esta no fuera grabada hasta unos años después) y "Akhnaten", no muy lejos de aquella "Einstein on the beach" que le ayudó a esquivar la indiferencia del mundo musical. Publicado por CBS en 1982 (el mismo año que vio la luz otra obra vanguardista de la escena neoyorquina, el sensacional "Big science" de Laurie Anderson) y con los fieles Kurt Munkacsi y Michael Riesman en la producción y conducción de la orquesta (Glass solo compone, lo demás lo hace Riesman, su importancia es capital) respectivamente, "Glassworks" es uno de los trabajos de Glass que, manteniendo sus constantes y puntos fuertes (y tal vez débiles), son más asequibles para el público en general, de hecho fue una plausible toma de contacto con los temas de duraciones cortas y de fácil grabación y recuerdo -sin perder en absoluto su esencia-, pudiendo acercar al mismo las meritorias cadencias de este mítico compositor de Baltimore ("'Glassworks' tenía la intención de presentar mi música a una audiencia más general de la que había estado familiarizada hasta ese momento"). De hecho el álbum tuvo una excelente aceptación comercial. El ciclo y el proceso de adicción son los elementos básicos en la obra de Philip Glass, conformando una estructura rítmica altamente adictiva, que en ocasiones forma ciclos completos al volver al punto de partida. De este modo, las seis composiciones de esta obra sumen al oyente en un profundo trance del que sólo despierta de vez en cuando por el desconcierto provocado por el cambio rítmico entre unas y otras. Seguramente en un intento de llegar a un gran público al que pudiera resultar incómoda la faceta más repetitiva e incluso estrambótica del Glass más electrónico (no del creador de óperas o sinfonías, cuyo mercado es más limitado), su música se tranquiliza, se simplifica, pero en absoluto huye de su carácter cíclico que, aún con el tiempo y circunscrito en el desarrollo de películas de éxito, no pasa de moda en absoluto. El comienzo de piano, melodía sencilla y absorbente, nos introduce en un mundo privado, puramente neoyorquino, presa de esa mezcla de vitalidad y depresión que nos evoca la 'gran manzana': "Opening" es como esa bienvenida a su mundo, el que en "Floe" se vuelve caótico, chocante, esta vez sí, en el clásico estilo 'glassiano' donde la combinación de teclados y vientos (flautas, saxos y trompas), entrelazados convenientemente, configuran una atmósfera agobiantemente hermosa -violas y chelos se mantienen en un tercer plano-, un remolino minimalista muy estructurado y en definitiva algo confuso, pero eso si, admirable desde cualquier punto de vista. En "Island" se presenta una Manhattan más relajada y misteriosa, mecida por cadencias hindúes (más lenta y agradable al fondo, y los vientos dibujan sobre ella la melodía que a veces se torna principal, a veces secundaria, ya que ese mismo fondo puede nublar la razón en su reiterativo y atrayente compás). Ese doble juego se repite con mayor intensidad en la auténtica obra maestra del disco, de título "Façades", una de las más grandes creaciones de Philip Glass, prácticamente una oración en la que el fondo hipnotiza y los saxos embelesan como si fuéramos presa de un encantador de serpientes. Este prodigio de desarrollo hipnótico, que ha sido interpretado y reorquestado en numerosas ocasiones, es de una belleza embriagadora, y fue compuesto en primera instancia como parte de la banda sonora del film "Koyaanisqatsi", si bien al final se descartó su inclusión en esa extraña joya del séptimo arte. "Rubric" se hermana a "Floe" (como "Facades" podría unirse a "Island") en su rapidez de notas que suben y bajan eternamente como una montaña rusa, si bien es algo más difícil de escuchar. Aun así, suena tan limpio como el resto del disco, y curiosamente fue la pieza elegida como anticipo radiofónico por medio de un sencillo con una versión corta y otra larga del tema. Este gran exponente vivo del minimalismo americano cierra su trabajo más comercial con "Closing", que retoma la melodía de "Opening" pero no al piano en solitario -que también aparece en un plano destacado- sino electrificada, con el acompañamiento orquestal del resto del disco, manteniendo el clímax hasta el final de esta pequeña fiesta para los sentidos. El conjunto utilizado por Glass en esta obra se compone de piano, órganos eléctricos, sintetizadores, trompas, flautas, clarinetes, saxofones sopranos y tenor, y violas. Una grabación en directo de "Glassworks" (junto a "Music in similar motion") a cargo del conjunto de música contemporánea Signal, con los arreglos de Michael Riesman, fue puesta a la venta en 2011, casi 30 años después del original, por Orange Mountain Music. La fama, trascendencia, y por supuesto calidad musical de Philip Glass ha valido para que obras como "Façades" cuenten con multitud de versiones e interpretaciones tanto en vivo como plasmadas en CD, y en una gran diversidad de instrumentos, por parte de conjuntos como la London Chamber Orchestra, el Sentieri Selvaggi, Le Phenix, Cello Octet Conjunto Ibérico (conjunto de ocho chelos), la Lautten Compagney o la Piccola Accademia Degli Specchi, así como instrumentistas de saxo (Lara James) o de flauta (Massimo Mercelli, Ransom Wilson). Es sin embargo "Opening" -o en su defecto "Closing"- el corte más homenajeado del álbum, tal vez por su mayor facilidad estructural, al violín, guitarras, arpa, marimba, saxo y piano, o lógicamente al piano solo. Aparte, multitud de recopilatorios con la música original del Philip Glass Ensemble. Por último, en "Rework" (2012) se compilaron en un doble álbum un buen número de remixes de obras conocidas de Glass realizados por artistas actuales de renombre (Beck o Johann Johannsson incluidos), entre ellas cuatro de "Glassworks": "Opening" (Cornelius se mantiene bastante fiel al original), "Floe" (Memory tapes se arriesga con este tema, consigue un gran sonido, si bien yendo lejos de la realidad), "Rubric" (el neoyorquino Tyondai Braxton propone un planteamiento ruidoso y vanguardista del que sale muy bien parado) y "Island" (un etéreo tratamiento bastante acertado por parte del siempre interesante Peter Broderick). 

'Four american composers' son cuatro documentales para TV sobre John Cage, Philip Glass, Meredith Monk y Robert Ashley, dirigidos por Peter Greenaway en 1983 (cuando ya había rodado su conocido 'El contrato del dibujante'; en el dedicado a Glass suenan varios extractos de "Einstein on the beach" y "Glassworks". No es fácil imaginar a Philip Glass sin las cadencias ansiosas, abruptas y altamente adictivas que caracterizan sus partituras, y es que piezas de este trabajo como "Façades" o "Floe" provocan la irresistible tentación de seguirlas hasta el infinito. Prolífico y original, poco importa que muchas de sus composiciones sean tan parecidas entre sí, ya que siguen enganchando sin miramientos a un público fiel y a nuevas generaciones que, no sin cierta dificultad, acaban conociendo sus trabajos, especialmente a través del cine. La maravillosa inquietud provocada por canciones como "Façades" es difícil de olvidar y constituye sin duda una de las muestras más claras de maestría del siglo XX. Por tanto, y sobre todo desde que Sony Masterworks volvió a distribuir el disco a irresistible precio (aunque la estilizada y elegante tipografía de la cubierta original, con sus cristales bien dispuestos, fue sustituida por otra portada más oscura), sería un auténtico pecado no conocer una de las obras emblemáticas y fáciles de escuchar (y aún así atrevida y en cierta medida experimental, no en vano se trata de 'trabajos de Glass' -'trabajos de cristal', en la doble intención del título-) de este icono de la música contemporánea.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:













4 comentarios:

sergio casado dijo...

glass es único. ojo a la nueva de woody allen, "cassandra´s dream". la musica es de glass.

Pepe dijo...

Grandísima noticia, justo ayer volvía a ver "Scoop", que me había gustado mucho, y la música que utiliza de Tchaikovsky, Kachaturian y Grieg es magnífica, pero una partitura original de Glass puede ser una gozada dentro de otra gozada, además no sé a qué esperaban para colaborar estos dos ilustres residentes de New York.

Anónimo dijo...

Este no es el álbum que más me convence de Glass, pero sirva de homenaje para el gran musico

Pepe dijo...

Es difícil elegir entre la enorme discografía de Glass, y además he de admitir que no he llegado a escuchar toda su música.

Siempre recordaré el momentazo en que escuché en "El show de Truman" varios temas de "Powaqattsi" (del que hablaré pronto porque me parece impresionante) y de "Mishima". Esos discos, junto a "The photographer" y este "Glassworks" podrían ser mis favoritos de Glass en solitario, así que me he decidido por "Glassworks" por ser el primero de ellos cronológicamente y por incluir "Facades". Luego, en colaboración con otros, me encantan "Passages", "Music for the screens" y "Orion".