25.10.12

DEAD CAN DANCE:
"Anastasis"

Como la legendaria Ave Fénix, que cada 500 años renacía de sus cenizas, en 2012 resurgió también el hechizo de Dead Can Dance, un dúo esencial, simbólico y enormemente atractivo para los amantes del arte hecho música. Inéditos en el estudio desde 1996, afortunadamente no tuvieron que pasar los 500 años del Fénix sino 'solamente' 16, para que Lisa Gerrard y Brendan Perry volvieran a conectar en la preparación de un nuevo plástico, que iba a suponer a su vez el gozoso despertar de su directo (algo que ya ocurrió en 2005, pero que no trajo consigo nuevo álbum). Una vez más, tras componer en la lejanía, Brendan en Irlanda y Lisa en Australia, estas dos almas gemelas que se conocieron a los 17 años se juntaron en el estudio privado de Perry (instalado en la iglesia de Quivvy, en el condado de Cavan, Irlanda) para completar una nueva pieza del críptico puzzle que supone su trayectoria, una música de otro tiempo, que ha sabido mantener su marcado carácter al margen de modas y devaneos, algunos de los cuales han incorporado a sus canciones. El resultado, tan esperado por sus numerosos seguidores, lleva por título "Anastasis" y lo ha publicado en 2012 el sello europeo PIAS Recordings, tomando el testigo de su compañía de siempre, 4AD.

Como los girasoles de la portada, Dead Can Dance levantan sus cabezas de nuevo hacia el sol década y media después, un eclipse musical cuyo final ha supuesto todo un acontecimiento mundial. De hecho, "Anastasis" es un término griego (la eterna influencia griega en su música, títulos y letras) que significa 'resurrección', así que ambos pensaron que sería un título inmejorable para su vuelta. Parece que, en su regreso al estudio, el dúo retome la ilusión de sus comienzos, el sonido que surge del álbum es seguro y potente, se respira confianza, sin olvidarse del calor y la intensidad que el cálido envoltorio de músicas del mundo pinta en una paleta manchada de tonos oscuros. De inicio, los primeros compases de "Children of the sun" parecen devolvernos al Brendan Perry de la época de "Within the realm of a dying sun", aunque con algo más de optimismo, como el cambio de ese sol moribundo a engendrador. La voz se alza sobre la inquietante instrumentación en un resultado vistoso, exultante, climático, un resurgir del cantautor que encandilaba en los mejores momentos del grupo. No está solo, ya que la mejor versión de Lisa también retorna en el segundo corte, "Anabasis", sugerente y misterioso con la ayuda del hang, ese fascinante instrumento de percusión creado recientemente por Felix Rohner y Sabina Schärer, de nuevo a la altura de sus mejores momentos ("Cantara", sin ir más lejos), para continuar occidentalizando una magia oriental en la excepcional "Agape". Como es habitual, y al contrario que su poético compañero, la australiana utiliza la técnica de la glosolalia, cantando palabras sin sentido de un lenguaje místico absolutamente propio. El buen sabor de boca del comienzo del álbum no se diluye en su desarrollo posterior, Perry deslumbra con la enorme instrumentación de "Amnesia" y especialmente con lo que fue el primer sencillo del álbum, la imaginativa "Opium", canción de fácil escucha y seguro disfrute, que cuenta con la única colaboración del disco, la de David Kuckhermann interpretando ese tambor persa de nombre daf. Por su parte, la australiana vuelve a acongojar con su portentosa garganta en "Kiko" (haciendo real su autodefinición de 'emocional') y una "Return of the She-king" algo más sacralizada, en la que escuchamos las voces de los dos componentes del grupo. En el folleto de la gira, así como en la web oficial, Brendan Perry revela ciertos detalles interesantes: "para este álbum he estado fascinado por los elementos clásicos inmutables de la cultura griega, la profundidad de su música y su amor por la canción, la forma en que se combinan filosofía y canciones de amor. Me encanta la influencia oriental que viene a ser un cruce de caminos entre el este y el oeste, un mosaico caleidoscópico de esas culturas fusionadas". Esa orientalidad, que no es en absoluto nueva en el grupo, es más que evidente, especialmente en canciones como "Anabasis", "Agape" (con un sublime comienzo de cuerdas), "Kiko", o más camuflada en "Opium", con su ritmo 6/8 sufi marroquí en la búsqueda de un estado de trance. Otra característica del dúo, el medievalismo, también se puede respirar en composiciones como "Return of the She-king" o la propia "Anabasis", mientras que una ambientalidad más gótica impregna el resto del inspirado trabajo. En sus letras, Brendan Perry habla sobre el devenir de la humanidad, desde su evolución y la memoria colectiva de nuestro código genético ("Children of the sun"), hasta los errores del hombre y la amnesia colectiva social de una humanidad en la que son los vencedores los que escriben la historia ("Amnesia"), pasando por la perdición y el desconcierto de las adicciones ("Opium"), para culminar con "All In Good Time", según el londinense un final positivo, que asegura que "las cosas buenas vienen a aquellos que esperan". Más abstracta, Lisa Gerrard aporta un mayor nivel folclórico y transcultural en la composición de un álbum que se puede encontrar en digipack con las letras de las canciones en el folleto, en un bonito vinilo transparente o en una exclusiva edición limitada que incluía en un estuche rígido el CD, un libro con las letras e imágenes del diseño, una litografía de la portada autografíada y un USB con el álbum en formato digital.

"Anastasis" devuelve a Dead Can Dance a los ambientes misteriosos, místicos incluso, de sus trabajos más oscuros, sin desdeñar esa incierta tribalidad que tan buen resultado otorgaba en "Into the labyrinth", pero sin adentrarse tan profundamente como en "Spiritchaser", donde el dúo perdió parte de su identidad, de sus intenciones primigenias. Casi daba la impresión en aquel álbum de ruptura de que Perry se desentendiera en parte del proyecto, dada la ausencia de las típicas canciones que llevaban su firma en anteriores entregas del grupo (con su atractivo estilo más cercano al pop-rock que a las músicas del mundo, pero distinto, sombrío e hipnótico) y que, en "Anastasis", vuelven en todo su esplendor, de tal forma que tal vez los productores de las películas de James Bond deberían fijarse en algunas de ellas. En su nueva reunión, estos dos músicos se compenetran a la perfección, aportando al conjunto su propia interpretación musical del mundo, incluso es posible que parte de su enorme éxito se deba a sus distintas visiones de la realidad en una misma intención estética, lo que no se puede negar es la conexión que les une a pesar de la distancia que les separa, y que ha hecho que estas dos mentes vuelvan a estar juntas, sin motivaciones económicas, para explorar por el mediterráneo, oriente y el norte de Africa en un viaje que nadie debería perderse pues la música de este grupo, más que a disfrutarla, invita a fundirse con su propia esencia.








16.10.12

MOTION TRIO:
"Pictures from the street"

La bellísima y siempre animada ciudad polaca de Cracovia, que había visto nacer unos años antes en su barrio judío al excelso conjunto de música klezmer Kroke, se encontró en 1996 con una nueva expresión musical en base únicamente al acordeón, más concretamente a la unión de tres acordeones. Creado en el siglo XIX, el acordeón se extendió muy rapidamente entre la población campesina, si bien era mal considerado por los intelectuales. De hecho, proliferaron fácilmente chistes como: ¿Cual es la definición de un caballero? Alguien que sabe tocar el acordeón pero no lo hace; o ¿cómo se consigue que dos acordeonistas lleven bien el tiempo? Disparando a uno de los dos. Algunos autores sostienen que la emigración a las ciudades y el papel propagandístico del folclore durante la época comunista, entre otras circunstancias, tuvieron consecuencias sobre la música folk polaca, que se fue perdiendo al mismo tiempo que los jóvenes y el entorno rural se avergonzaba en cierto modo de la imagen ridícula que de la misma se había formado. Paradójicamente, fue en las ciudades donde jóvenes músicos comenzaron a recuperar esa tradición en combinación con sonidos modernos, y aunque el instrumento más importante de la música popular polaca sea el violín, aparecieron propuestas originales, innovadoras y plenas de frescura, como la de este grupo formado por tres premiados acordeonistas, Janusz Wojtarowicz, Pawel Baranek y Marcin Galazyn, que se hacen llamar Motion Trio.

Con Wojtarowicz como cabeza principal de la banda, Motion Trio se ha llegado a convertir en un pequeño fenómeno en su país y en casi toda Europa, si bien les ha costado llegar al mercado español. Han grabado obras de polacos de fama mundial como Frédéric Chopin, Krzysztof Penderecki, Henryk Górecki o Wojciech Kilar, pero también han colaborado con Michael Nyman, Bobby McFerrin o Trilok Gurtu entre muchos otros, abarcando estilos que van desde la world music o el jazz hasta la música contemporánea o un cierto gusto por el rock y la música dance. Los premios conseguidos les avalan, si bien por aspectos difíciles de precisar (cambios de compañía, regrabaciones, el propio idioma), existen informaciones contradictorias, difícilmente contrastables, sobre el verdadero orden en la discografía del grupo, al menos en lo que se refiere a sus dos primeros álbumes, si exceptuamos el auténtico 'Expediente X' que supone el disco "Cry", del cual no existe referencia alguna coherente en la red de redes. Así pues, "Play-Station" y "Pictures from the street" pueden ser por igual la primera referencia de Motion Trio según las fuentes consultadas, circunstancia acrecentada en la propia web oficial, que constata a "Play-Station" como anterior en el apartado discografía, y a "Pictures from the street" (siempre exceptuando el inencontrable "Cry") en la biografía. Ciertamente, otras fuentes consultadas citan a este último simplemente como "Pictures", pudiendo tratarse de una edición privada o muy limitada, incluso de una colaboración con el trompetista Tomasz Stanko, pero también lo acreditan como mejor grabación del año 2000 en Polonia y Gran Premio de la industria de la música polaca. De este modo, vamos a considerar a "Pictures from the street" como el auténtico primer álbum de Motion Trio en el año 2000, si bien su primera edición importante en CD llegó en 2003 por medio de Akordeonus Records, su propio sello discográfico. Asphalt Tango Records lo reeditó en 2004 con portada y diseños diferentes, así como una canción más y la inclusión de una pista de video. Ellos dicen acerca de sí mismos que son músicos de la calle, con la experiencia y la pasión que ello conlleva, de hecho en "Pictures from the street" leemos que la esquina de la calle Florianska y el mercado en Cracovia fue el lugar donde desarrollaron su estilo, una ubicación muy concurrida por la que pasaban habitualmente sus profesores de la academia de música. La mayor característica de la música de Motion Trio es la ausencia de electrónica en su música, algo difícil de asumir al escuchar el aluvión de efectos presentes en discos como éste, un frenético viaje de cáriz popular por la europa del este guiados por la unión de tres acordeones prodigiosos que comienza con "Train to heaven", un rítmico viaje en tren de cadencia más que interesante, bien construida y que invita a continuar escuchando a este sorprendente trío de carácter acústico. Más bohemio, parisino, aunque igual de movido y alegre es "Café Paris", en un gratificante comienzo del álbum que se acerca a terrenos más folclóricos con "Balkan dance", canción de corte tradicional a la que motion trio le confiere su dinamismo más desenfadado, si bien es el último tema del álbum el más conocido, el tradicional "Aide jano", todo un clásico de la Europa del Este tratado aquí con larga entradilla y, como siempre, excitante desarrollo. La compenetración de estos tres amigos se evidencia también en canciones más calmadas como "Little story",casi un pequeño vals, mientras que en "Scotsman" extraen sonidos de gaita del acordeón, "It's ok" explora en un 'tecno' agradable, y "Tango" es una melodía de aspecto urbano, con cierta dosis de caotismo y acabado de juego, que anticipa así la temática de su siguiente disco ("Play-Station"). "Asfalt Tango", de clímax fílmico con toque de misterio, es la única composición nueva en la segunda edición de este álbum bohemio, imaginativo y atrevido (dada la imagen que podemos tener de la música de acordeón) aunque respetuoso.

Motion Trio es un grupo para escuchar preferente en directo, pero su escaso acercamiento a nuestro país provoca que nos tengamos que refugiar en sus discos, sorprendente y efusivas demostraciones de las posibilidades acústicas de tres acordeones y, en la mayoría de los casos, de gran magnificiencia no sólo en la ejecución sino en la propia calidad del producto, inspirado y novedoso, lejos de esos tradicionalistas que, afirman, se han quedado sin ideas. Wojtarowicz comenta en el libreto del trabajo: "Otros instrumentos como el violín, la guitarra y el piano ya se han agotado en sus propios caminos, y en este punto no hay mucho nuevo que realmente se pueda hacer con ellos. Con el acordeón es diferente, sólo ahora se está descubriendo poco a poco y se toca de forma experimental", y concluye con esta rotundidad: "Simplemente queremos tocar el acordeón, nos encanta su variedad". De igual manera, a cualquiera que escuche este trabajo le encantará su original propuesta.







1.10.12

SACRED SPIRIT:
"Cantos y danzas de los indios americanos"

Aunque en otras ediciones de este controvertido álbum sea una máscara ritual de la tribu Nuu-chah-nulth la que admiremos en su portada, la imagen más asociada con el mismo, que ocupa dicha cubierta en la mayoría de los países en que fue editado, es una iconográfica fotografía de un joven indio navajo realizada por Carl E. Moon en 1904 (curiosamente, este dato no aparece en el folleto del disco, aunque sí se acredita el origen de las demás fotografías, por ejemplo las de Edward S. Curtis de una mujer lummi y del jefe Slow Bull de los oglala sioux). Es un pueblo, el navajo, que mide su riqueza por la cantidad de canciones que poseen, cantos de propiedades curativas -con la entonación y cadencia correctas y en el entorno adecuado- que se han conservado en el tiempo y que guardan en su memoria una extraordinaria espiritualidad. Algunos folcloristas estadounidenses, alarmados por el peligro de desaparición de la música india, comenzaron a efectuar grabaciones de la misma en compañías como Canyon Records o Folkways Records, consiguiendo un efecto revitalizante que acabó combinando la tradición con el country, el gospel o incluso elementos electrónicos. En las últimas décadas del siglo XX la filosofía new age adoptó la conciencia ecológica de las tribus indias, y músicos como R. Carlos Nakai, Joanne Shenandoah, Glen Vélez, Mary Youngblood o Michael Brant Demaria, así como compañías como Silver Wave Records, ofrecen imaginativas propuestas no reñidas con la tradición. Bastante más polémico fue el disco que nos ocupa, "Cantos y danzas de los indios americanos", publicado por Virgin Records en 1994, originando una saga de álbumes bajo la denominación 'Sacred Spirit' que han llegado a vender más de 15 millones de copias en todo el mundo.
 
'La otra cara de América', rezaba la publicidad española de este trabajo, que se vendía como una suerte de continuación natural de los éxitos de Deep Forest, Enigma o la propia Enya: "Sacred Spirit es la herencia musical de un pueblo, recuperada gracias a las modernas tecnologías y adaptada al gusto de hoy, con el respeto debido". Otros apostaron por el término 'adulterada', en especial representantes de los pueblos indios mencionados (navajos, yuroks, tolowas y chetcos entre otros), en un lucrativo aprovechamiento de una tradición ajena, sin artistas indígenas involucrados, si bien la inteligente maniobra de la compañía de que parte de los beneficios se destinaran a organizaciones de apoyo a los pueblos indígenas como Native American Rights Fundation y Survival International, atenuó en gran parte las protestas. El material original utilizado en el álbum es acreditado en el mismo como 'New World Records, antología grabada de la música americana', y proviene de una fundación neoyorquina que recoge música de raiz para utilizarla en escuelas y colegios, unos registros cuyos derechos fueron comprados al parecer por unos 2000 dólares, una cifra irrisoria si contemplamos las ventas millonarias de "Cantos y danzas de los indios americanos". Evidentemente Sacred Spirit era un nombre ficticio, un apelativo bastante atractivo que en la contraportada del disco respondía a los arreglos y producción de 'The Fearsome Brave', nueva denominación tras la que, agazapados, se escudaban tres nombres, los de los alemanes Claus Zundel, Ralf Hamm y Markus Staab, productores que ya habían conocido el éxito con otra fusión, de flamenco y música disco, que presentaron desde Ibiza con el nombre de B-Tribe (Barcelona Tribe of Soulsters). Una vez conseguidas las grabaciones autóctonas, Zundel -verdadero cerebro de la idea- y los suyos sólo tuvieron que adaptarlas a un entorno moderno, añadiendo percusiones e instrumentos de viento y cuerda (sin acreditaciones, si bien el chelista Eric Plummetaz, presente en la mayoría de sus proyectos, seguramente aportó su buen hacer también en éste), pero también teclados y programaciones que para nada se corresponden con la tradición indígena, esas adulteraciones que con toda lógica fueron mal acogidas por el sector implicado en las mismas. Es preciso admirar, sin embargo, lo acertado de algunas de las melodías presentes en el disco, como "Tor-Cheney-Nahana" ('Ceremonia de invierno'), "Ly-O-Lay-Ale Loya" ('La danza circular', con la colaboración de Peter Kater) o su primer sencillo (número 1 en varios países europeos), "Yeha-Noha" ('Deseos de felicidad y prosperidad'), tonadas que suben muchos enteros la calidad, controversias aparte, de un trabajo que en ocasiones puede ser tan bello como los desérticos y montañosos paisajes que adornan el folleto desplegable del CD. El efecto de violín y chelo, que parecen acompañar e incluso adecuarse al ambiente solitario, es atractivo en algunas de las composiciones ("Dawa"), mientras que otras parecen irse totalmente del asunto a tratar, para derivar en una música de aspecto poco o nada tradicional, falseado en demasía por ritmos programados ("Ya-Na-Hana", "Gitchi-Manidoo"). Otras, a medio camino, presentan momentos ocasionalmente agradables, por lo general de naturaleza ambiental, ensalzados con los cantos nativos, flautas y sonidos naturales, si bien las programaciones pueden acabar resultando hirientes para los más puristas ("Heya-Hee"), los mismos que, dicho sea de paso, no debieron comprar el álbum, un trabajo que entró en las listas de venta españolas en 1995, donde estuvo 32 semanas, llegando a alcanzar el número 2. Para efectuar una rápida comparación, la excepcional banda sonora de "Bailando con lobos", de John Barry, sólo pudo ascender en 1991 al número 24 en las mismas listas. Numerosos singles y maxis en CD y en vinilo acompañaron la promoción del álbum, con distintas portadas y horribles remixes, pero la circunstancia más curiosa se da al comprobar que existen a la venta hasta diez volúmenes distintos que se aprovechan de la etiqueta Sacred Spirit para encontrar su mercado, ya que en la mayoría de las ocasiones se trata de discos de B-Tribe publicados por Higher Octave Music en los que utilizan cantos de monjes tibetanos, derviches, compositores clásicos, tango o jazz. Aún así, hay que destacar entre ellas a las dos auténticas continuaciones del álbum aquí glosado: Virgin Records publicó "Sacred spirit II" en 1997 con el subtítulo "Culture Clash", y en España "Viaje por el blues a través del tiempo" (con portada y diseño propios), y se trataba del mismo tipo de música del anterior volumen pero centrado en el blues americano (en Estados Unidos lo publicó Higher Octave con el cambio del nombre del grupo por Indigo Spirit). Más parecido al primero, apareció en el año 2000 "More chants and dances of the native americans" (firmado por 'Indians' Sacred Spirit' en Europa -Virgin Records-, y esta vez sí, por 'Sacred Spirit II', en Estados Unidos -Higher Octave Music-), que incluso fue nominado al premio grammy en categoría new age.
 
“Más que en la música, hemos querido poner el énfasis en la voz. Hemos tratado de hacer un trabajo respetuoso, que refleje la historia de un pueblo. Por eso, desearíamos desviar todo el interés de los medios hacia los verdaderos protagonistas del disco, que son los indios”. Esas eran las palabras de Claus Zundel, y para el gran público, el que disfrutó con "Yeha-Noha" o "Tor-Cheney-Nahana", así quedó la historia, la de un producto de sonido ambiental que combinaba la modernidad de los teclados y las programaciones con la antigüedad de las voces étnicas, en un nuevo ejemplo de lo que se ha dado en llamar etno-tecno. La situación sin embargo fue la de siempre, que los que se lucraron enormemente con los cantos y danzas de los indios americanos fueron los 'hombres blancos', es decir, Claus Zundel y Virgin Records, mientras que los auténticos y orgullosos nativos americanos enarbolaban una feroz crítica hacia estos individuos que se aprovecharon de la globalización para adulterar sin reparos elementos ajenos, y es por eso por lo que este disco tiene dos caras. Para una mayor polémica, la canción arreglada por Peter Kater, "Ly-O-Lay-Ale Loya", ni siquiera es representativa de tribu alguna americana, puesto que se trata de un canto joik (o yoik), una canción tradicional del pueblo sami, de Laponia, cuyo parecido con los idiomas indios ha sido siempre motivo destacable. Ante esta sucesión de ataques a la identidad indígena en lo que, paradójicamente, resulta ser un trabajo recomendable, sólo resta recordar algunas de las frases escritas por el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, en lo que se conoce popularmente como 'la carta del indio': "Sabemos una cosa, que quizás el hombre blanco descubra algún día: Nuestro dios es el mismo Dios. (...) También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. El hombre no ha tejido la red de la vida, sólo es uno de esos hilos y esta tentando la desgracia si osa romper esa red. Todo está ligado entre sí, como la sangre de una misma familia. (...) ¿Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila ? Desapareció. Así se acaba la vida y sólo nos queda el recurso de intentar SOBREVIVIR".










21.9.12

NIGEL KENNEDY:
"Kafka"

Con un gran historial de músicos en la familia, se hizo evidente desde su infancia que un personaje tan inquieto como Nigel Kennedy iba a continuar la tradición familiar. En una escuela para niños prodigio, este británico aprendió desde muy pequeño piano (su madre, Escila Stoner, era profesora de ese utensilio) y fue adoctrinado por Yehudi Menuhin en su instrumento principal, el violín, con el que poco después conseguiría cifras de ventas asombrosas en la música clásica gracias a sus famosas interpretaciones de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi o el "Violin concerto" de Elgar. Su propio carácter y fisonomía han contribuído a su éxito, circunstancias especiales (su extravancia en el vestir, peinarse o actuar) que se unen a su virtuosismo para captar la atención de un público muy numeroso. Sin embargo, a mediados de los años noventa este fan del Aston Villa necesitaba un cambio, y utilizó el nombre del escritor Franz Kafka para reivindicar su nuevo papel en la música: "Interpretar las obras maestras de los grandes compositores durante bastante tiempo ha sido una experiencia muy bonita, pero desde mi adolescencia he sentido la necesidad de expresar mis propias ideas en diferentes géneros musicales y he estado desarrollando el vocabulario musical necesario para presentar mi estilo musical". Publicado por EMI en 1996, este disco de Nigel Kennedy, que realmente no era el primero con su nombre y composiciones propias (en 1987 publicó "Let Loose", de más que difícil localización), llevó por título "Kafka" ya que, aunque declaró que diez de las canciones del disco trataban sobre el cambio, no quiso llamarlo "Metamorphosis" por considerarlo un término demasiado científico.

EMI no presionó en ningún momento a su mimado músico, en un intento de que todo fluyera en la dirección adecuada, que visto el resultado final es un curioso cruce de caminos, compuesto de ideas que en ocasiones llevaban años rondando la cabeza de este británico influenciado por igual por la música clásica como por el rock setentero y el jazz. De este modo, el disco es un emocionante surtido de cuerdas, en especial una gran demostración de Kennedy con sus violines acústicos y eléctricos. "Autumn regrets" es uno de los cortes más interesantes del álbum, con un comienzo atípico que deriva enseguida hacia un estilo psicodélico, donde el violín enseña por momentos una faceta rabiosa engalanando con su furia este acertado inicio. Sin destacar especialmente, "I believe in god" continúa por derroteros rockeros, en los que no falta un estupendo solo a modo de guitarra de este 'Hendrix del violín', una plegaria bastante heavy que despista en cuanto a las intenciones del álbum, especialmente si en el tercer corte nos topamos de golpe con una sencilla canción de voz operística sin mucha enjundia ("Transfigured night") que difiere notablemente con la anterior y hace que comencemos a sospechar que el carácter provocador de Nigel ha dado lugar a un cierto pasotismo estilístico. David Roscarrick-Wholey es el vocalista de esta canción, y se le escucha además en "Soleil levant sur la Seine" (un baile parisino demasiado tranquilo a pesar de las programaciones del canadiense David Bottrill, a su vez productor del trabajo junto al propio Nigel Kennedy -un Bottrill que posteriormente a "Kafka" ha producido entre otros grupos a Dream Theater, Muse, Placebo o The Smashing Pumpkins-) y en la extraña y dificilmente clasificable, pero amena y particular "From Adam to Eve", en la que comparte protagonismo con otros dos vocalistas y coatores de la canción, Brix E Smith (la cantante y guitarrista del grupo americano The Fall) y Stephen Duffy (británico, miembro fundador de Duran Duran). La parte central del disco es sin duda la más acertada y fácil de seguir, en especial por las dos composiciones que rodean a la mencionada "From Adam to Eve", las dos pequeñas joyas del disco, ambas compuestas por un Nigel Kennedy en estado de gracia: "Melody in the wind" es una exquisita melodía que nos subyuga con su estilo clasicista, en la que conversan amigablemente, incluso bailan entre sí, los violines de Kennedy y del afamado violinista francés de jazz Stéphane Grappelli, una gran influencia para Nigel desde que coincidió con él a los 13 años (considerado incluso, en sus propias palabras -y Menuhin aparte- como 'un padre musical'), que falleció un año después de la publicación de "Kafka". Por otro lado, emotiva y maravillosa, en "Fallen forest" Kennedy demuestra que lo mismo que puede ser dominado por su vena extravagante, también ha sabido durante su carrera explorar en su interior y crear e interpretar este tipo de propuestas suaves, dueñas de una deliciosa languidez y ternura como de cuento. Continuando con el intervalo intimista tan agradable, Jane Siberry canta "Innig", de la que es también coautora (el único corte en el que no suena el violín, ocupándose nuestro artista de su segundo instrumento, el piano), y tras un interesante "New road" (más movido y de aire country) y un reflexivo "Solitude", este variopinto "Kafka" se despide sin grandes alardes con la voz de la chelista británica Caroline Lavelle en "Breathing stone". "Melody in the wind", "Fallen forest" y "Autumn regrets" fueron con toda lógica los tres cortes que componían el CDsingle principal del álbum, que se complementó con otro que incluía "Innig" además de los anteriores, y un tercero que presentaba un tema nuevo, de título "Mixamorphosis I". "Kafka" se grabó durante algo más de tres meses en los Rockfield Studios de Monmouth, en Gales, rodeados de bosques y naturaleza. Kennedy interpreta violines acústicos y eléctricos, viola, piano, saxo, arpa y mandolina, y otorgó una gran libertad a sus músicos para que tuvieran la fluidez necesaria para añadir su toque personal. Hay que constatar que hubo un nutrido vaivén de intérpretes, que dificilmente repiten juntos en cada una de las canciones, originando de esta forma ese sonido discontínuo seguramente intencionado, al hilo de la variedad estilística del álbum: "Tuve la suerte de contar con músicos muy buenos", decía Nigel remarcando que Kafka era "una producción de estudio, no una banda para salir a tocar". Al margen de los vocalistas, ya mencionados, los músicos más involucrados en este proyecto fueron el galés Pino Palladino al bajo, el brasileño Naná Vasconcelos a la percusión, Bill Dillon y Doug Boyle a las guitarras, el intérprete de Kora Ravi, el francés de origen marfileño Manu Katché a la batería y el contrabajista inglés Danny Thompson, dándose la circunstancia de que tanto estos dos últimos como Caroline Lavelle pertenecían a la banda de la genial vocalista Loreena McKennitt. Además, Rory McFarlane (contrabajo), Rupert Brown (batería), Simon Clarke (órgano), Naomi Boole-Masterson (cello) o el inglés asociado a la escena de Canterbury John Etheridge (guitarra clásica). 

"Kafka", con su portada colorida, algo solarizada, en un principio no fue gratamente acogido por los fans del músico, considerando muchos de ellos que nunca podría llegar a ser un clásico en su discografía. Tal vez sería necesario cambiar el planteamiento de su escucha, tomarlo como un experimento, un híbrido de estilos, y dejarse atrapar al unísono por el riesgo de algunas de sus composiciones y la facilidad de otras, respetando las creaciones de este brightoniano como él mismo hace con las de Vivaldi, Bach, Beethoven o incluso The Doors, Jimi Hendrix o muchos otros ejemplos fuera del mundo clásico. Como bien expresa el violinista en el libreto del álbum, "la moda, el elitismo intelectual, el plagio y la política nunca se han relacionado con mis creencias musicales, por lo que es difícil encontrar una categoría conveniente con la que describir mi música. Todo lo que puedo decir es que he puesto mi corazón y mi alma en este álbum y ha sido muy gratificante, sobre todo por todos los maravillosos músicos que contribuyeron tanto, muchas gracias a ellos y también a ustedes por tomarse el tiempo para escuchar mis cosas". Sin duda, hay que agradecerle el esfuerzo, que también puede ser gratificante para cualquier tipo de público.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
NIGEL KENNEDY & KROKE: "East meets east"







12.9.12

JÓHANN JÓHANNSSON:
"IBM 1401, a user's manual"

Arthur Samuel, del Centro de Investigación Watson de IBM, escribió en 1964 que "hasta que no sea viable obtener una educación en casa, a través de nuestra propia computadora personal, la naturaleza humana no habrá cambiado". La multinacional americana IBM contribuyó sobremanera a ese cambio en los ochenta mediante el IBM PC, unas siglas que han trascendido notablemente. Sin embargo, IBM llevaba años fabricando ordenadores poco personales, monstruos de grandes proporciones que permitían almacenar y procesar datos, que fueron muy útiles por ejemplo para la NASA en el primer alunizaje. El IBM 701, nacido en 1952, fue su primera 'computadora científica comercial', y en 1959 nació el protagonista de este disco, el IBM 1401, del que se vendieron más de 20.000 unidades, y sobre el que nos podemos imaginar las dificultades de su manejo y puesta en funcionamiento. En 1964 uno de esos equipos llegó a Islandia y Jóhann Gunnarsson, padre de Jóhann Jóhannsson, fue el ingeniero jefe de mantenimiento, una labor que ha acabado inspirando el curioso disco que nos ocupa, orientado en principio a la danza (una obra de la coreógrafa islandesa Erna Ómarsdóttir, representada en más de cuarenta ciudades europeas), para cuarteto de cuerda, órgano y electrónica, y grabado finalmente en octubre de 2006 como la primera referencia de Jóhann Jóhannsson para el sello 4AD, con una gran orquesta de cuerda y 'grabaciones electrónicas cinta-a-cinta de época de un ordenador IBM 1401 encontradas en el ático de su padre'.
 
Gunnarsson se entusiasmó con las posibilidades musicales de la obsoleta máquina y realizó pequeños experimentos con las ondas electromagnéticas emitidas por la misma y un receptor de radio. En 2001 le habló a su hijo sobre estos ensayos, y comenzó a escribir esta nostálgica obra, que tras un encuentro con Erna Ómarsdottir -cuyo padre también había trabajado para IBM- tuvo su primera aplicación para la danza. "Queríamos que fuera una experiencia inmersiva, emocionalmente catártica, ritualista y expresionista", comenta un Jóhannsson que intentaba equiparar significativamente la inteligencia humana con la artificial. Ciertamente, aquellos ingenieros y programadores llegaron a empatizar de tal forma con la máquina que, cuando ésta fue sustituida y desconectada en 1971, se celebró un funeral por la misma, una humanización que intenta estar presente en este trabajo, utilizando los sonidos computerizados casi como coros, incluso incluyendo una canción que acaba por encontrar otra equiparación, la de esta computadora con el famoso HAL (las siglas con las letras anteriores a las de IBM) de la película de Stanley Kubrick "2001, una odisea del espacio", film que un sorprendido Jóhannsson contempló fascinado a los seis años de edad. "IBM 1401 a user's manual" (título que evoca el libro de Georges Perec "La vida, modo de empleo"), que cuenta con un sobrio pero poderoso diseño que incluye los datos en un facsímil del papel que utilizaba la máquina en aquella época, presenta cinco composiciones de duraciones amplias, que partiendo de una propuesta tan artificial tornan sin embargo en algo natural y hermoso con absoluta sencillez, logrando con sus lentos compases un efecto tan mágico y atrayente como el de la bruma que envuelve la costa. Y como ese propio efecto atmosférico que día tras día se antoja parecido, en la esencia continuada del trabajo aparece una inherente sensación de 'déjà vu', dado el parecido entre las melodías de cuerdas contenidas. "IBM 1401 Processing Unit" es la parte primera, una pieza conmovedora, a modo de lamento, incluso de oración, que presenta sigilosos toques electrónicos en su imperturbable y gloriosa calma. La intensa ambientalidad de carácter sinfónico abruma por su excepcional carga emotiva, mientras que el primer toque irreverente, vanguardista, aparece en la segunda parte del álbum, "IBM 1403 Printer", para la que Jóhannsson utiliza una voz encontrada en la guía de instrucciones de la impresora, que él mismo define como "la voz de un viejo profeta dando un sabio consejo"; acompañada de una monocorde campana, esta letanía se adorna por debajo, y abriéndose camino hasta dominar la pieza (para luego volver a desaparecer), con un himno entrecortado de tonos graves y auténticos zumbidos electrónicos. Las partes 3 ("IBM 1402 Card Read-Punch") y 4 ("IBM 729 II Magnetic Tape Unit") son otras dos acertadas composiciones para la orquesta de cuerda completa (The City of Prague Philharmonic Orchestra), con piano y órganos celeste y Hammond B3, además de numerosos efectos, que van aumentando su intensidad conforme avanza la escucha, llevándonos a formar parte de lo que parece un mundo particular, extraño, retro, de contínuo asombro y pleno de emoción y lirismo. El álbum es un vaivén constante, un oleaje de salpicaduras electrónicas conducido por unas fabulosas cuerdas, una construcción ambiental imprescindible para cualquier buscador de la belleza, que concluye con un quinto corte, de título "The sun´s gone dim and the sky´s turned black" ('el sol se ha difuminado y el cielo se torna negro'), que fue utilizado para el trailer de la película "Battle: Los Angeles" (traducida en España como "Invasión a la Tierra"), si bien no se incluyó en el metraje final del film. Esta pletórica, incluso gloriosa, quinta parte incluye un canto robótico (con la voz del propio Jóhannsson) y está basada en un poema de Dorothy Parker; la canción -equiparable al fenomenal "Odi et amo" de su álbum de debut, "Englabörn"- posee un particular encanto, recreando la 'muerte' de HAL en la citada película "2001, una odisea del espacio", mientras cantaba la canción "Daisy bell", que le había enseñado su instructor. "The sun's gone dim and the sky's turned black" fue además el lanzamiento elegido para el álbum en formato CDsingle, en una mezcla ligeramente distinta a la del disco, acompañado del inédito "Passacaglia", variación del título principal para cuarteto de cuerda, con la esencia barroca de su propio nombre.
 
"IBM 1401, a user's manual" es más que un disco, y no sólo como ejemplo de creatividad con altas dosis de ironía y saber estar, sino como un tipo de herencia, algo que era necesario continuar, en definitiva es un homenaje a su propia historia, con la característica añadida de incluir esas grabaciones originales con 30 años de historia, "sin duda el primer ejemplo de música digital que se produce en Islandia y uno de los primeros ejemplos de música electrónica en el país". El dubitativo inicio deviene en una suerte de himno de ambiental trascendentalidad, una astracanada capaz de tornar en religión la electrónica primitiva, en un alarde de inquieta transgresión de difícil parangón, donde se entrelazan pasado y presente. Jóhannsson, mayoritariamente aclamado con "Englabörn", demostró posteriormente en "Dis" que también sabe encontrar situaciones rítmicas (en la onda de grupos como Air) y presentarlas con elegancia entre pasajes más calmados. En "IBM 1401, a user's manual" confirmó su dominio del tiempo y el espacio en una partitura de apariencia sencilla y serena, un descubrimiento en el mundo del classical crossover que, si bien no es ajeno a mimetismos, constituye una nueva esperanza y una reflexión, la de que hay que abrazar a las máquinas como a nuestros propios hijos, pues si no, "al igual que los niños abandonados, se vuelven contra nosotros. Hemos encontrado que tarde o temprano, tenemos que aprender a leer el Manual del Usuario".
 
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24.8.12

RICHARD STOLTZMAN:
"Innervoices"

La magia que surge de un instrumento tan carismático como el clarinete, importante en cualquier orquesta clásica, es aún mayor cuando lo porta uno de esos monstruos de la interpretación como el estadounidense Richard Leslie Stoltzman, un músico de apretada agenda por un virtuosismo sin igual, apreciado especialmente en los círculos clásicos. La música de Big Band que tocaba su padre o sus contactos con el mundo del jazz, llegaron a provocar un nuevo sentido en su trayectoria en solitario, que se nutre especialmente de la visión inigualable que de la espiritualidad posee el músico canadiense Bill Douglas, gran amigo de Stoltzman y principal responsable de que el difícilmente catalogable mundillo de la new age acogiera el nombre del clarinetista de Omaha (Nebraska), y adoptara composiciones como propias, en especial la maravillosa e inolvidable "Begin sweet world".

Esa bendita composición pertenecía al primer álbum en solitario de Stoltzman, de igual título, publicado en 1986. "New York counterpoint" fue el siguiente paso un año después, y repetía la misma estructura, con el enorme añadido de la percusión de Glen Vélez. En 1989 fue de nuevo RCA la encargada de editar otro paso adelante, de título "Innervoices", donde al clarinete, el piano de Bill Douglas, el sintetizador de Jeremy Wall y el bajo de Eddie Gómez (sus músicos habituales y buenos amigos), se añade el arpa de Nancy Allen, las percusiones puntuales de Danny Gottlieb y Richie Morales, y sobre todo el punto distintivo de una voz especial, la de una intérprete conocida y reconocida como Judy collins, cantante folk americana ganadora de un premio grammy. El contenido vuelve a recoger tres tipos de influencias, la clásica, la jazzística y la ambiental, pero el envoltorio es tan coherente que cada una de las composiciones, aún poseyendo su propia alma, se recoge en un todo bien unificado en el que conviven sin pudor autores como Bach, Keith Jarrett o Bill Douglas, y el paso de uno a otro no supone bajón ni interferencia. Douglas es el autor por excelencia del trabajo, y canciones como las que abren el mismo se han convertido, como lo hizo "Begin sweet world", en pequeños clásicos que han sido interpretados de diversas maneras por su autor: se trata de esa bendición gaélica titulada "Deep peace", en la cual a los etéreos teclados de Bill Douglas y el excelso clarinete de Richard Stoltzman se les une la voz de Judy collins, en un resultado etéreo en el que únicamente se puede echar de menos un mayor toque de percusión para que la canción ganara en fuerza, si bien la intensidad de la misma es evidentemente espiritual y esencialmente interior (su letra parte de una bendición gaélica). También de Douglas son "Golden rain" (pequeña delicia escondida entre otros títulos más difundidos del álbum, en la que Stoltzman se muestra como un intérprete carismático y disfruta en su juego como el piano tanto como en "My song"), "Flower" y en especial "Innisfree", otra composición idílica y característica de este simpático canadiense, tanto que contará (como "Deep peace") con diferentes versiones, siendo la aquí aparecida casi exclusivamente para lucimiento de Stoltzman. Y es que el clarinete es el dominador, con toda lógica, del trabajo, apoyado convenientemente por sus 'compañeros de reparto', como el piano en "My song" (donde también escuchamos un buen bajo), en especial por la firma original de esta composición, la del inmortal pianista del sello ECM Keith Jarrett. Stoltzman acoge la pieza y la convierte en un pretexto para soñar despiertos, como lo intenta -con menos éxito- con otra adaptación de un grande, la del "If it's magic" de Stevie Wonder. Stoltzman, solicitado intérprete clásico, también gusta de incorporar repertorio de los grandes maestros a sus discos personales, por ejemplo un "Largo" de Bach que permite su lucimiento, "The swan" de Camille Saint-Saens o el "Ave Verum" de Mozart, un buen final en la faceta más popular de un Richard Stoltzman que muestra sus numerosas caras en el disco. Pero si los grandes clásicos son inmortales, también determinadas canciones, bien construidas y excelentemente interpretadas, pueden dejar huella y certificar una nueva importancia en la música ligera: "For free" es un auténtico regalo, una gloriosa dádiva en la que todo es admirable, desde la adaptación hasta la interpretación vocal de Judy Collins, y por supuesto la composición original de otra veterana cantante surgida del mundo del folk, la canadiense Joni Mitchell, que creó esta pequeña maravilla en 1970 cuando, en uno de sus momentos más exitosos y solicitados, observó embelesada a un músico callejero tocar de manera venerable el clarinete totalmente gratis, en un claro reflejo de las injusticias de la vida (ella tenía guardaespaldas, viajaba en limusina y cobraba sumas astronómicas, mientras él tocaba 'for free', gratis, en cualquier esquina). Reseñar que en el álbum original de Joni Mitchell que incluye dicha canción, el clarinete es interpretado por el mítico Paul Horn.

Con canciones tan rotundas como "For free", "Innervoices" se convierte en un trabajo esencial. Stoltzman convierte al clarinete en un instrumento poderoso, pleno de magia y vitalidad, y lo demuestra en asociaciones con voces carismáticas (la de una Judy collins que aunque sólo aparezca en dos de las canciones se deja ver en la portada del álbum), en bonitas adaptaciones clásicas, en cortes de suave jazz o en momentos ambientales bajo la firma de Bill Douglas, cuya amistad con Richard Stoltzman nos ha permitido contemplar ensimismados el acercamiento de este generoso clarinetista al terreno popular, con esos ramalazos clásicos, jazzísticos y folclóricos. Jeremy Wall, que fuera miembro fundador del grupo de jazz fusion Spyro Gyra, es otro nombre importante no sólo del álbum (en su labor de productor y teclista) sino de esta carrera popular de Richard Stoltzman que tras "Innervoices" continuará divirtiendo y entusiasmando a su público menos clásico con discos tan variados como "Brasil", "Dreams", "Visions" o "Spirits".

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RICHARD STOLTZMAN: "Begin sweet world"



23.7.12

MARTYN BENNETT:
"Martyn Bennett"

Si lamentable es la pérdida de cualquier ser humano en la plenitud de su vida, la de Martyn Bennett, sin llegar a cumplir los 34 años, fue un duro varapalo para la nueva música escocesa. Llamado a abanderar la nueva corriente de renovación de dicha tradición, este imaginativo músico que nació realmente en Terranova (Canadá) pero que regresó a la tierra de sus raíces a los seis años, llegó a ser reconocido, en los pocos años de que dispuso para ello, como una figura emergente en Escocia por su combinación de influencias tradicionales con ritmos modernos, en un alarde de inventiva, de descaro y de demostración de sus capacidades interpretando una amplia gama de instrumentos que abarcaban desde el violín, las flautas o la gaita hasta los teclados y programaciones. Tal vez la separación de sus padres le impulsó a mostrar su rebeldía a través de esos instrumentos que descubrió a los 10 años, tal vez tan sólo se reencontró con algo que llevaba muy dentro y que solamente esperaba para aflorar (Martyn contaba que en su primera clase de gaita, a cargo de David Taylor, se sintió como si se hubiera encontrado con un viejo amigo), el caso es que el joven Martyn Bennett fue pasando por diversas escuelas, incluso por el conservatorio de Edimburgo, adquiriendo experiencia y habilidades, hasta que desgraciadamente, la palabra cáncer apareció en su vida poco antes de la graduación y acabó con ella en 2005.

Antes de su debut, Martyn Bennett colaboró en otro álbum que contribuyó a afianzar su rebeldía musical, pues "Mouth music" intentaba romper con el clima de calma que venía rodeando a la música tradicional escocesa salvo por alguna cierta resistencia ante lo profundamente académico. Martin Swan y Talitha MacKenzie fueron los que le brindaron esta oportunidad en este álbum de 1990 que se titulaba igual que el grupo que habían formado, Mouth Music, reivindicando el puirt à beul, la manera tradicional de canción escocesa en la que se había especializado Talitha. Contaba posteriormente Bennett que "trabajar con Swan fue probablemente la mayor influencia inicial para mí. Me dio la información que necesitaba para explorar la tecnología y la música tradicional dentro de los mismos terrenos, pero lo más importante fue como una voz de consentimiento: me dio el coraje para dar un paso adelante con mis propias ideas sabiendo que había, al menos, una persona que entendió mi deseo de injertar dos formas de música contrastantes". Un lustro después de aquello, la mezcla de tradición y academicismo, y una búsqueda particular en el jazz fusión fueron los ingredientes para, previa compra de un teclado, un secuenciador y un sampler, la creación en tan sólo siete días de un álbum tan impactante como "Martyn Bennett". En este luminoso trabajo se disfruta por igual de la tradición escocesa, presente de manera bastante potente en cada corte del disco, y de la electrónica de DJ, que deambula con sus ritmos, tan bailables como los del folk, por cada rincón, engalanando con sus jóvenes texturas las ya de por sí atractivas canciones: "A menudo me gustaría poder repetir esa energía ahora, pero era la energía del momento, una energía de ser desconocido, una energía con ninguna expectativa, y una energía de estar enamorado". Lo viejo y lo nuevo se hermanan y conviven en un mundo propio, que nombres como el suyo o como Paul Mounsey han sabido convertir en referencia, ejerciendo de gurús de las nuevas tendencias electrónicas aplicadas a la música celta. Este emocionante álbum comienza con un minuto y medio de aflautada introducción atmosférica, pero enseguida el cambio de ritmo conduce a esta pieza de título "Swallowtail" y al sentido último de la música de Martyn Bennett, la fusión de la cultura antigua (se trata de melodías tradicionales irlandesas que le descubrió el flautista Cathal McConnel, miembro fundador de la mítica banda The Boys of the Lough) con la vida moderna, donde la percusión es la que marca la diferencia, en un tratamiento más agresivo de lo normal para un resultado poderoso y muy atractivo. Influenciado por otra banda irlandesa, la Bothy Band, voces y sonidos atrevidos en "Erin" anticipan la inventiva del trabajo, introduciendo conceptos urbanos en el folclore tradicional, con lo que más allá de modernizar, engalana las piezas y las viste para el consumo actual, donde ciertas melodías pueden considerarse algo aburridas o, al menos, repetidas sin cambios perceptibles hasta la saciedad, lo que las ancla en un ajado pasado. Es en cortes como ese (y realmente en la totalidad del disco) en los que se agradece la capacidad y el ingenio de este malogrado artista que supo captar una nueva dimensión y posibilidades a la música escocesa. Ritmos bailables continúan su seguro despliegue en canciones destacadas como "Cuillin" (compuesta por Martyn, con sorprendente clímax de guitarra eléctrica en su primera parte -un recuerdo a los Cuillins, cadena de montañas rocosas ubicadas en la isla de Skye-) o la excepcional "3 sheeps 2 the wind" (poseedora de una magia que va más allá de denominaciones y encasillamientos, una magia irlandesa de hecho, y es que, dice Martyn, "habiendo nacido en Terranova, la música irlandesa está en mi sangre"), mientras que un comienzo funky y acompañamiento jazzístico caracteriza a "Deoch an dorus", en otra demostración de adaptación a ritmos ajenos (es el título de una canción de Sir Harry Lauder, estrella en la década de 1930), como el acercamiento al hip hop de "Floret silva undique" (arreglo del poema del escocés Hamish Henderson) o incluso a tendencias más modernas en la histórica "Jacobite bebop", en la que por momentos parece sonar el violín eléctrico de Ed-Alleyne Johnson (en absoluto, es Martyn en una faceta más cercana al rock sinfónico) en un fenomenal despliegue de fuerza, un tema reivindicativo sobre los jacobitas, leales al rey católico James VI de Escocia y partidarios del príncipe Charles Edward Stuart durante los levantamientos de 1745, que fueron derrotados en la Batalla de Culloden en 1746 marcando el final, añade Martyn, de un larga historia de la realeza escocesa y el comienzo de una era de opresión para el pueblo escocés, que en el siguiente siglo sufrió una emigración masiva de gaélicos en las Tierras Altas. Para finalizar, "Steam" desvela el carácter bromista de este multiinstrumentista que, tras un devaneo con el swing, concluye la pieza con un relajante sonido de lo que parece una pequeña caída de agua, si bien Bennett lo define como "un paseo por el parque y orinar en el estanque de los patos"; difícil de creer, pues el alivio se extiende durante más de veinte minutos. Grabado y mezclado en marzo de 1995, Eclectic Records publicó el disco en 1996 con Stuart Hamilton como ingeniero y la producción (textual) de madres, padres, hermanos, amigos, primos, amantes, limones, abejas, árboles, menta, montañas, lluvia, sol, amor, dolor, nacimiento, vida, muerte, Dios, Buddha, espíritus, hierba, energía, esperanza.

Aun formando parte de la misma familia que tantas bandas y músicos de origen y acabado celta, Martyn Bennett suena distinto, el tratamiento otorgado, el uso de las voces y la manera de acometer los ritmos le hace estar un paso por delante de la mayoría de sus coetáneos y acrecenta el interés hacia su música, que no pierde ni un ápice de la identidad escocesa, logrando de hecho un álbum enérgico e irrepetible, que llegó en el momento adecuado, la que él llamaba 'primavera' de la música tradicional escocesa, estación de la que habla el poema 'Floret silva undique', de la importante figura de la cultura escocéesa Hamish Henderson, que recrea Martyn en este trabajo. Importantes personajes de la escena celta o la world music como Donald Shaw o Peter Gabriel lamentaron profundamente la muerte de un Bennett que hablaba de su dolencia como de una prueba espiritual. Ese espíritu persiste sin duda en su legado, en discos como "Martyn Bennett", "Bothy culture", "Glen lyon" (cantado por su madre, Margaret) o "Grit", fruto a partes iguales de la rabia y de la tecnología. Grandiosos detalles y un conjunto asombroso acaban por rendirnos ante esta figura esencial del cambio de siglo celta, que recordaremos con veneración y con la misma actitud burlona con la que abre y cierra canciones como "Deoch and Dorus".







3.7.12

VARIOS ARTISTAS:
"Música para desaparecer dentro"

Recién inaugurados los años 90, Grabaciones Accidentales supo aprovechar el creciente tirón de las Nuevas Músicas, al plasmar su originalidad, su afabilidad, incluso el misterio de algunas de sus melodías más representativas, en el doble álbum recopilatorio "Música sin fronteras". Muchas son las compilaciones que han seguido su estela, pero no tantas las distinguidas por su carácter auténtico y la capacidad y el acierto de los grupos y artistas integrantes. Grabaciones Accidentales (GASA) no era una compañia dedicada precisamente a las músicas instrumentales, pero aún así logró las cesiones oportunas en una enorme labor de planificación, digna de premio. Presuntamente más fácil tendría que ser esta misión para los dirigentes de una compañía que sí tuviera relación exclusiva con la temática que nos ocupa, y sin necesidad de evaluar o realizar comparaciones, es necesario reconocer que Sonifolk, ese mismo año 1991 de la publicación de "Música sin fronteras" (no sólo de su primer volumen a principios de año sino también del segundo a finales del mismo), ofreció a su público una auténtica joya de poético título, "Música para desaparecer dentro". Cabe destacar que Sonifolk es una compañía española, y que en nuestro país se produjo una especial revolución espiritual -musicalmente hablando- en esa época, la cantidad de festivales y ciclos dedicados a estos tipos de músicas aumentaba año tras año, así como exitosas giras de músicos que se habían creado ya un cierto renombre, como Wim Mertens, Nightnoise, Lito Vitale, Paul Winter, Michael Nyman o Andreas Vollenweider. No están esos ilustres personajes en este doble recopilatorio, pero sinceramente no le hacen falta, porque se nutre de verdaderos exponentes de una nueva forma de disfrutar de una música relajada, sensible y de raíz, pero también animada, excitante y novedosa.

Una presentación de lujo anticipaba este proyecto que, aunque no entró entre los puestos principales de la listas de ventas, sí que contó  con un sigiloso pero rotundo nivel de aceptación, y lo logró por la enorme clase e importancia de la mayoría de las 27 composiciones ofrecidas. Sin ir más lejos, hacía sólo dos años que el sintesista estadounidense Raphael había publicado uno de los álbumes más delicados, etéreos y recordados de la new age, el titulado genéricamente "Music to Disappear in". En sonifolk se pensó de inmediato que su pieza principal, "Disappearing Into You", tenía que abrir la recopilación "porque se encuentra entre lo más profundo y sentido que se ha escrito en este tipo de música, y porque no ha sido suficientemente valorado", decían en su publicidad. Básicamente, "Disappearing Into You" era el comienzo más aconsejable para dejar textualmente con la boca abierta a toda aquella persona preparada para una nueva experiencia sonora. Por extensión, la traducción del título de esa ópera prima tenía que ser el epígrafe genérico de la compilación, y es que un eslogan como 'Música para desaparecer dentro' posee una fuerza infalible y un significado pleno de espiritualidad. Pero aparte del sublime y más que lógico comienzo, no es fácil ni conveniente recalcar una o varias de las composiciones en esta joyería musical, pues difícilmente encontraremos bisutería en la misma: de lo popular ("Highland", una animada danza del canadiense Bill Douglas, la recordada "Celestial Soda Pop" del monumental Ray Lynch, o esa eficaz tonada de aroma antiguo de Robert J. Resetar titulada "Nada's Dance"), a lo volátil ("Forever", trascendental muestra del avanzado "Strata" de Steve Roach y Robert Rich, o la presencia del renombrado sintesista Mychael Danna con "Durga", de su álbum "Sirens"), lo exótico ("Camino Blanco", del percusionista japonés Yas-Kaz o la extrañeza de la Blue Chip Orchestra y su "Boléro du nouvel âge"), lo delicado (de "Heartsong", emotivo solo de piano del norteamericano Jim Chappell, a "Sunrise Over Haleakala", del teclista de color Merl Saunders) o a lo puramente mítico en las Nuevas Músicas, como esa genialidad del desaparecido sintesista Richard Burmer titulada "Across the View", la no menos impactante "Hacia las nieves azules" ("Into Blue Snows" en su disco original) de los japoneses Himekami, la climática "Horizon" del noruego Oystein Sevag, o la recordadísima "Enchantment", del dúo de ascendencia griega formado por Chris Spheeris y Paul Voudouris. Pequeños toques de 'smooth jazz' (Mark Sloniker, que presenta un sonido parecido al de Lito Vitale en su "Bright Wish", o "Spring Waltz", del grupo Walton Ornato) se cuelan entre teclistas de melodías alegres (los alemanes Christian Buehner y Helge Schroeder, que contribuyen con la intensa "Sun Dance", o el suizo Thierry Fervant, con "Merlin the Magician", ejemplo de su legendario álbum "Legends of Avalon") en un suntuoso festival en el que no faltan voces atractivas, tal vez no tan conocidas pero que encajan perfectamente en el ánimo relajante de la compilación, como las de Serah ("Moments of Christmas" es una acertada balada con la participación y producción del alemán Friedemann), Therese Schroeder-Sheker ("For the Roses" es un claro ejemplo de la dulzura de esta arpista norteamericana de orígenes irlandeses) o el efímero grupo The Telling, que grabó un único plástico para Music West, del cual se extrae aquí la belleza ambiental de su canción homónima, "Blue Solitaire". Tratamiento aparte merece el caso de Enya, de la que se escucha "I Want Tomorrow", de su banda sonora de la serie "The Celts", no sólo por ser posiblemente la más conocida entre el elenco de artistas involucrados, sino por su desaparición por motivos contractuales con la BBC en la segunda edición del disco, en beneficio del tema "Islas" del grupo Amarok. Paul Horn (uno de los considerados como 'padres' de la new age), Constance Demby (una de las grandes damas de los teclados, en 'competencia' directa con Suzanne Ciani), el grupo catalán de música antigua Els Trobadors o más sintesistas de planetario como Michael Stearns, Kevin Braheny o Tim Clark (que cierra el recopilatorio con la eficaz "Silver Caravan"), son otros de los nombres importantes -todos lo son en este doble álbum- que contribuyeron a hacer de "Música para desaparecer dentro" un pequeño fenómeno en los 90, un doble CD admirado y recordado por su fenomenal muestra de regocijo y calidad en más de 140 minutos.

Esta selección se editó sólo en España, gracias a la licencia de compañías tan importantes como Music West, Hearts of Space, Celestial Harmonies, Pony Canyon o Erdenklang, entre otras. Aunque no alcanzó la longevidad de la saga "Música sin fronteras", que llegó a los 6 volúmenes, "Música para desaparecer dentro" se aprovechó del poderío de Sonifolk/Lyricon y de sus eficaces distribuciones, para alcanzar hasta una tercera entrega. El Volumen II, también en formato de doble compacto, se adentraba no sólo en esas estupendas ediciones traducidas al español de discos de Himekami, Connie Dover, Dead Can Dance o Bill Douglas, sino en las producciones propias de músicos españoles como Elementales, Tomás San Miguel, Pedro Estevan, Emilio Cao, Luis Delgado o Enrique Mateu, sin olvidar al grupo del que salió Carlos Núñez, Matto Congrio, o el soberbio álbum del Paul Winter Consort de primera edición exclusivamente española, "En directo en España" (que acabó ganando el grammy al mejor álbum de new age bajo su denominación internacional, "Spanish Angel"). Sensiblemente inferior a la insuperable primera entrega, lograba un alto nivel de calidad, pero ante todo de originalidad con esa masiva presencia autóctona. En cuanto al Volumen III, que ya se trataba de un disco simple,  rebuscaba en músicas más 'alternativas', en especial de un nuevo sello distribuido por Sonifolk, All Saint Records (Andy Partridge, Harold Budd, Roger Eno, Brian Eno, Djivan Gasparyan, Channel Light Vessel, Bill Nelson o Kate St.John), pero incorporaba también a Dead Can Dance y Lisa Gerrard en solitario, rescataba a Himekami, y acercaba a su propio público a músicos españoles de difícil acogida popular, como Amarok, Elementales, Luis Agius, Labanda, David Garrido o el dúo Ishinohana, tras el cual no estaban sino los siempre inquietos Luis Delgado y Javier Bergia. En definitiva, el mérito de "Música para desaparecer dentro" fue ofrecer un producto de enorme calidad pero con cierta dosis de atrevimiento, en el momento más álgido del movimiento de la Nueva Era. Eso, unido a un fenomenal diseño de Coro Acarreta (personaje importante en la sombra, al contrario que su marido, el popular Ramón Trecet) que no dejaba lugar a ninguna duda en el conjunto del álbum, hicieron de "Música para desaparecer dentro" una de las mejores recopilaciones, de cualquier tipo de música, aparecidas en el mercado español, y un ejemplo para posteriores sagas como "Lágrimas de arpa y luna", "Relax" o "Diálogos con la música".












20.6.12

INTERIOR:
"Interior"

Si por lo general es difícil hablar de ciertos estilos musicales y distinguir entre ellos, en el mundo de la electrónica son especialmente numerosas las confluencias y confusiones entre géneros. El techno o tecno, por ejemplo, puede ser equiparado sin ninguna lógica comparativa, con el dance, sólo por estar interpretados con instrumentos electrónicos. Electro, synth-pop o tecno-pop serían aproximaciones a un tipo de música rítmica pero elegante cuyo origen se remonta a los sempiternos Kraftwerk o al propio Jean Michel Jarre. En su camino global, esta tendencia encontró un lógico acomodo en el moderno Japón a través de la Yellow Magic Orchestra, banda venerada en la que comenzó a despuntar Ryuichi Sakamoto. Fue precisamente otro miembro de la YMO, Haruomi Hosono, el productor de un impoluto grupo llamado Interior, que llegó a formar parte a mediados de los 80 de la nómina de Windham Hill, acogiendo así este sello norteamericano de mayoritaria tendencia acústica su primera propuesta verdaderamente electrónica.

La historia de Interior comienza en 1982 con su primer plástico, de original título "Interior", publicado en cassette y vinilo por Yen Records (división de Alfa Records), una edición de portada con motivos geométricos y en blanco y negro que contenía 10 cortes, y que no contó con su correspondiente edición en CD hasta 1996. En 1983 Yen Records publica "Yen Manifold vol.1" con temas de Ueno, Testpattern, y cuatro nuevas composiciones de Interior, esta vez con la producción de un miembro del grupo, Daisuke Hinata. Consta en este recopilatorio la primera aparición de la mejor composición del conjunto, "Hot beach", de la que hablaremos luego, y la curiosidad de un tema cantado, "Hawks", junto a "Miracle" y una muy rítmica "D.T.T.", con sonido de saxo y un aire muy del estilo de Windham Hill, que da que pensar en si por casualidad se fijaría Will Ackerman en este recopilatorio. Fuera así, por mediación de Haruomi Hosono o por cualquier otra circunstancia, el caso es que en 1985, la compañía californiana decidió introducir al grupo japonés en los Estados Unidos, y lo hizo con una edición convenientemente arreglada de su disco original, el titulado simplemente "Interior". El lavado de cara fue bastante pronunciado, comenzando con la portada -un poético y futurista juego de luces y sombras en una habitación diáfana-, y continuando con las canciones presentadas, un listado reducido a 9 cortes (se eliminó "N.F.G." y se dió la simpática sustición de "Cold beach" por "Hot beach" -una playa fría por otra caliente-, un buen cambio ya que "Cold beach" era tan sólo una 'fría' sucesión de efectos, nada que ver con "Hot beach"), con mezclas diferentes de los mismos y de nuevo la buena producción de Haruomi Hosono -a excepción de "Hot beach", que ya en "Yen Manifold vol.1" estaba producido por Daisuke Hinata-. Una de las mayores curiosidades del trabajo vino provocada por el error en algunas ediciones del mismo, que denominaban a la banda y al propio disco "Interiors". Como queriendo afianzar el componente artístico de sus lanzamientos, a mediados de los años 80 las ediciones en vinilo de Windham Hill incluían en el interior de cada elepé una lámina con la reproducción de la portada del mismo; "Interior" fue uno de esos casos, y efectivamente la curiosa portada, fotografía del prestigioso fotógrafo Lorie Novak, tuvo su correspondiente lámina. Los cuatro componentes, en cuya foto de contraportada parecen realizar un homenaje a Kraftwerk, eran Eiki Nonaka (a las cuerdas sintetizadas), Mitsuru Sawamura (teclados, saxo), Tsukasa Betto (percusiones) y Daisuke Hinata (teclados, piano), siendo este último el autor de las mejores composiciones del álbum y el miembro más destacado del mismo en sus trayectorias posteriores. Una de ellas es "Technobose", que abre el trabajo de manera muy rítmica y animada, con efectos sonoros que rompen la constante melodía, adornada también por una robótica percusión. Vientos y cuerdas sintéticas avanzan una agraciada aunque algo monótona melodía tecno-pop en "Giant steps", mientras que "Flamengo" es mucho más calmada, en un intento más ambiental. Sawamura, el intérprete del saxo, aporta al conjunto cuatro composiciones muy cortas, poco profundas y de desarrollos lineales, aunque se aprecian detalles de interés en la percusión y sencilla melodía de "Timeless", los bucles entrelazados de "Luft" o un final relajante de título "Park". La escasa duración de la mayoría de los cortes provoca que "Interior" contenga un rácano bagaje musical de poco más de media hora, y que composiciones como "Ascending", con su juego de cuerdas y vientos, requiriera un desarrollo de mayor duración. Así quedó sin embargo el álbum, del que resta destacar la mencionada "Hot beach", sugerente composición de completa instrumentación y melodía efectiva y sensual, que plasma perfectamente los soleados deseos de vacaciones estivales, y que bien pudiera haber acompañado las tórridas imágenes de una serie como "Los vigilantes de la playa", si ésta hubiese coincidido en el tiempo con el grupo nipón. Para escuchar un cálido y esplendoroso día, sentados en la arena, con el rumor de las olas de fondo. "Hot beach" fue incluído en varios recopilatorios del sello Windham Hill, entre ellos "Windham Hill Records Sampler '86", un álbum nominado al premio grammy en la categoría new age en 1986 -que acabó ganando Andreas Vollenweider con "Down to the moon"-, razón por la que se suele hablar de Daisuke Hinata como un artista nominado al grammy, lo cual es sólo cierto en parte. En 1987, Windham Hill publicó un segundo álbum de Interior, un "Design" de también corta duración y ritmos y desarrollos tecnificados y ambientales, como en "Interior" pero sin ese par de temas destacados que le otorgaban a aquel su chispa especial. La mayoría de los críticos (todos en realidad) se olvidan de Interior en sus aproximaciones a la música electrónica japonesa, un país que a pesar de estar tan tecnificado, prefirió acoger a los grupos electrónicos anglosajones más que producir éxitos propios -con la excepción de la mencionada YMO-, aunque tal vez simplemente no supo realizarlos, decantándose por maravillosos paisajes bucólicos más acordes con la filosofía oriental (y con el espíritu de las Nuevas Músicas) como los de Himekami o Kitaro.

En 1987, Windham Hill presentó "Soul of the machine", una compilación de sus artistas electrónicos con el subtítulo 'The Windham Hill sampler of new electronic music', si bien se trataba de una aproximación realmente suave a este género merced a músicos que combinaban instrumentos acústicos con sintetizadores y alguna percusión electrónica, entre los que destacaban los nombres de Colin Chin (curiosamente su aportación, "Ayers rock", se publicó años después en Narada, incluída en el álbum "Intruding on a silence"), Tim Story o Schönherz y Scott. Resulta extraño que Interior no tuviera su hueco en esta recopilación, aunque posiblemente Will Ackerman y Dawn Atkinson consideraron al estilo de banda japonesa demasiado avanzado para la sutil propuesta de "Soul of the machine". Sin embargo cabe reseñar que "Hot beach" o "Technobose", con su primigenio despliegue de sintetizadores, resulta más interesante que la generalidad del mencionado sampler, algo pobre en contenido. Al menos Interior fue un grupo valiente y decidido a expresar sus emociones a través de la frialdad de unos teclados que, en definitiva, acogieron ritmos y melodías en un curioso intento de cambiar la forma de crear música. Aunque agradable y por momentos interesante, la sencillez e ingenuidad de su tecno-pop primitivo no llegó, evidentemente, a más, ni igualó la fama de la Yellow Magic Orchestra, ni abanderó un movimiento regenerador en una compañía, Windham Hill, que ya dejó claro en "Soul of the machine" y su siguiente singladura que sus intereses musicales eran mucho más artesanos y centrados en la acústica con la que nació y creció. Aún así, "Interior" y "Design" no fueron errores sino aportaciones que garantizaban buenos momentos de armonías extrañas y cadencias excitantes.