Aunque se tratara de uno de los pianistas new age más conocidos y reputados de las dos últimas décadas del siglo XX y consiguiera extraer en cada uno de sus trabajos lo mejor de su teclado, el sueño de David Lanz siempre fue grabar su música con una orquesta sinfónica. Por fin, y gracias al impulso de la compañía Narada, el creador de discos tan vendidos como "Cristofori's Dream" o "Natural States" tuvo en 1990 la oportunidad, como él mismo dijo, "para llenar mi música con la grandeza, el poder y la riqueza de detalles que sólo una orquesta puede crear". Trabajó con el arreglista Don Davis y, aunque en todo momento tenía la idea de cómo podía sonar esta fusión, se originó un momento emocionante al escuchar el resultado final, un disco inolvidable titulado "Skyline Firedance", en el que se comprueba la importante evolución como compositor del de Seattle desde que publicara "Heartsounds" en 1983. En concreto afirma Lanz que con "Skyline Firedance" pasó de una fase de agua a una fase de fuego, de mayor fuerza y energía.
Nos encontramos con un proyecto muy especial, para el que un Lanz en su mejor momento no se guardó nada, y encontró inspiración en el folclore ("Masque of Togaebi" trata de un demonio coreano que asusta a los niños), la mitología ("Vesuvius", "Escapades of Pan") o la naturaleza ("The Skyline Firedance Suite"), si bien la pieza más emotiva, "Dancing on the (Berlin) Wall" es una explosiva celebración de la caída del muro de Berlín, un año antes de la publicación de este disco. La música sigue siendo muy espiritual, y las ideas generales de Lanz se mueven en ese sentido, el de los cambios en materias interiores, humanitarias y ecológicas, tan acordes con la filosofía new age, término que parece aceptar de buen grado: "Esta música expresa mi convicción de que el tiempo para pasar a la acción, a actuar con responsabilidad hacia el prójimo, hacia nuestro medio ambiente y con nuestra comunidad global, es ahora". Pero a pesar de este alegato, nada tiene que ver este disco con relajación y débiles notas de piano. Al contrario, las piezas aquí recogidas se muestran con la fuerza de esa 'fase de fuego' antes mencionada, tanto en un primer disco orquestado como en un segundo con los solos de piano (los seguidores del Lanz en solitario con su teclado se merecían también este complemento), con escasas variaciones en el repertorio de ambos. Algunos temas se respiran mejor en su forma de solos de piano (la espléndida "Vesuvius", "Dark Horse", "The Crane" -de hecho, la única que no tiene contrapartida orquestal-), otras se aprovechan eficazmente del tratamiento sinfónico ("Masque of Togaebi", "Escapades of Pan" o las tres partes de "The Skyline Firedance Suite"), mientras que la mayoría son disfrutables por igual de ambas formas, destacando especialmente dos composiciones: "Dancing on the (Berlin) Wall" es una pieza magistral, profunda y rítmica que, al estar dedicada a la demolición del conocido como 'muro de la vergüenza', encierra de manera especial el sentido de apertura a una nueva espiritualidad al que apela el trabajo, mientras que "Nights in White Satin" es una estupenda versión del recordado clásico de 1967 de The Moody Blues, un recordado éxito que ya tenía originalmente un interesante tratamiento orquestal en fusión con el rock de la banda británica. Al seguidor de Lanz no se le hará nuevo el dato de que el pianista realice versiones de temas inmortales del pop y rock, ya lo hizo de manera absolutamente exitosa con "A Whiter Shade of Pale" de Procol Harum, y lo seguirá realizando con asiduidad incidiendo en Lennon y McCartney. "Skyline Firedance", en el que podíamos ver en portada por primera vez la imagen de David Lanz -algo totalmente habitual a partir de entonces-, fue producido por su amigo y colaborador habitual Paul Speer y la parte orquestal grabada en Münich por la IFS Philharmonic Orchestra con Lanz al piano y sintetizadores y los complementos de guitarra, bajo, vientos y percusiones.
Nos encontramos con un proyecto muy especial, para el que un Lanz en su mejor momento no se guardó nada, y encontró inspiración en el folclore ("Masque of Togaebi" trata de un demonio coreano que asusta a los niños), la mitología ("Vesuvius", "Escapades of Pan") o la naturaleza ("The Skyline Firedance Suite"), si bien la pieza más emotiva, "Dancing on the (Berlin) Wall" es una explosiva celebración de la caída del muro de Berlín, un año antes de la publicación de este disco. La música sigue siendo muy espiritual, y las ideas generales de Lanz se mueven en ese sentido, el de los cambios en materias interiores, humanitarias y ecológicas, tan acordes con la filosofía new age, término que parece aceptar de buen grado: "Esta música expresa mi convicción de que el tiempo para pasar a la acción, a actuar con responsabilidad hacia el prójimo, hacia nuestro medio ambiente y con nuestra comunidad global, es ahora". Pero a pesar de este alegato, nada tiene que ver este disco con relajación y débiles notas de piano. Al contrario, las piezas aquí recogidas se muestran con la fuerza de esa 'fase de fuego' antes mencionada, tanto en un primer disco orquestado como en un segundo con los solos de piano (los seguidores del Lanz en solitario con su teclado se merecían también este complemento), con escasas variaciones en el repertorio de ambos. Algunos temas se respiran mejor en su forma de solos de piano (la espléndida "Vesuvius", "Dark Horse", "The Crane" -de hecho, la única que no tiene contrapartida orquestal-), otras se aprovechan eficazmente del tratamiento sinfónico ("Masque of Togaebi", "Escapades of Pan" o las tres partes de "The Skyline Firedance Suite"), mientras que la mayoría son disfrutables por igual de ambas formas, destacando especialmente dos composiciones: "Dancing on the (Berlin) Wall" es una pieza magistral, profunda y rítmica que, al estar dedicada a la demolición del conocido como 'muro de la vergüenza', encierra de manera especial el sentido de apertura a una nueva espiritualidad al que apela el trabajo, mientras que "Nights in White Satin" es una estupenda versión del recordado clásico de 1967 de The Moody Blues, un recordado éxito que ya tenía originalmente un interesante tratamiento orquestal en fusión con el rock de la banda británica. Al seguidor de Lanz no se le hará nuevo el dato de que el pianista realice versiones de temas inmortales del pop y rock, ya lo hizo de manera absolutamente exitosa con "A Whiter Shade of Pale" de Procol Harum, y lo seguirá realizando con asiduidad incidiendo en Lennon y McCartney. "Skyline Firedance", en el que podíamos ver en portada por primera vez la imagen de David Lanz -algo totalmente habitual a partir de entonces-, fue producido por su amigo y colaborador habitual Paul Speer y la parte orquestal grabada en Münich por la IFS Philharmonic Orchestra con Lanz al piano y sintetizadores y los complementos de guitarra, bajo, vientos y percusiones.
Es admirable la profundidad del piano de Lanz, su capacidad para transmitir y conectar con el oyente. La comparación con las piezas orquestales le otorga además en este trabajo una nueva característica, la de aparentar una mayor gama de sonidos en cada uno de sus solos ("el piano incorpora casi todo el rango dinámico de una orquesta"). Aparte de su inmaculado estilo, de una inspiración por momentos gloriosa y del indudable acierto al enrolarse en Narada o al juntar fuerzas con Paul Speer, es el carácter risueño y triunfador, el ansia de investigación y el compromiso con su público los que hicieron de este ágil pianista un superventas de la música instrumental, ya sea por sus solos de piano, sus composiciones más avanzadas y con algo de electrónica -a dúo con Paul Speer-, o como en este caso, la combinación con toda una orquesta sinfónica.
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4 comentarios:
Este disco es magnífico (se puede disfrutar en Spotify), por desgracia, muchas veces este tipo de pianistas está condenado a hacer muchas versiones de temas pop, privándonos de bastante de su producción propia (lo que no quita que tenga una excelente versión de Nights in white Satin o Strawberry Fields Forever).
Otra versión muy buena es la de "A whiter shade of pale", de Procol Harum. Y por cierto, escuchando el álbum "Finding paradise" (que creo que no está en Spotify), comprobé que uno de sus temas suena descaradamente a "Tubular bells"!!!
Aún así, hay que redescubrir a David Lanz.
Este disco fue el primer CD que me compré.
Saliendo de un concierto de Bill douglass en el teatro principal en el Stand de discos. Mi amigo Sebastian tuvo que prestarme dinero. Creo que costó 3500 pesetas ( 21 €)
Yo lo conseguí hace poco de segunda mano por 5 euros, je je!!
Mi primer CD fue "QE2" de Mike Oldfield.
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