23.3.18

JOHN WHELAN:
"Celtic reflections (Misty-eyed morning)"

Sin ningún vínculo familiar con el renombrado autor de "Riverdance" (el irlandés Bill Whelan), el espléndido acordeonista John Whelan desplegó en los años 90 una serie de trabajos en la compañía Narada con la etiqueta 'Celtic' bien presente en el título, como sello distintivo pero también como reclamo en esa época de alto interés por la música y la cultura celta. No son nada desdeñables esta serie de trabajos ("Celtic reflections", "Celtic crossroads", "Celtic fire" y otros), como no lo es este inglés (nacido en Dunstable, una pequeña ciudad cercana a Londres) de padres irlandeses, que desde los once años destacó con el acordeón de doble fila de botones (acordeón diatónico a botones o melodeón), llegando a ganar los más prestigiosos premios de música tradicional (incluido el prestigioso Fleadh Cheoil na hEireann), y grabando su primer álbum a los 14 años, "The pride of Wexford", dedicado a su padre, Denis Whelan, "cuya única adicción -decía- era la música irlandesa". En 1980 y con 20 años, John decidió que tenía que continuar con su carrera en los Estados Unidos, así que se trasladó a New Jersey y posteriormente a Connecticut, y tras un buen álbum de debut en 1987 junto a la violinista Eileen Ivers ("Fresh takes", en el que colaboraba Triona Ni Dhomhnaill) publicado por Green Linnet, fichó por Narada, presentando en 1996 su primer trabajo en solitario, "Celtic reflections", de subtítulo 'Misty-eyed morning'.

Enseguida se nota que no se trata este de un trabajo de estilo únicamente tradicional, de hecho todas las composiciones de este disco autoproducido son nuevas y en su mayoría propias, accediendo a otro nivel más personal del que pueden otorgar las tonadas de siempre, escuchadas en tantas y tantas ocasiones. Ese toque auténtico se respira desde el título del primer corte, que es el nombre de la esposa de John, y es que el pequeño aire titulado "Louise", una delicia de acordeón en modo folclórico avanzado, posee suficiente alma como para continuar paladeando esta atractiva y despierta música. De hecho, el segundo tema, "Longing for home, longing for here", con un toque más actual (un paso adelante de la tradición basado en una atmósfera que se hace corta), nos inunda de alegría, basado en la vehemencia de su interpretación, si bien esta composición podría ser fenomenal con una mayor carga climática final, evitando ese cortante fade-out. Por su desmarque de la tipicidad celta, se trata de uno de los momentos más curiosos del álbum, compuesto por Kinny Landrum, al igual que "Cape Finisterre", otra acertada composición puramente celta, con buenas percusiones y acompañamiento de cuerdas. Landrum interpreta los teclados en el disco, uniéndose así a Greg Anderson (guitarra acústica), Molly Mason (bajo), Pat Kilbride (cistro, guitarra, teclados), Jay Ungar (violín), Lisa Gutkin (violín) John Simon (harmonio), John Ballesteros (percusión) y los afamados Jerry O'Sullivan (gaita irlandesa, flauta irlandesa) y Séamus Egan (tin whistle, low whistle, flauta, mandolina, guitarra de cuerdas de nylon), americanos de ascendencia irlandesa. "Dancing to a lot of time" es una danza más que correcta, de nuevo folk pero en una onda mas bailable, con las flautas ayudando a entrar en ambiente festivo. Un momento destacado del álbum llega con el slow air "From the heart", gran melodía, evocativa y soñadora, clara remembranza de tiempos antiguos al estar gratamente dotada del tono melancólico del acordeón. Años después, titularía un trabajo de Whelan ("From the heart", 2002, en el que vendría incluída con el título "Bit from the heart"). También importante es "Desaunay", alegre tonada con algo de añoranza, una hornpipe (danza irlandesa de compás cuaternario pero pausado) dedicada al intérprete francés de melodeón Serge Desaunay, sones de aspecto tradicional que ya se habían escuchado en la década anterior en "Fresh takes", el mencionado álbum de John Whelan junto a Eileen Ivers, que también incluía -en una versión anterior- la joya del álbum, "Trip to Skye", un auténtico temazo de mágica melodía, que bien puede pasar por una de esas tonadas tradicionales e inmortales de siempre. Esta hermosa tuna está dedicada a otro gran acordeonista, el escocés Phil Cunningham, al que John visitó en la isla de Skye antes de la Navidad de 1985. Whelan se muestra como un gran acordeonista, pero inquieto, no se detiene en la rica tradición irlandesa sino que avanza con sus propias composiciones hacia un espacio mas avanzado logrando un gran resultado, un trabajo del que se pueden destacar varias composiciones de excepción ("From the heart", "Trip to Skye"), y del que restan por mencionar danzas coloridas ("Breton gathering", "The last dance" -con acompañamiento destacado del violín y una percusión manual muy familiar, conformando una hermosa melodía-), aires de escondida sonoridad medieval ("The road home", compuesta al alimón por Whelan y Pat Kilbride) y con sentimiento ("Song for Hillary"), una mágica tonada de gaita y acordeón que parece evocar viejas leyendas celtas ("Misty-eyed morning") o una despedida sin brillo pero sí alegría, igual de familiar que todo el trabajo, pues está dedicada especialmente a su madre ("My ballingarry lady"). Otros importantes recopilatorios incluyeron las piezas más destacadas de este trabajo de John Whelan, por ejemplo: "Desaunay" (en "The Big Squeeze. Masters of the Celtic Accordion", de Green Linnet en 1988 -la versión anterior-), "From the heart" (en las compilaciones de Narada "Celtic soul" -año 2000- y "Best of Narada new age" -2002-), la primera versión de "Trip to Skye" (en "The celts rise again", en 1990, así como en "Joyful noise", de 1998 -ambas de Green Linnet-, y en "Celtic odyssey (A contemporary celtic journey)" en 1993 -de Narada-) y la versión en solitario, la que aquí nos ocupa (en "Dance of the celts", de Narada en 1997). En 2013, Whelan publicó la retrospectiva "Passage of time" en JW Records, que incluía "Louise", "Trip to Skye", "From the heart" y "Desaunay".

"Este álbum es un viaje personal a través de las diferentes fases de mi vida", explica, "reflejando mis intereses musicales e influencias. También se trata de esa 'mañana de ojos brumosos' en la que a veces nos despertamos, un momento para reflexionar sobre lo valioso de nuestra vida y la de nuestra familia. Para mí el álbum es, espero, la culminación de lo que he estado haciendo musicalmente durante los últimos 16 años, desde que llegué a Estados Unidos". Se destacaba también en el libreto del álbum que la de John Whelan es una música "universal en su atractivo y profundamente personal en su impacto (...) Escribe solo desde el corazón, inspirándose en la familia, los amigos y otros músicos que han tocado su vida y han dejado una impronta duradera. Es por eso por lo que su arte es libre de artificios, y por qué él mismo se mantiene humilde acerca de los abundantes dones musicales con los que claramente ha sido bendecido". Efectivamente, los agradecimientos en este trabajo son especialmente para su mujer -Louise-, sus hijos -Denis y Emmett-, sus padres -Denis y Mary- y para otros músicos que le inspiraron, como Colm Folan y Paddy Taylor. John, al que se puede ver vagamente tocando el acordeón en películas como "Cabalga con el diablo" o "Dioses y generales", realizó una gira europea a finales de los 90 -patrocinada por Virgin Records, poseedora de Narada y Higher Octave Music en esa época- junto a Craig Chaquico, Vas y Buckethead. Posiblemente se escucharan en esos conciertos algunas de las composiciones de "Celtic reflections", un delicado y profundo viaje desde Irlanda a Estados Unidos, recreándose en bellas melodías, especialmente de ese acordeón diatónico tan expresivo, con el que John logra una fusión de lo viejo y lo nuevo, ecos de su herencia tradicional que suena clara y hermosa entre nieblas matinales. 







13.3.18

UAKTI:
"Mapa"

"Uakti vivía en el Río Negro. Su cuerpo, agujereado, recibía el viento e irradiaba un sonido que atraía a todas las mujeres de la tribu. Los indios, celosos, persiguieron y mataron a Uakti. Ellos enterraron su cuerpo en el bosque. Altas palmeras crecieron allí. Sus troncos fueron utilizados por los indios para hacer instrumentos musicales que sonaban suaves y melancólicos, como el sonido del viento en el cuerpo de Uakti. Cuando se escuche este sonido, las mujeres tornarán impuras y se verán tentadas". Esta leyenda de los indios Tukano (de la región del Alto Río Negro del Amazonas), se podía leer en 1981 en la portada de "Oficina instrumental", primer disco del grupo brasileño Uakti, que tomaba su fabuloso nombre de dicho gigante mitológico. En aquel debut, los miembros del conjunto plasmaban una sorprendente riqueza de elementos populares brasileños, que años después utilizaría Paul Simon, buscador avispado en las 'músicas del mundo', al contar con su colaboración en su disco "The rhythm of the saints". La relación laboral y amistad de Simon con Philip Glass en los 80 (colaboraciones mutuas en álbumes como "Hearts and bones" -de Simon, en 1983- y "Songs from liquid days" -de Glass, en 1986-) fue lo que acercó a Uakti hasta el minimalista, que pudo contemplar una sesión de grabación en marzo de 1989, describiendo entonces la música del grupo como "una bella contribución al nuevo mundo de la música experimental". El impacto provocó que su inclasificable sello Point Music publicara, ya en los 90, cuatro referencias (una junto al propio Glass) del conjunto brasileño. De hecho, "Mapa" fue el título que inauguró el catálogo de Point Music en 1992.

Marco Antonio Guimaraes fue el líder de este grupo, extinto en la segunda década del siglo XXI. Violonchelista en distintas orquestas, Guimaraes se convirtió además en un apasionado luthier, construyendo desde los 70 numerosos instrumentos musicales ("fabriqué estos instrumentos por influencia de Walter Smetack, un suizo que vivía en Brasil y murió en 1984", contaba) que formaron la base del primer disco de la banda, que decidió reunir junto a varios amigos de la Orquesta Sinfónica de Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais. Uakti nació en 1978 y tres años después, con una cierta fama por sus colaboraciones con Milton Nascimento, se pudo escuchar ese primer álbum, "Oficina instrumental", al que seguirían cada vez más populosos trabajos en Brasil, como "Mapa" en 1989 (publicado por Visom Digital), el mismo que tres años después reeditó Point Music con cambio de portada y diseño. El trabajo, poblado de formas amenas y populares, se abre con "Aluá", y lo que comienza tranquilo, dubitativo, como una presentación de la extraña instrumentación (en este caso marimbas de vidrio y madera y teclados invertidos, sobre las que se superpone una étnica flauta de bambú y la iarra -una guitarra con cuerdas de violonchelo que se toca con arco-), encuentra una sencilla y juguetona melodía a partir del tercer minuto, una tonada amena de aires populares con la introducción del teclado, la roda (un extraño artilugio con manivela y cuerda de acero) y el chori smetano (una especie de violín pensado también como un violonchelo), que muestra igualmente una buena gama percusiva a través de la marimba de vidrio, todo un homenaje a su forma de entender la música que deviene en un acercamiento a formas clásicas. "Dança dos meninos" es el siguiente paso del disco, la versión instrumental de la canción del mismo título, compuesta mano a mano entre Guimaraes y Milton Nascimento, incluida en el álbum de ese último "Yauaretê" (que de hecho, contaba con la colaboración de Uakti); la inauguran cuerdas muy evocativas del estilo pseudocameristico de un grupo mítico como la Penguin Cafe Orchestra (el tema principal es interpretado por el chori antes mencionado), sobre una suave y constante percusión y el añadido de vientos selváticos, tejiendo con gracia y singular elegancia una pequeña sinfonía de tono pastoril acudiendo a ciertos aires barrocos, un conjunto bondadoso muy disfrutable, un viaje a territorios indígenas ausente de riesgos. La percusión, estricta pero coherente, se abre paso con su gran gama de elementos en "Trilobita", construyendo esta rítmica pieza en la que van entrando instrumentos originales como el sino de madera, trilobita (hecho de tubos de PVC), marimba de madera y tambor de agua. "Mapa", la pieza que titula al disco, es una suave danza de aspecto frágil pero fuerza interior, aires clásicos con teclado, marimba de madera, gig (con ocho cuerdas de acero) y flauta uakti (flauta triple, de PVC); sin querer rendirse a la emotividad, la composición es un sentido homenaje a Marco Antonio Peña Araujo, un amigo de los miembros de la banda, fallecido en 1986 (el nombre M.A.P.A. es un acrónimo de las letras en su nombre), que se hace corta, y destaca en el álbum junto a "Dança dos meninos". Acto seguido, la composición larga del album, "A lenda", es una suite que cuenta musicalmente la leyenda del gigante Uakti, combinando momentos ambientales (el comienzo, con tubos de PVC, representa el sonido del viento pasando por los agujeros de su cuerpo) con teclados casi sacros (espléndida atmósfera, basada en un tema del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos), una fase rítmica, amazónica (estrictamente percusiva), y un final bucólico dominado por las flautas, dulcificando el ritmo creciente (con tres melodías originales de los indios Urubu tocadas simultáneamente); su origen fue un encargo del Grupo Corpo, compañía de danza contemporánea de Belo Horizonte, que propuso a Uakti la creación de varias músicas para sus espectáculos, entre ellas esta y las que originaron otros de sus álbumes, "21" y "I ching", así como su colaboración con Philip Glass "Aguas da Amazonia". Para concluir el trabajo, y como añadido especial en la reedición de Point Music, una extraña versión del "Bolero" de Ravel, experimental, interpretada exclusivamente con percusión, en la que encaja perfectamente la frase de Guimaraes: "en general, pienso que lo más importante en estos arreglos, en esta música, es la idea, no necesariamente la melodía, la armonía o ese tipo de factores". Aunque este cierre no sea excesivamente afortunado (el álbum va de más a menos), el conjunto no deja indiferente, dejando un buen poso en el oyente. Marco Antonio Guimaraes, Artur Andrés Ribeiro, Décio De Souza Ramos y Paulo Sérgio Santos eran los miembros del grupo en esta época, y el productor del disco fue Carlos de Andrade. Marco Antonio Guimaraes participa en la composición de todas las canciones ("A luá", Mapa" y "A lenda" en solitario) excepto, logicamente, del "Bolero" de Maurice Ravel, y aparte de los instrumentos construidos por él mismo, también aparecen en el disco otros de los de siempre, como piano, tambores y flautas. 

"Mapa", y en general toda la discografía de Uakti, pasa de ser un sencillo álbum de música, hasta convertirse casi en un museo auditivo de nuevas posibilidades musicales acústicas; mucho se había avanzado en el siglo XX en cuanto a la música electrónica, con nuevas incorporaciones a la gama de instrumentación 'enchufada', pero más complicado era encontrar tan numeroso grupo de avances en el entorno acústico (se puede hablar de Harry Partch, por ejemplo), hasta llegar a la entrada en el negocio musical de Marco Antonio Guimaraes y Uakti. Guimaraes construía de niño sus propios juguetes en el taller de su abuelo, y ya de mayor, fueron los compositores de origen suizo Ernst Widmer y el mencionado Walter Smetak los que influyeron definitivamente en su evolución musical: "En Salvador descubrí que, en el sótano de la Escuela de Música, había un tipo construyendo instrumentos, y fui a saber qué era lo que hacía. Me quedé aturdido. Era el violonchelista Walter Smetak, rodeado por cientos de instrumentos extraños, extremadamente coloridos. Mi vida cambió cuando entré en aquel sótano". La dificultad es grande, pues el trabajo de inventar y construir los instrumentos tiene mucho de investigación, estudiando materiales, estructuras y complementos, y suelen tener problemas de afinación. "Algunas veces me han preguntado: -decía Marco Antonio- ¿Qué tienes en contra de los instrumentos tradicionales, e incluso de los electrónicos? Es lo mismo que preguntarse: habiendo ya tanta música en el mundo, ¿para qué componer?". De Ernst Widmer, mientras tanto, recogió influencias compositivas, la búsqueda de la síntesis entre lo popular y lo clásico, y la importancia de las percusiones. Así, Uakti conjugan elementos sudamericanos, africanos, clásicos europeos, jazz y otro sinfín de influjos ("mis influencias son muy diversas, por ejemplo la música clásica, la brasileña y las músicas del mundo entero"). Las giras internacionales del conjunto incluyeron a España en varias ocasiones, pudiendo comprobar el público in situ lo insólito de su puesta en escena, ya que en sus actuaciones había un importante efecto visual, dadas la novedad y características de los instrumentos, algunos de ellos de grandes dimensiones. La anécdota en nuestro país fue la elección de la canción "Earth", del disco de Point Music "I ching", como sintonía de la Vuelta Ciclista a España de 1994, su momento de mayor proyección internacional.