27.6.16

JULEE CRUISE:
"Floating into the night"

A la sombra del éxito de 'Twin Peaks' afloraron muchas otras series televisivas que exploraban en ambientes oscuros y misteriosos, casi claustrofóbicos, con asesinatos y agentes de la ley incluidos en la trama. Ninguna de ellas exhibía, sin embargo, una música tan inolvidable como la que acompañaba a la exitosa serie de David Lynch, una banda sonora de Angelo Badalamenti publicada convenientemente por Warner Bros. en 1990. Puede resultar curioso que un producto derivado de aquella (o de hecho un germen de la misma, al menos de su BSO), de hecho con algunos retazos incluídos en el soundtrack de la misma, fuera comercializado un año antes: "Floating into the night" era el título del primer disco de una desconocida cantante norteamericana llamada Julee Cruise, que fue apadrinada por Badalamenti y David Lynch desde que estos buscaran una voz especial para la canción de cierre del film de Lynch "Blue velvet": "conocí a Angelo en un musical de Broadway, él era el compositor, me pareció brillante, podía hacer cualquier cosa. Nos seguimos viendo de vez en cuando durante cuatro años y cuando tuvo que hacer la banda sonora de 'Blue velvet' me llamó porque necesitaba a alguien para cantar la canción 'Mysteries of love'. Conocí a David Lynch para conseguir el puesto y le encantó mi voz". Así comenzó la historia, Lynch y Badalamenti le propusieron escribir para su voz, y el primer paso fue "Mysteries of love", anticipando el tipo de sonido que iba a estar presente en "Floating into the night", que puso a la venta Warner Bros. en 1989.

La colaboración de estos tres grandes nombres fue muy fructífera, Badalamenti se encargaba de componer la música (la parte más creativa), Lynch escribía las letras y Cruise las interpretaba ("las letras, aun siendo muy románticas, creo que son simplemente lo que sale de la oscuridad", dijo). El resultado es delicioso, diez canciones con vida propia envueltas en una atmósfera oscura. "Floating" es un inicio sencillo y de muy bella factura que provoca, efectivamente, una sensación ingrávida, atmosférica, con su breve y tremendamente efectiva sucesión de cinco notas. Mayores visiones vienen a nuestra cabeza con el segundo corte, de título "Falling", que no es sino la versión cantada del esplendoroso tema principal de "Twin Peaks", cuyo fantasmal desarrollo la convierte en una obra maestra inolvidable para muchos, una composición influyente que ha sido desde entonces versionada por multitud de músicos y grupos. Otras de las canciones podían escucharse también en la serie, de hecho en la taberna del pueblo se podía ver a la propia Julee Cruise cantándolas: "Into the night" (una deliciosa aunque inquietante balada que esconde un breve y sorpresivo cambio de ritmo para llamar la atención del oyente), "The nightingale" (otra dulce balada muy asequible que ambientaba determinadas escenas de la serie), y "The world spins" (ejemplo de pop ambiental y envolvente que concluye el álbum). El resto del disco no perdía la cara a la emoción y el misterio, "I remember" presentaba un saxo rotundo que la podía acomodar en un jazz ambiental, mientras que su final onírico estaba más que acorde con la imaginería de David Lynch, "I float alone" parecía seguir la estela de "Floating", y "The swan" entraba en un terreno más adormecido. Restan por comentar sin embargo dos composiciones más importantes: la serena "Mysteries of love" es la misma canción que cerraba "Blue velvet", buscando la emocionante ambientalidad de "Song to the siren" (Badalamenti y Lynch quisieron incluir realmente la versión de This Mortal Coil de esta gran canción de Tim Buckley, pero no llegaron a un acuerdo sobre los derechos), sin llegar lógicamente a su altura pero alcanzando un cierto nivel, suficiente para ser un tema versionado también por artistas importantes como Antony and the Johnsons. Concluyendo, y teniendo en cuenta que "Falling" fue el indiscutible primer sencillo del disco (acompañada por "Theme From Twin Peaks (Instrumental)" en el single y también "Floating" en el maxi), el segundo puesto de promoción lo ocupó (junto a "The world spins" y -en alguna edición- "Mysteries of love") "Rockin' back inside my heart", bonita pieza de fácil radiodifusión que presentaba un ritmo popero muy pegadizo, consiguiendo sonar a otra época, a canción de jukebox, y es que su conexión con 'Twin Peaks' hace que ésta sea una música con ecos del pasado y un cierto poso de soledad y melancolía. De hecho, hay una sensualidad extraña, algo así como una insólita fatalidad en la voz de esta mujer, que la hace ser ideal para las atmósferas filmadas por David Lynch. En 1990 se puso a la venta una película corta y vanguardista de Lynch titulada "Industrial Symphony No. 1: El sueño del corazón roto"; como en el film de ese mismo año del mismo director "Corazón salvaje", sus protagonistas eran Nicolas Cage y Laura Dern, mientras en que la parte musical se recogían cuatro canciones de "Floating into the night", en concreto "I float alone", "Into the night", "Rockin' back inside my heart" y "The world spins".

Julee, que destacaba notablemente en cuestiones musicales desde pequeña, estudió orquestación y cuerno francés en el conservatorio. Fue su voz, sin embargo, lo que logró camuflar entre el hechizo que desprendían 'Twin Peaks' y sus personajes, con una interpretación etérea y soñadora, baladas acertadas con gran dosis de ambientalidad que difuminaban imágenes contingentes, envueltas en tupidas brumas de la américa profunda. 'Twin Peaks' fue el detonante que catapultó al álbum en las listas de ventas, las 40.000 copias vendidas en los EEUU en 1989 se convirtieron en 250.000 con el estreno de la serie en 1990, mientras la propia banda sonora de 'Twin Peaks' lograba incluso mejores cifras. En España, la BSO de "Twin Peaks" llegó al número 3, pero "Floating into the night" no logró entrar en listas. Aun manteniendo el mismo plantel (Badalamenti, Lynch, Cruise), el siguiente plástico firmado por la vocalista, "The voice of love", no era tan afortunado, especialmente por la ausencia de alguna canción verdaderamente especial, de esas que en "Floating into the night" sobraban. Sí que seguía intacta la angelical presencia de las cuerdas vocales de la intérprete de Iowa, si bien su nombre y el recuerdo del misterioso pueblo de Laura Palmer no bastaron para que el trabajo calase y despuntase en radios y ventas, y es que el embrujo de 'Twin Peaks' ya no estaba presente en sus notas. A partir de ahí, Badalamenti desapareció de los discos de la cantante, en cuya tercera entrega ("The art of being a girl", 2002) aparecía oculto, no acreditado, el tema de 'Twin Peaks' "Falling".

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2.6.16

OLAFUR ARNALDS:
"Eulogy for evolution"

Con poco más de 330.000 habitantes (un lejano puesto 181 del ranking), Islandia es sin embargo un país de una efervescencia musical extraordinaria, cuantitativa y calitativamente muy por encima que docenas de los que le preceden en dicha lista. Bjork, Sigur Ros, Amiina, Johann Johannsson o Valgeir Sigurdsson son algunos de los nombres más destacados entre los que combinan con sobrada pericia folclore, rock, clasicismo y electrónica, sin embargo desde mediados de la primera década de la nueva centuria cobró gran protagonismo el joven teclista, guitarrista y batería Olafur Arnalds, una figura emergente que iba más allá de las etiquetas en las que pudiera verse inmerso, post-rock neoclásico, indie clásico, postminimalismo, experimentación o el hardcore de sus inicios. Piano, cuerdas y una sutil electrónica eran la base de sus proyectos, cuya primera y sonora entrega vio la luz en 2007 bajo el título de "Eulogy for evolution" y el auspicio de la sublime compañía independiente londinense Erased Tapes Records. El primer prensaje se limitó a 500 copias, y un (necesario) segundo a 1500 ejemplares.

La irrupción de este artista no pudo ser más prometedora, de hecho Olafur dio el salto en solitario el mismo año 2007 en que Robert Raths fundara Erased Tapes, convirtiéndose de lleno en uno de sus artistas de cabecera junto a otras jóvenes promesas que llegarían en años sucesivos, como Peter Broderick, Nils Frahm, o grupos como A winged victory for the sullen (formado por Dustin O'Halloran y Adam Wiltzie). "Eulogy for evolution" es un trabajo de gran sentimiento, intenso y maduro para ser el primer capítulo en la discografía de un joven de 20 años. La obra representa el paso de la vida y sus títulos son sólo los tiempos de la misma: "El álbum está inspirado por la muerte de un familiar cercano, lo que me afectó bastante, y el nacimiento de su nieto poco tiempo después. Esto me hizo pensar sobre la evolución de la vida y cómo siempre que sucede algo malo significa el comienzo de algo nuevo". Trascendental de base, también el cine era una influencia para el músico, así como otros grupos de diversos estilos y artistas del mundo clásico como Max Richter, Shostakovich, Bach o Chopin. Richter es sin duda el nombre a recordar en mayor medida a la hora de comentar este impoluto debut, aunque en determinados momentos pueden aflorar otros, como los de sus compatriotas Sigur Ros y Johann Johannsson, sin olvidar su ubicación por parte de la crítica en el ambiente indie, el verdadero punto de partida de un álbum que fue modelándose poco a poco, unas veces con ideas predefinidas y otras simplemente improvisando. En este crossover moderno-clásico, un cuarteto de cuerda (chelo, viola y dos violines) acapara el protagonismo en gran medida en cada uno de los ocho cortes que presenta la obra, para la que Arnalds interpreta piano, bajo, guitarra, órgano, melódica y percusión (Olafur tocaba la batería en el grupo de hardcore Fighting Shit). Tras la furibunda entradilla y una llevadera tonada de piano (en este tema lo ejecuta Dagny Arnalds, prima de Olafur y hermana de la cantautora Olof Arnalds, otra famosa en la familia), se alza majestuosa en "0040" la rutilante melodía de cuerdas (de clara tendencia islandesa, aunque él se encargue de recalcar que en Islandia hay mucho más que lo que se escucha fuera), que volverá a aparecer engalanada en el tercer corte, "0952", de forma algo más tranquila, recordando a ciertos momentos ambientales del delicioso "IBM 1401, A user's manual" del mencionado Johannsson. Sin deslumbrar tanto, "0048_0729" ejerce un calmado poderío ambiental, mientras que "1440" agrada y embelesa con su aire meditativo, paseante, con un piano dominante y deliciosamente austero. Piano y violín se bastan para contar historias cercanas, como "1953", con matices que van del entusiasmo al enfado, manteniendo con coherencia y prístina nitidez el concepto que da alma al disco. Esa cuidada languidez se deshace -y es una ruptura aceptada y en absoluto desafiante- en la segunda mitad de "3055" cuando, tras un comienzo decididamente ambiental, Olafur acaba desmelenado, un final contundente y expeditivo en el que brilla la gozosa percusión. Ese sexto corte fue seleccionado como presentación del álbum y contó con su propio video-clip oficial, sin embargo es el siguiente el que podría considerarse como corte estrella del álbum, un "3326" eufórico y vehemente en una dramática sección de cuerdas que suena sospechosamente (¿homenaje tal vez?) al genial "Sur le fil" que grabara diez años atrás el francés Yann Tiersen. Acto seguido, "3704_3837" es un corto final con inclasificable delirio caótico incluido. A falta de interactuar con la electrónica (lo que felizmente ocurrirá poco después de este trabajo), melodías abstractas buscan la interioridad, sin evocar necesariamente bellos paisajes y sentimientos puros, pero aun así, a su manera, personalizando la belleza del paso de los días, la emoción del nacimiento, la infancia (teclas más juguetonas en las primeras canciones), la adolescencia (con su rebeldía), la madurez y el inevitable final. Jónas Valtýsson es el diseñador gráfico del álbum, un diseño repleto de retazos de una vida imaginaria y de fotografías de Stuart Bailes, las fotos de pequeños viajes por Islandia, "fotos de personas, lugares y cosas que pensamos que significaban algo para nosotros; una década después escribía: "Desde entonces, los niños han crecido, la fiesta se ha despejado, el fuego ha sido reemplazado y las montañas se han movido, pero las fotos siguen siendo las mismas. Es sorprendente cómo algunos recuerdos sobresalen como una piedra blanca en una playa negra, y afortunadamente estos estarán conmigo para siempre".

Por su inventiva postminimalista, su facilidad para conectar con un público joven y sus conexiones con otras figuras despuntantes en los primeros años del siglo XXI, la figura de Olafur Arnalds es actualmente de segura admiración, siempre que se busque una propuesta original y atractiva. Hablar de este álbum es hacerlo del sólido comienzo de una carrera gozosa y autentica, que ha evolucionado por caminos de obligado seguimiento, y es que en "Eulogy for evolution", Arnalds cruza con aparente facilidad la línea esencial entre lo difuso y lo sencillamente genial. El pensativo piano marca el camino, en un envoltorio académico con desarrollos pausados y ambientes recogidos. Las cuerdas enbellecen notablemente, aportando sin estridencias el descaro, buscando e incluso encontrando en ocasiones la melodía indistinguible, el chispazo mágico. Diez años después del lanzamiento del álbum, en 2017, Robert Raths (fundador de Erased Tapes) le ofreció a Olafur Arnalds la posibilidad de publicar una edición de aniversario, que llegó con distinta portada y diseño, remezclada por el propio Olafur y remasterizada por Nils Frahm. Sobre este "Eulogy for evolution 2017" hablaba así Arnalds: "Pasé un par de semanas en algún tipo de máquina del tiempo, abriendo y trabajando en grabaciones de hace 12 años. Había ruido en los micrófonos, algunos canales parecían silenciados accidentalmente, pero a veces me encontraba admirando lo que mi yo adolescente era capaz de hacer. Fue de alguna manera encantador. Bueno, casi todo. Así que arreglé las cosas que no lo eran antes de enviarlo a Nils Frahm para remasterizar". De este modo se puede disfrutar mejor este 'trabajo de adolescente', absolutamente esencial.