15.11.16

EDGAR FROESE:
"Aqua"

La llegada de los sintetizadores a cualquier producción musical acercó la electrónica a todo tipo de estilos, desde el pop o el rock hasta la copla o la música tradicional. No se podía olvidar la labor de los pioneros en la implantación de la tecnología electrónica analógica en la música popular grabada, grandes creadores e intérpretes que se movían grácilmente entre sintetizadores como Vangelis o Jarre entre los solistas, Moroder en el territorio de la música disco o Kraftwerk entre las grandes e influyentes bandas. Tal vez más minoritarios entre el gran público, pero en la misma línea de importancia (si no en un plano superior), estén los nombres de Isao Tomita, Walter Carlos, Klaus Schulze o Edgar Froese, fundador de la banda Tangerine Dream, a la que lideró hasta su muerte. Si enorme fue el prestigio y la influencia de este conjunto electrónico, no menos lo fueron los de su líder. Nacido en Prusia Oriental en 1944, este activo sintesista alemán estudió bellas artes como otros grandes nombres del rock y la electrónica (Lennon, Bowie, Eno, Sakamoto...), y encontró su gran inspiración en la surrealista obra de Salvador Dalí, al que llegó a conocer en el verano de 1966 en su casa de Cadaqués, ya que el extravagante pintor invitó a su grupo (por entonces The Ones) a tocar en el patio de su villa. No sería esa su primera visita en busca de iluminación, y realmente, a partir de ahí su música comenzó a sonar tan estrambótica como esos cuadros extraños y simbólicos del genial artista de Figueras. Froese -que también admiraba a músicos contemporáneos como Ligeti o Xenakis- y su futura banda vencieron y convencieron en su faceta de pioneros de los avances tecnológicos aplicados a la música, dando un paso más allá del krautrock para desarrollar viajes cósmicos en los que dejarse atrapar, como los de sus primeros álbumes de los conocidos como Pink Years, "Zeit" o "Atem", o sus superventas de los Virgin Years, "Phaedra", "Rubycon" o "Stratosfear".

El mismo año del despegue popular con "Phaedra", 1974, llegó la primera obra en solitario de Froese, "Aqua", publicada también por Virgin Records. Explorando en las nuevas tecnologías, la grabación de "Phaedra" había culminado dando casi palos de ciego, y esa experiencia fue fundamental para que el camino que llegara hasta "Aqua" estuviera un poco más despejado. Esta es sin duda la obra mas mítica del teclista, por ser la primera, por contar con la colaboración de Christopher Franke -tocó el Moog en el tema "NGC 891"- y por publicarse en un gran momento de la banda, el de la aceptación popular de la mano de Virgin. Froese encontró en "Aqua" el camino de expresión idóneo para su excéntrica personalidad, y este trabajo, de hecho, no difiere mucho de "Phaedra", su irreal desarrollo es bastante similar, es difícil dirimir cual de los dos trabajos que prácticamente coexisten en el tiempo es mejor, ambos se sostienen en un mundo abstracto de secuencias, brumas y atmósferas, claras o oscuras, cósmicas o acuáticas. Otro importante músico cósmico de Virgin y 'competidor' de Froese, el también alemán Klaus Schulze, ya había publicado varios discos en solitario desde su fugaz paso por los primeros Tangerine Dream, así que Froese ya había esperado demasiado para dar ese paso adelante y recompensar a sus seguidores y a su propio ego. En este acuoso álbum, el artista alemán se lanza a la experimentación y transmite sensaciones que parecen provenir del interior de los cuadros de Dalí. Comienza con el título homónimo, una larga pieza de 17 minutos plena de cacofónicos efectos sonoros de la época, no todos acuáticos, revistiendo una textura sintética que refleja una gran fluidez. ¿Se puede denominar música a esta sucesión de sonidos que intentan explorar la faceta más atmosférica de la música electrónica de la época? Tal vez más desde una perspectiva artística que puramente musical, pero el debate sería largo. La aparente ausencia de estructura no limita su capacidad de evocación y una fenomenal ambientalidad, el intento de cordura melódica en cortes como "Panorphelia" se agradece en tanto que se queda en eso, un intento, un planteamiento alterado por un cierto caotismo sintético, sobre un fantasmal segundo plano que ayuda a ensuciar tan atractivamente una pieza onírica, surreal, pero en absoluto fría o insana. En efecto, "Panorphelia" presenta una buena cadencia sintética repetitiva, de capacidad hipnótica, y una acertada melodía más animada, algo distópica pero muy profunda y atrayente, que destapa un poco el velo atmosférico y aporta un tono algo más comercial, dejando a la par un poso verdaderamente inquietante. "NGC 891", que combina con varias subidas y bajadas las dos facetas planteadas anteriormente -la efectista y otra algo más melódica-, es un capricho fantasmal, como escrito para un tránsito, una ECM (experiencia cercana a la muerte), por su carácter ignoto. Bien podría ser la banda sonora para su propio viaje, cuarenta años años después. "Upland" es, como "Panorphelia", algo mas asequible en su falsa cordura, el intento melódico del órgano, sobre fondo burbujeante, se acopla a la psicodelia imperante de forma tan eficaz como lo haría en una película de ciencia ficción de serie b. Nada en este disco es lúcido, Froese no pretende agradar tan fácilmente como sucede en algunos de sus trabajos posteriores, que aunque de forma algo oscura o no tan directa, acaban optando por la melodía rutilante. Dos mezclas diferentes de "Aqua" fueron puestas a la venta ese año 1974, la aquí comentada de Virgin Records, y otra para Alemania -el país de Froese, donde nunca gozó del éxito que sí obtuvo en otros países- por parte de Brain Records, con portada ligeramente distinta. También diferente fue la portada, el diseño gráfico (muy completo y exuberante) e incluso el título ("Aqua II") de una edición francesa especial de 1984 que pretendía promocionar un nuevo sistema multiterminal; en ella se destacaba que la música de Edgar Froese lograba crear estructuras nuevas, nunca antes conocidas, sonidos diferentes, monumentos a la gloria de la más sofisticada tecnología. Su primera edición en CD llegó en 1990 por medio de Virgin. En 2005, y como ya sucediera con otros álbumes de Tangerine Dream, el sello de Froese, Eastgate, publicó una regrabación de la obra, con portada, duraciones y sonido diferentes. Al margen de otras inclusiones en recopilatorios del propio Froese o más heterogéneos, el álbum íntegro fue rescatado -de igual manera que la discografía en Virgin de Tangerine Dream- en la caja de 4 CDs "Solo (1974 - 1983). The Virgin Years" junto al tema "NGC 891 (Alternate Version)" y otros trabajos de la época del músico alemán, convenientemente remasterizados.

"Aqua" fue grabado con un novedoso sistema denominado Kunstkopf, una técnica binaural para intentar conseguir un sonido envolvente, utilizando micrófonos tal y como perciben el sonido nuestros oídos. El problema, como con la cuadrafonía (también de moda en la época), fue que se precisaba un sistema de altavoces especiales para sentir dicha experiencia auditiva. En el ineluctable avance electrónico, era necesario estar a la última, la tecnología sé iba superando día a día, cada novedad pisaba a la anterior y lo hacía con tan sólo meses de diferencia, así que en estos avispados músicos se podían encontrar diferencias sustanciales entre un disco y el siguiente. En 1974, por ejemplo, el secuenciador era muy rudimentario, así que los ritmos prolongados que actuaban como mantras electrónicos en posteriores álbumes de Tangerine Dream como "Ricochet" o "Stratosfear", eran pre-sustituidos por ambientes sintéticos plenos de misterio y efectismo, avanzadillas psicodelicas de futuros éxitos de la música cósmica. El más claro ejemplo en "Aqua" es "Panorphelia", corte meditativo que esconde a la par un pulso movido e inquietante. No era ahí tan grande el aporte efectista como en el corte homónimo, sucesión de sonidos de los que Froese supo sacar provecho cual Frankenstein. La parafernalia musical de Edgar Froese es a ratos irresistible y a ratos desesperante, incluso ambos adjetivos pueden coexistir en una misma pieza, si bien fue en sus primeros álbumes en solitario donde más se dejaba llevar por ambientes lisérgicos de inventivas electrónicas, como en esta obra primeriza, atractiva y estimulante de título "Aqua", a la que siguió otro trabajo altamente interesante, "Epsilon in Malaysian Pale", de tendencias étnicas y suaves matices aflautados en una primera parte relajante, consecuencia de sus viajes y giras por el sureste asiático y Australia.

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