20.6.12

INTERIOR:
"Interior"

Si por lo general es difícil hablar de ciertos estilos musicales y distinguir entre ellos, en el mundo de la electrónica son especialmente numerosas las confluencias y confusiones entre géneros. El techno o tecno, por ejemplo, puede ser equiparado sin ninguna lógica comparativa, con el dance, sólo por estar interpretados con instrumentos electrónicos. Electro, synth-pop o tecno-pop serían aproximaciones a un tipo de música rítmica pero elegante cuyo origen se remonta a los sempiternos Kraftwerk o al propio Jean Michel Jarre. En su camino global, esta tendencia encontró un lógico acomodo en el moderno Japón a través de la Yellow Magic Orchestra, banda venerada en la que comenzó a despuntar Ryuichi Sakamoto. Fue precisamente otro miembro de la YMO, Haruomi Hosono, el productor de un impoluto grupo llamado Interior, que llegó a formar parte a mediados de los 80 de la nómina de Windham Hill, acogiendo así este sello norteamericano de mayoritaria tendencia acústica su primera propuesta verdaderamente electrónica.

La historia de Interior comienza en 1982 con su primer plástico, de original título "Interior", publicado en cassette y vinilo por Yen Records (división de Alfa Records), una edición de portada con motivos geométricos y en blanco y negro que contenía 10 cortes, y que no contó con su correspondiente edición en CD hasta 1996. En 1983 Yen Records publica "Yen Manifold vol.1" con temas de Ueno, Testpattern, y cuatro nuevas composiciones de Interior, esta vez con la producción de un miembro del grupo, Daisuke Hinata. Consta en este recopilatorio la primera aparición de la mejor composición del conjunto, "Hot beach", de la que hablaremos luego, y la curiosidad de un tema cantado, "Hawks", junto a "Miracle" y una muy rítmica "D.T.T.", con sonido de saxo y un aire muy del estilo de Windham Hill, que da que pensar en si por casualidad se fijaría Will Ackerman en este recopilatorio. Fuera así, por mediación de Haruomi Hosono o por cualquier otra circunstancia, el caso es que en 1985, la compañía californiana decidió introducir al grupo japonés en los Estados Unidos, y lo hizo con una edición convenientemente arreglada de su disco original, el titulado simplemente "Interior". El lavado de cara fue bastante pronunciado, comenzando con la portada -un poético y futurista juego de luces y sombras en una habitación diáfana-, y continuando con las canciones presentadas, un listado reducido a 9 cortes (se eliminó "N.F.G." y se dió la simpática sustición de "Cold beach" por "Hot beach" -una playa fría por otra caliente-, un buen cambio ya que "Cold beach" era tan sólo una 'fría' sucesión de efectos, nada que ver con "Hot beach"), con mezclas diferentes de los mismos y de nuevo la buena producción de Haruomi Hosono -a excepción de "Hot beach", que ya en "Yen Manifold vol.1" estaba producido por Daisuke Hinata-. Una de las mayores curiosidades del trabajo vino provocada por el error en algunas ediciones del mismo, que denominaban a la banda y al propio disco "Interiors". Como queriendo afianzar el componente artístico de sus lanzamientos, a mediados de los años 80 las ediciones en vinilo de Windham Hill incluían en el interior de cada elepé una lámina con la reproducción de la portada del mismo; "Interior" fue uno de esos casos, y efectivamente la curiosa portada, fotografía del prestigioso fotógrafo Lorie Novak, tuvo su correspondiente lámina. Los cuatro componentes, en cuya foto de contraportada parecen realizar un homenaje a Kraftwerk, eran Eiki Nonaka (a las cuerdas sintetizadas), Mitsuru Sawamura (teclados, saxo), Tsukasa Betto (percusiones) y Daisuke Hinata (teclados, piano), siendo este último el autor de las mejores composiciones del álbum y el miembro más destacado del mismo en sus trayectorias posteriores. Una de ellas es "Technobose", que abre el trabajo de manera muy rítmica y animada, con efectos sonoros que rompen la constante melodía, adornada también por una robótica percusión. Vientos y cuerdas sintéticas avanzan una agraciada aunque algo monótona melodía tecno-pop en "Giant steps", mientras que "Flamengo" es mucho más calmada, en un intento más ambiental. Sawamura, el intérprete del saxo, aporta al conjunto cuatro composiciones muy cortas, poco profundas y de desarrollos lineales, aunque se aprecian detalles de interés en la percusión y sencilla melodía de "Timeless", los bucles entrelazados de "Luft" o un final relajante de título "Park". La escasa duración de la mayoría de los cortes provoca que "Interior" contenga un rácano bagaje musical de poco más de media hora, y que composiciones como "Ascending", con su juego de cuerdas y vientos, requiriera un desarrollo de mayor duración. Así quedó sin embargo el álbum, del que resta destacar la mencionada "Hot beach", sugerente composición de completa instrumentación y melodía efectiva y sensual, que plasma perfectamente los soleados deseos de vacaciones estivales, y que bien pudiera haber acompañado las tórridas imágenes de una serie como "Los vigilantes de la playa", si ésta hubiese coincidido en el tiempo con el grupo nipón. Para escuchar un cálido y esplendoroso día, sentados en la arena, con el rumor de las olas de fondo. "Hot beach" fue incluído en varios recopilatorios del sello Windham Hill, entre ellos "Windham Hill Records Sampler '86", un álbum nominado al premio grammy en la categoría new age en 1986 -que acabó ganando Andreas Vollenweider con "Down to the moon"-, razón por la que se suele hablar de Daisuke Hinata como un artista nominado al grammy, lo cual es sólo cierto en parte. En 1987, Windham Hill publicó un segundo álbum de Interior, un "Design" de también corta duración y ritmos y desarrollos tecnificados y ambientales, como en "Interior" pero sin ese par de temas destacados que le otorgaban a aquel su chispa especial. La mayoría de los críticos (todos en realidad) se olvidan de Interior en sus aproximaciones a la música electrónica japonesa, un país que a pesar de estar tan tecnificado, prefirió acoger a los grupos electrónicos anglosajones más que producir éxitos propios -con la excepción de la mencionada YMO-, aunque tal vez simplemente no supo realizarlos, decantándose por maravillosos paisajes bucólicos más acordes con la filosofía oriental (y con el espíritu de las Nuevas Músicas) como los de Himekami o Kitaro.

En 1987, Windham Hill presentó "Soul of the machine", una compilación de sus artistas electrónicos con el subtítulo 'The Windham Hill sampler of new electronic music', si bien se trataba de una aproximación realmente suave a este género merced a músicos que combinaban instrumentos acústicos con sintetizadores y alguna percusión electrónica, entre los que destacaban los nombres de Colin Chin (curiosamente su aportación, "Ayers rock", se publicó años después en Narada, incluída en el álbum "Intruding on a silence"), Tim Story o Schönherz y Scott. Resulta extraño que Interior no tuviera su hueco en esta recopilación, aunque posiblemente Will Ackerman y Dawn Atkinson consideraron al estilo de banda japonesa demasiado avanzado para la sutil propuesta de "Soul of the machine". Sin embargo cabe reseñar que "Hot beach" o "Technobose", con su primigenio despliegue de sintetizadores, resulta más interesante que la generalidad del mencionado sampler, algo pobre en contenido. Al menos Interior fue un grupo valiente y decidido a expresar sus emociones a través de la frialdad de unos teclados que, en definitiva, acogieron ritmos y melodías en un curioso intento de cambiar la forma de crear música. Aunque agradable y por momentos interesante, la sencillez e ingenuidad de su tecno-pop primitivo no llegó, evidentemente, a más, ni igualó la fama de la Yellow Magic Orchestra, ni abanderó un movimiento regenerador en una compañía, Windham Hill, que ya dejó claro en "Soul of the machine" y su siguiente singladura que sus intereses musicales eran mucho más artesanos y centrados en la acústica con la que nació y creció. Aún así, "Interior" y "Design" no fueron errores sino aportaciones que garantizaban buenos momentos de armonías extrañas y cadencias excitantes.

7.6.12

NILS FRAHM:
"Wintermusik"

Con etiquetas como new age y chill out a la baja, la música instrumental de mediados de la primera década del siglo XXI bebía de fuentes que se acercaban por igual a la música electrónica como a la contemporánea, originando términos ambiguos como downtempo, classical crossover o postminimalismo. Entre etiquetas como esas y el manido ambient, el aluvión de jóvenes genios que usando el piano como principal vehículo de expresión, han construído un lenguaje musical actual y avanzado, ha sido difícil de seguir en los últimos años. Pianistas clásicos y vanguardia europea pueden ser el origen de estas ensoñaciones en las que podemos encontrar, entre otros, a Peter Broderick, Lubomyr Melnyk, Olafur Arnalds o Nils Frahm, todos ellos en la nómina de Erased Tapes Records, la eficiente compañía independiente con sede en Londres fundada por Robert Rath en 2007, que ha recibido grandes elogios entre la crítica por el prometedor desenfado de sus artistas, alguno de los cuales -especialmente Frahm y Arnalds- han alcanzado un extraordinario estatus en el panorama musical mundial.

Nacido en 1982, Nils Frahm tomó desde muy pequeño clases de piano con Nahum Brodski, que logró inculcar en su discípulo alemán la pasión por este completo instrumento. Frahm montó su propio estudio de grabación en Berlín, de nombre Durton Studio, en el cual comenzó a crear su particular lenguaje musical. En 2007 decidió hacerle un regalo navideño distinto a sus familiares y amigos, y su obsequio no fue otro que un disco muy personal, un CD grabado con tres composiciones muy delicadas y melancólicas. La calidad del mismo hizo que acabara viendo la luz, pues en 2009 la curiosa compañía berlinesa Sonic Pieces, caracterizada por realizar a mano sus packagings, realizó una tirada de 333 copias numeradas de ese disco, que acabó titulándose "Wintermusik". Esa pequeña edición de coleccionista tuvo una afortunada reedición de 500 copias, y otra ya definitiva, la que podemos encontrar en la actualidad en la mencionada Erased Tapes Records, en CD y vinilo. La portada, tal vez artística, tal vez definitivamente sosa, deriva de la primera edición en Sonic Pieces, cuyos discos tienen parecidos y sencillos diseños. Frahm se muestra lacónico, en una duración total de treinta minutos, pero generoso en sus sentimientos y tierno en sus melodías tranquilas y familiares. Con enorme solvencia y una sobria elegancia que recuerda a Dustin O'Halloran (que aunque no ha grabado ningún disco junto a Nils, sí que han tocado juntos en alguna gira), este jovén teutón pasea su aguda simpleza a lo largo de tres composiciones, una de ellas, eso sí, de casi 18 minutos de duración. "Wintermusik" es un pacífico ensayo de exquisita escucha realizado con tres únicos instrumentos de teclado, el piano y los órganos celeste y reed, que pueden llegar a sonar como una suave percusión de campanas (o como un glockenspiel, incluso una caja de música) el primero, y como un melancólico acordeón el segundo, otorgando sutiles coloridos a las piezas. Que "Wintermusik" fuese creado en dos días demuestra la capacidad de Frahm, este instintivo músico plasma un ritmo regular en los tres cortes del álbum, comenzando por "Ambre", pequeña delicia de emociones contrapuestas, a la vez alegre y melancólica, pero sin duda de sublime hermosura, que parece haber sido escrita un siglo antes. Sorprende que alguien tan joven sea capaz de crear algo tan maduro y bello a la vez. "Nue", que empieza como una delicada caja de música, es una pieza relativamente larga en un juego minimalista al piano tan apasionante que se puede hacer realmente corta, rezumando a su vez una ambientalidad folclórica personificada en ese falso acordeón (reed organ o armonio) que aporta su triste cadencia al melancólico tono general; comparten ambos el protagonismo con el sonido de campanillas del celeste organ, que aporta por igual un componente melódico como percusivo. También en "Tristana" se escuchan esos instrumentos añadidos, compartiendo protagonismo con el piano en este corte largo y ensoñador que esconde en su tintineante melodía un aire navideño que la hace más cercana a la temática de la obra. Las primeras maquetas de Frahm se nutrían de experimentos sónicos por lo general afables, atrevidos, revelando cuanto menos un espíritu inquieto ("Streichelfisch" presentaba momentos originales), pero el de "Wintermusik" es un Frahm contenido, del que solo se adivina su potencial. Tres paseos complacientes pero no acomodados, de la mano del piano, conforman un trabajo sencillo de gozoso disfrute que presentó al gran público a un músico que iba a decir mucho en los siguientes años, cuando su trabajo se hiciera más consistente y estudiado.

Aparte de la numeración en la primera edición, sólo una cosa diferencia las ediciones de "Wintermusik" en Sonic Pieces y en Erased Tapes Records, ya que el orden de los temas en la primera es 'Ambre/Tristana/Nue' y en la segunda es 'Ambre/Nue/Tristana'. Como buen obsequio privado, aunque utilizado al final (y para nuestra fortuna) de manera pública, es evidente que no es éste un álbum de especial repercusión mediática (al menos en el círculo contemporáneo), de melodías recordadas ni, por supuesto, de ventas millonarias, pero la vitalidad y la frescura de su propuesta merece la pena ser degustada por los que no ponen barreras a la emoción, por un público que, en su minoría, sienta las bases de un disfrute directo y personal, en un pensamiento de que discos como éste están hechos exclusivamente para ellos.