18.6.13

CLOGS:
"Lantern"

A pesar de su juventud, Simon Reynolds es un reputado crítico londinense de música electrónica que, en 1994, utilizó por primera vez el término post-rock para referirse a un tipo de música en su mayoría sin el uso de voces, que utiliza la instrumentación más típica de una banda de rock para desarrollar una música alejada de los convencionalismos del mismo. El jazz, el folk o la música clásica son algunos de los elementos que se suelen combinar en este estilo controvertido por lo ambiguo de su definición, ya que instrumentos de viento o cuerda poco usuales en las radiofórmulas acaban siendo tan protagonistas en sus propuestas como guitarra, teclados o batería. Aún así, nombres como Sigur Rós, Mogwai o Raichel's se adhieren perfectamente al mismo, así como una banda de orígenes australianos y estadounidenses que ha acaparado grandes críticas en su próspera evolución desde su creación a finales de los 90 en la Yale School of Music. Padma Newsome (una especie de líder natural, por su mayor edad y variada experiencia -rock de cámara, música india, corales y orquestas sinfónicas-), Bryce Dessner (proveniente del mundo del rock), Rachael Elliott (del jazz) y Thomas Kozumplik (de la fusión) son las cuatro caras de Clogs, una de las grandes sensaciones sonoras del comienzo de centuria por su generoso eclecticismo y una espontaneidad que crece evitando realmente cualquier tipo de clasificación o encasillamiento.

Extravagantes, deliciosamente extraños, paladear la música de este grupo es como comer con los ojos cerrados sin saber qué es lo que nos van a ofrecer en el menú, si vamos a paladear dulzura o salazón, delicia o amargura. Su propuesta pasa del clasicismo a la experimentación en cuestión de minutos, pero posee además parte de esa característica irónica que caracterizaba, sin ir más lejos, a la excelsa e idolatrada Penguin Cafe Orchestra. Aun sin el genio de Simon Jeffes, Clogs también merecen la consideración y revisión de una obra de cierta dificultad pero reconfortante alegría, ya sea con un mayor espíritu improvisatorio ("Thom's night out"), afán experimental ("Lullaby for Sue") o tendiendo hacia un minimalismo muy melódico ("Sticks music"), tres álbumes de aprendizaje que acabaron por dar paso a la primera demostración auténtica del grupo, un disco de título "Lantern" publicado por el sello neoyorquino Brassland en 2006 en el que confluye lo mejor de sus ideas anteriores, una combinación de ritmo y ambiente con toques folclóricos y un suave jazz, más centrado en la melodía, en la busqueda de formas concretas, sin olvidar el contexto neoclásico del que han salido sus miembros, que componen en su mayoría en sesiones de improvisación en los ensayos. Padma (viola, violín, melódica, piano, voz), Bryce (guitarra, ukelele), Rachael (oboe, melódica) y Thomas (percusión) conforman un cuarteto plenamente conjuntado que no recurre a la electrónica, no necesitan captar la atención con parafernalias artificiales, sólo matizan sus partituras con una visión más lejana de lo que impone el papel, vistiéndolas de viajes, de colores, de guiños populares, de juegos con el oyente, de puertas abiertas a otros tiempos. Por ejemplo, el propio comienzo de sones populares, "Kapsburger", se remonta al siglo XVII, concretamente al compositor alemán Johann Hieronymus Kapsberger que, interpretado por la colaboración de Luca Tarantino a la guitarra barroca, avanza el tono vanguardista del disco y comienza a evocar claramente a la Penguin Cafe Orchestra (también en la ironía del juego de palabras con el apellido del músico en el título), que vuelve a ser gratamente recordada con el ukelele de "Tides of Washington Bridge". "Canon" presenta una cadencia serena de espíritu académico y el sonido ambiental de la melódica (parecido al de un acordeón) en una pieza ambigua, extraña y a la vez familiar, cercana. Atrayente y en cierto modo hipnótica, su percusión evidente supone mejorar puntualmente el papel de Thomas Kozumplik en el conjunto de la banda, con ella la música fluye con una mayor normalidad, sin tener realmente este disco nada de normal. En uno de los cortes más destacados, "5/4", melodías rápidas de violín otorgan un toque de ritmo muy popular y verdaderamente cálido, cercano a un jazz suave y asequible, mientras que "Death and the Maiden" presenta las dos caras en la misma pieza, un comienzo calmado, como una nana dominada por las cuerdas, que torna rápido, incluso caótico, a la mitad. "2/3/5" es más ambiental, algo experimental en el desborde de instrumentación, teclados, viento y cuerdas que se pacifican y conviven en este cruce de caminos inexplicable entre cámara, pop, jazz o folclore que se evidencia en "The Song of the cricket" o "Fiddlegree". También el oboe destaca con una audaz interpretación en "Voisins", ritmo folclórico bastante acertado que conduce hasta "Tides (piano)", un final ya escuchado antes a las cuerdas, que suena a hasta pronto. Es sin embargo "Lantern" la mayor expresión de este estilo casi imposible de describir, por su melodía adormecida con voz, una canción distinta, encantadora, muy vanguardista, cuyo video-clip está rodado por Vincent Moon, director francés de videos musicales: "Light me a lantern, in your lighthouse, my keeper".

"Lantern" presenta la dosis exacta de atrevimiento y posmodernidad como para hacer interesante para casi cualquier público esta 'música de cámara onírica' y hacer creíbles las historias contadas, que merced a movimientos vivos y ritmos mundanos, nos llevan a lugares dificilmente visitables por grupos orquestales sin la ayuda de mayor instrumentación o bizarras intenciones. Es en definitiva un trabajo más formal y centrado en un atisbo de comercialidad de un conjunto cuya música parece estar hecha para oyentes especiales pero de un abanico muy amplio, de aquí y de allá, desde el indie al minimalismo. Con gran importancia de la improvisación en sus directos, el acierto de esta inquieta banda consiste en la acertada conjunción de los estilos naturales de cada uno de los cuatro miembros, para conformar una música sin espacio definido pero en la que todo parece estar presente, sólo hay que escuchar "Lantern" para entenderlo y para desear nuevos trabajos de este meritorio cuarteto bastante desconocido pero que nunca pasa desapercibido.