Después del inesperado éxito de un álbum tan innovador y excitante como fue "Oxygène" en 1976, todas las miradas estaban puestas en el teclista francés Jean Michel Jarre, esperando o bien otro gran disco que lo encumbrara en la primera línea de la música electrónica o una excusa para compensar el endiosamiento de aquel y martillear sin piedad al joven natural de Lyon. Era una época de grandes cambios y continuas evoluciones técnicas (para eso contaba con la inestimable ayuda del ingeniero Michel Geiss, cuya contribución no hay que olvidar en los años más importantes de Jarre), y como respuesta a la electrónica terrenal de los poderosos e influyentes Kraftwerk, Jarre había optado por una visión más atmosférica e interestelar, pero sin conllevar otras comparaciones (en especial con conocidas bandas y músicos alemanes), en un estilo muy particular. En el momento de continuar su prometedora carrera, Jean Michel no se quedó atrás en su inspiración, dibujando otra página maestra en la música instrumental avanzada: en 1978 salió a la venta una creación fascinante titulada "Equinoxe" por medio, como la anterior, de Disques Dreyfuss. Ante la calidad de esta nueva obra maestra, la crítica tuvo que guardarse los martillos y reconocer que estaba ante uno de los grandes, ya que este nuevo trabajo llegaba incluso a superar por momentos a su antecesor.
Cuando Jarre entró, años atrás, en el Groupe de Récherche Musicale (GRM) de Pierre Schaeffer, quedó cautivado ante la modernidad y apertura de sonidos de la institución. Jarre recordaba gratamente las invenciones de su abuelo, cuyo taller repleto de cachivaches y magnetófonos, dijo, le hacía soñar. Pruebas y experimentos como "La Cage" o "Erosmachine" (posteriormente descartados) desembocaron, no sin otro tipo de encargos, en el gran "Oxygène", y sólo dos años después, en "Equinoxe". Con su fiel aliado Michel Geiss (músico, inventor y en gran medida responsable de la evolución tecnológica de Jarre) y de nuevo una excepcional portada de Michel Granger (esos icónicos vigilantes o observadores -'the watchers'-), "Equinoxe", cuya fuente de inspiración va a ser el elemento 'agua' -como en "Oxygène" lo era el aire-, mantiene la estructura de varios cortes sin título definido, 8 extractos sin desperdicio que se inauguran con una melodía de entrada en una onda espacial tan marcada como en "Oxygène", lo que se refleja especialmente al comenzar la parte 2, misteriosa y burbujeante. Ambas composiciones son el interesante anticipo de la zona más luminosa, explosiva y definitivamente comercial del trabajo, la compuesta por los extractos 3, 4 y 5 del mismo. La delicada "Equinoxe Part 3" desprende un llamativo aroma clásico, impresionista, en una cuidada labor de estudio con los aún escasos medios de la época. "Equinoxe Part 4" es sin duda una de las composiciones favoritas de los fans del francés, desde el pequeño ritmillo de fondo que la introduce hasta el siguiente, soberbio y decididamente electrónico, que nos lleva embelesados a la melodía principal; la repetición de esta maravilla y su culminación en forma de extraordinario clímax (uno de los inventos de Geiss, el Matrisequencer 250, permite esta colosal artmósfera) hacen de éste uno de los grandes temas de siempre de Jean Michel Jarre, y su escucha hace pensar que los que consideran a esto música sin alma son gente que, paradójicamente, no la posee. Este núcleo central de la obra culmina con la que quizás sea su parte más conocida, "Equinoxe Part 5", merced a una melodía rápida y decididamente pegadiza (si bien hay que reconocer que, como primer single, no supera a aquel "Oxygène Part 4" que le lanzó a la fama). En el videoclip de esta acertada composición se podía ver a un joven Jean Michel paseando por la ciudad y tocando enmedio de la nada, como réplica a sus futuros conciertos de masas. La parte sexta es tremendamente rítmica, se diría que avanzada para su época, de hecho el efectivo estilo de Jarre deja entrever una cierta ansia de experimentación y traslada a su disco sus evolucionadas ideas que, como sucedía con "Oxygène", no han quedado tan desfasadas como podría suponerse a bastantes décadas vista. Contrariamente, el estilo elegante de la electrónica de Jarre ha sido objeto de influencias e imitaciones a lo largo de los años, y sólo unos pocos han conseguido evolucionar hacia otras formas interesantes de expresión electrónica sin entrar en baratos efectos de discoteca o en experimentaciones sin pies ni cabeza. De la parte 7, que es de las menos inspiradas del álbum, llegamos a la octava y final, dividida en dos partes, un maravilloso comienzo circense que tiene título propio, "Band in the Rain", y una culminación en forma de melodía de "Equinoxe Part 5" pero ralentizada. Esta imprescindible obra sólo fue el segundo paso de una carrera llena de momentos espectaculares, pero tal vez se trate, en un vistazo general, de su punto álgido, y junto a "Oxygène", de dos de los mejores álbumes de música electrónica de la historia.
Casado en estas fechas con la conocida actriz francesa Charlotte Rampling, un feliz Jean Michel iba a trasladar al año siguiente por primera vez la grandilocuencia de su música a un espectáculo en directo, y sólo podía ser a lo grande, el 14 de julio (fiesta nacional francesa) ante un millón de personas en la Place de la Concorde de París, un espectáculo de luz, sonido, proyecciones en los edificios, fuegos artificiales y demás parafernalia, que fue retransmitido por Eurovisión, aunque no fue emitido en España. Ya no existen músicos como el Jarre de los 70 y 80, que concebía sus conciertos como un espectáculo total al servicio de toda una ciudad, este fue el primero, pero en nuestras retinas aún perduran las imágenes (siempre en televisión, desgraciadamente) de otros conciertos en Lyon, Houston, Londres, Mont Saint-Michel, etc, acontecimientos únicos que sin embargo no pueden desviar una sencilla realidad, que la música de Jarre va más allá que un espectáculo de luz y sonido, funciona perfectamente como un evento privado, como disco para escuchar en casa, como incitador de un movimiento individual, compartido únicamente con los vecinos si el volumen es el adecuado.
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Casado en estas fechas con la conocida actriz francesa Charlotte Rampling, un feliz Jean Michel iba a trasladar al año siguiente por primera vez la grandilocuencia de su música a un espectáculo en directo, y sólo podía ser a lo grande, el 14 de julio (fiesta nacional francesa) ante un millón de personas en la Place de la Concorde de París, un espectáculo de luz, sonido, proyecciones en los edificios, fuegos artificiales y demás parafernalia, que fue retransmitido por Eurovisión, aunque no fue emitido en España. Ya no existen músicos como el Jarre de los 70 y 80, que concebía sus conciertos como un espectáculo total al servicio de toda una ciudad, este fue el primero, pero en nuestras retinas aún perduran las imágenes (siempre en televisión, desgraciadamente) de otros conciertos en Lyon, Houston, Londres, Mont Saint-Michel, etc, acontecimientos únicos que sin embargo no pueden desviar una sencilla realidad, que la música de Jarre va más allá que un espectáculo de luz y sonido, funciona perfectamente como un evento privado, como disco para escuchar en casa, como incitador de un movimiento individual, compartido únicamente con los vecinos si el volumen es el adecuado.
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JEAN MICHEL JARRE: "Oxygene"