19.11.14

LIZ STORY:
"Solid colors"

A la sombra del exitoso y estimulante piano de George Winston surgieron en los 80, en los sellos norteamericanos de la aceptada como new age, una serie de nuevos artistas, jóvenes pianistas que complementaban con sobrada calidad y mayor o menor repercusión los catálogos de dichas compañías. Pocos de esos nuevos genios del piano eran mujeres, por eso destacó a comienzos de los 80 que Windham Hill aportara esa sensibilidad femenina a su catalogo, en el que sólo había visto la luz el trabajo de una mujer en solitario, el de Linda Waterfall para la segunda referencia del sello en 1976. La californiana Liz story fue la siguiente (Barbara Higbie se le adelantó sólo unos meses, pero esa todoterreno grabó sus discos a dúo con Darol Anger, antes de que ambos formaran el grupo Montreux junto a otros nombres relevantes como Mike Marshall o Michael Manring), y el cada vez más amplio público seguidor de Windham Hill se encontró con una fabulosa interprete de piano jazz en su primer álbum, "Solid colors", publicado en 1982.

Con una importante formación clásica de cierta precocidad, Story se enamoró del carácter improvisativo de la música del influyente y refinado pianista de jazz Bill Evans cuando le vio tocar en Nueva York, y comenzó a estudiar jazz en serio en Los Angeles. Tocó en un restaurante, improvisando su repertorio en su mayoría, y fue en esa época cuando decidió enviar una maqueta de sus composiciones a Will Ackerman, pensando que el estilo preconizado por Windham Hill casaba perfectamente con el suyo. Ackerman la acogió y apadrinó, naciendo así una exitosa intérprete, especialmente en los Estados Unidos. Grabado en San Francisco y producido por Ackerman, en "Solid colors" se dan cita diez composiciones de colores suaves pero poseedoras de la solidez que marca el título del disco y la portada del mismo, la obra 'Unaccountable bluish glow' del pintor angelino Michael S. Moore. Liz Story posee una forma muy descriptiva de tocar el piano, tal vez no fuera la manera más atractiva ni del panorama de la música instrumental en general, ni del jazz, ni por supuesto de una compañía que albergaba, entre otros, a George Winston o Philip Aaberg, pero sus partituras, a modo de música para película muda, enganchan de manera extraña, más allá de demostraciones de técnica o melodías sencillas o presumiblemente sensibles viniendo de una mujer. Efluvios de un jazz suave inundan la mayoría de las piezas, de forma más activa ("Pacheco pass", "Things with wings", "Solid colors") o contemplativa ("Bradley's dream", "Water caves"), posándose en otras un componente jubiloso que les hace tomar el aspecto de pequeñas plegarias interpretadas con amor y gracia hacia las alturas ("Without you", "Hymn", "White heart"). Hasta cuatro de las composiciones de este trabajo (un número bastante elevado, que deja claro el nivel de inspiración para el debut discográfico de una pianista desconocida hasta el momento) sonaron y han seguido sonado con cierta fluidez en emisoras de jazz y new age y aparecido en recopilatorios de todo tipo del sello Windham Hill: "Wedding rain" (un paseo improvisativo muy afortunado que sirve de apertura al trabajo), "Hymn" (un pequeño himno de marcado estribillo), "Solid colors" (pieza cabalgante que atrapa por su carácter desenfadado y alegre) y "Bradley's dream" (muy soñadora, una fantasía de hermoso envoltorio y atrayente desarrollo). Liz Story alcanzó el número 21 en la lista de jazz del Billboard con este disco de debut, que culmina con el color blanco, puro y hermoso del homenaje definitivo a Bill Evans, la sentida interpretación de uno de sus temas más emblemáticos y elegantes: "Peace piece".

Windham Hill aglutinó en su catálogo a una serie de músicos excepcionales que podríamos denominar como artesanos de la música instrumental, aunque se siguiera asociando a la compañía con la etiqueta new age. Tal denominación, por supuesto, no se acercaba a las intenciones ni a la categoría de la mayoría de ellos, esos Will Ackerman, Alex de Grassi, Philip Aaberg o George Winston, en los que confluían folk, jazz e incluso música clásica. Liz Story, de hecho, llegó a odiar el término new age, al que consideraba una falta de respeto y un cajón desastre en el que introducir lo que no encajaba en las demás denominaciones: "Cuando la gente me pregunta qué hago, les digo que toco el piano en solitario. Dice mucho sobre el estilo de música que hago". El mismo año que otra pianista de excepción, Suzanne Ciani, publicaba el emblemático "Seven waves", Liz Story ofrecía otro tipo de interpretación alejada de ese trasfondo electrónico, la improvisación jazzística de un disco altamente recomendable titulado "Solid colors".





8 comentarios:

japobes dijo...

me alegro de que comentes sobre esta pianista. Muy interesante sobretodo en sus primeros años, con grandisimos temas. Tiene ( o tenía) mucha clase y sensibilidad, pero que como otros contemporáneos que nombras aquí con los años perdió ése toque especial.
No obstante rompo una lanza por ella. Hacer caso de pepe cantos.

Pepe dijo...

Muy buena tu recomendación final, José, aunque no asumo responsabilidades.
Liz tuvo unos comienzos fantásticos, si bien reconozco que su estilo no me atrae tanto como el de George Winston o David Lanz, por poner dos ejemplos conocidos. Está, como casi todo este tipo de música, en un plano muy secundario, aunque ultimamente han aparecido una serie de pianistas que han revitalizado el género (Omar Akram, por ejemplo).

japobes dijo...

Tomo nota de éste Akram que no conozco, la verdad. Serías tan amable de recomendarnos otros pianistas que dices "regeneran el género"?
Muchas gracias por poner un granito de arena a la cultura, pepe.

Pepe dijo...

Omar Akram ganó un grammy al mejor disco de new age (lo cual tampoco es garantía actualmente, la verdad), he escuchado alguno de sus discos y están bastante bien. También otra pianista llamada Laura Sullivan ha ganado el último grammy, aunque no puedo comentar sus discos pues no los he escuchado, cosa que intentaré vía Spotify si es que están.

Otros nombres a seguir son Giovanni Allevi, Kevin Kern, David Nevue o incluso el toque oriental de Yiruma, aunque alguno de ellos pueden resultar algo facilones o empalagosos.

Los postminimalistas, aunque en otra onda más avanzada, siempre son más que interesantes pianísticamente hablando, esos Dustin O'Halloran o Nils Frahm que sí que han pasado por solsticio.

Así de golpe lo dejo ahí, aunque algunos de los de siempre siguen por ahí: Lanz, Einaudi, Nyman...

Un saludo.

japobes dijo...

A mí me pasa que éste tipo de pianistas me suele aburrir y empalagar a la primera escucha y no quiero imaginar si los oyera más(no todos pero casi). Cuando un disco conforme más audiciones acumula gusta más, es una gozada, aunque al principio sean duros de escuchar. Por supuesto hay excepciones(winston,kostia,aaberg,etc)que ya de entrada gustan y son fantásticos.
Te recomiendo encarecidamente dos ejemplos de los "duros a primera escucha": "elegiac cicle" de brad melhdau y por ejemplo la sonata 1 de robert schumann.Impresionantes.
Saludos

Pepe dijo...

Por supuesto que te haré caso, aunque hazme tú caso a mí y si te gusta Mehldau escucha "Taming the Dragon" de Mehliana (en una onda más synth).
A estos pianistas les denominaría yo como 'jabonosos' (me gusta el término, lo usaré en alguna crítica), suenan bien, huelen bien, pero acaban resbalando, se escapan de las manos fácilmente.
En fin, seguiremos escuchando y probando.
Saludos.

japobes dijo...

Hola otra vez. Ya había oído de pasada en spotify Marciana, digo Mehliana, y le he dado otra oportunidad. Me parecía una marcianada lo poco que conocía, pero escuchándolo con más detenimiento debo reconocer que mi prejuicio era equivocado. A pesar de algunos diálogos que no sé que dirán y que le dan un aire algo pretencioso al asunto, algunos temas rayan a gran altura, con determinados sonidos que me resultan familiares (paul ward, torcuato mariano,j.m. jarre, y alguno más), todo pasado por el filtro mehldiano y (muy bien) acompañado a la batería. Y sospecho que ganará en sucesivas escuchas...o no, nunca se sabe.Eso sí, le quitaría 15 minutos al disco, como a casi todos. Soy de comer poco jamón pero ibérico, un morro puta.
Saludos

Pepe dijo...

A mí me cautivó Mehliana, lo escuché gracias a un amigo y en cuanto pueda me haré con el disco. Algunos momentos me recuerdan al synth-pop de Air ("Moon safari" es un pedazo de disco), pero esos sonidos familiares que comentas también están ahí.
¿8 comentarios en un disco de Liz Story? Sería un expediente X si no fuera porque ha sido un diálogo (gratificante, por supuesto) entre tú y yo. Si alguien más se apunta será bien recibido.