Culburnie Records es el nombre de la compañía discográfica que creó el afamado violinista escocés Alasdair Fraser para comercializar sus propios trabajos (en solitario, en grupo o en numerosos dúos) y los de sus colaboradores y amigos, todos ellos enfocados musicalmente hacia la música tradicional escocesa. La mayor curiosidad radica en que la sede de la misma está en California, lugar de residencia de Fraser desde que años atrás aceptara un trabajo en San Francisco, concretamente en la industria petroquímica. Desde allí, y una vez recuperado para la música, no sólo ha mantenido las raíces celtas sino que incluso las ha intensificado (sólo hay que escuchar "Theme for Scotland", la última pieza del disco aquí referenciado, para descubrir esa enorme emoción que supone recordar la tierra lejana) y por supuesto plasmado en una serie de álbumes indispensables por su calidad y distinción, especialmente sus trabajos con el teclista Paul Machlis ("Skyedance" y "The Road North"), y obras en solitario como "Dawn Dance".
El abuelo de Alasdair era violinista y su padre tocaba la gaita, así que la música era una constante en casa del pequeño Fraser, y a los 9 años empezó a estudiar violín en conservatorio y también a la manera folclórica, por lo que él dice que a la hora de tocar, "la técnica me la enseñó mi profesor, pero el corazón me lo enseñó mi propio pueblo". Tocando quiso llegar también al corazón de la gente, así que en determinado momento abandonó su trabajo y tomó el violín en sus manos para cautivar a un público que demandaba cada vez más una vuelta a las raíces y al sentimiento. Elegante y refinado, autoproducido con paciencia y saber hacer en cuanto a la tradición escocesa, "Dawn Dance" (Culburnie Records, 1995, editado en España por Ediciones Resistencia) es un álbum muy personal de Alasdair Fraser, los trece temas están compuestos por este imaginativo violinista (que fue dejando atrás las composiciones populares para mostrarse como un creador único), cuya inspiración proviene principalmente de la familia, amigos, fiestas y viajes. Cada canción tiene una historia detrás, aunque nunca viene cantada ni recitada, hay que escuchar atentamente y dejarse atrapar. En "Dawn Dance" nos encontramos de lleno con el germen de una importante banda de música celta del nuevo siglo como es Skyedance, de la que formarán parte músicos aquí presentes, americanos aunque con raíces celtas, como el gaitero Eric Rigler, el flautista Chris Norman y el percusionista Peter Maund, faltando el pianista Paul Machlis -muy bien sustituido por Tim Gorman- y el bajista Mick Linden -aquí es el afamado Todd Phillips quien se encarga del bajo en los temas en que es requerido- para completar, junto a Alasdair Fraser, dicha formación. Ahí estaba la mayor curiosidad de "Dawn Dance", pues después de dos geniales álbumes de colaboración con Paul Machlis, éste no pudo contribuir en el álbum, ante el susto de los seguidores de estos dos músicos, que respirarían tranquilos al verle de nuevo en la subsiguiente gira mundial. Esta auténtica fiesta se abre con "First Light / Dawn Rant", un strathspey -melodía de baile- que acaba confundiéndose con un animado reel, pero enseguida se dejan notar las influencias que engrandecen el trabajo: en "Dawn Dance" el flautín de Chris Norman y la percusión de Peter Maund insuflan un elevado espíritu medieval a esta bonita tonada dedicada al solsticio de invierno, "Funky 105" es una animada muestra de música celta adaptada a nuevas tendencias, "Free Rein" es un reel muy rítmico, ideal para directo, con la sonora guitarra de Mike Marshall que suena como un banjo, en un acercamiento a aires bluegrass, y "Independence Trail / Galen's Arrival" comienza con un slide ("una tuna en 12x8 que se confunde a menudo con una jiga", explica Alasdair) continuado por un reel en homenaje al nacimiento de su hijo Galen, que llegó tras un paseo del matrimonio por el Independence Trail, en California. Es sin embargo la gaita irlandesa la que, junto al violín, destaca en el álbum; Eric Rigler consigue extraer notas emocionantes de este instrumento poseedor de un sonido señorial y rotundo, tanto como el viento que sopla en ese paraje de escocia cercano al lago Ness al que referencia ese logrado lamento titulado "Stratherrick". No hay que dejar pasar la dulzura y amor expresados en "Sally mo Ghrad", conmovedor dúo de violín y flauta compuesto para el cumpleaños de su esposa esposa, pero dos son las composiciones estrella del álbum, que aumentan su valoración en muchos puntos: el primero es otro dúo sensacional de título "Common Ground", la simpleza de un alegre piano que conduce suavemente y un violín que deslumbra en una bellísima melodía de las que son recordadas durante mucho tiempo; el segundo, que cierra inmejorablemente el disco, es el tema dedicado a Escocia, "Theme for Scotland", una maravilla que sencillamente deja sin palabras, tanto en esta versión de estudio como en su sobrecogedora interpretación en directo, deudora de más de una lágrima entre el público por la conmovedora y sentida conjunción de violín y gaita irlandesa en recuerdo de la amada Escocia.
Hay un agradecimiento muy especial en el libreto del disco, y es "a las muchas personas amables de España que me infundieron ánimos con sus cartas", espoleados por Ramón Trecet -que también figura en los agradecimientos, no podía ser menos- ante un momento difícil del violinista escocés. Afortunadamente, esos malos momentos fueron superados y Fraser ha seguido alegrando al mundo con su música en contínua evolución, fundiendo lo celta con nuevos ritmos (en este disco se pueden descubrir influencias medievales, rock o bluegrass) e instrumentos (como el cello, en sus discos con Natalie Haas) hasta completar una interesante y poderosa discografía de la que "Dawn Dance" es un ejemplo destacado.
El abuelo de Alasdair era violinista y su padre tocaba la gaita, así que la música era una constante en casa del pequeño Fraser, y a los 9 años empezó a estudiar violín en conservatorio y también a la manera folclórica, por lo que él dice que a la hora de tocar, "la técnica me la enseñó mi profesor, pero el corazón me lo enseñó mi propio pueblo". Tocando quiso llegar también al corazón de la gente, así que en determinado momento abandonó su trabajo y tomó el violín en sus manos para cautivar a un público que demandaba cada vez más una vuelta a las raíces y al sentimiento. Elegante y refinado, autoproducido con paciencia y saber hacer en cuanto a la tradición escocesa, "Dawn Dance" (Culburnie Records, 1995, editado en España por Ediciones Resistencia) es un álbum muy personal de Alasdair Fraser, los trece temas están compuestos por este imaginativo violinista (que fue dejando atrás las composiciones populares para mostrarse como un creador único), cuya inspiración proviene principalmente de la familia, amigos, fiestas y viajes. Cada canción tiene una historia detrás, aunque nunca viene cantada ni recitada, hay que escuchar atentamente y dejarse atrapar. En "Dawn Dance" nos encontramos de lleno con el germen de una importante banda de música celta del nuevo siglo como es Skyedance, de la que formarán parte músicos aquí presentes, americanos aunque con raíces celtas, como el gaitero Eric Rigler, el flautista Chris Norman y el percusionista Peter Maund, faltando el pianista Paul Machlis -muy bien sustituido por Tim Gorman- y el bajista Mick Linden -aquí es el afamado Todd Phillips quien se encarga del bajo en los temas en que es requerido- para completar, junto a Alasdair Fraser, dicha formación. Ahí estaba la mayor curiosidad de "Dawn Dance", pues después de dos geniales álbumes de colaboración con Paul Machlis, éste no pudo contribuir en el álbum, ante el susto de los seguidores de estos dos músicos, que respirarían tranquilos al verle de nuevo en la subsiguiente gira mundial. Esta auténtica fiesta se abre con "First Light / Dawn Rant", un strathspey -melodía de baile- que acaba confundiéndose con un animado reel, pero enseguida se dejan notar las influencias que engrandecen el trabajo: en "Dawn Dance" el flautín de Chris Norman y la percusión de Peter Maund insuflan un elevado espíritu medieval a esta bonita tonada dedicada al solsticio de invierno, "Funky 105" es una animada muestra de música celta adaptada a nuevas tendencias, "Free Rein" es un reel muy rítmico, ideal para directo, con la sonora guitarra de Mike Marshall que suena como un banjo, en un acercamiento a aires bluegrass, y "Independence Trail / Galen's Arrival" comienza con un slide ("una tuna en 12x8 que se confunde a menudo con una jiga", explica Alasdair) continuado por un reel en homenaje al nacimiento de su hijo Galen, que llegó tras un paseo del matrimonio por el Independence Trail, en California. Es sin embargo la gaita irlandesa la que, junto al violín, destaca en el álbum; Eric Rigler consigue extraer notas emocionantes de este instrumento poseedor de un sonido señorial y rotundo, tanto como el viento que sopla en ese paraje de escocia cercano al lago Ness al que referencia ese logrado lamento titulado "Stratherrick". No hay que dejar pasar la dulzura y amor expresados en "Sally mo Ghrad", conmovedor dúo de violín y flauta compuesto para el cumpleaños de su esposa esposa, pero dos son las composiciones estrella del álbum, que aumentan su valoración en muchos puntos: el primero es otro dúo sensacional de título "Common Ground", la simpleza de un alegre piano que conduce suavemente y un violín que deslumbra en una bellísima melodía de las que son recordadas durante mucho tiempo; el segundo, que cierra inmejorablemente el disco, es el tema dedicado a Escocia, "Theme for Scotland", una maravilla que sencillamente deja sin palabras, tanto en esta versión de estudio como en su sobrecogedora interpretación en directo, deudora de más de una lágrima entre el público por la conmovedora y sentida conjunción de violín y gaita irlandesa en recuerdo de la amada Escocia.
Hay un agradecimiento muy especial en el libreto del disco, y es "a las muchas personas amables de España que me infundieron ánimos con sus cartas", espoleados por Ramón Trecet -que también figura en los agradecimientos, no podía ser menos- ante un momento difícil del violinista escocés. Afortunadamente, esos malos momentos fueron superados y Fraser ha seguido alegrando al mundo con su música en contínua evolución, fundiendo lo celta con nuevos ritmos (en este disco se pueden descubrir influencias medievales, rock o bluegrass) e instrumentos (como el cello, en sus discos con Natalie Haas) hasta completar una interesante y poderosa discografía de la que "Dawn Dance" es un ejemplo destacado.
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2 comentarios:
Prefería los discos con Machlis o este que comentas a los que hace ahora con la chelista esa.Eran más auténticos.
Le vi en directo hace muchos años y fue una maravilla,la gente no paraba de bailar y disfrutar.
Santi, yo también soy de la vieja escuela, aunque los últimos trabajos no están tan mal.
Yo también disfruté de uno de esos directos, precisamente en la gira que siguió a este trabajo si no recuerdo mal. Un grato recuerdo, por supuesto, y por una vez que en el local se dispensara bebida no molestaba en absoluto, era incluso más genuino, como de taberna.
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