2.12.08

STEPHAN MICUS:
"To the evening child"


En el característico sonido del sello alemán ECM tiene mucho que ver su fundador, Manfred Eicher, antiguo contrabajista de jazz que desde 1969 quiso dedicarse por completo a la búsqueda y producción de una serie de talentos entre los que no sólo podemos encontrar músicos de jazz sino también de música antigua, bandas sonoras o músicas del mundo. Precisamente en esta categoría se encuadra como ninguna la obra del alemán Stephan Micus, un ciudadano del mundo enamorado de oriente desde su primera visita a los dieciseis años, que está vinculado a ECM desde 1977. Numerosas y enormemente bellas son las obras que Micus entrega ya acabadas a la compañía, constituyendo un caso distinto al de la mayoría de los artistas del sello, que Manfred Eicher se encarga de producir personalmente. Micus, sin embargo, es su propio productor (salvo en sus dos primeros trabajos, en los que Eicher tomó esa batuta), y su sensibilidad se encarga de otorgar una extrema calidad a sus trabajos: "Wings over water", "Ocean" o "Darkness and light" son algunas de sus obras destacadas entre numerosos títulos sin desperdicio, y poco después de esas inmaculadas obras es preciso detenerse tambén en un disco publicado en 1992 bajo el poético título de "To the evening child".

Stephan recuerda que los momentos más felices de su vida han ocurrido en Nepal, siempre cuenta que allí fue donde descubrió cómo debía ser la música perfecta, mientras atravesaba en autobús un fértil valle dominado por los arrozales, con niños, búfalos y el color de los pueblos llenos de vida; en contraste, como telón de fondo se podían admirar inmensas montañas nevadas, en una zona inhóspita deshabitada, un símbolo de eternidad y pureza. Ese equilibrio de opuestos reflejó para él la imagen ideal de la música, una combinación 'paradisiaca' de elementos distantes con los que une culturas, con todo lo que ello conlleva: "Me interesa explorar, descubrir mundos a los que mucha gente no tiene acceso, sonidos que no han escuchado, y combinar instrumentos que jamás han sonado juntos por proceder de culturas diferentes". Sorprenden dos cosas en "To the evening child", en primer lugar la paz y pureza de un canto de palabras inventadas, y en segundo la gama de sonidos que se pueden extraer de un instrumento como los steeldrums del oeste de la india (no confundir con sus más famosos parientes caribeños), viejos bidones de aceite que adquieren una personalidad que va mucho más allá de sus características percusivas. Aunque en la mayor parte de la discografía de Micus desde los 80 los nombres de las canciones sean numerales, aquí vuelve a ofrecer títulos que nos pueden dar pistas sobre el origen o la inspiración de cada corte. Así, este inspirado trabajo comienza con "Nomad song", una deliciosa canción de desarrollo lento y sugestivo, que pretende reflejar el itinerante mundo personal del artista, su propio espíritu nómada. Stephan, que nunca se sintió alemán, tiene una hija oriental y una pareja sudamericana (Adela es argentina), con la que vive en Mallorca. Precisamente a su hija Yuko, de hermosos ojos orientales, está dedicada "Yukos eyes", emotiva pieza de sones rasgados (merced a la dilruba, otro instrumento indio de cuerda que se toca con arco) como esa mirada de niña pequeña que provoca en Stephan una alegría exultante, convertida aquí en una danza interior que se hace corta. "Young moon" vuelve a abrir una ventana a la atemporalidad, pues aparte de la voz, los steeldrums y la dilruba se pueden apreciar dos tipos de flautas antiguas, una balinesa (suling) y otra alemana, pero del medievo (kortholt). Llegamos aquí a la parte central del álbum, que recoge su canción posiblemente más destacada: el encanto de esta pieza que da título al disco es edificante y puede contribuir a la liberación de las cargas diarias que corrompen cuerpo y mente, por su estética luminosa y optimista; al escuchar "To the evening child" (donde aparecen steeldrums, dilruba, nay -antigua flauta de caña egipcia-, sinding -arpa del Africa occidental cuyo cuerpo de resonancia es una calabaza- y voz), no hay que dejar de preguntarse por qué, si parece tan fácil, hay tan pocos que conmuevan de esta forma explorando en la conciencia global. "Morgenstern" (de percusión meditativa), "Equinox" (donde los sones de ocho dilrubas consiguen un efecto de falso dramatismo, que curiosamente destila una intensa alegría) y "Desert poem" son otros ejemplos de esta música que no necesita vestirse ni adecuarse a nada que implique modernidad, mercados o promoción.

Aunque su nombre no aparezca en los renglones de los grandes libros, Stephan Micus podría considerarse como el músico del mundo por antonomasia. Este trovador de Pangea une musicalmente cinco continentes como si fuera uno, y lo hace con una solvencia, imaginación, sinceridad y entrega dignos de destacarle como un abanderado de la unión entre los pueblos. Su manera de tocar y combinar instrumentos con siglos de historia ("para mí, tener un instrumento entre las manos es como sostener la cultura a la que pertenece"- dice) les hace cobrar una nueva realidad, un papel virginal para ellos en la historia de la música, creando una soberbia y casi única transculturalidad. Si bien su discografía es de obligada escucha para los que buscan una comunicación entre el cuerpo, la mente y los elementos que nos rodean, su música es tan sincera que necesita del contacto con el público, ese especial vínculo que se establece en sus conciertos, pequeños y discretos encuentros con un personaje que, aunque hable varias lenguas y un español casi perfecto, su idioma es y será siempre la música.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría hacer una crítica del blog desde el máximo respeto. A veces leo tu opinión de algún disco que luego me resulta completamente imposible de conseguir y por lo tanto, de escuchar. Es algo fustrante. Si pudieras poner un enlace para poderlo oír la cosa mejoraría.
Un saludo

Pepe dijo...

No eres el primero que me comenta algo parecido. Es evidente que no todo el mundo puede tener estos discos, aunque sí que son fácilmente descargables (a veces no tan fácilmente 'comprables').
Lo que me he planteado para mis días libres navideños es colocar al menos unos extractos musicales de cada disco para poder haceros una idea de lo que comento si es que no lo conocéis.

Gracias por tu crítica, Laubarel.

Anónimo dijo...

Es verdad lo que dice Laubarel, debe ser un poco frustrante no conseguir los discos que aqui se comentan, muchos de estos yo los tengo en mi computadora, les aseguro que la mayoria los pueden conseguir en las famosas redes P2P, en rapidshare, etc

Desgraciadamente esos terrenos son muy delicados y peligrosos...

La calidad cuesta.

Saludos !

Pepe dijo...

Tú lo has discho, la calidad cuesta, y de hecho los discos de Stephan Micus no se encuentran fácilmente baratos o de segunda mano.

Afortunadamente sí que se consiguen rápido por otros medios, ejem ejem.