2.9.06

MIKE OLDFIELD:
"Tubular bells"

Es a la vez fácil y difícil hablar de una obra como "Tubular bells". Es fácil porque son muchas las sensaciones que afloran cuando lo escuchas. Es difícil porque hay tanto que contar que podría escribirse un libro entero (de hecho existe, "The making of Mike Oldfield's Tubular bells") sobre sus antecedentes, composición, grabación, comercialización... Y es que posiblemente nos encontremos ante un punto de inflexión en la historia de la música instrumental moderna, un disco sorprendente y revolucionario, que sigue sonando novedoso y rebelde en la actualidad. Su creador supo combinar sus numerosas influencias en la obra, la vertiente clásica (Sibelius, Stravinsky), la contemporánea (Terry Riley), la folclórica (tocaba en clubes de folk desde los 12 años), la tradicional (el álbum se cierra con la tonada "The sailor's hornpipe") y el rock (a los 16 años había entrado a formar parte de 'The whole world', la banda del ex-Soft Machine Kevin Ayers): "no veo por qué no podían coexistir todas esas músicas en la misma pieza", dijo, opinando además que el conjunto daba una nueva dimensión a la música. Esa variedad estilística, unido a un carácter multiinstrumentista -que pudo surgir en los estudios Abbey Road, donde grabó con Ayers, y entrando antes de hora podía improvisar con los instrumentos que allí se encontraban- hacen de "Tubular bells" un trabajo completo, de escucha obligada, un mito que continúa siéndolo a pesar del paso del tiempo y de que su autor, un jovencito que respondía al desconocido nombre de Mike Oldfield y que nunca perdió el diminutivo (salvo en un momento de protesta), se haya empeñado, él solo, en machacarlo con contínuas y por supuesto lucrativas revisiones y continuaciones en las que la originalidad se iba perdiendo mientras se ganaba en calidad de sonido. Esta primera y genuina versión, que habita en millones de hogares en todo el mundo, fue publicada por Virgin Records en 1973, compañía de la que fue su primer lanzamiento, y que convirtió en famoso millonario a su fundador, el excéntrico Richard Branson.

Mike Oldfield no era nadie en el panorama musical a comienzos de los 70. La época con Kevin Ayers y una banda anterior con su hermana Sally llamada Sallyangie (con la que había grabado a los 14 años un trabajo, "Children of the sun", en el que ya daba muestras de un gran desparpajo a la guitarra) sirvieron de práctica, de maduración de ideas, de aprendizaje con diversos instrumentos y de amistades importantes, como la del teclista de 'The whole world', David Bedford, más veterano y con experiencia en la música vanguardista. Lamentablemente, como herencia materna, Oldfield comenzó a sufrir ataques de pánico en la adolescencia, y la música "se convirtió en el único y sólido propósito de mi existencia, el centro de mi vida entera". "Tubular bells" no sólo fue una vía de escape para su mente, sino que fue un trabajo que acabó representando toda su vida. Con ayuda de una vieja grabadora en la que podía superponer capas al tapar con celo el cabezal de borrado, comenzó a plasmar sus tímidas ideas en unas demos que circularon por varias compañías, sin éxito alguno, hasta la aparición del visionario Branson. "Tubular bells" fue un disco rompedor, por su concepto (dos partes de más de veinte minutos sin cortes en un estilo de sinfonía clásica con instrumentos modernos), por sus momentos originales (secciones asombrosas como el maestro de ceremonias al final de la cara A -Viv Stanshall, de The Bonzo Dog Doo-Dah Band, recita en un cierto tono cómico los instrumentos que van a entrar a continuación, con la culminación de las sonoras y populares campanas tubulares-, o la sección del hombre de Piltdown, a mitad de la cara B, donde Oldfield se queda absolutamente afónico cantando como un cavernícola), por el carácter multiinstrumentista de un Mike Oldfield que apenas contaba con diecinueve años (sólo flautas, contrabajo y batería fueron ejecutados por otros músicos, interpretando él mismo todas las guitarras, bajo, piano, órganos, voces y algunas percusiones), por la labor de ingeniería que supuso su grabación (a comienzos de los 70 los estudios eran muy limitados, así que en la mansión-estudio The Manor, Oldfield y sus ingenieros -Tom Newman y Simon Heyworth- se encontraron con numerosas dificultades técnicas ante las que tuvieron que improvisar verdaderas cabriolas), y por ser la primera referencia del sello Virgin Records, por el que iban a desfilar numerosos músicos importantes desde entonces hasta la actualidad. Sin embargo gran parte de la culpa del éxito de este trabajo, una acertadísima maniobra que hizo que llegara al número 1 no sólo en el Reino Unido sino incluso brevemente en los Estados Unidos, fue la inclusión de escasos segundos de su popularísimo comienzo en la película escándalo del momento, "El exorcista", riff de piano que, hay que reconocerlo, se adaptaba a la perfección al desasosiego del film. Esa acertada introducción (que ha sido imitada hasta la saciedad) es sin duda uno de los grandes momentos de la historia de la música, pero el disco continúa por unos increíbles derroteros de transgresión, combinando lucidez y locura, sublimes guitarreos con teclados más intimistas, en una sucesión de melodías que luchan por ocupar su hueco en la inmensidad del sonido aquí recogido. Aparte de los momentos ya comentados, se debería destacar un pasaje en el que Oldfield deja bien claro de lo que es capaz: se trata de la sección posterior a la canción del cavernícola, y anterior a la tonada "The sailor's hornpipe", casi al final del trabajo, uno de los momentos más bellos del disco por la delicadeza en que las guitarras se entrecruzan y dialogan entre sí ("creo que trato de hablar con la guitarra", dijo sobre su estilo) sobre un majestuoso órgano de fondo, poesía sin palabras que concentra en pocos minutos la liberación de una mente sobresaliente, la de un maravilloso y alocado joven llamado Mike Oldfield cuya historia no había hecho sino comenzar, eso sí, como pocos lo han hecho nunca, y es que la leyenda de "Tubular bells" no se erosiona con el tiempo.

Cuando Mike conoció a David Bedford y la vanguardia que componía fuera de la banda de Kevin Ayers, decidió que no quería hacer sólo pop o rock, sino algo distinto, que no se recordara solamente durante unos meses. No sólo lo consiguió -el influyente locutor de radio John Peel lo definió como "un disco que cubría genuinamente un nuevo e inexplorado territorio"-, sino que creó una vorágine a su alrededor que difícilmente pudo soportar, por lo que se negó en redondo (salvo la presentación del álbum en directo en el Queen Elizabeth Hall, y una grabación para la televisión) a salir de gira. De hecho, su miedo al éxito y a la gente le hicieron huir literalmente de la actividad pública, refugiándose en la campiña galesa. Mientras tanto, y como respuesta a un single ilegal aparecido en Estados Unidos con la música utilizada para 'El exorcista', Oldfield hizo un soberbio arreglo de un extracto de la cara B de "Tubular bells" (se tituló "Mike Oldfield's single") utilizando, amén de las guitarras y teclados, un poderoso oboe, que iba a ser actor principal en su siguiente plástico, "Hergest Ridge". En la cara B, una cancioncilla bastante infantil, "Froggy went a courting". "Tubular bells", que en 1976 contaría con una versión orquestal arreglada por David Bedford titulada "The orchestral Tubular bells", se había convertido en un pequeño fenómeno (tanto que, en una de los escasos reconocimientos de su pueblo, Oldfield iba a poder tocar extractos de su gran obra en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012), pero la década de los 70 iba a conocer otros trabajos monumentales de Mike Oldfield, llenos de magia y encanto, aunque también de locura y confusión, como plasmación de su propia mente atormentada.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:







15 comentarios:

Anónimo dijo...

Un comentario muy interesante, Pepe. Realmente, es impresionante pensar en lo que fue capaz de hacer Oldfield con tan pocos medios, tirando de genio e ingenio (como ese detalle que comentas acerca del celo en las cintas de grabación, perseverando y experimentando. Hay algo de frescura en ese disco, una aparente espontaneidad bajo la cual se esconden horas y horas de trabajo, que ciertamente es única en toda la obra de Oldfield, y que, como tú, yo también pienso que es el trabajo instrumental más influyente del último cuarto del siglo XX, junto con el Dark Side of the Moon, que tampoco es enteramente instrumental.

Un saludo.

Anónimo dijo...

El gran Oldfield. Con él me fui iniciando en el mundo de la música. Tengo en desarrollo un monográfico para mi blog, pero a saber cuándo lo finalizo. Tubular Bells no es su mejor disco para mí (Hergest Ridge y Amarok), pero sí es el más importante, y como bien dices, un hito de primer nivel en la historia de la música.

valiado dijo...

Que decir de este trabajo que no se haya dicho ya.

Tampoco es su mejor disco para mí...pero considero que es uno de esos trabajos que deberían ser de escucha obligada por todo amante de la musica en general.

Buen comentario Pepe ;)

sergio casado dijo...

No está mal este disco...


Un álbum inmortal y místico.
La obra maestra de un músico excepcional.

Anónimo dijo...

tubular bells...tubular bells....me suena de algo....como dice sergio LA OBRA MAESTRA.Bueno Pepe,parece que sabes algo del temilla,no está mal.saludos a los arriba firmantes

Anónimo dijo...

Sea o no el mejor disco de Oldfield (puede que yo también me quede con "Hergest Ridge", aunque depende del día), lo que no cabe duda es que es el más característico y conocido. Por si alguien es nuevo en el blog os recuerdo que en los archivos de julio podéis encontrar la crítica de "Amarok", y pronto habrá más 'ediciones Oldfield'.

En otro orden de cosas, la selección española de basket ganó ayer la medalla de oro en el mundial, un hito casi comparable a "Tubular bells". Jugones!!!

Anónimo dijo...

Ese pedazo final del Tubular Bells, tras los sonidos guturales de Mike haciendo el cavernícola, es de lo mejor que he oido en mi vida. De todos modos, del músico de Reading me quedó con Amarok (como no) y con Ommadawn, dos joyas de principio a fin, el Tubular Bells peca de irregular aunque he de reconocer que me reconcilié con él tras oirlo en Amurrio, qué conciertazo.

Anónimo dijo...

Ya estabas tardando en hablar de él, jajaja

Para mí no es su mejor disco (me quedo con Ommadawn) pero desde luego es el más impactante, tanto para el comienzo de su carrera como para la historia de la música. Ya lo dijo el propio Mike: "Desde Tubular Bells no se ha hecho nada interesante en música"

Anónimo dijo...

Mike es a veces un poco chulillo, pero el que puede, puede.
Muchos coincidís con "Ommadawn", está sin duda en mi top 5 y también hablaré de él, qué duda cabe.
No estuvo mal lo de Amurrio, sobre todo la camisa del maestro de ceremonias, ja ja ja!!! (para que me lo recuerde el de los pacharanes me lo digo yo mismo).

Anónimo dijo...

Efectivamente, si hay un TB es éste, por mucho que te empeñes, Pepe, en TB 2003, pues no solamente en la frescura, sino en la fuerza, no alcanzan a esta, nunca mejor llamada, OPUS ONE. Aquí a pesar de las limitaciones técnicas el sonido no está enlatado.

Destacaría la cantidad de versiones tan variadas que ha hecho de este disco en directo, a veces, como demostraron las demos, con material que le sobró.
Marcó una época, una faceta, una forma de trabajar en el estudio, incluso la portada la marcó.

Pepe dijo...

Sí, ya sabes que sobre la portada se puede hablar mucho también, y sobre la cantidad de portadas tubulares que ha habido (y siguen apareciendo) a lo largo de los años.
Intento no empeñarme tanto con "TB2003", porque el original es auténtico y genuino, disco de cabecera indiscutible aunque sea de 1973. De hecho es "Tubular bells" el disco criticado aquí, y no "Tubular bells 2003", pero también intento no dejarlo de lado ni criticarlo gratuitamente porque tiene su curiosidad, su interès y un sonido excelente, ideal para captar (esto parece una secta)nuevas generaciones de fans. Por lógica me quedo con el original, pero por comodidad (auditiva y división en pistas) también escucho el nuevo.

Anónimo dijo...

Por otro lado TB2003 es la demostración de que Mike aún sabe tocar la guitarra: Cosa que dejó en duda desde hace años.

Anónimo dijo...

Pues para mi el mejor disco de mike es "hergest ridge" pero tubular y ommadawn son dos obras maestras.La mejor epoca de tito maiki

Cristian dijo...

Yo creo que el disco con más mojo de mike es Tubular bells, el disco más mítico de mike es Tubular bells, el disco más currado y con más mérito de mike es Tubular bells, el disco por el que mike más apostó sin dudar lo que opinara el restes Tubular bells, blabla bla blabla bla.... TUBULAR BELLS es el mejor en su conjunto, no es el mejor en cuanto a sonido, tampoco en cuanto a complejidad y composición, pero si nos fijamos la época y las condiciones en las que se grabó, es decir el contexto histórico y además en lo que a nivel musical existía...SI que es EL MEJOR.

UN SALUDO a todos!!

Pepe dijo...

Llevo tantos años escuchando y leyendo opiniones sobre Mike que cada vez me sorprende más cómo la variedad que nos ha ofrecido provoca situaciones como ésta, que si nos juntamos 5 personas podamos elegir 5 discos diferentes como favoritos. Yo prefiero decir que tengo mi favorito para cada situación, puede ser TB, HR, Ommadawn, Amarok, FMO, incluso TSODE. Seguramente será HR el siguiente de Mike del que hable, aunque aún tardaré un poco.