A comienzos de los 90 el sello norteamericano Music West recogía en su catálogo una estupenda colección de discos y artistas, destacando poderosamente los primeros trabajos de Ray Lynch, el prometedor debut del noruego Oystein Sevag titulado "Close your eyes and see" y el inolvidable "Enchantment" de Chris Spheeris y Paul Voudouris. Cuando tras pocos años de actividad dicho sello desapareció, practicamente todos ellos encontraron afortunado acomodo en otras compañías, que se encargaron de volver a editar aquellos gloriosos trabajos para nuestro disfrute. Otro de los ejemplos es el de un inglés llamado James Asher que vió como su disco "The great wheel", publicado por Music West en 1990, fue reeditado por Silver Wave Records a partir de 1993. La historia de "The great wheel" es sin embargo anterior: Asher, desde finales de los 70, desarrolló una música instrumental de difícil clasificación en los sellos londinenses Studio G y Bruton Music (en realidad autodefinidos como bibliotecas musicales, un catálogo de canciones de diversos estilos para poder utilizar en diferentes campos artísticos), una veintena de trabajos descatalogados con algo de psicodelia, de electrónica y de ambientes innovadores, que fueron la semilla de "The great wheel". De hecho, la primera edición del disco que nos ocupa, con una portada muy divertida, la publicó en 1988 el mencionado Studio G; más artística, medieval, es la de la segunda edición, también de 1988 por parte del sello del propio Asher, Lumina Music: "descontento con las opciones que pude encontrar para publicar en el Reino Unido este álbum, fundé una nueva compañía con el editor John Gale, Lumina Música. Por suerte para mí, "The great wheel" fue adquirido por el sello estadounidense Music West. Su gran éxito con Ray Lynch me ofreció una gran plataforma para desarrollar mi identidad artista. Allan Kaplan era dueño de Music West, y aunque la compañía desapareciera, él sigue siendo un amigo hoy en día".
Sin ser posiblemente tan elogioso como algunas de la obras que compartieron acomodo temporal en Music West, bien se podría calificar a "The great wheel" como un disco iluminado, fácil de escuchar y con momentos altamente interesantes en varias facetas, en definitiva un pequeño clásico de las Nuevas Músicas que llegó al número 13 en las listas de new age de la revista Billboard, en la que permaneció dos años. Con un buen equilibrio entre lo acústico y lo electrónico, en el CD nos encontramos con una primera parte de pop instrumental con elementos de jazz y world music, y una segunda consistente en una larga composición meditativa y cíclica que en definitiva es lo mejor del trabajo. Los temas cortos resultan agradables de escuchar pero, salvo los tres primeros, adolecen de una producción algo blanda y escaso contenido, nuevos ejemplos de biblioteca musical que aún así pueden complacer a un amplio público deseoso de melodías fáciles. Un caso aparte constituyen esos tres primeros cortes: "Celebration" es una canción rítmica y rica en matices, con un atractivo saxo (interpretado por Andrew Milnes) que le otorga un componente jazzístico cercano al smooth jazz, aunque algo más electrónico merced a los fondos y demás instrumentación. "Jeunesse" es una bonita y delicada composición semejante a un vals modernizado, sin lugar a dudas el mayor acierto de esta primera parte del disco. Otro bello ejemplo entre el clasicismo y la electrónica es "Bagatelle", y a partir de ahí pequeños detalles ("Morning light", "This stillness") hasta llegar a "The great wheel", la composición larga que nomina al trabajo. Aquí, Asher demuestra poder conducir perfectamente una creación cíclica de 30 minutos que no se hace en absoluto larga (algunos críticos la definieron como un poema sinfónico) combinando pausas e instrumentos para conseguir un efecto relajante, ambiental, cálido en el uso de la electrónica, con la suave inclusión de instrumentos acústicos y una buena percusión, y envolvente tal como hace ver la portada de la edición definitiva del trabajo, esa gran rueda de la vida que gira sin descanso conduciéndonos por ella: "La canción que da título al disco comenzó como un experimento para comprobar lo bien que podría hacer transiciones entre un ciclo de acordes, con el fin de crear algo extrañamente intemporal y de sentimiento infinito". El experimento resultó fabuloso, sin embargo, auspiciado por Silver Wave primero y New Earth Records posteriormente, Asher se embarcó desde entonces en un camino lleno de altibajos en las músicas del mundo y su vertiente más rítmica (llámese worldbeat, fusión étnica o como se desee), aunque puntualmente, con álbumes como "Dance of the light", ratificara las buenas sensaciones relajantes, incluso exultantes, de "The great wheel".
Nacido en Eastbourne (Sussex) en un ambiente familiar muy musical, a los siete años comenzó a tocar el violín, instrumento que dejó al no poder expresarse totalmente con él: "Sentí mucha más libertad en el piano y la batería", dijo. Beatles, Beach Boys, The Who (de hecho, llegó a colaborar con Pete Townshend) y otros clásicos como Chopin, Holst o Debussy fueron sus principales influencias en su camino musical, en el que se formó además como ingeniero de sonido. Todo ese recorrido originó "The great wheel", que produce junto a Philip Bagenal, y en el que se encarga de todos los instrumentos salvo del mencionado saxo y los tambores (a cargo de Duncan Gaffney). Algunas de las canciones de "The great wheel" fueron rescatadas en 2004 para el disco "Wolds within the wheel" publicado por la casa holandesa especializada en new age Oreade Music. En concreto fueron "Jeunesse", "The Stillness" y "The Great Wheel" las que aparecieron en este álbum de bonita portada (obra del propio Asher junto a Rory Baxter) junto a otras cinco composiciones primerizas del británico, manteniendo así actual el recuerdo de 'la gran rueda', un disco vital, a la par estimulante y relajante, cuya composición principal no puede faltar en cualquier discografía de música tranquila y meditativa de calidad.
Sin ser posiblemente tan elogioso como algunas de la obras que compartieron acomodo temporal en Music West, bien se podría calificar a "The great wheel" como un disco iluminado, fácil de escuchar y con momentos altamente interesantes en varias facetas, en definitiva un pequeño clásico de las Nuevas Músicas que llegó al número 13 en las listas de new age de la revista Billboard, en la que permaneció dos años. Con un buen equilibrio entre lo acústico y lo electrónico, en el CD nos encontramos con una primera parte de pop instrumental con elementos de jazz y world music, y una segunda consistente en una larga composición meditativa y cíclica que en definitiva es lo mejor del trabajo. Los temas cortos resultan agradables de escuchar pero, salvo los tres primeros, adolecen de una producción algo blanda y escaso contenido, nuevos ejemplos de biblioteca musical que aún así pueden complacer a un amplio público deseoso de melodías fáciles. Un caso aparte constituyen esos tres primeros cortes: "Celebration" es una canción rítmica y rica en matices, con un atractivo saxo (interpretado por Andrew Milnes) que le otorga un componente jazzístico cercano al smooth jazz, aunque algo más electrónico merced a los fondos y demás instrumentación. "Jeunesse" es una bonita y delicada composición semejante a un vals modernizado, sin lugar a dudas el mayor acierto de esta primera parte del disco. Otro bello ejemplo entre el clasicismo y la electrónica es "Bagatelle", y a partir de ahí pequeños detalles ("Morning light", "This stillness") hasta llegar a "The great wheel", la composición larga que nomina al trabajo. Aquí, Asher demuestra poder conducir perfectamente una creación cíclica de 30 minutos que no se hace en absoluto larga (algunos críticos la definieron como un poema sinfónico) combinando pausas e instrumentos para conseguir un efecto relajante, ambiental, cálido en el uso de la electrónica, con la suave inclusión de instrumentos acústicos y una buena percusión, y envolvente tal como hace ver la portada de la edición definitiva del trabajo, esa gran rueda de la vida que gira sin descanso conduciéndonos por ella: "La canción que da título al disco comenzó como un experimento para comprobar lo bien que podría hacer transiciones entre un ciclo de acordes, con el fin de crear algo extrañamente intemporal y de sentimiento infinito". El experimento resultó fabuloso, sin embargo, auspiciado por Silver Wave primero y New Earth Records posteriormente, Asher se embarcó desde entonces en un camino lleno de altibajos en las músicas del mundo y su vertiente más rítmica (llámese worldbeat, fusión étnica o como se desee), aunque puntualmente, con álbumes como "Dance of the light", ratificara las buenas sensaciones relajantes, incluso exultantes, de "The great wheel".
Nacido en Eastbourne (Sussex) en un ambiente familiar muy musical, a los siete años comenzó a tocar el violín, instrumento que dejó al no poder expresarse totalmente con él: "Sentí mucha más libertad en el piano y la batería", dijo. Beatles, Beach Boys, The Who (de hecho, llegó a colaborar con Pete Townshend) y otros clásicos como Chopin, Holst o Debussy fueron sus principales influencias en su camino musical, en el que se formó además como ingeniero de sonido. Todo ese recorrido originó "The great wheel", que produce junto a Philip Bagenal, y en el que se encarga de todos los instrumentos salvo del mencionado saxo y los tambores (a cargo de Duncan Gaffney). Algunas de las canciones de "The great wheel" fueron rescatadas en 2004 para el disco "Wolds within the wheel" publicado por la casa holandesa especializada en new age Oreade Music. En concreto fueron "Jeunesse", "The Stillness" y "The Great Wheel" las que aparecieron en este álbum de bonita portada (obra del propio Asher junto a Rory Baxter) junto a otras cinco composiciones primerizas del británico, manteniendo así actual el recuerdo de 'la gran rueda', un disco vital, a la par estimulante y relajante, cuya composición principal no puede faltar en cualquier discografía de música tranquila y meditativa de calidad.
6 comentarios:
La gran rueda, simplemente genial, me encanta!!!
No sé si genial o no, pero es un disco bonito, sobre todo el estimulante tema largo.
Se que han pasado mas de 2 años desde la publicacion del articulo, pero no puedo pasar la oportunidad de recomendar este disco. Tristemente los siguientes discos de James Asher no fueron iguales.
Un saludo, y felicidades por la pagina!
Siempre se agradecen los comentarios, Nito. Aunque hayan pasado años, el disco sigue siendo el mismo e igual de recomendable.
Como bien dices, después perdió originalidad e interés.
Me parece que en el caso de este artista soy un caso aparte. Normalmente, en lo musical, suelo tener puntos de vista en común con críticas u opiniones de gente con gustos afines, pero en el caso de James Asher me sucede lo contrario...
Pues bien, lo cierto es que "The Great Wheel" es un disco al que me cuesta sacar el jugo. No digo que sea un mal disco, en absoluto, pero se me hace un tanto heterogéneo, a excepción de ese primer corte, con ese acertadísimo saxo aportando llamativos colores.
Y, sin embargo, hay álbumes posteriores menos valorados que “The Great Wheel” que me resultan mucho más atractivos, sobre todo, por su sabor étnico, primitivo, por la presencia de percusiones tribales. Un ejemplo de lo que digo podría encontrarse en “Globalarium”, “Feet In The Soil” o, en menor medida y con una presencia tecno un tanto innecesaria, en su colaboración con la arpista Madeleine Doherty (“Colors Of Trance”). También es cierto que, de vez en cuando, lanza otro tipo de álbumes, más orientados a la meditación, en los que igualmente me cuesta entrar pero, en general, creo que posteriores álbumes de James Asher han conseguido superar con creces a “The Great Wheel”. Por supuesto, esto es una opinión personal, no pretendo llevar la contraria a nadie ni iniciar una discusión, como mucho un debate sano.
Por último, quería mencionar no sin cierto cariño esas pequeñas joyas que grabó en Studio G con anterioridad a “The Great Wheel”. En concreto, ha sido “Abstracts” el álbum que he tenido la suerte de escuchar. Algunos de sus temas, como “Traffic Jam”, los habré escuchado mil veces. Una curiosidad de este álbum es que un sample de la preciosa “Asian Workshop” es utilizado por The Chemical Brothers en “The Sunshine Underground”, track perteneciente a “Surrender”.
Una opinión muy completa y muy respetable, a mí me gustó este álbum pero reconozco que Asher es un trabajador infatigable, y en su discografía se pueden encontrar grandes momentos. Es posible que algunos de ellos vuelvan a aparecer por aquí, seguiré atento.
Publicar un comentario