28.7.06

PATRICK O'HEARN:
"Rivers Gonna Rise"

mediados de los 80 un treintañero Patrick O'Hearn (Los Angeles, 1954) tenía ya una interesante trayectoria en el mundo de la música. Había tocado el bajo dos años y medio para el gran Frank Zappa y posteriormente en dos grupos, Group 87 (donde coincidió con el trompetista Mark Isham y el guitarrista Peter Maunu) y el más conocido, Missing Persons (junto al batería Terry Bozzio y el guitarrista Warren Cuccurullo, aunque su techno-pop de plástico estaba basado especialmente en la imagen de la vocalista y esposa de Terry, Dale Bozzio). También había destacado como músico de sesión, especialmente en el mundo del jazz, antes de comenzar una interesante carrera en solitario en el sello de Peter Baumann, Private Music, donde echó mano no sólo de su feroz inventiva sino de esos amigos que iba dejando atrás. Ahí demostró ser un maestro creando atmósferas y utilizando los ritmos, centrándose en la composición y los arreglos más que en la improvisación jazzística en la que había crecido. Baumann y O’Hearn se conocieron en 1984, cuando este último aún militaba en Missing Persons y cuando el ex-Tangerine Dream ya estaba masticando su visión de un sello de música instrumental de calidad para adultos exigentes, lo que enseguida se convertiría en Private Music. Ambos congeniaron y O’Hearn envió al productor alemán unas maquetas que, a pesar de ciertas dudas iniciales del bajista, acabaron convirtiéndose en "Ancient Dreams", su debut en Private Music y segunda referencia del sello. "Con Zappa toqué el bajo, pero Frank me permitió pasar las tardes en su casa, donde tenía un arsenal de sintetizadores. Tengo que reconocerlo: fue gracias a su laboratorio secreto que me adentré en la música electrónica". Eso y una cierta admiración por Brian Eno, acabaron de originar el giro estilístico definitivo del artista. En busca de la alquimia perfecta con la que lograr un sonido misterioso de ambientes oscuros y ritmos animados, a este prometedor inicio (incluso Zappa le dio su visto bueno) le siguió el completo "Between Two Worlds" (álbum nominado al Grammy), pero O'Hearn siguió investigando infatigable hasta llegar a la magia definitiva, la que nos encontrábamos en este trabajo publicado por Private Music en 1988, "Rivers Gonna Rise".

"Cuando grabé 'Ancient Dreams', no estaba seguro de que a alguien le interesara. Mis amigos músicos lo disfrutaron, pero ¿alguien más? Era tal la belleza de aquellos días, que nada me podría haber importado menos, aunque fue muy bien recibido por los fans y la industria por igual". O’Hearn vivía en Los Angeles pero trabajaba para una compañía con sede en Nueva York. Tras el inesperado éxito de una música nueva, estimulante, afianzado por el hecho de las nuevas tecnologías de grabación digital (eran los inicios comerciales del Compact Disc), su casa se convirtió en un estudio de grabación, para lo cual incluso tuvo que realizar cambios estructurales en la misma. En el universo de Patrick O'Hearn la atmósfera estaba dominada por las percusiones -electrónicas y acústicas-, los teclados y por un inmenso bajo -todos ellos interpretados por él mismo, aunque éste último sea su instrumento básico, con el que mejor expresa sus emociones-, con la ayuda de sus amigos de Group 87 y Missing Persons: la trompeta de Mark Isham, las guitarras de Peter Maunu y Warren Cuccurullo, y las percusiones adicionales de Terry Bozzio y John Valen, bajo la producción del propio O'Hearn. En estas condiciones, con la experiencia de muchos años, la confianza de una compañía de discos joven y en alza, y la ayuda de estos extraordinarios músicos, sólo se podía cocer una obra maestra, y "Rivers Gonna Rise" lo fue, por su frescura, su iluminación y su homogeneidad, además de una chispa de creatividad por la cual O'Hearn pasó de ser un buen músico a un artista primordial durante bastante años. El disco comienza con uno de los clásicos de las Nuevas Músicas, un pequeño y bailable hit titulado "Homeward Bound", pleno de gracilidad y ritmo contagioso cercano a tendencias más comerciales, un título que no pasa nunca de moda. Pero es esa una característica básica en esta época de O'Hearn, sus melodías ambientales eludían la oscuridad anterior para buscar -y de hecho encontrar- la complicidad del oyente, logrando auténticos éxitos como la mencionada "Homeward Bound" o una monumental "April Fool", otra de esas manidas sintonías televisivas (en España fue utilizada en un conocido espacio deportivo de Canal+), prodigio de imaginación, una chispa burlona (el ‘april fool’ anglosajón es nuestro día de los inocentes y se celebra cada 1 de abril) y un acabado soberbio a la par acústico y electrónico, de los que lamentablemente ya no se estilan. No menos agraciadas son "The Stroll" (una pequeña orgía de sonidos y movimientos), la fresca melodía de "Acadia" o la completísima -segundo sencillo del álbum- "Reunion" (Acadia y Reunion son colonias francesas, si bien kilométricamente muy distantes), mientras que Mark Isham deja huella con su inconfundible trompeta en otras composiciones impagables y alentadoras como "Glory for Tomorrow" o “A Brief Repose”. El bajo es un instrumento que Patrick nunca ha dejado de tocar (fundiéndolo con su nuevo camino de una manera especial) a pesar de su creciente interés por los instrumentos electrónicos en los 70, como se ha dicho antes influido especialmente por Frank Zappa ("en 1978 comencé a coleccionar algunos y en poco tiempo me fascinó y me sumergió en la creación de música electrónica"). Aquí se yergue como solista principal en "Forgiveness", y "Portobello Locks" es un marcado final para un álbum completísimo. Afortunadamente, O'Hearn parecía haberse cortado esa extravagante melena ochentera que lucía en la contraportada de "Between Two Worlds" -aunque mantenía un horrible tupé-, para una imagen más sofisticada y elegante, acorde con la época.

Entre trabajo y trabajo para Private Music, Patrick O'Hearn aceptó varias ofertas para componer algunas bandas sonoras, en especial -por su carácter más comercial y publicación en CD- las de 'Crying Freeman', 'White Sands' o, como curiosidad, la última temporada de la conocida serie televisiva Falcon Crest, para la cual versionó la conocida sintonía original del estadounidense de ascendencia italiana Bill Conti, dándole un acabado un poco más moderno. Evidentemente, el trabajo en solitario de O'Hearn ha evolucionado por caminos más atrevidos, derivando con los años en una ambientalidad cada vez más profunda y buscadamente anticomercial, hasta el punto de encontrarnos con un artista recordado y muy admirado, un punto de referencia de la generación que cambió el panorama de las Nuevas Músicas en los años ochenta.







2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, es un discazo!,y a la vez comercial, fue capaz de superar el nivel más tarde. Para mí este disco es importante, pues solía escuchar Dialogos 3 del Trecet, esporádicamene, pero cuando se estrenó este disco en su programa (1988), hizo que me enganchara a ese programa con mucha más asiduidad.

Anónimo dijo...

Hola, Jaimito (porque supongo que eres tú, el mismo de la conexión Madrid-Almozara).
Es difícil valorar lo del nivel, no sé si lo superó pero al menos sí que lo mantuvo durante varios discos. A mí particularmente me encanta "Trust". Además el tío sigue sacando discos y haciendo bandas sonoras, así que... podría hacer una gira, aunque sólo vaya a Madrid y Barcelona.